La locución y la colocación PDF

Title La locución y la colocación
Author Jesús Martínez Codesido
Course Morfología de la Lengua Española
Institution UNED
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EN TORNO A LA LOCUCIÓN Y LA COLOCACIÓN: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS M. García-Page (UNED, Madrid) 1. INTRODUCCIÓN Actualmente, la mayoría de los fraseólogos adscribe el moderno fenómeno de la colocación a la Fraseología, junto al de la locución, aunque situándolo en la zona periférica, frontera con la Gramática. Sin embargo, siempre se producen confusiones por la diversa interpretación de que son objeto los fenómenos de la colocación y la locución por cuanto algunas unidades son capaces de participar a la vez de las propiedades de las dos. 2. LOCUCIÓN Y COLOCACIÓN FRENTE A FRENTE 2.1. En torno a la colocación Vadear un río, trinchar la carne o levar el ancla son colocaciones. La colocación puede definirse como la configuración de una estructura binomial o binaria; la combinación, co-ocurrencia, tipicidad o especificidad que se forja en virtud del vínculo semántico entre dos lexemas, independientemente de que el sintagma verbal contenga otros complementos (“vadear el ancho río a pie”, “trinchar hábilmente la carne de ternera”, “levar con suma rapidez las anclas”). Ni son fijas (en ningún grado), ni son parcialmente idiomáticas (ni siquiera exigua o mínimamente), ni son, estadísticamente, frecuentes (salvo en contextos muy determinados), ni están en puridad institucionalizadas y aun menos lexicalizadas. Entre los dos lexemas que se combinan formando normalmente un sintagma, existe una más o menos fuerte restricción semántica, que es, justamente, la piedra angular que sustenta la colocación: sólo se vadean ríos (o arroyos, torrentes…), sólo se trincha la carne (o el pescado), sólo se levan anclas; entre los verbos vadear, trinchar y levar y los sustantivos río, carne y ancla, respectivamente, hay una suerte de relación de “solidaridad léxica” que favorece su combinatoria frecuente. Esta solidaridad léxica tiene carácter unidireccional: siempre va del colocativo a la base. Los colocativos son los elementos que imponen restricciones, más o menos fuertes, a sus bases. Colocación verbonominal Colocativo

Vadear un río Trinchar la carne Levar el ancla.

Base

Colocación sustantivoadjetival Base

Error garrafal Comida opípara

Colocativo

Colocación verboadverbiales Base

Llover torrencialmente Prohibir terminantemente

Colocativo

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2 Especificidad: cuanto más específico es el colocativo, más inmediata o directa es la implicación, y más estrecho, el vínculo solidario. Consecuentemente, cuanto mayor es la especificidad, mayores posibilidades de categorizar la combinación como colocación. 2.2. Locución y colocación: semejanzas y diferencias Lo verdaderamente específico de la colocación es que se entabla una relación solidaria entre dos lexemas basada en una restricción (o selección) de índole semántica, lo que favorece que esos dos lexemas concurran con regular frecuencia; pero nada nos permite afirmar que sea una estructura fija, que su significado sea idiomático o no composicional, que sea una unidad institucionalizada, o que sea un grupo lexicalizado, apto para ser registrado en el diccionario, frente a lo que sucede con las locuciones. Las diferencias básicas o primarias entre la colocación y la locución son de dos tipos: • Desde un punto de vista formal la estructura sintagmática que pueden adoptar las colocaciones difiere de la que presentan las locuciones, cuyo número es menor • Desde el punto de vista semántico, o la diferencia más relevante estriba en la opacidad mayor o menor de las locuciones y la transparencia de las colocaciones. La única matización es la existencia de colocaciones que presentan algún grado de figuración o idiomaticidad, como amasar una fortuna, depositar la confianza, esgrimir un argumento o albergar una esperanza. Desde este punto de vista, podría decirse que hay dos clases de colocaciones: ü฀ Las estrictamente literales o de sentido recto (tañer una guitarra, vadear un río, trinchar la carne, levar el ancla). ü฀ Las figuradas o de sentido metafórico (amasar un fortuna, depositar la confianza, esgrimir un argumento, albergar una esperanza): el colocativo (amasar, depositar, esgrimir, albergar) interviene con sentido metafórico y la base (fortuna, confianza, argumento, esperanza), con sentido recto. o Mayor o menor grado de vínculo semántico. Mientras que es dable determinar series de colocaciones aislables en virtud de una más o menos fuerte restricción del colocativo (rasguear / rasgar / tañer / tocar una guitarra, cancelar / anular / rescindir un contrato), esta práctica es inviable en las locuciones. En el plano formal son muchas las diferencias que pueden trazarse. 1. Número de estructuras que puede adoptar una colocación. En principio, puede presentar las siete siguientes estructuras sintácticas: a) V + NCD (rescindir un contrato) / V + Nsuj. (estallar un conflicto) b) V + SP (poner en práctica) c) V + Adv (llover torrencialmente) d) V + A (salir ileso)

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3 e) N + A (éxito clamoroso) f) N + de + N (gajo de limón) g) A + Adv (rematadamente loco) El número de estructuras que la locución puede presentar es mayor. Por ejemplo, son muchas las locuciones verbales u oracionales que exhiben una estructura más compleja, compuesta de tres o cuatro miembros: buscar los tres pies al gato, no dar el brazo a torcer, tirar la casa por la ventana. Los componentes de estas locuciones son fijos e irreductibles. 2. Muchas locuciones, generalmente verbales, están compuestas por un clítico de referente desconocido o incierto; este componente pronominal es obligatorio e insustituible por el sintagma nominal que pudiera eludir, y suele presentar la forma femenina la, las: diñarla, palmarla, liarla, cagarla, etc. De ningún modo puede conformar una colocación. No se trata de la pronominalización natural de un sintagma nominal con función de objeto directo, operación practicable en cualquier colocación verbonominal: izar la bandera > izarla, levar el ancla > levarla, trinchar la carne > trincharla, porque la pronominalización es inviable, salvo muy raras excepciones, en las locuciones (meter la pata > meterla, tomar el pelo a alguien > tomárselo, pero tirar la casa por la ventana > *tirarla por la ventana, coger una liebre > *cogerla), siendo completamente regular en las colocaciones → las colocaciones son unidades de la Gramática y no de la Fraseología. ESTRUCTURA POR ESTRUCTURA [«A + Adv»] Algunos esquemas colocacionales no se advierten entre las locuciones, como es el caso de [«A + Adv»]: herido mortalmente, gravemente enfermo, locamente enamorado, materialmente imposible, porque es impensable que un adverbio de modo en -mente concurra con un adjetivo para construir una locución. [«V + Adv»] En similar situación está el esquema [«V + Adv»] si dicho esquema se modifica ligeramente como «verbo + adverbio-mente»: llover torrencialmente, nevar copiosamente, cerrar herméticamente, comer opíparamente- No hay, salvo muy raras excepciones (tan ricamente, lisa y llanamente…), locuciones en español que contengan, entre sus componentes, un adverbio de manera en -mente. [«V + A»] [«V + A»] no es una estructura colocacional porque no existe una restricción léxica evidente entre el verbo y el adjetivo: si bien es cierto que adjetivos como ileso, indemne o malparado se combinan frecuentemente con los verbos salir o resultar, también es cierto que el número de adjetivos que pueden formar parte de esa coocurrencia es muy alto. La estructura «V + A» está escasamente representada en el corpus de locuciones verbales: ir listo, ir dado, hilar fino, venir rodado, jugar sucio, etc.

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4 [«V + SP»] El esquema [«V + SP»] debería ser eliminado porque los verbos soporte no dan lugar a colocaciones léxicas. Aun así, podrían formar parte de dicha nómina combinaciones verbonominales como incurrir en un error, adolecer de una enfermedad, reincidir en una falta (error…), renegar de la fe, abdicar del trono, etc. El principal escollo que encubre este esquema para listar colocaciones es determinar el grado de restricción que debe imponer el colocativo. [«N + de + N»] El esquema [«N + de + N»] tampoco está libre de controversia. Para algunos gramáticos, se trata de compuestos; para otros, colocaciones. Estas colocaciones dan lugar a dos tipos de grupos nominales: • N1 denota ‘porción o parte divisible’ de N2 (gajo de limón, diente de ajo, rebanada de pan, loncha de jamón, onza de chocolate, rodaja de melón, raja de sandía, copo de nieve, etc.). En este grupo suelen incluirse otras combinaciones sintagmáticas similares, del tipo pastilla de jabón, bombona de butano, tableta de chocolate, lingote de oro, etc., donde N1 denota ‘unidad’ de N2 • N1 denota ‘conjunto’ de N2 (enjambre de abejas, manada de bisontes, rebaño de cabras, banco de peces, etc). Aun con todo, el vínculo entre los dos nombres no es igual en todos los grupos: en unos es más intenso y en otros, más tenue; por ejemplo, piara se aplica sólo al cerdo, pero manada se aplica a un vasto número de mamíferos, en tanto que rebaño se aplica a varias clases de estos. Sin embargo, prácticamente, todas las colocaciones verbonominales disponen de una colocación nominal paralela de estructura «N[+ deverbal] + de + N»: rescisión de contrato (< rescindir un contrato), apertura de una cuenta (< abrir una cuenta). La estructura «N1 + de + N2» sí es recurrente entre las locuciones nominales (cabeza de turco, alma de cántaro, cajón de sastre, cabeza de chorlito, etc.), pero su confusión con las colocaciones es prácticamente imposible. No hay ninguna locución en que N1 denote ‘porción, unidad o conjunto’ de N2, y las locuciones con esa estructura en que N1 es un sustantivo deverbal son muy pocas y siempre o casi siempre, como en las colocaciones, proceden de la nominalización del predicado verbal de una locución de verbo + sustantivo: puesta al día < ponerse al día, tomadura de pelo < tomar el pelo, comida de coco < comer el coco, metedura de pata < meter la pata, etc. Además, locuciones nominales no son unidades que designen entes u objetos físicos; por el contrario, todas las colocaciones de estructura «N1 + de + N2» que no correspondan a una nominalización designan objetos físicos: gajo de limón, enjambre de abejas… Las nominalizaciones denotan ‘acción’ o ‘acción y efecto’: rescisión de contrato, apertura de una cuenta, etc.; las locuciones nominales compuestas con nombre deverbal denotan principalmente ‘efecto’ o ‘entidad abstracta’ (“Se pasa todo el día haciendo cortes de mangas”, “La investigación emprendida por la fiscalía es una auténtica caza de brujas”).

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5 Las colocaciones nominalizadas se diferencian de las locuciones porque pueden, además, llevar complementos: la rescisión del contrato basura, la apertura de la cuenta corriente, etc. / *el ojo del huracán Katerina, *la cresta de la ola gigantesca; en el caso de que el segundo sustantivo (N2) de una locución nominal lleve complemento, este tiene carácter fijado y es, por ello, ineludible: la gallina de los huevos de oro, ave de mal agüero, etc. (comp.: *la gallina de los huevos, *ave de agüero…). Hay locuciones nominales en las que es N1 el sustantivo que lleva complemento: el garbanzo negro del cocido, la oveja negra de la familia, etc. Este contexto sintáctico es inviable tanto en las colocaciones en que N1 denota ‘porción, unidad o conjunto’ como en las nominalizadas, ya que el complemento incidiría en el conjunto, aun en el caso de romper aparentemente la continuidad: gajo pequeño de limón, diente de ajo mohoso, rebaño enorme de ovejas, etc.: [[pequeño] [gajo de limón]] / *[[pequeño gajo] [de limón]], [[diente de ajo] [mohoso]] / *[[diente] [de ajo mohoso]], [[enorme][rebaño de ovejas]] / *[[enorme rebaño] [de ovejas]]… Las colocaciones, nominalizadas o no, admiten la coordinación del complemento (N2): la apertura de una cuenta y (de) un plan de pensiones, manadas de búfalos y elefantes; posibilidad vetada a las locuciones: *la caza de brujas y (de) meigas. La preposición que introduce el segundo sustantivo o grupo nominal de un reducido conjunto de locuciones nominales no es de, sino otra (alma en pena, etc.); por el contrario, la preposición de es la única que puede aparecer en los dos tipos de colocaciones indicados. «N + A» + «V + NCD», las que más fácilmente pueden entrar en colisión con las locuciones. [«N + A»] [«N + A»] no plantea apenas problemas de límites con las locuciones de idéntica estructura porque las locuciones nominales son completamente idiomáticas (noche toledana, chivo expiatorio, perrito faldero, cabeza hueca, cardo borriquero, mosquita muerta, pez gordo, tela marinera, bala perdida, puñalada trapera, viejo verde, bicho raro, etc.), mientras que las colocaciones son composicionales, tenga o no el colocativo sentido figurado: fe ciega, prueba fehaciente, batalla campal, módico precio, etc. Este contraste puede advertirse en pares con cierta afinidad léxica o semántica como calor sofocante / calor humano, letra endiablada / letra muerta, aire viciado / círculo vicioso, fe ciega / mala fe, ánimo (o ambiente) caldeado / patata caliente, etc., donde el primer miembro de cada par es una colocación y el segundo, una locución. Hay varios aspectos que ayudan a interpretar como colocación una combinación sintagmática de nombre + adjetivo («N + A»). Uno de ellos, de orden semántico, es que el adjetivo tiene, quizá en la mayoría de los casos, un valor intensificador o enfático: calor sofocante / asfixiante, error garrafal, ganas locas, ignorancia supina. El valor elativo del adjetivo bloquea la posibilidad de ir modificado por un cuantificador adverbial: *error muy garrafal, *ganas muy locas, *ignorancia muy supina, etc. Por el contrario, el adjetivo de una locución nominal no tiene por qué comportar valor enfático.

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6 Otro aspecto distintivo es que muchas de ellas son capaces de desarrollar colocaciones verboadverbiales de estructura verbo + adverbio («V + Adv»), entre las que cabe establecer una doble correlación –del nombre con el verbo y del adjetivo con el adverbio–: prueba fehaciente - probar fehacientemente, lluvia torrencial - llover torrencialmente, comida opípara - comer opíparamente. Paralelismos como estos son impensables en las locuciones; los únicos paralelismos que cabe diseñar son los que establecen las citadas nominalizaciones con sus bases de formación verbonominales: tomar el pelo - tomadura de pelo, poner al día - puesta al día, etc. Como construcciones libres que son, las colocaciones se prestan a sufrir las transformaciones gramaticales propias de los sintagmas nominales; por ejemplo, admiten la coordinación del adjetivo con otro adjetivo: una influencia decisiva y transcendental, un argumento contundente y fiable, etc., y pueden formar series de colocativos sinónimos o cuasisinónimos mediante conmutación: calor sofocante / asfixiante, error garrafal / craso / mayúsculo frente a las escasísimas locuciones nominales que admiten estas alternativas: pez gordo y pájaro gordo. Mientras que una gran parte de las colocaciones se forma con un adjetivo típicamente relacional (canina, astronómico, calagurritana, infernal, soporífero, etc.), la mayoría de las locuciones contiene un adjetivo puramente cualitativo (cabeza cuadrada, pájaro gordo, viejo verde, golpe bajo, manos rotas, etc.). Se da, sin embargo, la circunstancia de que el adjetivo relacional, cuando forma parte de una locución (noche toledana, cuento chino, niño gótico, tela marinera, piedra angular, piedra filosofal, etc.) o de una colocación metafórica, pierde las propiedades de su clase, pasando a significar como un adjetivo cualitativo. Como sintagmas nominales que son, el sustantivo puede construirse en plural: errores garrafales, pruebas contundentes, etc. La inmensa mayoría de las locuciones de estructura «N + A» también puede formarse en plural (lugares comunes, cuentos chinos, noches toledanas, etc.), pero algunas locuciones fijadas en plural rechazan el singular (malas artes / *mal arte). No obstante, también algunos adjetivos se construyen solo en plural al formar colocación con un sustantivo determinado, único: tiempos inmemoriales, cantidades industriales, ganas locas… [«V + N»] La colocación de estructura «V + N» (a), más concretamente la de «V + N CD» (rescindir un contrato, trinchar la carne, vadear un río, levar el ancla, izar la bandera) es la que ofrece mayores dificultades de delimitación respecto de la locución verbal de similar esquema sintáctico, porque son muy pocas las locuciones oracionales de estructura binomial «V + Nsuj.» (sonar la flauta, rodar cabezas, cambiar las tornas, etc.) con las que puedan litigar las colocaciones de idéntica composición (estallar un conflicto, atracar un barco, declararse un incendio, etc.); en cualquier caso, el aspecto semántico de la opacidad y composicionalidad es decisivo en los posibles casos de colisión. También el aspecto semántico distancia la locución verbal de estructura «V + NCD» de la colocación verbonominal de idéntica estructura, si bien la idiomaticidad se presenta de modo diverso en las locuciones: hay una amplia gama de niveles intermedios entre las locuciones verbales completamente opacas (meter la pata, tomar

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7 el pelo, ver las estrellas, etc.) y las locuciones verbales más transparentes con alto grado de motivación (pedir la Luna, doblar el espinazo, sudar la camiseta, vestirse por los pies, etc.). Este aspecto semántico es de suma relevancia para determinar la naturaleza fraseológica o sintáctica de una expresión de “doble nacionalidad”, es decir, una construcción verbonominal que puede adscribirse a dos categorías distintas o naciones lingüísticas distintas, la locución y la colocación, la Fraseología y la Sintaxis. Así, la expresión abrir la veda se analiza como colocación cuando significa ‘quitar la prohibición de cazar animales’ y como locución cuando, por extensión, significa ‘quitar la prohibición de algo’ o bien ‘comenzar la persecución con permiso de la autoridad’; correr la cortina, declarar la guerra, colgar los hábitos, templar gaitas, etc. Por otra parte, hay componentes formales o estructurales que favorecen la distinción de la locución y la colocación. Así, la presencia junto al verbo de una forma pronominal con valor reflexivo o medio o un dativo expletivo bloquea la interpretación como colocación de una construcción de estructura binaria de verbo + grupo nominal (CD), ya que las colocaciones se conforman con verbos transitivos puros; en cambio, abundan las locuciones con un se de esas características: comerse el coco, comerse el mundo, ponerse las botas, dejarse la piel, quemarse las pestañas, rasgarse las vestiduras, quitarse el sombrero, etc.; el verbo de estas construcciones es pronominal o se comporta como tal. Otro elemento estructural de bloqueo de la interpretación colocacional, ya indicado, es el pronombre átono de objeto la, las, que aparece en más de una veintena de locuciones verbales con estructura binaria: palmarla, diñarla, cagarla, armarla, liarla, trincarla, etc. Por razones gramaticales (requiere la presencia de un lexema) y semánticas (el pronombre carece de significado, por lo que no se establece ninguna restricción semántica), ninguna colocación se construye con un clítico de objeto directo, salvo que se trate de la nominalización de una estructura verbonominal (trinchar la carne > trincharla, etc.). Las colocaciones admiten normalmente la operación de coordinación del complemento, si bien en algunos casos podría resultar forzada: trinchar la carne y el pescado, promulgar una ley y un decreto, etc.; en muchos casos, los miembros coordinados son co-hipónimos o co-merónimos: amputar un brazo y una pierna, bruñir el bronce y la plata, trinchar el besugo y el atún, atusar la barba y el cabello, etc. En virtud del criterio de fijación fraseológica, ningún complemento de una locución verbal admite su coordinación a otro sustantivo o sintagma nominal (*tomar el pelo y la barba, *estirar la pata y el brazo, *ver las estrellas y la luna, etc.), salvo que el complemento esté fijado con esa estructura: prometer el oro y el moro, echar sapos y culebras, aguantar carros y carretas. Asimismo, el sustantivo de la colocación admite cualquier tipo de modificador: guiñar el ojo izquierdo, trinchar el pescado congelado, izar la bandera de España, etc. Las locuci...


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