Descartes, segunda meditacion descartes filosofía PDF

Title Descartes, segunda meditacion descartes filosofía
Course Didáctica Especial y Practica de la Enseñanza
Institution Universidad Nacional de La Plata
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Summary

Frigerio,G.; Poggi,M. y otras.- Las instituciones educativas: Cara y Ceca
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Description

8- Señale cuál es el punto fijo que encuentra Descartes al inicio de la segunda meditación. Esta pregunta ha generado al menos dos tipos de respuestas. Algunxs han identificado este “punto fijo” como la afirmación de que no hay nada cierto en el mundo, lo que sería, más bien, una continuación del punto al que habíamos arribado en la primera meditación. Allí Descartes se encontraba aún sin certeza alguna, preocupado por no recaer en el hábito de afirmar cosas dudosas. Otrxs han identificado este punto fijo con la primera afirmación que Descartes considera libre de duda en la segunda meditación: “yo soy, yo existo”. ¿Con cuál de las dos respuestas tenemos que quedarnos? Ciertamente, con la segunda: el punto de apoyo o fundamento que Descartes busca para el conocimiento no puede ser, justamente, la afirmación de que no hay nada cierto en el mundo. Tiene que ser algo que, de alguna manera, nos ponga finalmente en el camino de reconstruir nuestras creencias sobre una base firme. Y el primer paso en esa dirección es el reconocimiento de que, más allá de los argumentos escépticos de la primera meditación, hay al menos una proposición de la que no se puede dudar. Seguramente, si seguimos filosofando de manera ordenada (piensa Descartes) encontraremos la manera de encontrar otras proposiciones que soporten el embate de los argumentos escépticos. Digamos, de paso, que solemos referirnos a este pasaje de la segunda meditación, en la cual se arriba a esta primera proposición evidente, como el “argumento del cogito”. La palabra “cogito” significa, en latín “pienso”. Ciertamente, el argumento de Descartes, resumido, es el siguiente: no importa que los sentidos nos hayan engañado, no importa que no pueda distinguir el sueño de la vigilia, y no importa que un genio maligno nos engañe, pues es evidente que pienso, y en la medida en que pienso es evidente que existo (pues no parece razonable que yo, que pienso, no sea alguna cosa). No hay forma de que estemos equivocadxs al respecto (aún cuando, ciertamente, podemos estar equivocaxs respecto de cualquier otra cosa). Sin embargo, a primera vista, no parece que hayamos hecho un gran avance al llegar al descubrimiento de que al menos una proposición –a saber, yo existo- es necesariamente verdadera siempre que la pronuncio o la concibo en mi pensamiento. ¿Cómo podríamos saltar de esta afirmación, a cualquier otra que nos interese? ¿Acaso es posible deducir de esta afirmación otras proposiciones evidentes? Esto no parece posible. Mi propuesta es que consideremos a esta primera afirmación como un paradigma. Un paradigma es un caso ejemplar o modelo de algo. En nuestro caso, tenemos que la proposición “yo soy, yo existe” es un paradigma (un ejemplo o modelo) de evidencia. En esta primera afirmación tenemos un modelo con el cual comparar toda otra proposición que hayamos de considerar. 9- Explicite el recorrido, paso a paso, que realiza Descartes para concluir que él es “una cosa que piensa”. Lo primero que me gustaría hacer es distinguir claramente dos afirmaciones que suelen tomarse como una y la misma: a) “yo soy, yo existo”, por un lado, y b) “yo soy una cosa que piensa”. La primera, (a) es la conclusión del argumento del cogito, al que hicimos referencia en la consigna anterior. La segunda (b) no es idéntica a (a): una cosa es decir que yo existo (a), y otra cosa es decir que yo soy una cosa que piensa (b). En (b) se da un paso más allá de la afirmación de la propia existencia para tratar de caracterizar de manera precisa la naturaleza de esa entidad que soy yo mismo (o aquel que sigue los argumentos de la meditación, en general). La respuesta que Descartes busca a esta pregunta también debe superar el escepticismo generado en la primera meditación, no podemos decir que somos tal o cual clase de cosa, si estas afirmaciones no son evidentes (esto es, si esas afirmaciones no logran superar a los argumentos escépticos de la primera meditación). Así, el argumento de Descartes consiste en evaluar una serie de respuestas que se presentan como alternativas posibles, descartando aquellas que no logran superar a los argumentos escépticos de la primera meditación, y aceptando como respuesta sólo aquella determinación que puede afirmarse más allá de toda duda. Por esto la consigna pide que se haga explícito ese recorrido, paso a paso: lo que

pide la consigna es que consideremos, junto con Descartes, las distintas respuestas que él mismo va examinando y, junto con ellas, las razones para aceptar una de ellas, además de rechazar las otras. La primera respuesta (1) que Descartes considera es la de que podemos definirnos o caracterizarnos como “hombres”, y esto a su vez parece que podría definirse como “animal racional”. Pero esta primera alternativa es rechazada por Descartes, que argumenta que conceptos como “animal” y “racional” no son para nada claros o inteligibles, y no haríamos bien en aceptar esa definición que no lograría soportar argumentaciones escépticas como las de la primera meditación. Esta primera respuesta, que es rechazada, es la que hubiera dado quizás un aristotélico y Descartes la trata como otra de tantas creencias que había él había llegado a adquirir en el curso de su educación, pero de la que ahora conviene desconfiar, en tanto es posible dudar de ella. Descartes propone examinar ciertas ideas que a él mismo se le podrían ocurrir al respecto, y entonces se pregunta si podría afirmarse, como algo evidente, (2) que somos un objeto corpóreo o, al menos, que tenemos un cuerpo. Pero esto no puede afirmarse, pues no es evidente que tengamos un cuerpo o seamos objetos corpóreos, pues es a través de los sentidos que podríamos llegar a esa creencia, y los sentidos ya han sido desacreditados como una fuente no confiable de creencias. Finalmente, (3) considera otra alternativa: la de definirse a partir de la noción de “alma”. Ahora bien, esta tampoco parece una noción bien definida; parece que en esa noción se mezclan cosas que implican o presuponen una referencia al cuerpo, y por lo tanto deben ser rechazadas. Sin embargo, hay algo que asociamos al concepto de “alma” que puede considerarse que corresponde, de manera evidente, a nuestra naturaleza, y este algo es el pensar (afirmar, negar, dudar, querer, etc.). Ninguna otra de las características examinadas puede aceptarse como algo evidente. De modo que Descartes, después de haber examinado cuidadosamente el tema, concluye que él no es más que una cosa que piensa. 10- ¿Qué busca fundamentar Descartes con el ejemplo de la cera? Lo primero que me parece que debo decir es que no es un argumento que resulte del todo claro. Con el tiempo yo me he acostumbrado a una cierta lectura del pasaje correspondiente, que es la que intento compartir con ustedes (algo de esa interpretación está claro en el PowerPoint correspondiente). Más de unx de ustedes ha planteado alguna duda al respecto de este punto y, en todo caso, siempre es un punto complicado. En lo que sigue del comentario me copio a mí mismo en la respuesta que dí a un compañero en el foro. Lo primero es la sugerencia de que no piensen que en el argumento de la cera se pretende establecer la existencia de algo, ya sea un trozo de cera particular concreto o el concepto de cera en general. No me parece que sea un argumento que pretenda demostrar algo así. Más bien, podríamos pensar que en el argumento de la cera Descartes está planteando un problema epistemológico, o relativo a nuestro conocimiento. Entonces no se trata de saber si la cerca existe o no existe, ni tampoco se trata de responder a la pregunta de si subsiste o no subsiste la misma cerca antes y después de acercarla al fuego. Creo que la pregunta sería, en todo caso: ¿qué es lo que, de hecho, sabemos acerca de la cera (o cualquier trozo de materia que se tome como ejemplo)? Y, ¿cómo es que sabemos, eso, que de hecho sabemos? Ahora bien, apliquemos esa sugerencia al argumento. ¿Qué es lo que de hecho sabemos, según el argumento que plantea Descartes? Bueno, sabemos, como dice Descartes, que subsiste la misma cera, a pesar de lo que nuestros sentidos nos mostraban antes y después de acercarla al fuego. Este punto no está en discusión en el argumento: Descartes mismo deja en claro que desde su punto de vista todxs contestaríamos afirmativamente a la pregunta de si subsiste o no la misma cera (y el "todxs" lo incluye a él, obviamente). Eso es, más bien el dato fundamental sobre el que se articula el argumento: todos sabemos que se trata de uno y el mismo trozo de cera, que tenía tal y cual aspecto cuando recién lo sacamos de la colmena, y ahora que lo acercamos al fuego ha cambiado de forma, olor, color, etc. Una vez que hemos acordado esto podemos proceder a formular la pregunta más importante: ¿cómo es que sabemos que subsiste la misma cera a pesar de los cambios que

observamos mediante la percepción? Y más concretamente, en el contexto de la meditación esta pregunta debería interpretarse de modo más preciso de la siguiente manera: ¿sabemos que subsiste una y la misma cera gracias a nuestra percepción sensible o lo sabemos en virtud de algún acto de nuestro intelecto puro o razón? El argumento intenta mostrar que la facultad a la que podemos atribuir el conocimiento que realmente tenemos del trozo cera (y de cualquier cuerpo, en general) es nuestro entendimiento, no nuestra sensibilidad, ni tampoco nuestra facultad de imaginar. 11- ¿Qué implicancias conlleva para la fundamentación del sujeto juzgar que la cera existe? Cito a unx de lxs compañerxs sobre este punto: “Al juzgar que la cera existe por medio de la facultad del entendimiento o la introspección del espíritu, el sujeto puede afirmar, asimismo, su propia existencia. Y es así que Descartes le da primacía al argumento de la propia existencia: conocer cualquier otro cuerpo me lleva a afirmar que existo. La facultad de conocer los cuerpos extensos, las cosas, nos permite tener la certeza de nuestra propia existencia, dado que nosotros pensamos y tenemos actividad en nuestro entendimiento al momento de conocerlas” (Jeremías Ortelli). Aquí se rescata el hecho de que, finalmente, nuestro conocimiento de los cuerpos no depende de la percepción sensible, sino de la actividad de concebir propia de nuestro intelecto puro, la misma facultad mediante la cual arribamos al conocimiento indudable de nuestra propia existencia. El conocimiento que tenemos de los cuerpos, finalmente, incorpora siempre una referencia a nuestra existencia, en tanto ese conocimiento depende de la actividad de nuestro pensamiento, mediante la cual nos apercibimos, también, de nuestra propia existencia. 12- Explique, según las consideraciones que realiza Descartes, qué facultad le permite acceder a un conocimiento claro y distinto. La solución a esta pregunta se ha ido desarrollando ya en el comentario precedente. Y seguramente ustedes mismxs lo han considerado mientras trabajaban. No quedaría más que consignar de manera explícita lo que ya hemos sugerido: el conocimiento claro y distinto (es decir evidente) solamente puede apoyarse en nuestra razón o intelecto puro, y no en la percepción sensible. Sin embargo, quizás conviene aclarar que en la segunda meditación no tenemos, todavía, un panorama demasiado prometedor. Hasta aquí hemos visto que se puede dudar razonablemente de muchísimas cosas que antes habíamos tenido por verdaderas, pero también hemos visto que hay algunas cosas de las que no es posible dudar. Por ejemplo, no puedo dudar de que existo, y también parece que es evidente que no soy más que una cosa que piensa. Pero no tenemos realmente mucho más que esto cuando llegamos al fin de la segunda meditación. Todavía no estamos en condiciones de afirmar que 2+2 es 4, porque si hubiera un genio maligno (y no podemos descartar aún esa hipótesis) sería, de todos modos, evidente que existo, pero no sería evidente ninguna proposición matemática (y menos aún lo serían cosas menos claras y distintas que las proposiciones matemáticas). Sólo sé que yo existo, y que soy una cosa pensante, pero no sé nada más que eso. La situación al final de la segunda meditación puede caracterizarse como un solipsismo (palabra que proviene de las expresiones latinas “Solus” e “ipse”, que podríamos traducir como “solo” y “yo mismo”, respectivamente), pues nada puedo afirmar como verdadero (evidente) más allá de mi propia existencia....


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