Reflexiones S. Freud (1911) – Caso schreber – III. Acerca del mecanismo paranoico PDF

Title Reflexiones S. Freud (1911) – Caso schreber – III. Acerca del mecanismo paranoico
Course Psicología Clínica
Institution Instituto Politécnico Nacional
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S. Freud (1911) – Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente – III. Acerca del mecanismo paranoico

Freud comienza a esbozar la construcción de la paranoia como una entidad clínica desde 1994 en “las neuropsicosis de defensa”, en donde clasifica a la psicosis como una neurosis de defensa, agrupándola junto con las neurosis histérica y obsesiva debido al carácter común entre estas formaciones clínicas; la defensa del Yo contra una representación inconciliable – de carácter sexual o vergonzosa–. El yo se defiende de la representación inconciliable mediante un divorcio entre la representación y su afecto, debilitando así a la representación, sin embargo tras este divorcio, en la histeria y la obsesión aún permanecen dentro del ámbito psíquico, siendo convertida a lo somático en la histeria, y desplazada por un enlace falso en la neurosis obsesiva. Para la psicosis alucinatoria Freud plantea una modalidad defensiva distinta, más enérgica y exitosa, la Verwerfen, es decir, desestimar, tratar a la representación inconciliable como no acontecida. Freud lo plantea como si el yo, para defenderse, se refugia en la psicosis, arrancándose de sí mismo la representación inconciliable, pero al hacerlo arranca también – total o parcial – un tramo de la realidad objetiva a la cual está entramada la representación inconciliable. Viéndolo desde la perspectiva Lacaniana podríamos decir que esto produce una desgarradura en el registro simbólico, es decir, el costo de esta defensa más enérgica y exitosa – arrancar de sí la representación, desestimarla, tratarla como no acontecida – es que deja tras de sí un hueco, un vacío en la estructura, el cual el Yo – como Freud lo menciona – trata de repararlo mediante la construcción de la alucinación o el delirio. Dos años después en “nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” (1996), Freud puntualiza que los síntomas alucinatorios de la psicosis de defensa consisten en un retorno de lo reprimido, es decir, tras la fase de la represión propiamente dicha, los recuerdos reprimidos son susceptibles de consciencia tras vencer una resistencia, que al vencerla, se desfigura lo reprimido y se da una formación de compromiso entre la resistencia y el poder de lo retornante mediante el mecanismo de proyección, produciendo así los síntomas alucinatorios (visuales, auditivos, etc.) como si éstos mismos fueran una parte del inconsciente reprimido pero ahora retornando desde afuera. Esta concepción de las psicosis es elaborada en un momento muy temprano de la obra Freudiana. Habrá que esperar hasta 1911 donde Freud vuelve a retomar el estudio de las psicosis con el caso Schreber, ya después de sus “tres ensayos de una teoría sexual” (1905), y después de sus intercambios intelectuales con la escuela de Zurich, en particular con Karl Abraham de quien obtiene el germen teórico para elaborar la teoría del narcisismo. El caso Schreber puede ser leído en paralelo junto con “introducción al narcisismo” (1914), “pulsiones y destinos de pulsiones” (1915), entre otros (Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico, neurosis y psicosis, la pérdida de la realidad en la neurosis y psicosis, la escisión del yo en el proceso defensivo), y también se puede complementar con los aportes post freudianos

de M. Klein sobre la posición esquizo paranoide y su mecanismo de proyección, y los aportes de J. Lacan sobre la forclusión del nombre-del-padre. Antes de continuar con el caso Schreber, retengamos en mente los destinos de las pulsiones (1914) o las variedades defensivas contra las pulsiones, las cuales pueden ser    

Trastorno en lo contrario Vuelta a la persona propia Represión Sublimación

Respecto al trastorno a lo contrario, Freud menciona que bien ateñe a las metas (mudando de actividad a pasividad, etc.), o bien ateñe al contenido (amor a odio, etc.), y respecto al a vuelta a la propia persona, sólo cambia la vía del objeto mientras que la meta sigue igual. Ahora bien, en la parte tres del caso Schreber, Freud aborda el mecanismo paranoico desde los mecanismos de la formación de síntomas, y el de la represión, y atribuye el carácter paranoico y el centro del conflicto patológico a una fantasía de deseo homosexual la cual se vuelve inconciliable para el Yo y por lo tanto se defiende de ésta. Dentro del historial del caso Schreber, Freud destaca un primer delirio de persecución por parte del Dr. Flechsing quien persigue a Schreber para abusar sexualmente de él. Posteriormente aparece un segundo delirio que consta, primero de la convicción del sepultamiento (fin) del mundo, lo cual después produce un delirio de grandeza, o de redención, junto con la emasculación, siendo esta transformación en mujer el vínculo que une a ambos delirios. Para explicar la formación de estos delirios, Freud los aborda desde el desarrollo psicosexual. En el desarrollo libidinal, en un primer momento el bebé se encuentra en una etapa de autoerotismo en donde satisface sus pulsiones dentro de su mismo cuerpo. Anudado a esto se despliega la etapa narcisista en donde se sintetizan en una unidad las pulsiones sexuales autoeróticas y el sujeto se toma a sí mismo como un objeto de amor. Posteriormente la libido, desde el narcisismo primario, de despliega hacia el exterior para elegir como objeto de amor a una persona ajena, lo cual se conoce como la fase de la elección de objeto. Lo característico de la etapa narcisista es que, al tomarse a sí mismo como objeto, lo que predomina es la preeminencia de los genitales del niño, que predetermina una elección de objeto con genitales parecidos, es decir, una elección de objeto de tipo homosexual, la cual es constitutiva en todo sujeto. En el desarrollo “normal” de la libido (que produce sujetos heterosexuales), después de esta etapa narcisista, las aspiraciones homosexuales no son canceladas ni suspendidas, sino apartadas de la meta sexual y conducidas a nuevas aplicaciones mediante un apuntalamiento en las pulsiones yoicas para construir las pulsiones sociales, es decir, las aspiraciones homosexuales se subliman a pulsiones sociales, tal como la amistad, camaradería, la comunidad, el amor universal, etc. En el caso de la paranoia, el desarrollo libidinal queda estancado en la etapa narcisista, o mejor dicho, se da una fijación en el narcisismo (“se demoran en ella un tiempo más largo”), permaneciendo así la libido en un estadío infantil y creando una predisposición patológica en la

que, tras un desbordamiento libidinal, o una regresión de la libido, es susceptible de que se deshagan las sublimaciones pulsionales previamente adquiridas, sometiendo así nuevamente las pulsiones sociales a la sexualización. Y es precisamente de esta sexualización de las investiduras pulsionales sociales de las cuales se defiende el paranoico. Freud menciona que este desbordamiento o regresión libidinal, puede ser producido por una frustración (ya sea desengaño con la mujer, o fracaso en vínculos sociales con hombres), o bien por un acrecentamiento libidinal violento el cual no pueda ser tramitado. Ahora bien, antes de abordar el mecanismo de la formación de síntomas y el de la represión, Freud analiza las formas en las que se manifiesta el delirio paranoico. Primero abordemos el primer delirio que padece Schreber, el delirio de persecución por el Dr. Flechsing quien quiere abusar sexualmente de Schreber. Como veíamos, este delirio es una forma de defenderse de la fantasía homosexual de “yo lo amo”. Freud menciona que esta frase se puede contradecir de 4 maneras distintas, las cuales producen las diversas manifestaciones del delirio paranoico. Los podemos leer siguiendo los destinos de pulsiones previamente mencionados 1. Delirio de persecución En este caso el verbo (el contenido) sufre una transformación en lo contrario , pasando de “yo lo amo”, a “yo lo odio”. Hasta aquí sigue permaneciendo dentro del ámbito de la percepción interna, la cual se proyecta al exterior y se sustituye por una percepción externa: Él me odia… porque me persigue (porque quiere abusar sexualmente de mí) Cabe destacar que en este caso, el perseguidor, previo al delirio, en algún momento fue un objeto amado. 2. Erotomanía Aquí el objeto cambia de vía, pasando de “yo lo amo”, a “yo la amo”, y posteriormente se proyecta al exterior formando el deliro de “ella me ama”, con lo cual nuevamente se sustituye por una percepción externa de ser amado. 3. Delirio de celos Aquí Freud menciona que falta la desfiguración proyectiva, y que lo que se da es un cambio de vía del sujeto que ama, de manera que el proceso es arrojado fuera del yo. Es decir, se contradice el sujeto y se vuelve en lo contrario. Así, el “yo la amo” se convierte en “él la ama”, y “yo lo amo” se convierte en “ella lo ama”. 4. Delirio de grandeza En esta contradicción, se desautoriza por completo la frase “yo lo amo”, es decir se convierte en “yo no amo a nadie”. Pareciera que seguido a esto se da una vuelta a la persona, convirtiéndose en “yo me amo solo a mi”, lo cual produce un delirio de grandeza

Ahora bien, tras estas elucidaciones Freud obtiene los elementos necesarios para abordar el mecanismo de formación de síntomas; la proyección Empero, es interesante cómo la proyección se emplea de manera distinta en la psicosis y en las neurosis, pues en la neurosis, la libido sofocada o reprimida en el interior es proyectada hacia afuera, es decir, en la neurosis la proyección sigue un curso de adentro hacia afuera. Mientras que en la psicosis se da al contrario; no es tanto que se sofoque la libido de un objeto interno, sino más bien simplemente se cancela, es decir no lo reprime sino que lo desestima, lo excluye de sí, se deshace del objeto interno y lo expulsa fuera de sí, o como diría Lacan, queda fuera del registro simbólico. Pero luego esto cancelado retorna desde afuera, aparece en lo real. Ahora aquí ya no sigue como en la neurosis el curso de adentro hacia afuera, sino que lo “reprimido” o cancelado, se muda del inconsciente hacia el exterior, y es vivido como de afuera hacia adentro, ya sea en alucinaciones auditivas, visuales, etc. Es interesante rescatar aquí la propuesta de Mleanie Klein respecto a la posiciones esquizo paranoide y el mecanismo de la proyección. Pareciera que Klein utiliza este mecanismo en el mismo sentido que Freud, pues menciona que el bebé proyecta fuera de sí – hacia el pecho – sus pulsiones violentas y agresivas, transformando de esta manera al pecho en un pecho malo, persecutorio, el cual el bebé piensa que lo quiere dañar, así como él en su fantasía ha dañado al pecho. Es decir, el bebé expulsa de sí sus pulsiones agresivas y las pone en el exterior, y ahora las persigue como persecutorias, viniendo de afuera hacia adentro. Ahora, volviendo a Freud, él no establece el mecanismo de la proyección como exclusivo de la paranoia, ya que por un lado, la proyección también se da en los demás tipos de paranoias y se emplea de manera distinta, y por otro lado, la proyección no ocurre sólo en las paranoias sino también en las neurosis. Por lo tanto, afirma que la formación de síntomas en la paranoia no se explica mediante el mecanismo de la proyección. Después de abandonar la explicación del mecanismo de formación de síntomas, Freud retoma la vía de la represión para explicar las producciones patológicas de la paranoia, sin embargo debemos aclarar que la represión como tal es el mecanismo fundamental de la neurosis, mientras que en la psicosis opera de una manera distinta. Freud divide el proceso de la represión en tres fases 1. Fijación; es la condición previa para cada represión. Se da cuando una pulsión no recorre el desarrollo psicosexual “normal” y permanece en un estadío más infantil. Este es un proceso pasivo. 2. Represión propiamente dicha; este proceso parte del yo y es esencialmente activo, es un esfuerzo de dar caza a las representaciones inconciliables 3. Fracaso de la represión; posterior a la fase dos, se da una irrupción, un retorno de lo reprimido, desde el lugar de la fijación, y produce también una regresión libidinal a ese lugar Siguiendo al caso Schreber, podemos analizar ahora la formación de su segundo delirio, el del “sepultamiento (fin) del mundo”, siguiendo estas tres fases del proceso de represión

1. Fijación libidinal en la etapa narcisista 2. La represión propiamente dicha se da mediante un desasimiento libidinal, es un retiro radical de la libido que estaba puesta en el mundo y en los objetos. Este proceso se da de manera silenciosa y, al igual que en las neurosis, no es patológico, ni es el período de la enfermedad. 3. Lo reprimido retorna mediante la formación del delirio de grandeza (la misión divina de redención, y la emasculación) Lo interesante en este caso es que, al reprimir, sustrae la investidura libidinal del mundo exterior y de los objetos, es decir, se vuelve indiferente ante éstos (fin del mundo), sepulta el mundo exterior al extraer el amor depositado en él. Y posteriormente el retorno de lo reprimido consiste en la formación delirante por medio de la cual reconstruye el mundo destruido, lo cual a simple vista podría considerársele como una producción patológica delirante, sin embargo para el paranoico consiste más bien en un intento de reestablecer o reconstruir el mundo destruido. El deliro de grandeza se explica desde la regresión a la etapa narcisista sucumbida tras la represión, es decir, tras el desasimiento de la libido del mundo exterior, ahora la libido se emplea por vía regresiva a la etapa narcisista en donde el yo era el único objeto sexual, produciendo así una magnificación del Yo. Para concluir este ensayo podemos resumir lo previamente expuesto: 





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El curso del desarrollo libidinal en la psicosis sufrió una fijación en la etapa narcisista dando lugar a una predisposición libidinal homosexual. Podríamos decir que posteriormente, ya en la vida adulta, se logró una sublimación de las pulsiones homosexuales hacia las pulsiones sociales, hasta el momento en que deviene alguna vivencia que active la represión propiamente dicha, de manera que se deshace la sublimación y se sexualizan los vínculos sociales. Schreber se defiende de las pulsiones homosexuales aflorantes con los mecanismos de proyección y convertimiento en lo contrario. Así pasa de “yo amo al Dr. Flecshing”, a “Yo odio al Dr. Flechsing porque me odia y me persigue para abusar sexualmente de mí”. Posterior a esto se da un período de “salud” en donde desaparecen los delirios por ocho años, hasta que de pronto vuelven a surgir nuevos delirios, lo cual podría ser una nueva manifestación del deseo homosexual de ver nuevamente al Dr. Flechsing, pues si Schreber recae en la enfermedad, tendría que regresar a ser tratado nuevamente por Flechsing. En este segundo período de la enfermedad surge el delirio del sepultamiento del mundo, lo cual es la manifestación delirante del desasimiento libidinal del mundo exterior La libido sustraída se emplea al engrandecimiento del Yo mediante vía regresiva a etapa narcisista. Surge el delirio de orden místico de ser enviado por Dios como redentor A este delirio, como justificación o racionalización secundaria, se le anuda el delirio de la emasculación – la transformación en mujer –, lo cual es el retorno de lo reprimido como una formación de compromiso, en donde a la vez logra por un lado defenderse de su deseo homosexual, pero a la vez logra satisfacerlo al convertirse en mujer.

Cabe rescatar una peculiaridad de la formación de delirios que, como Freud lo menciona, posee un carácter creativo como un intento de reconstrucción de lo destruido por el desasimiento libidinal. Lo que me llama la atención de este carácter es el cómo se va formando el delirio como una forma

de defenderse, justificándose a sí mismo un delirio tras otro mediante formaciones de compromiso entre las representaciones reprimidas y la instancia represora. Una crítica u objeción que se le podría hacer a Freud sería que atribuye el núcleo patógeno de la paranoia a la fantasía del deseo homosexual, y cómo explica desde ahí que los delirios paranoicos son las diversas formas de contradecir la homosexualidad. Habría que esperar hasta los aportes de Lacan para abrirnos a una perspectiva estructural de la paranoia como entidad clínica, donde el núcleo de ésta será el mecanismo de la forclusión, del significante del nombre del padre....


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