Redacciones Kant - Kant y su filosofía PDF

Title Redacciones Kant - Kant y su filosofía
Course Historia de la Filosofía
Institution Bachillerato (España)
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Condiciones del conocimiento científicoKant fue un excelente intelectual, profesor de universidad, con la cátedra en lógica y metafísica. Uno de sus antecedentes filosóficos fue el debate entre racionalismo y empirismo; esta primera postura defiende la razón como medio para conocer y prescinde de lo...


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Condiciones del conocimiento científico Kant fue un excelente intelectual, profesor de universidad, con la cátedra en lógica y metafísica. Uno de sus antecedentes filosóficos fue el debate entre racionalismo y empirismo; esta primera postura defiende la razón como medio para conocer y prescinde de los sentidos que nos engañan y el empirismo defiende lo contrario: los sentidos como base para el conocimiento, rechazando la razón. En un primer momento, leyendo las tesis de Wolff, Kant adopta una postura racionalista pero al leer a Hume se da cuenta que ambas posturas se necesitan entre ellas para poder conocer porque el racionalismo, por sí mismo, tiende a caer en el dogmatismo y solipsismo al crearse dogmas incuestionables y al no poder demostrar otra realidad que vaya más allá de nuestro conocimiento, respectivamente. Y el empirismo también tiene un problema claro: no puede demostrar la ciencia. Por tanto, Kant sostendrá una propuesta unificadora donde valorará ambas posturas en el proceso del conocimiento que explicará de la siguiente manera: El conocimiento científico se basa en dos componentes principales: la existencia del mundo exterior y los acontecimientos que en él ocurren (un soporte plenamente experimental) y el ser humano que, con su racionalidad, intenta explicarlos. Es por ello que Kant no puede descartar ninguna de las dos posturas, lo que podemos observar en su frase: “Todo conocimiento parte de la experiencia pero no todo procede de ella”. La ciencia, con todos sus componentes, debe ser universal, necesaria y progresiva: necesaria porque una vez enunciadas las condiciones de este conocimiento siempre se dan, necesariamente, de la misma manera (siempre que ocurre A, el resultado es B), además se aplica universalmente en todos los lugares y momentos de la misma forma y es progresiva porque continuamente nos proporciona nueva información. Estudiando la ciencia y sus condiciones, Kant se da cuenta de que esta se construye por juicios. Un juicio es una expresión que relaciona un sujeto con un predicado. Es algo evidente que cualquier enunciado científico se manifiesta mediante juicios: “si el cuerpo recibe calor, se dilata”, “si derribo un muro, se caerá”. Pero no cualquier juicio es científico, sólo lo son aquellos que son sintéticos y a priori. Los juicios sintéticos son en los que el predicado no se encuentra en el sujeto y, por tanto, nos proporciona nueva información aunque, que un juicio sea sintético, no nos garantiza que la nueva información recibida sea universal, necesaria y progresiva; necesitamos que los juicios sean también a priori (aquellos que sabemos que son verdaderos sin necesidad de aludir a la experiencia (2+2=4)). Con estos juicios podremos alcanzar a conocer nueva información (sintéticamente) y que sea esta nueva información universal, necesaria y progresiva (a priori). Sabemos que la ciencia ha de enunciarse mediante juicios sintéticos a priori para establecer mediante leyes universales, necesarias y progresivas, una descripción veraz sobre una determinada área de la realidad, basándose, previamente, en la experiencia y en los hechos, pero ¿cómo conoce el ser humano? Explicar esto para él es fundamental sobre todo porque si explica cómo funciona el conocimiento científico podrá averiguar si la metafísica puede ser considerada una ciencia, segundo objetivo fundamental de su teoría.! En épocas anteriores se había pensado que el ser humano se adaptaba al objeto de estudio para conocer, con el giro copernicano esto cambia. Para Kant es necesario que el objeto se adapte al

sujeto y no al contrario porque si no fuera así, todo lo que de ellos conociéramos sería consecuencia de sí mismo (a posteriori, por tanto, al contrario de lo que buscamos). La razón se compone por la sensibilidad y el entendimiento. La sensibilidad es la facultad de la razón que nos permite captar sensiblemente la información (es el elemento pasivo de esta) y el entendimiento es quien, más tarde, coge la información, la compara y la contrasta, realizando así una tarea activa en este proceso. Tanto la sensibilidad como el entendimiento tienen unos límites en el proceso de conocimiento. Respecto a la sensibilidad: no podremos percibir sensiblemente los objetos que no se engloben en el espacio y el tiempo (formas a priori de la sensibilidad y, para Kant, intuiciones puras) en el que vivimos pues son condiciones que la naturaleza humana impone de forma innata a la hora de percibir la información que existe en el entorno. Esta facultad se relaciona con las matemáticas porque el espacio es estudiado por diversas ramas de esta ciencia como la geometría y el tiempo con la aritmética, por ejemplo. Respecto al entendimiento: no se puede procesar los objetos percibidos cuando estos no se adapten a la organización racional del ser humano, es decir, a nuestras categorías (formas a priori del entendimiento y para Kant, conceptos puros). Se relacionan con la física porque esta ciencia categoriza los fenómenos sensibles que estudia. Kant concluye su primera pregunta de la siguiente manera: sí es posible la ciencia. Tanto las matemáticas como la física, que son ciencias, se acoplan a este funcionamiento utilizando la parte sintética que viene dada por la materia y su parte puramente experimental que nos facilita el inicio del proceso cognitivo y por la parte a priori que es garantizada por la razón con sus dos facultades (sensibilidad y entendimiento) que aportan la forma donde se percibe, englobada en un espacio y un tiempo común al sujeto, la materia existente y se categoriza según el entendimiento de dicho sujeto, corroborando a su vez que el sujeto no es un ente pasivo en este proceso sino que cobra gran importancia y actividad en el mismo, de acuerdo con el giro copernicano. Una vez definida la ciencia, comenzará a estudiar si la metafísica puede convertirse en ciencia y, según sus estudios anteriores, determinará que no puesto que esta estudia conceptos que carecen de materia que sensibilizar y categorizar.

El giro copernicano Nos encontramos en el siglo XVIII donde el debate entre el racionalismo y el empirismo sigue vivo. Kant no sabe por qué tendencia decantarse puesto que el racionalismo tiende a caer en el dogmatismo y solipsismo al crearse dogmas incuestionables y puramente racionalistas y al no poder demostrar otra realidad que vaya más allá de nuestro conocimiento, respectivamente. Por contra, el empirismo niega esas ideas innatas propias del racionalismo y solo confía en los sentidos para conocer, lo cual trae un problema claro: no se puede demostrar la ciencia (disciplina que, en la época, estaba en pleno avance). Con el avance de la ciencia y las tesis de Wolff (y otros racionalistas), Kant adopta una postura puramente racionalista pero cuando comienza a leer a Hume, despierta del “sueño dogmático” y concluye que no podemos prescincidir de la experiencia para llegar a conocer. En el momento en que unifica ambas posturas, Kant comenzará a cuestionarse qué podemos conocer y de qué forma. El primer bloque de su obra Crítica de la razón pura tratará de dar respuesta a la pregunta siguiente: ¿cómo es posible la ciencia? Ya sabemos que en los dos últimos siglos la ciencia había sufrido un gran avance. Copérnico, un famoso astrónomo, había descubierto que el sol no giraba alrededor de la tierra sino que era al revés. Este hecho fue aprovechado por Kant para dar nombre a una parte fundamental de su teoría sobre el conocimiento: el giro copernicano. Pero para explicar este cambio de visión, primero es necesario conocer cómo, para Kant, conoce el ser humano. El conocimiento científico se basa en dos componentes principales: la existencia del mundo exterior y los acontecimientos que en él ocurren (un soporte plenamente experimental al que el autor llama materia) y el ser humano que, con su racionalidad (la forma), intenta explicarlos. Esta racionalidad está compuesta por dos facultades: la sensibilidad y el entendimiento. La sensibilidad nos permite captar sensiblemente la información (es el elemento pasivo de esta) y el entendimiento es quien coge la información, la compara y la contrasta, realizando así una tarea activa en este proceso. Pero tanto la sensibilidad como el entendimiento tienen unos límites en el proceso de conocimiento, lo que se conoce como sus respectivas formas a priori. Respecto a la sensibilidad: no podremos percibir sensiblemente los objetos que no se engloben en el espacio y el tiempo en el que vivimos (son llamadas por Kant intuiciones puras) pues son condiciones que la naturaleza humana impone de forma innata a la hora de percibir la información que existe en el entorno. La estética trascendental estudia, además de las formas a priori de la sensibilidad, su funcionamiento en las matemáticas. Las matemáticas tienen mucha relación con el espacio y el tiempo pues en base a estas intuiciones puras, esta ciencia construye sus teorías; por ejemplo el espacio toma gran importancia en la geometría, así como lo hace el tiempo en la aritmética. Respecto al entendimiento: no se puede procesar una información que no se adapte a la organización racional del ser humano, es decir, a nuestras categorías (llamadas conceptos puros). La analítica trascendental estudia, además de las formas a priori del entendimiento, su funcionamiento en la física pues esta ciencia utiliza las categorías para el estudio de fenómenos sensibles.

Por ende, aquella materia que haya podido adaptarse a las formas a priori de la sensibilidad y del entendimiento (espacio y tiempo y categorías) es aquello que conoceremos y que recibirá el nombre de fenómeno, aquello que no lo haga, no lo podremos conocer (aunque exista) y recibirá el nombre de noúmeno. Por tanto, y en conclusión, para Kant, el conocimiento humano no es total: se encuentra limitado. Ahora que sabemos cómo conoce el ser humano, podemos entender qué propone Kant con el giro copernicano: En épocas anteriores, la materia era la protagonista del conocimiento y el sujeto, que aportaba la forma, se adaptaba a este primero, adoptando una postura pasiva. Con el giro copernicano, Kant comienza a considerar al sujeto como un elemento activo, cambiando radicalmente el anterior enfoque tradicional. Porque, si el sujeto se adaptara pasivamente a los objetos, ¿se podría conocer a priori algo de ellos? Evidentemente, no, porque si fuera así todo lo que de ellos conociéramos sería consecuencia de ellos mismos (a posteriori, por tanto, al contrario de lo que buscamos). Y además podríamos conocer todo lo que existiera puesto que solo tendríamos que adaptarnos a ello, algo que no casa con la teoría kantiana por la existencia, como ya sabemos, de los noúmenos. Al haber explicado cómo funciona el conocimiento humano partiendo del giro copernicano, Kant comenzará a plantearse si la metafísica puede ser considerada una ciencia. Finalmente llegará a la conclusión de que no porque, si aplicamos el giro copernicano a la metafísica nos daremos cuenta de que no existe una materia de la que partir para conocer pues esta discipina estudia conceptos tales como mundo, alma y Dios que no pueden ser percibidos por la sensibilidad ni categorizados (aunque generalmente se intente). Esto será desarrollado y concluido en la segunda parte de su obra Crítica de la razón pura.

Concepción trascendental del a priori Kant fue un excelente intelectual, profesor de universidad, con la cátedra en lógica y metafísica. Uno de sus antecedentes filosóficos fue el debate entre racionalismo y empirismo; esta primera postura defiende la razón como medio para conocer y prescinde de los sentidos que nos engañan y el empirismo defiende lo contrario: los sentidos como base para el conocimiento, rechazando la razón. En un primer momento, leyendo las tesis de Wolff, Kant adopta una postura racionalista pero al leer a Hume despierta del sueño dogmático y se da cuenta que ambas posturas se necesitan entre ellas para poder conocer porque el racionalismo, por sí mismo, tiende a caer en el dogmatismo y solipsismo al crearse dogmas incuestionables y al no poder demostrar otra realidad que vaya más allá de nuestro conocimiento, respectivamente. Y el empirismo también tiene un problema claro: no puede demostrar la ciencia (disciplina que, en la época, estaba en pleno avance). Kant explica la ciencia de la siguiente manera: la ciencia tiene como características que es necesaria, universal y progresiva y se enuncia mediante juicios (expresión que relaciona un sujeto con un predicado). Es algo evidente que cualquier enunciado científico se manifiesta mediante juicios: “si el cuerpo recibe calor, se dilata”, “si derribo un muro, se caerá”. Pero no cualquier juicio es científico, sólo lo son aquellos que son sintéticos y a priori. Los juicios sintéticos son en los que el predicado no se encuentra en el sujeto y, por tanto, nos proporcionan nueva información aunque, que un juicio sea sintético, no nos garantiza que la nueva información recibida sea universal, necesaria y progresiva; necesitamos que los juicios sean también a priori (aquellos que sabemos que son verdaderos sin necesidad de aludir a la experiencia (2+2=4)). Con el conocimiento a priori llegamos al término trascendental. Kant dice: “llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupe en general no de los objetos, sino de nuestra forma de conocimiento de los objetos”. Lo trascendental, por tanto, hace referencia a las formas a priori de nuestro conocimiento, a nuestra forma de conocer. Estas condiciones humanas (trascendentales) son previas al reconociendo de los objetos, por tanto son a priori. En este punto sabremos que a priori y trascendental se encuentran al mismo nivel, con la pequeña diferencia que el término a priori hace referencia a la experiencia (pues significa independiente de la experiencia) y el término trascendental hace referencia a las formas cognitivas del ser humano que ya están presentes antes de conocer. También es necesario saber que trascendental no es lo mismo que trascendente. Trascendente es aquello que va más allá de la experiencia, es decir, que la trasciende. Una vez sabemos cómo se enuncia la ciencia hemos de entender cómo conocemos. En épocas anteriores se había pensado que el ser humano se adaptaba al objeto de estudio para conocer, con el giro copernicano esto cambia. Para Kant es necesario que el objeto se adapte al sujeto y no al contrario porque si no fuera así, todo lo que de ellos conociéramos sería consecuencia de sí mismo (a posteriori, por tanto, al contrario de lo que buscamos).

La razón se compone por la sensibilidad y el entendimiento. La sensibilidad es la facultad de la razón que nos permite captar sensiblemente la información (es el elemento pasivo de esta) y el entendimiento es quien, más tarde, coge la información, la compara y la contrasta, realizando así una tarea activa en este proceso. Tanto la sensibilidad como el entendimiento tienen unos límites en el proceso de conocimiento. Respecto a la sensibilidad: no podremos percibir sensiblemente los objetos que no se engloben en el espacio y el tiempo (formas a priori de la sensibilidad y, para Kant, intuiciones puras que se estudian con la estética trascendental) en el que vivimos pues son condiciones que la naturaleza humana impone de forma innata a la hora de percibir la información que existe en el entorno. Esta facultad se relaciona con las matemáticas porque el espacio es estudiado por diversas ramas de esta ciencia como la geometría y el tiempo con la aritmética, por ejemplo. Respecto al entendimiento: no se puede procesar los objetos percibidos cuando estos no se adapten a la organización racional del ser humano, es decir, a nuestras categorías (formas a priori del entendimiento y para Kant, conceptos puros que se estudian con la analítica trascendental). Se relacionan con la física porque esta ciencia categoriza los fenómenos sensibles que estudia. Dado que las formas trascendentales son fundamentales en el proceso de conocimiento, se hace necesario un análisis de ellas (mediante la estética y la analítica trascendental) para entender cómo es posible la ciencia y clarificar si la metafísica puede o no ser una de ellas, segundo objetivo fundamental de su obra Crítica de la razón pura que se estudiará con la dialéctica trascendental. Kant convierte a la razón en juez de sí mismo, en su afán de entender en profundidad el proceso de conocimiento y sus límites. Ese es pues, fin de la KRV, y por eso, le pone el apellido de trascendental a cada una de sus partes. Toda esta teoría kantiana nos afirma que existe una materia percibida con la sensibilidad y categorizada por medio del entendimiento, facultades que se encuentran limitadas por espacio y tiempo y categorías, respectivamente (que son facultades trascendentales a priori de nuestra razón) y que nos permiten conocer y enunciar lo conocido mediante juicios sintéticos a priori (científicos), teoría la cual se conocería posteriormente como idealismo trascendental.

Distinción entre fenómeno y noúmeno Nos encontramos en una etapa de pleno avance científico. Dos siglos atrás, Copérnico, un famoso astrónomo, había descubierto que el sol no giraba alrededor de la tierra sino que sucedía al revés. Este hecho fue aprovechado por Kant para dar nombre a una parte fundamental de su teoría sobre el conocimiento: el giro copernicano. Para Kant, todo conocimiento parte de la materia (un soporte plenamente experimental) y el ser humano, con su racionalidad, lleva a cabo un proceso concreto hasta llegar al conocimiento. En épocas anteriores, esta materia de la que hablamos era la protagonista del conocimiento y el sujeto, que aportaba la forma, se adaptaba a este primero, adoptando una postura pasiva. Con el giro copernicano, Kant comienza a considerar al sujeto como un elemento activo, cambiando radicalmente el anterior enfoque tradicional, algo que para él es imprescindible si quiere explicar su visión de cómo funciona el proceso cognitivo del ser humano. Kant dice que la razón se compone por la sensibilidad y el entendimiento. La sensibilidad es la facultad de la razón que nos permite captar sensiblemente la información (es el elemento pasivo de esta) y el entendimiento es quien coge la información, la compara y la contrasta, realizando así una tarea activa en este proceso. Tanto la sensibilidad como el entendimiento tienen unos límites en el proceso de conocimiento. Es decir, no se puede conocer todo lo que existe pues estamos limitados por diferentes factores. Respecto a la sensibilidad: no podremos percibir sensiblemente los objetos que no se engloben en el espacio y el tiempo en el que vivimos pues son condiciones que la naturaleza humana impone de forma innata a la hora de percibir la información que existe en el entorno a las que Kant llama intuiciones puras, consideradas las formas a priori de esta facultad. Respecto al entendimiento: no se puede procesar los objetos percibidos cuando estos no se adapten a la organización racional del ser humano, es decir, a nuestras categorías (formas a priori del entendimiento, llamadas por Kant conceptos puros). Un ejemplo de categoría: la de causalidad (nadie concibe que pase algo sin ninguna causa). Una vez la materia es sensibilizada en un tiempo y espacio común al sujeto y categorizada por el entendimiento (adaptándose, por ende, a sus formas a priori según el giro copernicano) se produce lo que es llamado por Kant como fenómeno, que viene siendo, en conclusión, el objeto condicionado por el sujeto. Por contra, aquella materia que no se haya podido adaptar a las formas a priori de la sensibilidad y el entendimiento y que, por tanto, aunque exista, no podremos conocer, será llamada noúmeno. Según explica Kant el conocimiento humano, podemos advertir que existe una realidad (formada por los noúmenos) que puede existir pero que nuestra racionalidad no alcanza a conocer. Es por esto que, para Kant, el conocimiento humano se encuentra limitado por las formas a priori de nuestro conocimiento. Esto verifica una vez más su teoría sobre el giro copernicano puesto que si fuera el objeto quien condicionara al sujeto, simplemente este segundo tendría que adaptarse al objeto y se podría conocer todo lo existente, en cambio según la visión kantiana y, relacionando el giro copernicano con el proceso de conocimiento científico, esto no puede darse si tenemos en cuenta nuestras limitaciones evidentes (espa...


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