Redacciones Platón PDF

Title Redacciones Platón
Author Paco Ten
Course Historia de la Filosofía
Institution Bachillerato (España)
Pages 8
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Redacciones Platón...


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REDACCIONES PLATÓN LA REALIDAD Y SUS FORMAS [1. Introducción] El título de esta redacción da por sentado que existen diferentes formas de realidad, y nos lleva a plantearnos los siguientes interrogantes: ¿Qué es lo real? ¿Hay efectivamente diferentes clases de realidad? ¿Hay cosas más “reales” que otras? En relación a esta última cuestión parece claro que, por ejemplo, una sombra es menos real que el objeto que la produce, pues sin éste no existirá la sombra. En esta redacción nos centraremos en la filosofía platónica y su visión ontológica. Para ello trataremos de ir respondiendo poco a poco a preguntas como las siguientes: ¿Qué clases o formas de realidad existen, según Platón? ¿Cuáles son sus diferencias y semejanzas? ¿Cómo se relacionan las distintas clases de realidad? El núcleo de nuestra exposición será la Teoría platónica de las Ideas y trataremos de explicar también cómo afecta esta teoría de la realidad a otros ámbitos como el conocimiento o la política. [2. Desarrollo] Como se sabe, Heráclito defendía que la realidad estaba en un permanente devenir. Nada permanece constante, todo cambia. Platón acepta esta idea, pero modificándola a su manera. El dice que no todo deviene, ya que si todo cambiara, no existiría conocimiento sobre nada, porque cuando creyéramos haber conocido algo, para entonces ya habría cambiado, y el conocimiento verdadero y la verdad serían imposibles, tal y como defendían los sofistas con su escepticismo. En contra de esta opinión, Platón formula su Teoría de las Ideas, que afirma la existencia de un ámbito de realidades, superior al ámbito de las realidades sensibles. Así, aparte de las realidades sensibles, materiales, cambiantes, sometidas al nacimiento y a la muerte, accesibles a los sentidos y sobre las que no cabe conocimiento, existe otro ámbito de realidades (las Ideas) que se caracterizan por no ser materiales, por ser conceptuales, eternas (esto es, ingénitas e imperecederas), indivisibles, inmutables, accesibles sólo por medio de la inteligencia, y sobre las que sí cabe conocimiento. Platón no se conforma con esto, y en el símil de la línea (“Libro VI” de República) divide en dos cada uno de estos ámbitos de realidad. Dentro del mundo sensible distingue los objetos naturales y fabricados, por una parte, y las sombras o imágenes de éstos. Las realidades inteligibles se dividen a su vez en Ideas y objetos matemáticos, que, aunque pertenecen a lo inteligible, son sin embargo copias de las Ideas. Además, Platón establece una jerarquía entre estos cuatro niveles de realidad, según su grado de realidad (más o menos real). Las cosas más reales y auténticas son las Ideas, seguidas de los objetos matemáticos, seguidos de las cosas naturales y objetos fabricados, y por último se encontrarían lo que Platón llama las imágenes. Para Platón lo menos real copia o imita lo más real; Así, las cosas sensibles y los entes matemáticos copian a las Ideas o participan de ellas. Por eso Platón considera que las Ideas son los modelos o arquetipos ideales que copian las cosas pertenecientes a un nivel inferior de realidad, y son, por tanto, la esencia o la causa del ser de esas cosas. En la cima de todas las Ideas se halla la Idea de Bien, lo máximamente real, pues todas las restantes Ideas participan de ella. Por otra parte, las Ideas son además subsistentes, es decir, existen por sí mismas, mientras que las cosas sensibles dependen ontológicamente de ellas, esto es, dependen de ellas para existir. Pero, ¿qué consecuencias tiene esta concepción de la realidad para el conocimiento? Según Platón, a cada nivel de realidad le corresponde un nivel de conocimiento. Así, lo

sensible se corresponde con la opinión o doxa, mientras que lo inteligible, con el conocimiento propiamente dicho o episteme. Especificando más, dentro del nivel de la episteme o conocimiento científico, a las Ideas les correspondería el nivel de la inteligencia y a los objetos matemáticos el del pensamiento. Luego, dentro del nivel inferior de la opinión, los objetos naturales y fabricados se corresponderían con la creencia, que es un nivel superior de opinión, mientras que las imágenes se corresponderían con la imaginación. Así, los niveles o grados de conocimiento están jerarquizados del mismo modo que los niveles de realidad, de modo que cuanto más real es algo, más claro y verdadero es el conocimiento que podemos alcanzar de ello y, por tanto, el mayor grado de conocimiento se corresponde con los objetos que tienen el mayor grado de realidad (las Ideas o esencias eternas). Por otra parte, esta concepción dualista de la realidad influye directamente en la formación educativa del futuro filósofo gobernante. En efecto, el fin de la educación será alcanzar la verdad, pero la auténtica verdad versa sobre lo auténticamente real, y por tanto, sobre las Ideas, y en último término sobre la Idea de Bien, que es el fundamento de todo lo real. Todos los campos de la filosofía de Platón (política, ética, cosmología, teoría del conocimiento) se basan en la Teoría de las Ideas y la distinción entre dos mundos. [3. Conclusión] En resumen, la Teoría de las Ideas es el núcleo fundamental de la filosofía platónica, y tiene consecuencias en todo su pensamiento. Dicha teoría supone la existencia de dos niveles o formas de realidad: un nivel superior, al que Platón llama mundo inteligible, caracterizado por la inmaterialidad, la eternidad y la inmutabilidad; y un nivel inferior de realidad, el mundo sensible, caracterizado por ser material, cambiante, sometido al nacimiento y a la destrucción. El mundo sensible es menos real porque depende ontológicamente de las Ideas, las cuales constituyen su esencia, y a la cuales copia o imita. Toda la obra de Platón gira en torno a la distinción de estos dos niveles básicos de realidad, aplicados consecuentemente a los diversos campos.

LA MATEMÁTICA Y EL PROYECTO POLÍTICO DE PLATÓN [1. Introducción] El enunciado de esta redacción plantea la cuestión de la relación entre matemáticas y política en Platón: ¿Cuál es el papel que juegan las matemáticas en el proyecto político de Platón? Para responder a esta pregunta será necesario plantearnos antes algunas preguntas previas: ¿Cuál es el papel que juega la educación en general en el proyecto político de Platón? ¿Qué relación hay en general entre política y educación? Estas cuestiones, sin embargo, nos llevarán a plantear la relación entre ontología, por una parte, y educación y buen gobierno, por otra. Una vez aclaradas estas cuestiones estaremos en condiciones de determinar posteriormente el papel que las matemáticas desempeñan en el programa educativo de Platón así como en su proyecto político. [2. Desarrollo] En la “Carta VII” expone Platón la motivación fundamentalmente política de su filosofía. Después de haber vivido muy de cerca los avatares políticos que conmovieron la Atenas de su tiempo, llegó al convencimiento de que los males de la humanidad no tendrían remedio hasta que los gobernantes fueran filósofos, pues estaba convencido de que sólo la verdadera filosofía puede proporcionar al gobernante un conocimiento adecuado de lo que es justo y bueno. Influido por el intelectualismo moral de su maestro Sócrates, piensa que sólo si se conoce adecuadamente qué es la justicia, se puede obrar justamente, tanto en el terreno político como en el privado. Pero, frente al relativismo moral y al convencionalismo de los sofistas, el bien y la justicia no son para Platón conceptos subjetivos ni meras convenciones. En efecto, la teoría de las Ideas de Platón afirma la existencia de ciertas realidades eternas, inmutables, subsistentes, únicas, inmateriales, objetivas y accesibles al conocimiento. Entre estas realidades se encuentran los valores éticos y morales (la Justicia en sí, el Bien en sí, etc.), que el gobernante debe conocer, pues deben servirle de guía para el buen gobierno del Estado. Por ello, la educación de los futuros filósofos-gobernantes juega un papel importantísimo en el proyecto político de Platón y tendrá como objetivo fundamental alcanzar el conocimiento de las Ideas, y sobre todo, de la Idea suprema de Bien. Pero, ¿cómo conseguir el objetivo que la educación se plantea? Es aquí donde entran en juego las matemáticas, las cuales cumplen al menos dos funciones importantes en relación al objetivo que Platón persigue: En primer lugar, Platón considera que las matemáticas cumplen la importante función de obligar al alma a usar de la inteligencia para alcanzar la verdad en sí, esto es, el conocimiento de las Ideas, conocimiento indispensable para el buen gobierno de la polis. Como se explica en el “Libro VII”, los objetos de los que se ocupan las distintas disciplinas matemáticas (aritmética, geometría bidimensional, geometría tridimensional, astronomía y armonía) serían de esa clase de objetos que, al provocar en el alma sensaciones contrarias, estimulan la inteligencia y el pensamiento, y con ello hacen que el alma despegue de lo sensible y se eleve hacia lo conceptual y abstracto, lo cual es, como hemos dicho, el objetivo de la educación. En segundo lugar, como refleja el mito de la caverna, el tránsito de la oscuridad a la luz, de la opinión al conocimiento y de lo sensible a lo inteligible, no puede realizarse bruscamente, pues la luz acabaría por deslumbrarnos. El prisionero liberado, necesita de un período de adaptación hasta poder mirar directamente al sol. Y esa es justamente la función que cumplen las matemáticas en la educación del filósofo-gobernante: hacer que su alma se adapte progresivamente a la verdad y a la luz. Por otra parte, recordando el símil de la línea (“Libro VI” de República), los entes matemáticos pertenecen, al igual que las Ideas, al género de lo inteligible, y, aunque se hallan en un nivel

ontológico inferior al de las Ideas, tienen características similares a ellas: son inmutables, eternos, inmateriales, perfectos y accesibles sólo a la inteligencia, y no a los sentidos. Así pues, las matemáticas constituyen para Platón una especie de “preludio” o propedéutica de la dialéctica, que es el saber último que interesa al filósofo y, por ende, al político. Pero las matemáticas tienen importantes limitaciones, lo que lleva a Platón a no considerarlas propiamente conocimiento, sino sólo pensamiento (algo superior a la opinión pero inferior al conocimiento). Estas limitaciones tienen que ver con el método que utilizan, que parte de hipótesis de las que el matemático no da cuenta. De ahí que sólo la dialéctica pueda proporcionarnos la visión clara y precisa de la verdad que el gobernante necesita. [3. Conclusión] En conclusión, para Platón la salvación del Estado pasa por una educación adecuada de los que en el futuro han de gobernarlo. Esta educación debe estar orientada al conocimiento de los valores morales eternos y objetivos (Idea de Bien, de Justicia, etc.) que han de servir de guía para el buen gobierno del Estado. Las matemáticas cumplen aquí una función propedéutica, es decir, orientan, preparan y entrenan adecuadamente el alma antes de dedicarse a la ciencia más elevada (la Dialéctica), la cual permitirá la contemplación de las Ideas mismas y, finalmente, de la Idea de Bien, cuyo conocimiento resulta imprescindible para el buen gobierno del Estado.

CONOCIMIENTO Y OPINIÓN [1. Introducción] El título de esta redacción hace referencia a dos grados o niveles diferentes de conocimiento: la opinión (doxa) y el conocimiento propiamente dicho (episteme). En realidad, el problema que bajo este título se plantea es el problema del conocimiento de la verdad. ¿Es la verdad relativa a la opinión subjetiva de cada cual? ¿Vale lo mismo la opinión del sabio o la del hombre de ciencia que la del hombre corriente? ¿Son lo mismo opinar y conocer? En el caso de que contestemos que no, cabría preguntarse entonces: ¿es acaso posible alcanzar verdades objetivas y universales? ¿Sobre qué cosas u objetos es posible alcanzar tales verdades? Como es sabido, estas son algunas de las cuestiones que Platón se plantea y a las que intenta responder mediante su filosofía. A lo largo de esta redacción expondremos el punto de vista de Platón sobre estos temas que, como veremos, contrasta abiertamente con la postura de otros filósofos contemporáneos suyos, los sofistas, para quienes opinar y conocer son la misma cosa. [2. Desarrollo] Platón acepta de su maestro Sócrates que el conocimiento propiamente dicho (la episteme) ha de ser infalible, universal y objetivo. Además el conocimiento ha de tener por objeto lo auténticamente real (“lo que es”), y para Platón lo auténticamente real es lo que no cambia, lo que permanece estable y siempre idéntico a sí mismo. De todo esto se sigue que el conocimiento de las cosas sensibles no es posible, pues éstas no son ni permanentes ni estables, ya que se se encuentran, como dijo Heráclito, en permanente devenir, de modo que cuando creyéramos haberlas conocido, para entonces ya habrían cambiado. De las cosas sensibles no puede decirse propiamente que son verdaderamente, sino que están siempre llegando a ser (devienen). Por eso, de ellas tan sólo cabe simple opinión (doxa). En coherencia con este punto de vista, Platón considerará que las investigaciones de los filósofos de la naturaleza (Tales, los atomistas, etc.), son en cierto sentido inútiles, pues no pueden ofrecernos conocimiento, sino sólo opinión, pues se centran en el estudio del cambiante mundo físico. La opinión es para Platón un nivel inferior de conocimiento, que tiene por objeto el mundo de las cosas sensibles, lo cambiante, lo aparente, lo que deviene, y no lo que verdaderamente es. La opinión es así un conocimiento superficial, aparente, poco fiable, relativo, vinculado a los sentidos y a las apariencias y, como su objeto, es cambiante e inestable. Pero entonces, si todo cambia, ¿no hay más que opiniones, y no hay conocimiento? Más allá de las realidades sensibles, Platón afirma la existencia de una clase de objetos inmutables, permanentes, inmateriales, eternos, no accesibles a los sentidos, pero sí a la inteligencia. Platón denomina a estas realidades “Ideas”. Al ser permanentes y estables, es posible alcanzar sobre ellas un conocimiento objetivo, universal e infalible. Por otra parte, habrá que dejar claro que, aunque la opinión no constituye verdadero conocimiento, no deja de ser una cierta clase de conocimiento, aunque de nivel inferior al de la episteme. Esto es lógico, porque el mundo sensible es una copia del mundo inteligible y, en esa medida, la opinión (si es opinión verdadera) nos aproxima, siquiera un poco, a las realidades inteligibles, que constituyen el modelo y la verdadera realidad. En el mito de la caverna el paso de la oscura caverna a la claridad del mundo exterior representa de forma simbólica el paso de la opinión al conocimiento, del mundo de lo opinable en el que viven la mayor parte de los hombres, al mundo del conocimiento, al que debe acceder el filósofo. Y en el pasaje de la línea, Platón distingue a su vez dos niveles de opinión y dos niveles de conocimiento. Así, dentro de la opinión distingue

entre a) Imaginación, y b) Creencia. Por su parte, dentro del conocimiento distingue entre a) Pensamiento, y b) Inteligencia. Cada uno de estos cuatro subniveles epistemológicos se corresponde con un subnivel ontológico diferente, de modo que, a mayor grado de realidad, mayor claridad en el conocimiento, y viceversa. Por otra parte, tal y como señalábamos en la introducción, el punto de vista de Platón es muy diferente al de los sofistas que, en general, defienden el relativismo epistemológico, según el cual toda verdad es siempre relativa. Expresión de este relativismo es la célebre sentencia de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Así pues, para los sofistas no es posible un conocimiento objetivo y universal de lo real. Platón aceptará que el conocimiento que nos suministran los sentidos acerca del mundo material y físico es relativo, pero no el conocimiento (episteme) que nos suministra la inteligencia acerca de “lo que verdaderamente es” (las Ideas). En cambio, para los sofistas, lo que una cosa es, no es algo diferente de lo que una cosa parece ser. Para ellos, las cosas son lo que a cada uno le parece que son. En suma, ser y parecer son lo mismo. Ser verdadero y lo que a mí me parece verdadero son también lo mismo. Por lo tanto, lo mismo es conocer que opinar: toda opinión es verdadera para quien la dice y, por consiguiente, no hay distinción entre opinión y conocimiento verdadero. [3. Conclusión] En resumen, conocimiento y opinión son para Platón dos niveles epistemológicos diferentes, que se corresponden respectivamente con dos grados ontológicos diferentes: el mundo inteligible y el mundo sensible. Mientras que el conocimiento versa sobre lo verdaderamente real, estable, permanente, eterno y perfecto, la opinión versa sobre las apariencias sensibles, lo cambiante, lo perecedero, simples copias imperfectas del mundo inteligible, y es ontológicamente inferior. Platón está convencido de que el conocimiento verdadero y objetivo es posible, pues hay cierta clase de objetos conceptuales, eternos, inmateriales, que no cambian y que existen con independencia de las opiniones humanas. A estos objetos Platón los denominó Ideas, y sólo sobre ellas es posible el conocimiento. Cualquier saber que no verse acerca de ellas, sino acerca de lo cambiante y sensible, será tan sólo simple opinión.

LA FUNCIÓN DE LA DIALÉCTICA EN EL PROYECTO POLÍTICO DE PLATÓN [1. Introducción] El título de esta redacción plantea el problema de la relación entre política y dialéctica o, dicho de otro modo, entre filosofía y gobierno de la polis. Platón expone en la “Carta VII” los avatares y convulsiones políticas de la Atenas de su época: la guerra frente a Esparta, el violento gobierno de los 30 Tiranos, la posterior restauración democrática de Trasíbulo, la injusta condena de su maestro Sócrates bajo el gobierno democrático, etc. Todos estos acontecimientos le llevaron al convencimiento de que todos los Estados estaban mal gobernados y de que los males de la humanidad no tendrían remedio hasta que los gobiernos estuviesen en manos de los filósofos. Esta es, en síntesis, la doctrina del filósofo-gobernante, en la que se aprecia claramente la influencia del intelectualismo moral de Sócrates. El tema de esta redacción nos obliga a preguntarnos por el papel que juega la dialéctica en este proyecto político. Pero para contestar a esta cuestión será preciso que respondamos antes a otras preguntas previas: ¿Qué papel juega la educación en el proyecto político de Platón? ¿Qué función cumple la dialéctica en el programa educativo de Platón? Responder a estas cuestiones nos llevará a su vez a exponer los presupuestos ontológicos y epistemológicos en los que se sustentan tanto la educación como la política de Platón, por lo que será inevitable referirnos a la Teoría de las Ideas. [2. Desarrollo] Como dijimos antes, Platón propone como remedio a los problemas políticos de su tiempo un gobierno de filósofos, al considerar que sólo la filosofía puede ofrecer una visión adecuada de lo justo y de lo bueno, imprescindible para que los gobernantes se conduzcan recta y sabiamente como individuos y para que gobiernen sabiamente encaminando el Estado hacia la justicia, la felicidad y la armonía. Como se sabe, Platón rechaza la democracia como forma de gobierno, pues ésta se basa en el supuesto de que cualquiera está capacitado para dirigir el destino político del Estado. Por contra, propone como gobierno ideal una especie de aristocracia o gobierno de los mejores, pero bien entendido, pues se trata de una aristocracia del saber y de la virtud, no del linaje o de la sangre. Sólo un gobierno así puede ponernos a salvo de la incompetencia, de los abusos y de la ambición de los gobernantes corrientes. Este es, en suma, el núcleo fundamental de la propuesta política de Platón. De lo anteriormente dicho puede deducirse el importante papel que la educación de los futuros gobernantes juega en esta propuesta política. Es el Estado el que debe de educar en la filosofía y en otras disciplinas a los futuros gobernantes. Para ello deben elegirse las mejores naturalezas, aquellas que posean dotes naturales adecuadas para el estudio y destaquen también por cierta predisposición natural a la virtud. La educación consistirá en lograr que estas naturalezas bien dispuestas se ...


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