Literatura redondilla PDF

Title Literatura redondilla
Author Samuel Rivaas
Course Literatura
Institution Universidad Autónoma de Nuevo León
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Summary

En este trabajo se describe y la historia de la redondilla como también te da unos ejemplos ...


Description

La Redondilla Aparece por primera vez en la literatura hispánica en las jarchas del siglo XII, y se cultiva asiduamente durante el Siglo de Oro (siglo XVI y primera mitad del XVII) en las coplas, villancicos y sobre todo en las obras de teatro. Cae en desuso durante el Neoclasicismo, pero los escritores del Romanticismo la rescatan. También aparece en la poesía modernista. Es una estrofa que consta de cuatro versos octosílabos (arte menor). Sus versos riman en consonante de la siguiente manera: el primero con el cuarto y el segundo con el tercero (rima abrazada); el esquema, por tanto, sería abba.

“Yo voy soñando caminos” La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea, se enturbia y desaparece. Autor: Antonio Machado

"Hombres necios que acusáis" Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de los mismo que culpáis. Autor: Sor Juana Inés de la Cruz

El Madrigal Su origen se sitúa en la época del Renacimiento italiano, y autores más recientes lo han recuperado ocasionalmente. Este está compuesto de un número no fijo de endecasílabos y heptasílabos libremente dispuestos, con rima consonante, y puede tener algún verso suelto. Es muy frecuente que termine en un pareado. La extensión media está entre los ocho y los quince versos, aunque puede exceder esta medida. Una de sus características habituales es que el tema tratado es a menudo el amoroso, mientras que también cabe destacar que, debido al ritmo que adquieren, son óptimos para componerles una música y ser cantados, como hizo con gran éxito Claudio Monteverdi.

“Madrigal” Por tus ojos verdes yo me perdería, sirena de aquellas que Ulises, sagaz, amaba y temía. Por tus ojos verdes yo me perdería. Por tus ojos verdes en lo que, fugaz, brillar suele, a veces, la melancolía; por tus ojos verdes tan llenos de paz, misteriosos como la esperanza mía; por tus ojos verdes, conjuro eficaz, yo me salvaría. Autor: Amado Nervo

“Ojos claros, serenos” Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay tormentos rabiosos!, Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos. Autor: Gutierre de Cetina

“Ojos claros, serenos” Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay tormentos rabiosos!, Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos. Autor: Gutierre de Cetina

Gutierre de Cetina Poeta español que fue una de las figuras más significativas del Renacimiento. Su lírica, inspirada esencialmente en Petrarca, se desarrolla en torno al refinado artificio del amor visto en su más típica abstracción. Descendiente de una ilustre familia de la nobleza, Gutierre de Cetina vivió mucho tiempo en Italia, donde sirvió en las tropas de Carlos V y entabló amistad con los ingenios más insignes de la época, por los cuales estuvo evidentemente influida su orientación poética Gutierre de Cetina volvió a España en 1554 y hasta algún tiempo después no encontró nuevas aventuras en las que desahogar su espíritu inquieto. Atraído por la fascinación de la empresa americana, marchó en 1556 a México (donde había estado ya entre 1546 y 1548, aproximadamente) con su tío Gonzalo López. Más información en: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cetina.htm Subgénero Madrigal Elementos liricos Tipos de versos: Heptasílabo y Endecasílabo Tipo de estrofa: Pareado Figuras literarias Hipérbole, antítesis, metáfora y epíteto

En este poema, Gutierre de Cetina idealiza a su amada, describiendo con buenos adjetivos esos ojos, pero este amor no es correspondido y ella lo mira con desprecio y con ira. El poeta a pesar de esa mirada, que, para él, es comparable a una tormenta, sigue viendo bellos estos ojos y prefiere que le mire con desprecio, a que deje de mirarle.

"Hombres necios que acusáis" Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis. Si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Combatís su resistencia y luego con gravedad decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco al niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis con presunción necia hallar a la que buscáis, para pretendida, Tais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Opinión ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andáis que con desigual nivel

a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata ofende y la que es fácil enfada? Mas entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y queja enhorabuena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada o el que ruega de caído? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar? ¿Pues para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar y después con más razón acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.

Sor Juana Inés de la Cruz nació en la hacienda de San Miguel Nepantla, Estado de México, el 12 de noviembre de 1648. Su nombre, antes de tomar el hábito, fue Juana de Asbaje y Ramírez ya que fue hija natural de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y el vizcaíno Pedro Manuel de Asbaje. Siendo pequeña, Sor Juana se crio con su abuelo materno Pedro Ramírez, en la hacienda de Panoayan. Su genio se manifestó desde temprana edad: habiendo estudiado apenas las primeras letras en Amecameca. A los tres años Sor Juana ya sabía leer, a los siete pedía que la mandaran a estudiar a la Universidad y a los ocho escribió una loa para la fiesta de Corpus. En 1656, a la muerte de su abuelo, su madre envió Sor Juana a la capital a vivir a la casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado Juan de Mata. Ahí Sor Juana Inés estudió latín “en veinte lecciones” con el bachiller Martín de Olivas, bastándole solamente esas pocas para dominar esta lengua, cosa que se demuestra en la maestría de varias de sus obras, sobre todo en los villancicos, que contienen versos latinos. Más información en: https://www.mexicodesconocido.com.mx/sor-juana-ines-de-lacruz-1648-16951.html Subgénero Redondilla Elementos liricos Tipos de versos: De arte menor Tipo de estrofa: Octava de arte mayor Figuras literarias Antítesis, apostrofe, metáfora e ironía, epífeto, hipérbaton, paralelismo, retruécano

El poema trata de una sátira, reclamo o crítica hacia los hombres que culpan a la mujer seducida por acceder a sus pasiones sin darse cuenta de que la mitad de la culpa es de ellos. Los hombres, según el poema, toman a la mujer por fácil si se porta como Thais, y la tratan de cruel si no les corresponde: como Lucrecia lo hubiera hecho si se hubiese dado cuenta de que se acostaba, con la luz apagada, no con su marido sino con Sexto Tarquino. Desde la primera estrofa, se hace evidente la sinrazón masculina de la que habla todo el poema. Se toma al hombre como la causa del efecto, es decir, que el comportamiento de la mujer seducida se debe a los cortejos masculinos. De este modo, se permite entrever en las líneas de Sor Juana Inés de la Cruz una dualidad: un problema que obedece a lo pasional, asumido desde un punto de vista racional y moralista....


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