Prehistoria del Perú Sur (Costa Extremo Sur). PDF

Title Prehistoria del Perú Sur (Costa Extremo Sur).
Author Józef Szykulski
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Józef Szykulski 13 INTRODUCCIÓN Para todos los que se interesan por la arqueología, etnología e historia de Améri- ca del Sur, el territorio de la República del Perú, sobre todo, su faja costera y el poderoso macizo de los Andes ocupan una posición excepcional dentro de todo el continente. Es preci...


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Józef Szykulski

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INTRODUCCIÓN

Para todos los que se interesan por la arqueología, etnología e historia de América del Sur, el territorio de la República del Perú, sobre todo, su faja costera y el poderoso macizo de los Andes ocupan una posición excepcional dentro de todo el continente. Es precisamente aquí donde se desarrollaron las más famosas y monumentales culturas y civilizaciones de la parte meridional del Nuevo Mundo. En el Perú actual se observa también la mayor –de toda la América del Sur– intensiicación de las investigaciones arqueológicas, etnológicas y etnohistóricas, las cuales se iniciaron ya en el siglo XVIII con los trabajos de Don Baltazar Martínez de Compañón y Bujanda (1785), continuaron, sin interrupción alguna, a lo largo de los siglos XIX y XX y siguen desarrollándose hasta la fecha (cf. Bibliografía)1. Sin negar los grandes éxitos de la arqueología y etnología peruana que, entre otros, se maniiestan en algunos espectaculares descubrimientos de las últimas décadas (Sicán, Sipán, Caral etc.), tenemos que constatar que la intensiicación de los trabajos arqueológicos, así como, naturalmente, la cantidad de los datos cientíicos disponibles están desigualmente distribuidas en el territorio del país. Podemos observar que, hasta la fecha, la mayoría de los trabajos de investigación 1

Las primeras informaciones sobre algunos monumentos prehispánicos, así como también sobre las costumbres funerarias del Perú precolombino aparecen ya en la crónica del Pedro Cieza de León (1553). Sin embargo, es la persona de Miguel Feijoo quien es reconocido como el precursor de los trabajos arqueológicos en el territorio peruano. En 1765 Feijoo realizó excavaciones en el sitio denominado Huaca de Tantalluc, en el actual Dep. de Cajamarca (Jiménez Villalba 1996: 125). Algunos años después, el obispo de Trujillo Don Baltazar Martínez de Compañón y Bujanda llevó a cabo investigaciones en las ruinas de Chan Chan, cerca del Trujillo (Jiménez Villalba 1996: 128). Entre los investigadores del siglo XIX hay que mencionar a Mariano Eduardo de Rivero y a Johan von Tschudi que en 1851 publicaron en Viena (Austria) un trabajo titulado Antiguedades peruanas. Posteriormente, es decir, en 1864 el investigador norteamericano E. George Squier realizó excavaciones en Pachacamac, analizando también los contextos estratigráicos. Entre otros importantes investigadores del siglo XIX son de mencionar Middendorf, Markham, Wiener y Raimondi. El Alemán Max Uhle (1856 – 1944), quien forjó los fundamentos de la cronología del desarrollo cultural en los Andes Centrales, fue declarado padre de la arqueología moderna en el Perú. Sus trabajos fueron continuados por Julio César Tello y John Rowe que hicieron importantes aportes al conocimiento del pasado del territorio peruano.

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se concentraron principalmente en la parte norte, central y sur de la costa y la sierra peruanas, incluyendo en este ámbito también el extenso anillo circunlacustre del Titicaca en el Altiplano andino, es decir, las regiones donde aparece la mayor –en todo el continente suramericano– cantidad de los sitios arqueológicos con arquitectura monumental. Mencionemos, por ejemplo, importantes centros de la civilización precolombina: Chavín de Huántar, Cerro Sechín, Túcume, Chan Chán, Pachacamac, Tiahuanaco y, naturalmente, las más conocidas de todas, famosas ruinas de Machu Picchu, en el valle del Urubamba, cerca de la ciudad de Cuzco, la antigua capital del Imperio incaico. La existencia de tales evidencias de arquitectura monumental en los terrenos mencionados causó que los investigadores esperaran otros descubrimientos arqueológicos importantes, o por lo menos lo suicientemente sensacionales para la prensa, exactamente en los mismos lugares. Por este motivo, la zona más sureña del territorio peruano, denominada Costa Extremo Sur, despertaba menor interés de los arqueólogos y etnólogos que otras regiones del país. Ni siquiera algunos importantes trabajos arqueológicos, emprendidos en la parte meridional del país ya en las primeras décadas del siglo XX, lograron cambiar esta clara desproporción, tan evidente en la literatura cientíica, entre el estado de la investigación del pasado de la Costa Extremo Sur y de la prehistoria de otros terrenos localizados más al norte del Perú. Esta situación se debe al hecho de que la mayoría de las investigaciones realizadas en la Costa Extremo Sur hasta la fecha tenían carácter de trabajos de emergencia. Aparte de esto, la gran parte de los materiales recuperados en el transcurso de estos trabajos nunca fueron divulgados o lo fueron sólo en forma de cortos comunicados o informes, con muy limitada documentación gráica. Se observa también la falta de publicaciones sintéticas que abarquen toda la prehistoria de la zona o por lo menos algunas de sus etapas2. Ante esta falta de investigaciones multidisciplinares y sistemáticas, las crecientes necesidades de la didáctica universitaria, así como también ante el fuerte interés de la sociedad arequipeña por conocer el pasado de su región, la Universidad Católica de Santa María de Arequipa, con el apoyo de los investigadores de Alemania y Polonia, en febrero de 1993, emprendió un proyecto arqueológicoetnohistórico denominado “Proyecto Churajón”. Las labores del proyecto se concentraron en el conjunto prehispánico Churajón, localizado en la cuenca del río Tambo, al Sureste de la ciudad de Arequipa. 2

A partir de los años noventa del siglo XX, se pueden observar algunos cambios en esta materia. Las publicaciones de resultados de los proyectos internacionales: Contisuyu (a partir de 1985), Churajón (1993-2002), Condesuyos (a partir de 1996), Qhapaq Ñan (a partir de 2004) y Tambo (iniciado en abril de 2008 como parte del Séptimo Programa Marco, Acciones Marie Curie de la Comunidad Europea) sucesivamente modiican nuestro conocimiento del pasado de esta importante región de los Andes Centrales.

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Aparte de los trabajos en la cuenca del río, se realizaron recorridos sistemáticos de reconocimiento arqueológico y pozos de sondeo en algunos sitios prehispánicos localizados en las cuencas de los ríos Majes y Osmore, en el Valle del Colca, en la faja litoral entre los puertos de Matarani e Ilo, como también en la zona circunlacustre del lago Salinas. Los datos recuperados por los equipos del Proyecto Churajón permiten presentar una visión–nueva y diferente en comparación con la elaborada a base de los resultados de investigaciones anteriores– del desarrollo cultural de las sociedades prehispánicas en los territorios de la Costa Extremo Sur, una extensa región delimitada al Norte por la cuenca del río Chala y al Sur por la frontera entre Perú y Chile (Bennett, Bird 1949; Vescelius 1960). El presente trabajo es la primera publicación exhaustiva, disponible en castellano, dedicada a la arqueología de la Costa Extremo Sur. La obra constituye una versión ampliada y actualizada del libro publicado en polaco por el autor en 2005, en Wroclaw-Polonia (Wydawnictwo Uniwersytetu Wroclawskiego), bajo el título de “Pradzieje południowego Peru”. Rozwój kulturowy Costa Extremo Sur. El trabajo contiene una notable cantidad de materiales arqueológicos, nunca o sólo parcialmente publicados hasta la fecha, procedentes de excavaciones antiguas, como también (en su mayoría) de las investigaciones realizadas en el marco del mencionado Proyecto Churajón. Para conseguir la máxima exactitud y claridad en la exposición de las ideas, el autor ha recurrido a distintas nociones y conceptos propios de la nomenclatura arqueológica internacional. Así, en el libro aparecen los términos: “cultura arqueológica”, “estilo cerámico” y “espacio cultural”. El primero, muy común en la arqueología europea, funciona como término técnico que abarca artefactos y conceptos (formas arquitectónicas de viviendas, distribución de necrópolis, centros ceremoniales, etc.) vinculados a un período y a un lugar determinados, por ejemplo: cultura Chuquibamba, cultura Chiribaya o cultura Churajón. Mientras tanto, el concepto de ‘estilo cerámico’ sirve para describir el material cerámico cuyos rasgos estilísticos, formales o tecnológicos están bien individualizados, por ejemplo: estilo Churajón, estilo Mollo, estilo Kollawa, etc. La última de las nociones mencionadas, la de ‘espacio cultural’, se reiere a un área propia de una cultura arqueológica, por ejemplo: espacio cultural Chuquibamba, espacio cultural Mollo o espacio cultural Estuquiña. El autor de la obra –director del Proyecto Churajón– agradece la colaboración de todos los miembros del equipo que realizó los trabajos de campo y gabinete3, como también de todas las instituciones y personas particulares, las 3

El cargo de co-director del Proyecto Churajón lo ejerció el Dr. Augusto Belan Franco, docente de la Universidad Católica de Santa María. Los profesores Dr. Máximo Neira Avendaño (arqueología) y Dr. Guillermo Galdós Rodríguez (etnohistoria) fueron asesores cientíicos.

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cuales apoyaron la realización de los trabajos de investigación (Fig. 1). Aprovechamos la oportunidad para expresar nuestra profunda gratitud a los ilustrísimos señores rectores de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa, Dr. Luís Carpio Ascuña y Dr. Julio Paredes Núñez, al Jefe de Protocolo de la misma Universidad, Dr. Luis Dávila Fernán Zegarra, así como también a todos los miembros del cuerpo cientíico, egresados y estudiantes de la digna Alma Mater arequipeña. Expresamos también nuestro agradecimiento a todas las autoridades del Instituto Nacional de Cultura en Lima y sus representantes en Arequipa por su apoyo y la rápida gestión de los trámites de autorización del proyecto. Asimismo, queremos agradecer a la Municipalidad de Arequipa, al Servicio Alemán de Intercambio Universitario (Deutscher Akademischer Austauschdienst) y a la Mancomunidad Alemana para la Investigación Cientíica (Deutsche Forschungsgemeinschaft), por el inanciamiento de una parte de las excavaciones. Por el apoyo en las investigaciones y la publicación de sus resultados quedamos en eterna e inestimable deuda con los lamentablemente fallecidos Doctores Guillermo Galdós Rodríguez (2000) y Máximo Neira Avendaño (2009) de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Asimismo, agradecemos su apoyo a los Profesores Jerzy Piekalski y Jan Michał Burdukiewicz de la Universidad de Wroclaw, los Profesores Bogusław Gediga y Zygmunt Krzak del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Polonia, el Prof. Karol Piasecki de la Universidad de Szczecin (Polonia), los Profesores Berthold Riese, Sabine DedenbachSalazar y el Dr. Albert Meyers de la Universidad de Bonn (Alemania), los Doctores Enrique Bautista Quijano, Arturo Cifuentes e ingeniera Patricia Hernández de la Universidad Central en Bogotá (Colombia), como también a las señoras Teresa Demidziuk, dibujante del Museo Arqueológico de Wroclaw (Polonia) y Nicole Lenkow, dibujante del Instituto de Arqueología de la Universidad de Wroclaw. Igualmente, dedicamos palabras de reconocimiento a los estudiantes de arqueología y antropología isica de las Universidades de Wroclaw y Varsovia, los cuales en la temporada de 1995 participaron en los trabajos arqueológicos en Churajón: K. Karasiewicz, K. Piotrowska, W. Więckowski, B. Woźniak, S. Górka, R. Faron. El cargo de coordinadores de trabajos de campo lo cumplieron (a partir de 1997): Lic. Luis Díaz Rodríguez, Lic. María del Carmen Cárdenas Sumida y Lic. Richard Ochoa Peña. En el transcurso del proyecto, en los trabajos de campo y de gabinete participaron además varios egresados y estudiantes de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa, entre ellos: Paul Álvarez Zeballos, Jaime Andrade Sonco, Lezly Arana Chávez, Gabriela Cervantes, Gonzalo Presbítero Rodríguez, Nelson Ramos Rosales, Ricardo Salas Miranda, Elías Zanabria Ruiz, Fernando Sosa, Belkins Pacheco. En las excavaciones de las temporadas de 1994 y 1995 participó también Lic. José Espada Belmonte, egresado de la Universidad Complutense de Madrid.

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Fig. 1. Churajón-Paranay 1995; Miembros del equipo del Proyecto Churajón

Por lo demás, a los habitantes de los caseríos Tasata y Paranay del valle del Corabaya-Tasata agradecemos la colaboración en los trabajos de excavación, así como la hospitalidad y la cálida acogida del equipo arqueológico durante todos los años del trabajo en Churajón: ¡Muchas gracias! Arequipa, noviembre de 2009

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CAPÍTULO I

Contenido y fundamentos de cronología El objetivo del presente trabajo es caracterizar las etapas del desarrollo cultural en el extremo sur del Perú actual, en el orden cronológico: desde las primeras, las más antiguas evidencias de la presencia humana en la zona hasta el principio de la Época Colonial. Al mismo tiempo, se intenta deinir – desde el prisma de la investigación compleja y multidisciplinaria, realizada en los años 1993-2002 por el Proyecto Churajón– el rol de los Valles Occidentales y la faja costera en la interacción cultural entre las sociedades de diferentes regiones; tanto en la escala micro- como también en la macro-regional. Caracterizando las etapas del desarrollo de las sociedades prehispánicas en el territorio de la Costa Extremo Sur, nos basamos en un simple y comúnmente usado esquema cronológico que supone la existencia de dos épocas en la prehistoria del Nuevo Mundo: Precerámica y Cerámica. Naturalmente, ambos términos (“Época Precerámica” y “Época Cerámica”) son imprecisos, sin embargo, tenemos que aceptarlos a falta de otros, más adecuados y exactos. Esta imprecisión terminológica se maniiesta, entre otros, en el hecho de que, desde el punto de vista lógico, la falta o la presencia de la cerámica deberían caracterizar diferentes etapas del desarrollo de las sociedades. Al mismo tiempo, la sola aparición de la cerámica debería constituir un momento crucial y excepcional, una ‘revolución cultural’, un cambio importante en el modo de vida y la estructura de la sociedad. Sin embargo, este modelo teórico del desarrollo cultural de las sociedades precolombinas no concuerda con los materiales registrados en la misma Costa Extremo Sur, ni con estos encontrados en otras partes del ámbito de los Andes Centrales. Hay que recordar que tanto la agricultura, arquitectura monumental, escultura y textilería como también la metalurgia iban apareciendo en varias regiones de los Andes Centrales ya en etapa tardía de la Época Precerámica. Por eso, la sucesiva introducción de la cerámica en estas regiones no fue vinculada con cambios violentos (revolucionarios) ni marcó algún momento crucial en la vida de las sociedades. En este sentido, no se puede hablar aquí de ninguna “revolución neolítica”, sino de una sucesiva evolución cuyos límites no pueden ser claramente deinidos.

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1. Época Precerámica Las investigaciones sobre la época que antecede a la aparición de la cerámica, así como las pruebas de su periodización se iniciaron en el Perú ya en las primeras décadas del siglo XX con los trabajos de Max Uhle (1919, 1956), Charles Barrington Brown (1926) y Heinrich Ubbelohde-Döring (1959, 1966). Los primeros estudios de carácter más sistemático datan de los años cuarenta del siglo XX y fueron realizados por Junius Bird en los valles de Chicama y Virú, localizados en la costa norte del Perú. Fueron precisamente las excavaciones del proyecto “Valle de Virú”, inanciadas por el Institute for Andean Research de Estados Unidos, las que permitieron, por primera vez en la zona, documentar los estratos culturales con el material lítico –en su mayoría artefactos de cantos rodados– que no contenían ningunas evidencias de cerámica. La publicación de estos materiales (Bird 1948) inició una larga serie de investigaciones intensas sobre la etapa más remota de la prehistoria del Nuevo Mundo. El mismo hecho estimuló también la discusión sobre la periodización interna de la Época Precerámica, entregando nuevos y valiosos aportes a esta problemática. Sin embargo, es de constatar que hasta hoy tanto para el Perú como también para otras regiones del Nuevo Mundo, no se logró elaborar una terminología –aceptada por la mayoría de los investigadores– que dividiera la época en diferentes etapas desde el poblamiento de ambos continentes americanos hasta la aparición de primeras evidencias cerámicas. Así, los investigadores norteamericanos Gordon Willey y Philip Phillips dividieron el período que antecede a la aparición de la cerámica en dos fases: lithic stage y archaic stage. La primera de las mencionadas, lithic stage, corresponde al in del Pleistoceno y principio del Holoceno. Se caracteriza por la presencia de especíicas industrias líticas, divididas en (probablemente) más tempranas, con artefactos similares a las piezas típicas del Paleolítico Inferior europeo (chopper, chopping-tool y diferentes núcleos) y tardías, con puntas foliáceas y otros artefactos con retoque bifacial. La segunda fase, denominada archaic stage, se relaciona con el Holoceno y se caracteriza no tanto por los tipos de artefactos, sino más bien por la presencia de las evidencias que sugieren un importante cambio en el modo de vida, es decir, una lenta conversión de la economía de subsistencia, basada en la caza, hacia una economía apoyada en la intensa recolección de plantas, agricultura incipiente y pastoreo (cf. Willey, Phillips 1958). El arqueólogo peruano Luís Lumbreras denomina el período que corresponde a archaic stage de Willey y Phillips con su equivalente castellano: ‘Arcaico’ (Lumbreras 1969:27), que actualmente funciona en la periodización elaborada para la prehistoria de México. Otro modelo de la periodización del pasado de América del Sur fue elaborado por el investigador argentino Juan Schobinger (1969:18-20) quien dividió la

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Época Precerámica en: Paleolítico, Epipaleolítico y Protoneolítico. El concepto de Schobinger –fundamentado en el criterio material y propio de la arqueología europea (Paleolítico, Mesolítico, Neolítico)– parecía poco adecuado para el estudio de la arqueología del Nuevo Mundo y fue rechazado por la mayoría de los investigadores. Los primeros intentos de elaborar una secuencia cronológica de artefactos líticos tuvieron lugar ya en los años cincuenta del siglo XX. En 1958, Augusto Cardich realizó excavaciones en la cueva de Lauricocha, departamento Huánuco, durante las cuales recuperó el material lítico denominado por el investigador como ‘Complejo Lauricocha’. En el transcurso de los trabajos, el investigador identiicó, dentro de este Complejo, tres estratos culturales con su correspondiente material lítico (Lauricocha I – Lauricocha III). Dentro del estrato más profundo, Lauricocha I, se documentó material orgánico procedente de carbón vegetal y huesos quemados. Este material arrojó una fecha 14C de 9525+/-250 BP (Cardich 1958, 1964-1966). En base a estos descubrimientos y otros trabajos realizados posteriormente en la zona andina, en los años sesenta del siglo XX, fue elaborada otra secuencia cronológica en la cual la Época Precerámica estuvo dividida en cuatro horizontes (cf. Lanning, Hammel 1961). Según este concepto, el horizonte más antiguo, paleoindian horizon, se caracteriza por puntas de proyectil con acanaladura (luted) tipo “cola de pescado”, documentados en el sitio El Inga, al norte de Ecuador (Bell 1960, 1974). Los otros tres horizontes corresponden a la secuencia documentada anteriormente en la cueva Lauricocha (Huánuco). El investigador Edward Lanning, apoyándose en los resultados de sus trabajos en Ancón y Chillón en la costa central (Lanning 1963: 360-371; 1965: 68-76; 1967), propuso ciertas modiicaciones en este esquema, dividiendo la Época Precerámica en seis períodos (períodos: I – VI). Su propuesta aparece en algunas publicaciones cientíicas hasta la fecha. Vale la pena mencionar que Lanning, al analizar los materiales líticos de la costa central del Perú, constató semejanzas con los materiales de la sierra. Esto le sirvió de fundamento para formular una controvertida hipótesis de la trashumancia,...


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