Pensamiento educativo de Humberto Maturana PDF

Title Pensamiento educativo de Humberto Maturana
Course Educación para la Igualdad y la Ciudadanía
Institution Universidad Autónoma de Madrid
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EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE HUMBERTO MATURANA

Biografía

Humberto Maturana Romesín nace en Santiago de Chile en 1928 de una familia muy humilde, estudia medicina y biología en Chile y amplia sus estudios en el campo de la Anatomía y la Neurofisiología en el University Collage de Londres, con una beca de la Fundación Rockefeller. Se doctoró en Biología por la Universidad de Harvard (EEUU) y prolongó sus trabajos de investigación sobre anatomía y neurofisiología en el Instituto Tecnológico de Massachussets, junto al científico Jerome LETTVYN. A raíz de dicha investigación fueron postulados para el Premio Nobel de Medicina y Fisiología (durante la década de 1960). Volvió a su país en 1960 para trabajar como ayudante docente en la cátedra de Biología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, sus clases eran bastante locas, por ejemplo, una vez se presentó en clase con una culebra en el bolsillo para mostrar como el desplazamiento de la culebra dependía del terreno, tuvo tanta fama de profesor entretenido que venía mucha gente a sus clases, en su última clase de medicina en el año 69 tenía el anfiteatro lleno y hasta el decano asistió a ella. En 1965 funda el Instituto de Ciencias y la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. En 1992 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Libre de Bruselas y en 1994 recibió el Premio Nacional de Ciencias. Más adelante creó el

Laboratorio de Epistemología Experimental y en el año 2000 fundó el Instituto Matríztico junto con Ximena Dávila. Se trata de un laboratorio para el estudio transdisciplinario de lo humano, desde el cual se quiere contribuir a crear las condiciones para un cambio cultural ético, pues según Maturana estamos centrados en relaciones de desconfianza, control, dominación, y competencia que son propias de la cultura patriarcal-matriarcal. En 2006 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Santiago de Chile y en 2010, la Universidad de Málaga (España) le concedió también este reconocimiento por sus contribuciones en el campo de la educación.

Aportaciones:

1) Su gran aportación al mundo de la ciencia biológica es su teoría de la autopoiesis o autocreación de los seres vivos, que desarrolló en la década de los setenta junto con Francisco Varela y que busca explicar la característica esencial de los organismos vivos. Maturana la define así:”Los seres vivos son sistemas cerrados en su dinámica de constitución como sistemas en continua producción de sí mismos”. Esta teoría, también llamada “Teoría de Santiago” (por Santiago de Chile) fue expuesta en los libros De máquinas y seres vivos y El árbol del conocimiento y sus implicaciones se extienden a otros ámbitos fuera de la biología como es el de la educación. La autopoiesis, además de explicar la característica de los organismos vivos, también trata de clarificar el fenómeno de la cognición, revolucionando la ciencia con la biología del conocimiento, que será la base de todo su pensamiento educativo. Según la biología del conocimiento el aprender no consiste en la captación de algo externo e independiente de nosotros. Es decir, si alguien nos dice algo, lo que yo escucho está determinado en mi. Esto se explica porque al ser sistemas determinados en nuestra estructura, cuando algo incide sobre nosotros lo que nos pasa depende de nosotros y no de lo externo. El fenómeno cognoscitivo se entiende así como el resultado del operar del ser vivo en su medio. Esto significa que el mundo que uno vive se configura con otros y que el conocer no es una copia del mundo externo, sino que es el resultado de las interacciones del sistema viviente con el ambiente que le rodea. En resumen podemos decir que uno aprende el mundo que uno vive con el otro. No es difícil encontrar aquí la influencia de Ortega, recordemos que el discípulo de Maturan, Francisco Varela, con el que formuló la teoría de la autopoiesis, leyó al filósofo español a los 17 años. Así pues, para Maturana el futuro de un organismo nunca está determinado en su origen sino que su evolución depende de su relación con las circunstancias. En este sentido nuestro autor asegura que las dificultades del aprendizaje no tienen que ver con la inteligencia sino con las emociones y con los ámbitos relacionales en que se mueven los niños. 2) Además de revolucionar las teorías sobre el aprendizaje la teoría de la autopoiesis atenta contra la postura metafísica clásica. Maturana no admite una

realidad independiente del hombre, es decir, sostiene que el mundo en que vivimos es el mundo que nosotros configuramos y no un mundo que encontramos, de tal forma que el mundo que vivimos comienza a existir cuando lo creamos a través de nuestro hacer. Con esta afirmación Maturana desmonta también los grandes principios de la racionalidad científica clásica, que siempre ha defendido la objetividad del conocimiento. Así se atreve a sostener que no se puede decir que exista algo como real, ni tampoco que interpretamos la realidad, lo que se puede decir es que el mundo que vivimos lo configuramos con la convivencia. A esta postura la llama Maturana poner la objetividad entre paréntesis, mientras que la postura habitual es la que pone a la objetividad sin paréntesis.

3) El hombre no se define por la racionalidad Maturana rompe con la idea común de que el hombre es un ser racional. Según señala, cuando pensamos en lo humano siempre lo hacemos pensando que somos seres racionales y que es eso precisamente lo que nos distingue de los otros animales. Sin embargo, considera que afirmar que el ser humano se define por su racionalidad es ponerse anteojeras como las que llevan los caballos y el propósito de las anteojeras no es otro que restringir la visión. Es decir, estas anteojeras nos dejan ciegos frente a la emoción, que de este modo queda desvalorizada como algo animal o como algo que niega lo racional. En definitiva, para Maturana vivimos una cultura que desvaloriza las emociones, lo que nos incapacita para ver el entrelazamiento entre razón y emoción , lo mismo que para ver que todo sistema racional tiene un fundamento emocional. Y aunque la vida cotidiana nos ofrezca pruebas de lo contrario lo negamos porque insistimos en que lo que define nuestras conductas como humanas es su ser racional. Y nos pone el siguiente ejemplo: al llegar a la oficina uno declara que piensa pedir un aumento de sueldo al jefe, y la secretaria amiga dice: "no le pidas nada hoy porque está enojado, no te va a dar nada". ¿No es acaso lo que dice la secretaria una indicación de que ella sabe que la persona enojada solamente puede actuar de una cierta forma, no porque esté restringida de una manera absoluta, sino porque está en un dominio en el que sólo son posibles ciertas acciones y no otras? En conclusión, lo que nos dice Maturana es que todo sistema racional actúa bajo premisas aceptadas a priori desde cierta emoción.

4) El lenguaje Además de las emociones, para Maturana hay otro elemento que forma parte imprescindible del vivir humano y es el lenguaje. Según nuestro autor el lenguaje no es un sistema de comunicación simbólica como se cree, sino un fenómeno biológico que se origina en nuestra historia evolutiva. Es decir, la transformación del cerebro que nos convirtió en seres propiamente humanos nada tuvo que ver con el uso de instrumentos que es la explicación habitual, sino con el lenguaje. Para explicar esto se remonta a nuestros antecesores y nos dice que eran animales comedores de granos y por tanto recolectores y que vivían en grupos pequeños, como familias que incluían a bebés, niños y adultos. Estos antecesores nuestros compartían sus alimentos entre todos y estaban inmersos en una sensualidad recurrente con machos que participaban en el cuidado de las crías. En este modo de vida, en el que se daba una intimidad de la convivencia en la sensualidad y en el compartir y en el que había una sexualidad frontal, es en el marco donde surgió el lenguaje y el conversar. Por tanto, la emoción que fundó el lenguaje es el amor, de ahí que para Maturana el amor sea la emoción fundadora de lo social pues es lo que hizo posible la hominización. Maturana añade que en la humanidad, antes del patriarcado, no se daba la competencia y la lucha sino la solidaridad y el compartir, sino hubiera sido imposible que surgiera el lenguaje. 5) El amor como fundamento de lo social En resumen, el amor es la emoción fundamental en la historia evolutiva humana porque en un espacio de lucha y competencia no hubiera sido posible que surgiera el lenguaje. Somos pues animales dependientes del amor y adictos a él, además el amor es una condición necesaria para el desarrollo físico, conductual, psíquico, social y espiritual tanto del niño como del adulto. En este sentido Maturana asegura que la mayor parte del sufrimiento humano viene de la negación del amor. Pero veamos cómo define Maturana al amor: El amor es la emoción que nos lleva a aceptar al otro como legítimo en la convivencia. Es un fenómeno biológico cotidiano, tan básico y cotidiano

que

frecuentemente lo negamos creando límites en la legitimidad de la convivencia en función de otras emociones. Así, por ejemplo, toda la dinámica de crear conciencia de guerra consiste en la negación del amor que abre paso a la indiferencia, y luego en el cultivo del rechazo y del odio que niegan al otro y llevan a su destrucción. El amor, sin

embargo, deshace al enemigo. Este fue un problema que surgió durante la Primera Guerra Mundial con las trincheras. Los alemanes conversaban con los ingleses o con los franceses y se acababa la guerra. Había que prohibir el encuentro de los enemigos fuera de la lucha. Es por esto que el torturador tiene que insultar y denigrar al torturado. Es decir, para Maturana los seres humanos inventamos discursos racionales que niegan el amor y así hacemos posible la negación del otro, sin embargo, lo normal según nuestra biología, es estar abierto a la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia. Esta disposición biológica es básica en nosotros, porque es el fundamento de nuestra historia homínida. Por lo tanto, la solución a los conflictos humanos pasa indiscutiblemente por el amor, es decir, por tratar al otro como legítimo generando así un espacio donde se hace posible la cooperación, el respeto, la posibilidad de conversar y reflexionar en comunidad. En definitiva, como señala Maturana, se trata de democracia, porque el amor es aquella emoción que constituye la democracia. Y se trata también de pasar de esta sociedad patriarcal basada en la dominación de los otros a través de la apropiación de la verdad, la jerarquía, la autoridad, la guerra, la competencia, el poder, el crecimiento, la apropiación de los recursos, la desconfianza, la justificación racional del control, etc, a una sociedad matríztica que es otra forma de vivir las relaciones humanas basada en la participación, inclusión, colaboración, comprensión, acuerdo, respeto, la aceptación del cuerpo, la ternura y la visión de la sexualidad no como fuente de procreación sino como una fuente de placer, entre otras cosas.

6)La educación

En el pensamiento de Maturana es muy significativo el papel de la educación pues en su opinión sólo se puede hablar de ser humano cuando éste ha sido educado. En este sentido ve necesario reformar la educación con vistas a que esta recupere el mundo de las emociones que es la auténtica dimensión humana pues sólo así conseguiremos transformar la sociedad. Y reformar la educación significa transformar la escuela en un lugar de convivencia, en un entorno acogedor donde el niño quiera estar ahí porque lo pasa bien. Nuestro autor entiende la educación como un proceso en el cual el niño convive con otro y al convivir con el otro se transforma espontáneamente, de tal manera que su

modo de vivir se hace progresivamente más congruente con el del otro en el espacio de convivencia. El educar ocurre, por tanto, todo el tiempo y de manera recíproca y así las personas aprenden a vivir de una manera que se configura según el convivir de la comunidad donde viven. En este proceso educativo el lenguaje es una pieza fundamental. Hay que hacer notar que el lenguaje, según Maturana, no tiene lugar en la cabeza, sino en el espacio de relaciones con los otros, es decir, en la convivencia y su importancia radica en que gracias al lenguaje y al conversar construimos nuestra realidad con el otro. Por eso asegura que el conversar es constructor de realidades, hasta tal punto que en una comunidad el contenido del conversar arrastra su quehacer. En definitiva, el lenguaje es el generador del espacio donde existimos como seres humanos, por eso es tan importante, porque las conversaciones, que son entrelazamientos del lenguajear y el emocionar, configuran el mundo en que vivimos. De este modo se puede afirmar que los seres humanos somos lo que conversamos. Por ejemplo, como señala Maturana, son las conversaciones que constituyen la democracia, lo que constituye la democracia. Además del lenguaje, el amor, para Maturana, es un elemento imprescindible en la educación. Y lo es, porque constituye la emoción fundamental para el crecimiento, para el bienestar y para la configuración de un mundo en convivencia y además porque es la única emoción que amplía la conducta inteligente. Mientras que, por el contrario, el miedo, la ambición, el enojo y la competitividad reducen la inteligencia humana. Así nos dice Maturana que si un profesor quiere que sus alumnos salgan mal en los exámenes genera inseguridad, miedo y ambición, mientras que si quiere que salgan bien genera respeto y confianza a través del amor. Sin embargo, es un hecho que nuestra cultura patriarcal-matriarcal está centrada en las relaciones de dominación y sometimiento y nos obliga a altos niveles de exigencia en busca del éxito. Todo esto genera grandes dosis de miedo e inseguridad y de aquí nace la falta de respeto por uno mismo y por el otro. La apuesta educativa de Maturana es la de una educación humanista que rompa con el esquema tradicional de la relación entre maestro y alumno y en la que el maestro no sea alguien que controla la vida de los demás. Con esto lo que pretende es que mejore la convivencia social.

Pero ¿cómo lograr esta educación? Pues en primer lugar, empezando por reconocer que no somos seres transcendentes sino seres cambiantes. Por ejemplo, si el profesor dice que un niño es bueno, malo, inteligente o tonto estabiliza su relación con ese niño de acuerdo a esta afirmación y el niño no tendrá escapatoria de forma que caerá en la trampa de la no aceptación y el no respeto a sí mismo y por lo tanto no podrá aceptar y respetar al otro. En segundo lugar, el profesor no tiene que castigar a los niños, ni desvalorizarlos en función de lo que no saben, ni tampoco fomentar la competencia entre ellos. Todos sabemos que en la sociedad actual se valora la competencia como un bien social y la competencia no puede ser sana porque se constituye en la negación del otro. Y en tercer lugar, el profesor tendrá que promover entre los niños el respeto por la naturaleza porque, en definitiva, el objetivo principal de la educación es recuperar la armonía fundamental del vivir matrístico que es aquella que no destruye, que no explota y que no pretende dominar el mundo natural, sino que busca el bienestar humano en armonía con el bienestar de la naturaleza. Con esto Maturana quiere lograr un mundo en el que los niños crezcan como personas que se aceptan y respetan a sí mismas, aceptando y respetando a los otros. De ahí que entienda la educación como un espacio de convivencia, en el cual alumnos y profesores conformen un lugar de encuentro y acogida donde los niños sean capaces de tomar decisiones desde sí mismos. Los niños educados de esta forma podrán aprender cualquier cosa y además de adultos se convertirán en ciudadanos democráticos, serios y responsables y no estarán centrados en la competencia sino en el placer de estar en relación con los demás. Como acabamos de ver, Maturana cambia radicalmente nuestra concepción de lo humano. Al poner a la emoción como fundamento de lo humano en vez de la razón, sustituye el homo sapiens sapiens por el homo amantis. Rompe también con la idea de que el hombre es competitivo por naturaleza, entroncando claramente con las teorías de Kropotkin al afirmar que el estado natural del hombre es la cooperación. Por otra parte, al sostener que es imposible tener acceso a una realidad objetiva, su pensamiento tiene unas consecuencias éticas importantes, en el sentido de que al no haber verdad absoluta ni verdad relativa, sino muchas verdades diferentes en muchos

dominios distintos, se abre un espacio de reflexión común y de cooperación en el que hace imposible la sumisión. Y en definitiva, con su biología del amor, Maturana nos demuestra científicamente que nuestra situación actual no es inamovible, ayudándonos así a recuperar la esperanza de vivir en otro mundo....


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