La Sociedad del Medioevo a partir de “El Cantar de Roldán” PDF

Title La Sociedad del Medioevo a partir de “El Cantar de Roldán”
Author Lucas Golubei
Course 3 Historia Medieval
Institution Universidad de la República
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UNIVERSIDAD DE LA REPUBLICA FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN INSTITUTO DE CIENCIAS HISTÓRICAS

CURSO: Historia Medieval DOCENTE RESPONSABLE: Andrea Gayoso AÑO DE CURSADO: 2018 PLAN: 2014

Presentación de Informe Final La Sociedad del Medioevo a partir de “El Cantar de Roldán”

Veiga González, Lucas 4.961.019-7

PERIODO Febrero 2019

Introducción:

Fuente y desafío: El siguiente informe estará basado en la fuente que constituye la obra del Cantar de Roldán, un cantar de gesta escrito en el siglo XI, presuntamente por un monje normando, Turoldo. La obra narra la muerte de Roldán, sobrino de Carlomagno, a manos de una hueste de sarracenos que ataca la retaguardia del ejército carolingio, siendo Roldán el comandante de esta última. Este ataque se debe a la traición del padrastro de Roldán, Ganelón, el cual ofrece su ayuda a los sarracenos a cambio de la muerte de Roldán, el cual, a juicio de Ganelón, lo había deshonrado. En esta obra, se van a ejemplificar y poner en el contexto de la época los siguientes términos: alteridad, tiempo, espacio, cuerpo e intercambio. El principal desafío a enfrentar consiste en que, debido a ser una obra épica, además de estar escrita en un contexto cultural que podríamos denominar xenofóbico, se aprecian diversas exageraciones o la utilización de términos denigrantes hacia los no pertenecientes a la cultura cristiana, por lo tanto, el principal desafío radica en poder realizar el análisis de una manera objetiva, pero sin dejar de lado el contexto, así como tomar al pie de la letra las hipérboles de la obra.

Curso a seguir y partido a tomar en la obra: A partir de la obra elegida y los términos previamente descritos, se va a enfatizar el análisis desde una visión cultural, de forma que permita explicar la fusión cultural que se da en el espacio geográfico de la obra, la Península Ibérica, donde a lo largo de la historia han confluido diversas culturas, cada una de ellas única, con sus propias tradiciones, idioma, religiones, entre otros. Sin embargo, no se plantea dejar de lado otros aspectos, como el económico, especialmente en el marco del término “intercambio”. Asimismo, se busca mantener una posición neutral, donde no se favorezca específicamente el análisis de una cultura en específico, o donde las críticas se efectúen en una sola dirección.

La obra en cuestión se va a analizar en su totalidad, desde la misión diplomática de Ganelón hasta su muerte y la conversión de Abraima, debido principalmente a dos factores: su corta extensión, la cual hace factible el uso de toda la obra, así como la gran utilidad de toda la obra para realizar el análisis, ya que no hay grandes segmentos de la obra que no sean importantes para llevar a cabo nuestro estudio.

Contexto, autor y resumen de la obra:

Contexto: De acuerdo a Malet e Isaac (1922, cap. 2), tras el surgimiento del islam en Asia, a principios del siglo VII, esta religión sigue un proceso de expansión por Asia en dirección este, donde penetraron hasta India, el norte de África y medio oriente, por el cual los árabes alcanzan la Península Ibérica en 711, donde derrotan al reino Visigodo, destrozando al ejército defensor en la batalla de Guadalete. Posteriormente, los primeros se internan en la Galia, alcanzando la ciudad de Lyon, en 719. Sin embargo, los francos, bajo el mando de Carlos Martel, les infringen una dura derrota en la batalla de Poitiers en el año 732 (también conocida como Batalla de Tours, para diferenciarla de la Batalla de Poitiers de 1356). En palabras de Malet e Isaac (1922, p 25-26): “La batalla de Poitiers es una de las más importantes de la historia, puesto que detuvo los progresos de los musulmanes en Europa. Allí se encontraron frente a frente dos religiones y dos civilizaciones, la cristiana y la musulmana, ésta, en aquel entonces, mucho más brillante que la primera. Aunque los verdaderos bárbaros en Poitiers no eran los árabes, la victoria de Carlos Martel fue un buen suceso para Europa, porque la salvó del islamismo. Este hecho es importantísimo: el florecimiento de los pueblos que el islamismo sometía era relativamente breve y rápido; luego, de manera fatal, el desarrollo de esos mismos pueblos quedaba estancado para siempre.” Debido a la amplitud del Imperio árabe, no era fácil mantener una cohesión en el mismo, al dominar vastos territorios y una multitud de pueblos, cada uno de ellos con tradiciones, cultura e idiomas diferentes a los demás. Posteriormente a 750, el Imperio árabe se desmembró en tres, cuyas capitales eran Bagdad en Asia (actual Irak), El Cairo en Egipto y Córdoba en España. Al mismo tiempo, en el mundo cristiano, la dinastía merovingia caía en decadencia, llegando al punto de que el poder era ostentado por los mayordomos reales, en vez del rey, a la vez que ese título en cuestión se transformó en

hereditario. Carlos Martel, el artífice de la victoria en la Batalla de Poitiers, pertenecía a esta familia, y su hijo, Pipino el Breve, sería el fundador de la dinastía carolingia. Pipino contaba con el favor de la Iglesia, al ser protector de los misioneros que se trasladaban más allá del Rin a evangelizar a las tribus germánicas. En 752, tras previamente haber complotado (junto con la Iglesia) en contra del rey Childerico III, asume el trono y envía a este último a vivir en un claustro. Malet e Isaac (1922, p 35) “(…) Pipino atravesó los Alpes y atacó a los lombardos (…) que se habían establecido en el valle del Po hacia el año 580 (…) tomó a los lombardos el territorio que se llamaba el exarcado de Rávena y lo dio al Papa. […] Pipino fue un rey muy glorioso y poderosísimo; echó de Galia a los árabes o sarracenos que se habían quedado en Septimania, a lo largo del Mediterráneo, y después sometió, aunque con gran trabajo a los pueblos de la Galia meridional o Aquitania, que habían llegado a ser independientes. El reino franco se repartió de nuevo, a la muerte de Pipino, entre los dos hijos de este, Carlomán y Carlos. Pero Carlomán murió en 771, y Carlos quedó siendo dueño de todo el reino. Este rey se llama en la historia Carlos el Grande, Carolus Magnus, o Carlomagno (771-814).” A partir de los fragmentos anteriores podemos inferir que mientras en Asia y el norte de África el Imperio Árabe se establece y conquista territorios de otros reinos más débiles, como el Imperio Sasánida, algo similar ocurre en Europa, con la dinastía Carolingia tomando el poder de manos de los Merovingios, creando lazos con el Papado, así como aumentando su territorio. Podemos apreciar como el reino franco se expande hacia el sur de la actual Francia, lo que llevaría a un enfrentamiento entre el reino franco y el emirato de Córdoba, conocido también como Al-Ándalus. Para Malet e Isaac (1922, p: 35), Carlomagno es el “guerrero y conquistador más grande de la Edad Media”, con “no menos de cincuenta y seis expediciones”. Sus principales campos de batalla fueron Italia, Sajonia y España, siendo esta última la que nos interesa. Carlomagno retomó las expediciones contra los sarracenos que había comenzado su padre, Pipino el Breve. Tras

realizar siete expediciones en veinte años, logró establecer una llamada “Marca de España”, que abarcaba el sur de los Pirineos y poseía su capital en Barcelona. En el marco de la primera expedición de Carlomagno, cuando éste retornaba de la misma junto a sus hombres, la retaguardia de su ejército, la cual estaba comandada por su sobrino Rolando (o Roldán, se utilizan ambos nombres para denominarlo), es emboscada por un contingente de vascos en el desfiladero de Roncesvalles. Malet e Isaac afirman (1922, p: 37) :“Este incidente de guerra, sin importancia, dio margen a un poema épico, llamado La Canción de Rolando, que fue para los hombres de la Edad Media lo que la Ilíada había sido para los griegos.” Como podemos apreciar, el contexto en el cual se ambienta la obra es un entorno marcado por la confluencia de dos civilizaciones, la cristiana, principalmente representada por el Reino Franco, y la musulmana, encarnada en el Emirato de Córdoba, más conocido como Al-Ándalus, las cuales interactúan, permeando sus rasgos culturales en la otra, sea de forma pacífica como de forma violenta, por medio de conquistas militares.

Obra a tratar: La obra a analizar es conocida de dos maneras: El Cantar de Roldán, y La Canción de Rolando. Es un poema épico, que presenta 4002 versos decasílabos, distribuidos en 291 estrofas de desigual longitud llamadas “tiradas”. Fue escrito en el siglo XI en francés antiguo, y es considerado el cantar de gesta más antiguo escrito en una lengua romance en Europa. Es atribuido a un monje, presuntamente normando, de nombre Turoldo, debido a que su nombre aparece en el último verso de la obra, si bien no se posee más información sobre él. La obra en cuestión trata sobre la emboscada a la retaguardia del ejército de Carlomagno, en la llamada Batalla de Roncesvalles, donde un contingente de montañeses vascones ataca por la espalda a la retaguardia del ejército franco, liderada por Roldán, el sobrino de Carlomagno. Sin embargo, la historia se deforma para adoptar un carácter legendario, enfrentando a los francos, después de ser traicionados por el padrastro de Roldán, Ganelón, con un ejército

sarraceno de un medio millón de hombres, lo cual lo transforma en una gesta aún más heroica, debido a la magnitud del enemigo, así como su fe, transformando la batalla en un hecho épico sin precedentes. En la obra se narra la muerte de Roldán y sus doce pares, a manos de los sarracenos, debido a la arrogancia del primero, al intentar enfrentar a todo el ejército enemigo solo con los hombres a su cargo, para tratar de obtener el reconocimiento de Carlomagno, el cual avanzaba hacia el norte, cruzando los Pirineos. Al enterarse de la tragedia, debido a que en sus últimos momentos Roldán logra usar su cuerno olifante, Carlomagno retrocede en ayuda de su sobrino, sin embargo, llega demasiado tarde. Tras perseguir y derrotar al ejército sarraceno y tomar Zaragoza y destruir las mezquitas y sinagogas, emprende el regreso a Aquisgrán, donde se realiza un juicio por combate para condenar al traidor Ganelón, el cual es hallado culpable y descuartizado. El final de la obra encuentra a Carlomagno recibiendo la orden divina de marchar a la ciudad de Orfa, mientras se lamenta de sus desgracias.

Análisis:

Alteridad: Comenzando con el análisis de la obra, el primer concepto importante a analizar es la alteridad u otredad, con respecto de un individuo (o grupo de individuos) para con otro semejante. Lo primero que debemos hacer es establecer que definición de alteridad se utilizará en el resto del informe, para lo cual me he decantado por la definición de Javier Ruiz-DelaPresa. Ruiz-DelaPresa llega a la conclusión de que: “La alteridad (la existencia del otro) siempre coimplica la existencia del yo, por eso la forma más adecuada de hablar de ella es el nosotros. Seguimos siendo nosotros en la oposición, en la exclusión mutua, en la guerra (…) La alteridad —la teoría sobre el álter que alterna conmigo— supone dos polos: yo y tú o yo y ello. Todo desemboca en última instancia en un nosotros siempre complejo y acaso doloroso, que hace honor a la fragilidad de las relaciones humanas dentro y fuera de la vida pública. La alteridad implica tensión, desgarramiento, desencuentros y, por mucho que se sazone, son menos abundantes sus contrarios (…) La alteridad supone, como teoría, una explicación de los vínculos constitutivos entre el yo y los otros. Esos vínculos se manifiestan de forma diversa: a través de la versión biológica y psíquica a los demás, la ayuda, la interacción, la convivencia (es decir: el ser con otro como dato básico de la realidad humana), el imperativo ético, la justicia, etcétera .” (Ruiz-DelaPresa, 2007 p: 9-10-11). En esta obra el escritor presenta los distintos ángulos desde los cuales la alteridad puede ser estudiada, para luego otorgarnos un concepto perfectamente aplicable a obras de carácter académico. Al comparar lo que concierne al concepto en si con la obra del Cantar de Roldán, se puede apreciar desde el inicio como existe una carencia de otredad, expresado por los diversos calificativos utilizados por el autor de la obra al referirse a los musulmanes ibéricos, al tratarlos de infieles (caso observable a lo largo de toda la obra), o tacharlos negativamente en la mayoría de los casos,

como por ejemplo: “Y he aquí que se aproximan por otro costado dos sarracenos: Estorgán y su compañero Estramariz, ambos villanos y traidores reconocidos.” (Anónimo, S/F p: 38), aunándose así con el tono de superioridad y claro favoritismo hacia Carlomagno y los francos que presenta el autor de la obra con el avanzar del relato. Otro posible ejemplo radica en la exageración en el heroísmo de Roldán, mientras que al mismo tiempo se exaltan las cualidades negativas que, de acuerdo al autor, poseen los sarracenos: “El conde Rolando ha retornado a la batalla. Enarbola a Durandarte, y lucha como valiente. Ha descuartizado a Faldrón de Puy y a otros veinticuatro enemigos, de entre los más nobles. Jamás hombre alguno deseará con tanto ahínco tomar venganza. Así como el ciervo corre ante los perros, así huyen de Rolando los infieles.” (Anónimo, S/F p: 72). En este fragmento se aprecia como el autor del texto ensalza las acciones de Roldán, así como desprecia las de los sarracenos, tratándoles de cobardes, de igual forma que anteriormente fueron tratados de villanos y traidores. Todos estos factores confluyen en la ausencia de empatía hacia los sarracenos, gracias a que no se aprecia un proceso de asumir la perspectiva del otro, y de esa forma comprenderlos, así como a sus motivaciones (esta es la gran columna sobre la que se apoya el concepto de alteridad). Asimismo, también existe una falta de empatía hacia los africanos mencionados en el texto: “Si ha huido Marsil, ha quedado su tío Marganice, que es dueño de Cartago, Alfrere, Garmalia y Etiopía, una tierra maldita: su señorío abarca la raza de los negros. Tienen éstos grande la nariz y amplias las orejas, y se encuentran allí juntos más de cincuenta mil.” (Anónimo, S/F p: 73-74). Como podemos apreciar, trata a los etíopes de “malditos”, y ridiculiza su aspecto, lo que demuestra una posición etnocentrista, con vistas hacia el hombre blanco, europeo y cristiano, en detrimento de las demás etnias y culturas, como es típico del contexto temporal en el que se incluye esta obra. Adicionalmente, a partir de la tirada CCXXXII (Anónimo, S/F p: 119), el autor comienza a desprestigiar a varias de las etnias mencionadas como elementos del ejército sarraceno, como los hombres de Misnia, a los cuales compara con cerdos: “Al momento, el rey Torleu y el rey Dapamor establecen treinta cuerpos de batalla; el número de caballeros es asombroso: el menor

escuadrón cuenta con cincuenta mil. Forman el primero los de Butrinto, y el segundo los de Misnia, de grandes cabezas; les crecen en el espinazo, a lo largo de la espalda, cerdas como tienen los puercos. (…) y el décimo los de Balida la Fuerte. Es una raza que jamás persiguió el bien.” (Anónimo, S/F p:119-120). En el fragmento anterior hay un detalle que merece una atención especial, y más aún al estar tratando el término “alteridad”: Sobre el final del fragmento, podemos ver como el autor remarca que un pueblo en especial (los hombres de Balida la Fuerte), nunca ha sido bondadoso, más bien lo contrario. Sin embargo, aquí podemos observar como ciertos términos universales, como “bien” y “mal”, pueden llegar a ser deformados en mayor o menor medida de acuerdo a la cultura a la que pertenezca el individuo en cuestión. Así, para el autor, el susodicho pueblo siempre ha sido malvado, pero no necesariamente es así para los sarracenos y los pertenecientes al pueblo de Balida la Fuerte. El autor toma los hechos y los visualiza dentro de los contextos de su cultura, la cual no posee los mismos rasgos que la cultura sarracena, musulmana o la del pueblo en cuestión, lo cual puede dar lugar a conclusiones erróneas por incluir valores no pertenecientes a la cultura en cuestión dentro del análisis, o bien porque al analizar, sus propios valores tornan su juicio en menos objetivo. Aun así, todo esto es, en cierta forma, esperable, en gran medida debido al contexto en el que se encontraba Europa en ese momento, especialmente la Península Ibérica y el sur de la actual Francia. Sumado a eso, podemos atribuir una buena parte del etnocentrismo del texto a la gran implicancia de la religión en la sociedad medieval de la época, la cual, aparte de abarcar una buena parte, sino prácticamente la totalidad de la sociedad, se enfrascaba en reducir y exterminar a las religiones ajenas al cristianismo (por ende, a las culturas), principalmente por medio de la fuerza, como son los casos de las Cruzadas, o de la expansión teutónica en la zona del Báltico, o si avanzamos en el tiempo, con la Reconquista o las diversas inquisiciones. Cabe destacar que ésta última labor no solo se producía solamente mediante la mera conquista militar (como en el caso de los cátaros, en el sur de Francia), sino que también incluía el trabajo de las ordenes mendicantes, como los dominicos, por ejemplo, en delatar, tomar prisioneros y torturar a los llamados “herejes” por parte de la iglesia.

A forma de concluir con esta parte del análisis, podríamos decir que el texto no presenta una perspectiva basada en la alteridad, sino que, por el contrario, se aprecia una fuerte visión etnocentrista, basada en la primacía del cristianismo por sobre sus enemigos, la cual queda plasmada de forma muy evidente en el texto.

Tiempo-Espacio: “Considerando el tiempo la idea asumida por la experiencia de la duración y sucesión, y el espacio la extensión continua en la que se hallan todas las realidades materiales, desde el punto de vista antropológico-cultural cabrá considerar la dualidad espacio-tiempo como aquellas coordenadas en las que hay que situar todo hecho cultural.” (J. Martí, 1988, p: 642). Estableciendo la definición anterior como punto de partida para ambos conceptos (espacio y tiempo), creo que el mejor camino a seguir es proceder a analizar los conceptos dichos previamente de la misma manera en que los presenta Martí, es decir, como una dualidad, no como elementos totalmente independientes entre sí. En el caso del tiempo, se puede afirmar que la religión cobra un papel importante en él, al ser Dios capaz de detener la idea de la duración y sucesión. Este es el caso que se presenta cuando Carlomagno le implora a Dios que extienda a duración del día, para poder seguir persiguiendo a los sarracenos: “Cuando el emperador ve declinar la tarde, se apea del caballo en un prado, sobre la verde hierba: se prosterna en el suelo y ruega a Dios nuestro Señor que, para favorecerlo, detenga el curso del sol, que se demore la noche y se alargue el día. Entonces se le aparece un ángel, el mismo que acostumbra hablarle, y con gran prisa le ordena: —Carlos, a caballo; no habrá de faltarte la luz. Has perdido a la flor de Francia, y Dios lo sabe. ¡Podrás tomar venganza de la turba criminal! Tales son sus palabras, y el emperador monta de nuevo.” (Anónimo, S/F p: 92). En el fragmento podemos apreciar, además del dominio del tiempo por parte de la divinidad, también se puede observar como ésta, a través de sus súbditos, los ángeles, se comunican con los seres humanos. Visto desde un cierto punto de vista, el fragmento induce a pensar que si le rezamos a Dios atenderá nuestras peticiones. En la obra se presenta como una divinidad piadosa y misericordiosa con sus adeptos, ya que, a pesar de que su intervención en la persecución de los francos en contra de los sarracenos traería únicamente muerte, Dios entiende y siente la pérdida de los Doce Pares de Francia.

Este rol crucial de la religión en la mayoría (si no todos) los ámbitos de la sociedad no era una novedad en el siglo VII. En palabras de H.G Wells (1947, p: 488): “La vida ordinaria manteníase en un bajo nivel físico, intelectual y moral. Suele decirse que Europa en los siglos VI y VII, volvió a caer en la barbarie; pero no es ésta la realidad del caso. Más correcto es decir que la civilización del Imperio Romano entró en una fase de des...


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