Redacciones descartes PDF

Title Redacciones descartes
Course Historia de la Filosofía
Institution Bachillerato (España)
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Descártes y su filosofía...


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Método cartesiano: ideal matemático de certeza, duda metódica y criterio de verdad Si por algo destaca el siglo XVII es por los numeroso avances a nivel científico; destacamos a Galileo Galilei, con la invención del barómetro y el telescopio o la aparición de la primera calculadora. Pensadores de la época se cuestionaron por qué las matemáticas y ciencias relacionadas avanzaban a ese ritmo y disciplinas como la filosofía no. Uno de ellos era Descartes, filósofo racionalista que definía el saber como un conocimiento único: la mathesis universalis. La principal función de su filosofía será tratar de encontrar y definir este saber único. Para Descartes, si las matemáticas habían progresado y las otras ciencias no era precisamente porque estas primeras se basaban en un método. Por ello, pensó en crear un método similar al matemático para solucionar este problema. El método matemático partía de unas primeras verdades (o axiomas) para realizar una deducción y a partir de ella, deducir el resto de verdades. En cambio la filosofía trataba de dar respuestas sin seguir ningún procedimiento ni método en concreto: había construido una casa cimientos. El método de Descartes tiene un carácter intuitivo, es decir, la verdad a la que se quiera llegar tiene que ser clara y evidente para que pueda ser alcanzada por medio de la intuición y no del intelecto, ya que con la inteligencia podríamos dudar de ellas pero, en cambio, con la intuición, si son claras y evidentes, llegaríamos de forma natural. En el discurso del método, Descartes lo describe como una serie reglas simples y universales que permiten su aplicación a cualquier ciencia: En primer lugar, la evidencia, es decir, no recibir como verdadera alguna cosa que no sea clara y evidente, evitando de igual manera la precipitación (adelantarse y tomar como verdadero lo que es confuso y oscuro) y la prevención (caer en el error al no tomar algo como verdadero cuando es claro y evidente por exceso de desconfianza). El segundo paso es el análisis, en el que, según Descartes, hemos de dividir los problemas en tantas parcelas como sea posible, hasta reducirlos a las ideas más simples y claras posibles; con ellas se comenzará a construir el “edificio del conocimiento”. A este segundo paso le sigue la síntesis, que es conducir por orden los pensamientos, de los más simples a los más complejos, con el objetivo de clarificar cuáles de estas ideas son las más absolutas e independientes. El método termina con la enumeración, que trata de revisar las ideas extraídas, analizadas y sintetizadas para averiguar si se ha caído en la equivocación. El instrumento que Descartes utilizaba era la duda metódica, la cual es una duda como método y no como fin, que él usa para encontrar la verdad durante la aplicación del método. Esta duda era contraria a la que los escépticos utilizaban en la época: la duda escéptica (o duda como fin) con la que se afirmaba que había que dudar de todo pero no como la duda metódica que lo hacía para encontrar verdades sino porque, para los escépticos, no existen verdades absolutas y si las hay, no se pueden conocer.

Descartes defendía el uso de duda metódica por tres hipótesis de duda: en primer lugar porque podríamos creer que estamos despiertos, pero en realidad estar dormidos, porque podríamos estar siendo engañados por un genio maligno, y porque, como buen racionalista, creía que los sentidos nos engañaban. Mientras hacía estas deducciones, se dio cuenta de que había algo de lo que no podía dudar, esta primera verdad es que existimos y estamos pensando: “pienso, luego existo” pues aunque estemos pensando en algo falso, lo que es innegable es que estamos pensando y por ende, que existimos. A partir de este momento, su objetivo será intentar demostrar la realidad extramental para intentar no caer en el solipsismo, pues no confía, como ya sabemos, en los sentidos. Esto lo hará mediante la demostración de la existencia de un ser bueno y superior que nos haya facilitado esta otra realidad, Dios, que desde este momento se convertirá en la base fundamental de la teoría de Descartes.

Concepto de idea en Descartes y sus tipos Descartes fue un filósofo y matemático del siglo XVII que destacó por su obra El Discurso del Método donde exponía la necesidad de crear un método (basado en un ideal matemático) aplicable a cualquier disciplina puesto que, al contrario que las matemáticas, la filosofía había construido una casa sin cimientos al tratar de dar respuestas sin seguir ningún procedimiento concreto. Esta es la razón que impulsa a descartes a crear este método. El método tiene un carácter intuitivo, es decir, la verdad a la que quiere llegar tiene que ser clara y evidente para pueda ser alcanzada por medio de la intuición y no del intelecto. Descartes utilizaba en su método la duda metódica para extraer estas verdades universales e innegables y defendía su uso para desechar las hipótesis de duda: la existencia de un genio maligno, la confusión de la vigilia con el sueño y el engaño de los sentidos. Mientras hacía estas deducciones, se dio cuenta de que había algo de lo que no podía dudar, esta primera verdad es que existimos y estamos pensando: “pienso, luego existo” pues aunque estemos pensando en algo falso, lo que es innegable es que estamos pensando y por ende, que existimos. Descartes ya ha alcanzado la idea del yo, que es además un yo que piensa como primera verdad universal de la que tenía que extraer el resto de verdades. Pero, ¿cómo demostrar la existencia de una realidad extramental partiendo únicamente de la existencia del pensamiento? La respuesta reside en su teoría de las ideas. La idea para Descartes es algo bien distinto a lo que, por ejemplo, Platón concebía, siendo para este último la esencia que hacía ser a las cosas ser lo que son. Descartes, en cambio, se refiere a idea en cuanto a los actos mentales, es decir, los modos de pensamientos que no varían puesto que todos compartimos una misma razón y también, en cuanto a la imagen mental a la que se refiere cierta realidad objetiva; a esta segunda categoría la denomina “realidad objetiva de las ideas”. Descartes ha de diferenciar entre distintos tipos de ideas puesto que las primeras necesitan de un contacto con el exterior y las últimas hacen referencia a la realidad mental, ellas son: Las ideas adventicias, que necesitan de la percepción sensible para obtenerlas; no provienen del pensamiento propio. Algún ejemplo podría ser la idea de la suavidad o del calor. Las ideas facticias que son aquellas que se construyen en el propio pensamiento a partir de otras que sí se

han percibido antes; son creadas por la imaginación. Como, por ejemplo, la idea de unicornio que es fruto de una construcción mental. Tanto este tipo de ideas como las anteriores, son rechazadas por Descartes al ser fruto de una realidad extramental y necesitar del contacto con el exterior por medio de los sentidos para existir, lo cual se opone al racionalismo. Por último, las ideas innatas son las que están en nuestra razón de manera natural, no se necesita del exterior para poseerlas. Para Descartes, estas ideas son las que verdaderamente necesitamos ya que son claras y evidentes y se pueden alcanzar, por tanto, por medio de la intuición. Entre estas ideas innatas, Descartes estudia la idea de la perfección y la del infinito, puesto que estas ideas no las ha experimentado nadie y por ello no pueden ser adventicias ni facticias. Han de ser, por tanto, ideas innnatas y, para dar explicación a esto, ha de relacionar estas ideas con una figura que las posea: Dios. Dios, por tanto, es una figura infinita y perfecta que impone estas dos ideas en nosotros y hace que las mismas sean innatas. La idea de Dios es, por tanto, una idea innata. A partir de este mismo momento, Dios se convierte en la garantía fundamental de toda la teoría de Descartes puesto que, sin él, no tendríamos certeza de la existencia de una realidad extramental así como de las ideas innatas que este ser perfecto e infinito nos impone ni de otros muchos puntos de la teoría de Descartes sustentados en Dios, por tanto el filósofo deberá demostrar su existencia para validar su tesis.

Concepto de sustancia en Descartes y sus tipos. Argumentos desmostrativos de la existencia de Dios y del mundo. Hasta el momento, sabemos que Descartes ha descubierto tres ámbitos de la realidad: el ser infinito o Dios, el yo o sujeto pensante (“pienso, luego existo”) y las cosas materiales. A cada una de estas realidades les atribuye un nombre común aunque luego las diferenciará en distintos tipos: las sustancias. La sustancia es el elemento ontologically que puede existir por sí mismo pues no necesita de nada más para hacerlo. Existen tres sustancias diferentes: la infinita, la pensante y la extensa. La sustancia infinita es la que Descartes asocia a la figura de Dios, debido a que posee esta característica, la de la infinitud. La sustancia pensante es aquella con la que se refiere al yo, o a los seres humanos como sustancia que piensa debido a que la primera verdad que este autor conoce es que estamos pensando y que, por tanto, existimos. La sustancia extensa es aquella con lo que se refiere a lo propiamente extenso, es decir, a las cosas que habitan en la realidad sensible. Para Descartes la sustancia extensa posee dos tipos de características: las primarias y las secundarias. Las cualidades primarias son las que utiliza la física como objeto para su estudio: extensión, volumen, figura y movimiento, las cuales existen objetivamente independientemente del sujeto analizado. Las secundarias son de menor importancia ya que no se derivan objetivamente del sujeto en cuestión sino que se tratan de apreciaciones subjetivas sobre el mismo (ejemplos: color, sabor, olor). Además es necesario saber

que, para Descartes, toda sustancia extensa (que carece de libertad) no tiene la posibilidad de ser libre sino que se rige por leyes mecánicas. En el caso del ser humano, existe una estrecha relación entre la sustancia extensa (cuerpo) y la pensante (alma) que no se necesitan por ser sustancias ya que por definición no necesitan nada más que a sí mismas para existir pero se complementan pues el alma libera al ser humano del funcionamiento mecanizado del cuerpo al conferirle la libertad. Descartes ya ha conseguido demostrar la sustancia pensante pero, ¿como demostrará la res extensa si no confía en los sentidos? La respuesta reside en su teoría de las ideas. Para Descartes existen tres tipos de ideas: las adventicias que necesitan de la percepción sensible para poseerlas, las facticias que son las creadas en la imaginación y las innatas que son las que verdaderamente necesitamos por ser claras y evidentes ya que estas pueden ser, por tanto, alcanzadas por medio de la intuición. Entre estas ideas innatas, Descartes estudia la idea de la perfección y la del infinito, puesto que estas ideas no las ha experimentado nadie y por ello no pueden ser adventicias ni facticias. Han de ser, por tanto, ideas innnatas y, para dar explicación a esto, ha de relacionar estas ideas con una figura que las posea: Dios. Dios es un ser perfecto e infinito y es la causa de que nosotros conozcamos estas ideas, además la causa ha de ser igual o mayor al efecto, por tanto nosotros al ser seres imperfectos y finitos no podemos haber adquirido por nosotros mismos estas ideas, en suma Descartes también sostiene como argumento que la existencia de Dios le confiere la posibilidad de ser perfecto pues no puede ser perfecto algo que no existe pues si no fuera así podríamos pensar que existe un ente superior a Dios que sí existiera y que fuera perfecto, lo cual nos llevaría a una clara contradicción ya que no existe, para Descartes, nadie más perfecto e infinito que Dios. Por todo esto, Dios se convierte en la garantía de toda la teoría del autor. Dios nos garantiza la existencia de la sustancia infinita basada en los argumentos previamente comentados, también la de la sustancia pensante en cuanto a las ideas innatas que este ser superior nos impone como la idea de la infinitud y la de la perfección y por supuesto la de la sustancia extensa para poder eliminar su hipótesis de duda del genio maligno y poder estar seguros de que la realidad extramental existe porque un ser bueno (Dios) nos lo asegura.

Dualismo antropológico. Mecanicismo y libertad. La antropología es, a grandes rasgos, el estudio del ser humano. Descartes era dualista antropológico porque no tomaba al ser humano como un todo sino que lo dividía en materia extensa y pensamiento, es decir, cuerpo y alma. Sabemos que Descartes ya ha demostrado que somos seres pensantes (pienso, luego existo), la cual es la primera verdad universal a la que le atribuye el nombre de sustancia pensante. Además existe la sustancia infinita (atribuida a Dios y que demuestra con una serie de argumentos) y la extensa que posee dos tipos de cualidades distintas: las primarias (se perciben con claridad y distinción, y son las que existen objetivamente independientemente del sujeto analizado: extensión, volumen, figura y movimiento) y las secundarias son de menor importancia al ser apreciaciones subjetivas sobre el objeto (ejemplos: color, sabor, olor).

La duda que surge ante la división que Descartes realiza sobre el ser humano es la siguiente: Si cuerpo y alma son dos sustancias distintas, ¿cómo puede ser que ambas conformen algo que reconocemos como un único elemento? Descartes establece que estas dos sustancias se unen mediante la glándula pineal, una parte concreta del cerebro (aunque realizó un estudio para demostrarlo, este se considera uno de los puntos más débiles de su filosofía). Descartes explica la unidad de estas sustancias de la siguiente manera: si cuerpo y alma no estuvieran unidos y yo me pinchara, no sentiría dolor sino que solo recibiría, como ser pensante, la información de la herida y no el sufrimiento. Es necesario recalcar que para Descartes, aunque cuerpo y alma están unidos, no mantienen una relación de necesidad sino de complementariedad, lo que quiere decir que no se necesitan para existir pero que, una vez unidos, se complementan pues como ya sabemos la sustancia es un elemento ontológico que no necesita para existir nada más que su propia existencia. Para Descartes es muy importante incidir en la independencia de la sustancia pensante y la extensa para poder explicar el funcionamiento mecánico de la segunda pues el filósofo pensaba que nuestra sustancia extensa funcionaba como una especie de reloj que, según el filósofo, se formaría por una serie de engranajes como una máquina de relojería, los cuales le harían funcionar pero, si esto es así, ¿dónde queda la libertad del ser humano? Para Descartes la respuesta residía en el alma que, con su capacidad de razonamiento, nos puede dar la libertad, liberándonos de las pasiones. Para Descartes todas las pasiones se originan en el cuerpo, de acuerdo a nuestro funcionamiento mecanizado, pero afectan al alma. Estas pasiones son involuntarias, porque no dependen del alma racional y por ende, también son irracionales pero no han de ser necesariamente malas ni tampoco buenas aunque su exigencia de ser satisfechas con inmediatez obligan a gestionarlas mediante la razón para vivir de la mejor manera posible. Esto se relaciona directamente con la visión de Descartes sobre la libertad. Para el filósofo, el alma tiene dos funciones principales: la voluntad y el entendimiento. El entendimiento nos permite intuir verdades claras y evidentes y la voluntad nos hace elegir cuáles lo son y cuáles no. Paradójicamente, para Descartes, ser libre no es hacer lo que se desee ya que podríamos movernos por la inmediatez de las pasiones, lo cual nos convertiría en esclavos de las mismas; ser libre sería, por tanto, someter tu voluntad a tu entendimiento, a lo claro y evidente, y dejar que tu racionalidad te guiara. Aunque también es cierto que Descartes contempla la posibilidad del error al intentar alcanzar la libertad, es decir: puedo elegir y me puedo equivocar por fruto de la voluntad, de esta forma sabré que no he tomado el camino correcto. Esto es lo mismo que ocurre cuando trato de buscar una verdad clara y evidente: puedo caer en la precipitación (tomar como verdadero algo que no lo es) o en la prevención (no tomar algo como verdadero cuando si lo es) pero cayendo en el error sabré que ese no es el camino a seguir. Con esta visión del ser humano y, al separar el cuerpo del alma pensante, puede afirmar que el pensamiento es independiente de nuestro cuerpo mecanizado, que sigue su camino propio en la búsqueda de las verdades universales.

Moral provisional. Descartes destaca por ser el creador del método: una serie de reglas aplicadas al ámbito teórico de cualquier disciplina que nos permite poner en duda todo lo que conocemos porque, según Descartes, todo ha de ser cuestionado ya que es la única forma de diferenciar qué ideas son claras y evidentes para alcanzar las verdades más absolutas e independientes, pero en la vida práctica uno ha de tomar decisiones y no puede estar dudando de todo porque sería imposible llevar una vida normal. Así pues, mientras en el ámbito teórico suspendemos el juicio para no caer en el epojé (no poder afirmar ni negar nada al no conocer más verdades absolutas en las que basar nuestras tesis), en la práctica hemos de tomar decisiones y seguir el curso de una vida normal. Por eso el filósofo establece una serie de normas sobre una moral provisional para tomar decisiones, como bien indica el nombre, provisionalmente, mientras se sigue el proceso de búsqueda de la verdad en el ámbito teórico. Las reglas de la moral provisional son tres, concluyendo con una cuarta: La primera se basa en seguir las leyes y costumbres del país pues Descartes defendía que las opiniones y decisiones más fiables son las que más han perdurado en el tiempo y están avaladas por los más sensatos, son moderadas y no extremas. Aquí encontramos la influencia de Aristóteles y su visión sobre la moderación y el punto medio como virtud. Descartes pensaba que era mejor seguir la tradición, siguiendo el ejemplo de los más sensatos, que dejarnos llevar por la falta de norma. En la segunda, Descartes explicaba que es preferible equivocarse que quedarse en la eterna duda pues, en la vida práctica, una indecisión paralizante nos impide seguir el curso del día a día. Por tanto, hemos de realizar la decisión tomada aunque no estemos totalmente seguros. Descartes lo ejemplifica de la siguiente manera: cuando un viajero se pierde en el bosque, es mejor que siga caminando hacia una misma dirección porque, aunque su destino sea incierto, llegará a un lugar en el que estará mejor que perdido y desorientado. En la tercera máxima podemos observar una clara influencia de los estoicos. No se puede cambiar aquello que nos sucede pero sí nuestra forma de afrontarlo, por lo tanto mi objetivo, como ser racional, ha de ser vencerme a mí mismo y no dejarme arrastrar por aquello que me ocurre. Venciéndome a mí mismo, alcanzaré la felicidad. La cuarta, suele ser considerada una conclusión de las anteriores. La razón tiene dos funciones principales: la voluntad y el entendimiento. El entendimiento nos permite intuir verdades claras y evidentes y la voluntad nos hace elegir cuáles lo son y cuáles no. Para Descartes, lo correcto sería someter nuestra voluntad al entendimiento para ser libres (y no ser, por ende, esclavos de las pasiones que necesitan ser satisfechas con inmediatez). Esta cuarta máxima de dejarnos guiar por nuestro entendimiento tiene que ver con las máximas anteriores porque utilizar la razón es no dejarnos llevar por los extremos y actuar con moderación, es también no quedarse paralizado en la indecisión sino llevar a cabo lo que se decide mediante la razón y también no dejarse hundir por lo que nos ocurre sino buscar en nosotros la solución a ello.

Con todas estas máximas, Descartes trata de dar una guía que aplicar a la vida práctica de forma que no nos quedemos encerrados en nuestra racionalidad y pueda seguir el curso diario de nuestra vida aunque sigamos, en el ámbito teórico, con la búsqueda del resto de verdades universales....


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