Pintura DE UN Borracho Gracioso PDF

Title Pintura DE UN Borracho Gracioso
Course Literatura Hispanoamericana: Siglos XVI-XIX
Institution UNED
Pages 4
File Size 195.3 KB
File Type PDF
Total Downloads 90
Total Views 125

Summary

Se trata del comentario estilístico del poema que lleva ese título, que ha aparecido en ocasiones en el examen de la asignatura....


Description

PINTURA DE UN BORRACHO GRACIOSO – JUAN DEL VALLE Y CAVIEDES

LOCALIZACIÓN Estamos ante una composición del poeta limeño Juan del Valle y Caviedes, que puede ser considerado el mayor poeta peruano del siglo XVII, autor de sátiras hirientes contra la sociedad de su tiempo, fue la voz más importante y audaz en la denuncia y dura censura de las costumbres. Para muchos críticos se trata del “Quevedo limeño”, ya que la influencia de este es muy evidente en toda la obra de Caviedes. Autor del Barroco. El romance “pintura de un borracho gracioso” se clasifica dentro de la poesía satíricoburlesca del autor que nos ocupa, más concretamente, se trata de una de las dos composiciones que cierran el ciclo de su sátira contra los borrachos. Caviedes, junto con Sor Juana Inés de la Cruz, puede considerarse la exaltación y la conclusión del “Siglo de Oro” de la poesía colonial americana. TEMA Y ESTRUCTURA El tema principal del poema es el del desplazamiento del campo literario al de las artes plásticas, por otro lado, un tema recurrente en la poesía barroca de la época y que incide de lleno en el carácter visual de la imagen poética de Caviedes. Varios personajes reales de la Lima de su tiempo, que en su marginalidad reúnen pobreza y ebriedad, le sirven a nuestro autor para desarrollar caricaturescamente el tipo literario del borracho. Esta composición está formada por 68 versos agrupados en 17 seguidillas: una combinación de versos heptasílabos y pentasílabos, los primeros corresponden a los versos impares y los segundos a los pares. El esquema que sigue cada estrofa es el siguiente: 7- 5a 7- 5a. Por lo tanto, la rima solo se da entre los versos pares y es en asonante. Este tipo de estrofa, por la brevedad de sus versos y por su rima, se presta como pocas a la agilidad del chiste y el donaire. En cuanto a la división, se podría decir que contamos con una introducción que presenta el “leitmotiv” figurativo que ocupa la primera seguidilla, trasunto y efigie. Tras esta, el autor nos presenta los materiales e instrumentos con los que va a retratar al borracho, a modo de exordio que ocupa la siguiente seguidilla. A lo largo de las demás estrofas, y hasta la antepenúltima, se hace la prosopografía del borracho, siguiendo un orden, desde la cabeza hasta los pies: semblante, pelo, frente, cejas, ojos, nariz, mejillas, boca, cuello, talle, manos, piernas, pies. Por último, las dos seguidillas finales sirven de colofón o conclusión, en las que se vuelve a recordar la efigie y trasunto. ANÁLISIS ESTILÍSTICO / ESTILO LITERARIO Las tres primeras estrofas despliegan, en DILOGÍA continuada, una batería de vocablos que remiten al tópico de “ut pictura poesis”, es decir, la total homologación entre pintura y poesía, y subrayan burlonamente la fidelidad del trasunto, las técnicas pictóricas empleadas y la gama de colores que el poeta ha de usar para componer el retrato. Además, el dominio del vocabulario técnico permite a nuestro autor condensar en “copia” y “retrato” las diferentes acepciones complementarias de “pintura”: “descripción poética de una persona”, “semejanza respecto del original” y “orden de la

descripción”. La expresión de “en cueros” refuerza la idea de la semejanza con el original. Simultáneamente, Caviedes, incorpora por ANALOGÍA, el campo semántico del vino al identificar como sinónimos los vocablos “cueros” y “odres”, en cuanto que designan al mismo recipiente para contener vino y, de manera transversal, al vocablo “borrachos”. Esta asociación posibilita la ANTÍTESIS del verso 5 (“al óleo va y no al temple”), con la que se subraya la calidad plástica del retrato del personaje, para así evitar que se pueda “despintar”. Continua la ambigüedad con la gradación cromática rojo-blanco y el doble sentido que se desprende de la aparente CONTRADICCIÓN: si están preparados los colores para pintar el retrato, también lo están para mostrar los estragos que el vino a producido en la cara del retratado. A continuación, nuestro autor comienza con la descripción de “Piojito”, en la que se exprime al máximo la correspondencia entre imágenes y conceptos para conseguir un retrato simbólico, en el que la visión del conjunto se obtiene mediante una combinación enmarañada de objetos animados e inanimados que mantienen sus características propias, a la par que remiten, ALEGÓRICA O BURLESCAMENTE, al personaje retratado. Caviedes, busca la ridiculización de Piojito y la moralización que se desprende de ella. La polisemia y la ambigüedad que se desprende de los múltiples sentidos insertos en los sustantivos que remiten a la figura real del borracho posibilitan su sustitución por otros, en los que se han exagerado los rasgos cosificadores para integrar un retrato con base en la realidad, pero cuyos componentes se refieren a los defectos y vicios que caracterizan al personaje: así se homologan semánticamente “pelo” con “odre”, “frente” con “calabazo” y “cascos”, “cejas” con “arcos”, “nariz” con “chimenea” o “mejillas” con “carrillos”. Se trata de una caricatura deshumanizadora que va en descendencia desde el pelo hasta los pies. La neutralización semántica de “cejas” y “arcos” conduce, por un proceso de asociación mental, a la descripción de la figura encorvada de “Piojito” y a los estados de perturbación que padece tras sus borracheras. O la METONIMIA niveladora “ojos”-“niñas”, que inciden de nuevo en el estado de inconsciencia en que lo sume la embriaguez, subrayada con la expresión ambigua “en mamando” (como las niñas, como los borrachos). En la siguiente seguidilla, el sustantivo “nariz”, transmutado en “chimenea”, sirve de respiradero al humo del mosto, por el que el vino asciende a su cerebro y le provoca esos efectos ya mencionados. Las restantes estrofas continúan el tono festivo y moralizante del poema y coinciden en subrayar la degradación alcanzada por el retratado, un ser totalmente alcoholizado y en trance de perder sus cualidades humanas, para convertirse en un monstruo físico, cuyos pies, manos y dedos son respectivamente cucharetas, hojas de parra y sarmientos. Y su ropilla la constituyen una cuba, dos botas y dos botillas. Un juego de adjetivos polisémicos, que encierran en sus significados los conceptos de pintura, vino, ligereza, contención y burla, le sirven a Caviedes para concluir su

“retrato” y mantener con una ANTÍTESIS SINTÁCTICA el carácter burlesco y aleccionador que se propuso al principio de su discurso poético. VALORACIÓN / CONCLUSIÓN En primer lugar, Caviedes, en esta composición adopta las formas del retrato vertical, matizadas con el uso de elementos grotescos que, junto con lo ya mencionado sobre el tipo de verso, estrofa y rima empleados, sirve para hacer una caricatura burlona de un ser marginal muy conocido en la Lima de entonces: el borracho. Algo que, por otro lado, resulta ser el mayor acierto de nuestro autor ya que dedica su “pintura” a un destinatario inusual. Pero, en su elaboración, tiene muy en cuenta la tradición literaria en que se sustenta y los ordena según una axiología típicamente barroca, en la que se combinan la atracción por lo grotesco y la defensa del orden estamental, y según un sistema expresivo también representativo del siglo XVII, que viene respaldado con un vocabulario rico en expresiones populares, salpicadas de refranes, jergas profesional o de germanía, formas jocosas y vulgares, cultismos y símbolos míticos degradados, que fijan el tono jocoso-serio de su poesía y le permiten ejercitar todo su ingenio. Por otro lado, como ya se ha mencionado, el tema principal de esta composición trata el tópico literario del “ut pictura poesis”, dicho desplazamiento se produjo como consecuencia de la aceptación, por parte de la intelectualidad española, de la igualdad esencial entre la poesía y la pintura. Los distintos sucesos, en España, a lo largo de los siglos XVI y XVII, un contexto apropiado, propiciaron la elaboración del tópico igualador pintura / poesía, con unas consecuencias muy alejadas, cuando no ajenas, al sentido original de los textos greco-latinos de los que procedía el mencionado tópico. Por último, era común el sostener que ambas disciplinas (poesía y pintura) compartían la imitación como instrumento común para perseguir unos fines que se consideraban similares, y que imágenes y palabras servían con la misma eficacia para perpetuar la memoria de los hechos pasados y salvaguardar y difundir la tradición cristiana....


Similar Free PDFs