Resumen de La Tercera Ola PDF

Title Resumen de La Tercera Ola
Course Comunicación Oral y Escrita
Institution Universidad Tecnológica de México
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TOFFLER, Alvin La tercera ola Ediciones Nacionales, de Lectores, Edinal, 1981, 533 pp. (t.: The Third Wave) CONTENIDO de una la obra se divide en 4 partes: Un entrechocar de olas, pp. La segunda ola, pp. La tercera ola, pp. pp. tercera ola es para los que creen que la historia humana, lejos de concl...


Description

TOFFLER, Alvin La tercera ola Ediciones Nacionales, Círculo de Lectores, Edinal, Bogotá 1981, 533 pp. (t.o.: The Third Wave) CONTENIDO Después de una introducción, la obra se divide en 4 partes: 1ª.— Un entrechocar de olas, pp. 17-27 2ª.— La segunda ola, pp. 29-131 3ª.— La tercera ola, pp. 131-355 4ª.— Conclusión, pp. 355-431 "La tercera ola es para los que creen que la historia humana, lejos de concluir, no ha hecho sino empezar" (p. 9). Ante los cambios, a veces aterradores, que se están presentando, "descubrimos de pronto que muchas de las condiciones que producen los más graves peligros de hoy abren también la puerta a fascinantes potencialidades nuevas. La tercera ola nos muestra esas nuevas potencialidades (...). Demuestra claramente (...) que puede lograrse que la civilización que está surgiendo sea más sana, razonable y defendible, más decente y más democrática que ninguna que hayamos conocido jamás. Si el razonamiento central de este libro es correcto, existen poderosas razones para un optimismo a largo plazo, aunque, con toda probabilidad, los años de transición inmediatamente venideros hayan de ser tempestuosos y estar plagados de crisis" (p. 11). El autor, en la p. 11, explica la diferencia entre esta obra y su "Shock del futuro", anterior: ambas hablan del cambio, pero El Shock se fija preferentemente en el proceso de cambio mientras que la presente obra se fija en su estructura, resultando así dos libros complementarios. La tercera ola describe la agonizante civilización industrial en términos de una 'tecnosfera', una 'sociosfera' y una 'energosfera'; y, seguidamente, expone la forma en que cada una de ellas está experimentando revolucionarios cambios en el mundo actual. Intenta mostrar las relaciones de estas partes entre sí, así como con la 'biosfera' y la 'psicosfera', esa estructura de relaciones psicológicas y personales a cuyo través los cambios operados en el mundo exterior afectan a nuestras vidas más privadas. La tercera

ola sostiene que una civilización hace uso también de ciertos procesos y principios que desarrolla su propia 'superideología' para explicar la realidad y para justificar su propia existencia (...). La gran metáfora de esta obra (...) es la de las olas de cambio que chocan entre sí (p. 13). Capítulo I. Superlucha "Una nueva civilización está emergiendo en nuestras vidas, y hombres ciegos están intentando en todas partes sofocarla. Esta nueva civilización trae consigo nuevos estilos familiares; formas distintas de trabajar, amar y vivir; una nueva economía; nuevos conflictos políticos; y, más allá de todo esto, una conciencia modificada también (...). El amanecer de esta nueva civilización es el hecho más explosivo de nuestra vida. Es el acontecimiento central, clave para la comprensión de los años inmediatamente venideros. Es un acontecimiento tan profundo como aquella primera ola de cambio desencadenada hace diez mil años por la invención de la agricultura, o la sísmica segunda ola de cambio disparada por la revolución industrial. Nosotros somos hijos de la transformación siguiente, la tercera ola" (p. 17). "La tercera ola trae consigo una forma de vida auténticamente nueva basada en fuentes de energía diversificadas y renovables; en métodos de producción que hacen resultar anticuadas las cadenas de montaje de la mayor parte de las fábricas; en nuevas familias no nucleares; en una nueva institución, que se podría denominar el 'hogar electrónico'; y en escuelas y corporaciones del futuro radicalmente modificadas. La civilización naciente escribe para nosotros un nuevo código de conducta y nos lleva más allá de la uniformización, la sincronización y la centralización, más allá de la concentración de energía, dinero y poder. Esta nueva civilización, al desafiar a la antigua, derribará burocracias, reducirá el papel de la Nación-Estado y dará nacimiento a economías semiautónomas en un mundo postimperialista. Exige Gobiernos que sean más sencillos, más eficaces y, sin embargo, más democráticos que ninguno de los que hoy conocemos. Es una civilización con su propia y característica perspectiva mundial, sus propias formas de entender el tiempo, el espacio, la lógica y la causalidad. Por encima de todo, como veremos, la civilización de La tercera ola comienza a cerrar la brecha histórica abierta entre productor y consumidor, dando origen a la economía del 'prosumidor' del mañana. Por esta razón, entre muchas otras, podría resultar (...) la primera civilización verdaderamente humana de toda la historia conocida" [1]. "El nacimiento de la agricultura constituyó el primer punto de inflexión en el desarrollo social humano" y la revolución industrial, el segundo (p. 21); "antes de la primera ola de cambio, la mayoría de los humanos vivían en grupos pequeños

y, a menudo, migratorios (...). En algún momento, hace aproximadamente diez milenios, se inició la revolución agrícola y se difundió lentamente por el Planeta, extendiendo poblados, asentamientos, tierra cultivada y una nueva forma de vida". Esta ola de cambio existía aún cuando llegó la revolución industrial (finales del s. XVII). Este nuevo proceso —industrialización— se movió rápidamente por todas partes: así, dos procesos de cambio entrechocaban en toda la tierra (p. 21). Hoy día, la primera ola está ya casi acabada; la segunda aún se extiende, pero ha comenzado la tercera ola; de modo que hoy se da el entrecruzamiento de las tres olas de cambio, "todas ellas moviéndose a velocidades diversas y con diferentes grados de fuerza entre sí" (id.). "Las entrecruzadas corrientes creadas por estas olas de cambio se reflejan en nuestro trabajo, nuestra vida familiar, nuestras actitudes sexuales y nuestra moralidad personal (...) El conflicto entre los grupos de la segunda y tercera ola constituye, de hecho, la tensión política central que surca nuestra sociedad actual" (p. 24). Capítulo II. La arquitectura de la civilización Toffler describe el choque entre las civilizaciones de la primera y de la segunda ola al aparecer la revolución industrial. Después, pasa a hablar del prerequisito de cualquier civilización, que para él, es la energía (p. 32). Las sociedades de la primera ola explotaban fuentes de energía renovables; las de la segunda, fuentes no renovables (carbón, gas, petróleo). Y paralelamente, en la segunda ola, se produjo un gigantesco avance en el campo de la tecnología. Esta nueva tecnología abrió las puertas a la producción en serie: "Al extenderse sobre el Planeta la segunda ola, la tecnosfera agrícola fue reemplazada por una tecnosfera industrial: las energías no renovables fueron directamente aplicadas a un sistema de producción en serie, que a su vez, vomitó mercancías sobre un sistema de distribución en serie altamente desarrollado" (p. 35). Esta tecnosfera creó una sociosfera paralela: nuevas formas de organización social. Apareció la "llamada familia nuclear —padre, madre y unos pocos hijos, sin parientes molestos—" que "se convirtió en el modelo 'moderno' standar, socialmente aprobado, de todas las sociedades industriales, tanto capitalistas como socialistas" (p. 36). Paralelamente, aparece la educación pública general que, con la familia nuclear, formó parte del "único sistema integrado para la preparación de jóvenes con miras al desempeño de papeles en la sociedad industrial" (p. 37). Aparece entonces la gran corporación y una "refinada infosfera, canales de comunicación por los cuales podían distribuirse mensajes individuales y colectivos tan eficazmente como mercancías o materias primas. Esta infosfera se entrelazaba con la tecnosfera y la sociosfera, ayudando a integrar la producción económica con el comportamiento privado. Cada una de estas esferas desempeñaba una función clave en el sistema y no habría podido

existir sin las otras. La tecnosfera producía y asignaba riqueza; la sociosfera, con sus miles de organizaciones interrelacionadas, asignaba determinados papeles a los individuos integrados en el sistema. Y la inosfera (sic) asignaba la información necesaria para el funcionamiento de todo el sistema. Juntas, formaban la arquitectura básica de la sociedad" (p. 42). Capítulo III. La cuña invisible "La segunda ola (...) separó violentamente dos aspectos de nuestras vidas que siempre, hasta entonces, habían sido uno solo. Al hacerlo, introdujo una gigantesca e invisible cuña en nuestra economía, nuestras mentes e incluso en nuestra personalidad sexual (...). La revolución industrial (...) destruyó la unidad subyacente de la sociedad, creando una forma de vida llena de tensión económica, conflicto social y malestar psicológico (...). Las dos mitades de la vida humana que la segunda ola separó fueron la producción y el consumo. Estamos acostumbrados, por ejemplo, a pensar en nosotros mismos como productores o consumidores. Esto no fue siempre cierto. Hasta la revolución industrial, la gran mayoría de todos los alimentos, bienes y servicios producidos por la especie humana, eran consumidos por los propios productores, sus familias, o una pequeña élite, que recogía los excedentes para su propio uso" (p. 45). "El industrialismo rompió la unión de producción y consumo y separó al productor del consumidor. La economía fundida de la primera ola se transformó en la economía dividida de la segunda ola. Las consecuencias de esta fusión fueron trascendentales (...). La economía se mercatizó" (p. 47), porque según Toffler, la plaza de mercado, que era antes un fenómeno secundario periférico, entro en el "vértice mismo de la vida" (id.). "Este divorcio entre producción y consumo, que se convirtió en característica definidora de todas las sociedades industriales de la segunda ola, afectó incluso a nuestras mentes y a nuestras suposiciones sobre la personalidad. Se llegó a considerar el comportamiento como una serie de transacciones. En lugar de una sociedad basada en la amistad, el parentesco o la lealtad feudal o tribal, al paso de la segunda ola surgió una civilización basada en lazos contractuales, reales o sobreentendidos. Incluso maridos y mujeres hablan hoy de contratos matrimoniales" (p. 49). "La brecha abierta entre estas dos funciones —productor y consumidor— creó al mismo tiempo una personalidad dual" (p. 49); y esto comportó la división de los sexos: "Los hombres, preparados desde la niñez para su papel en el taller, donde se desenvolverían en un mundo de interdependencias, eran incitados a tornarse 'objetivos'. Las mujeres, preparadas desde el nacimiento para las tareas de reproducción, cuidado de los hijos y labores domésticas, realizadas en considerable medida en completo aislamiento social, eran aleccionadas para ser 'subjetivas' (...) y se las consideraba frecuentemente

incapaces de la clase de pensamiento racional y analítico que, supuestamente, acompañaba a la objetividad" (pp. 51-52). Capítulo IV. Infringiendo el código "Toda civilización tiene un código oculto, un conjunto de reglas o principios que presiden todas sus actividades y las impregnan de un repetido diseño. Al extenderse el industrialismo (...) se hizo visible su diseño oculto. Se componía de seis principios interrelacionados que programaban el comportamiento de millones de personas. Surgidos naturalmente del divorcio entre producción y consumo, estos principios afectaron a todos los aspectos de la vida desde el sexo y las diversiones, hasta el trabajo y la guerra". Son estos principios: a. Uniformización: "Todo el mundo sabe que las sociedades industriales crean millones de productos idénticos", y esto influye en la creación de un género de vida, un lenguaje, máquinas, procesos y escuelas también uniformes (cfr. pp. 53-55). b. Especialización: "Cuanta más diversidad eliminaba la segunda ola en materia de idioma, ocio y estilo de vida, más diversidad se necesitaba en la esfera de trabajo. Acelerando la división del trabajo, la segunda ola sustituyó al campesino más o menos habilidoso por el especialista concienzudo y el obrero que solamente realizaba una tarea repetida hasta el infinito" (p. 56). "Entre comunistas, capitalistas, ejecutivos, educadores, sacerdotes y políticos, la segunda ola produjo una mentalidad común y una tendencia hacia una división del trabajo más refinada aún (...). Los grandes uniformizadores y los grandes especializadores marchaban tomados de la mano" (p. 57). c. Sincronización: La segunda ola sincronizó la vida laboral y la vida social, separándola de sus ritmos normales y supeditándolas al reloj y "exigencias de máquina". "Las más íntimas rutinas de la vida quedaron comprendidas en el sistema de ritmo industrial (...); las familias se levantaban simultáneamente, comían al mismo tiempo, salían al trabajo, trabajaban, regresaban a casa, se acostaban, dormían e incluso hacían el amor más o menos al unísono, al paso que la civilización entera, además de la uniformización y la especialización, aplicaba el principio de sincronización" (p. 59). d. Concentración: Las sociedades de la segunda ola concentraron la energía —en vez de la dispersión de fuentes energéticas de la primera ola: depósitos altamente concentrados de combustible fósil. Pero, además, se concentró también la población, apareciendo centros urbanos gigantescos, y se concentró también el

trabajo: miles de trabajadores que laboran bajo un mismo techo con las grandes fábricas (pp. 59-60). e. Maximización: Recurso a la gran escala en todos los niveles. f. Centralización: El gobierno centralizado en lo político y en lo económico, la creación de los Bancos Centrales. Toffler concluye que estos 6 principios concluyeron al auge de la burocracia (p. 66). Capítulo V. Los técnicos del poder Las sociedades de la segunda ola estaban gobernadas por especialistas en integración, ya que esta ola fraccionó la vida y la cultura de la comunidad. Estos integradores "definían funciones y asignaban trabajos. Decidían quien obtenía qué recompensas. Trazaban planes, fijaban criterios y daban o retiraban credenciales. Enlazaban la producción, la distribución, el transporte y las comunicaciones. Fijaban las reglas conforme a las cuales interactuaban las organizaciones (...) hacían encajar las piezas de la sociedad. Sin ellos, nunca habría podido funcionar el sistema de la segunda ola" (p. 68). Aspiraron y lograron fijar las políticas comerciales estos integradores: directores contratados por las empresas o administradores económicos que colocaban dinero de otras personas (y esto no lo hacían ni los propietarios ni, mucho menos, los obreros). Los integradores, dice el autor, asumieron el control. "De esta necesidad de integración de la civilización de la segunda ola surgió el mayor coordinador de todos, el motor integracional del sistema: un Gobierno grande" (p. 70), emergieron así una enorme maquinaria gubernamental y grandes organizaciones, compañías de producción. "Las Sociedades de la segunda ola estaban gobernadas por los integradores" (p. 71). "En la actualidad, mientras la tercera ola de cambio 'aparece', empiezan también a aparecer las primeras grietas en el sistema de poder" (p. 73). Se requiere descentralización. Capítulo VI. El esquema oculto La segunda ola trajo consigo una concepción mecanicista de la sociedad. "Empapados de este pensamiento mecanicista, imbuidos de una fe casi ciega en el poder y la eficiencia de las máquinas", los revolucionarios fundadores de la segunda ola —tanto capitalistas como socialistas—, "inventaron (...) sociedades políticas que participan de muchas de las características de las primeras máquinas industriales (...). Así como la fabrica vino a simbolizar toda la tecnosfera industrial, el Gobierno representativo (por desnaturalizado que esté), se convirtió en el símbolo de status de toda nación 'avanzada'. De hecho, incluso muchas

naciones no industriales —bajo las presiones ejercidas por los colonizadores o a través de la ciega imitación— se apresuraron a instalar el mismo universal equipaje representativo" (pp. 77 y 79). "En este sistema, el gobierno representativo era el equivalente político de la fábrica. De hecho, era una fábrica destinada a la confección de decisiones integracionales colectivas. Como la mayor parte de las fábricas, estaba dirigida desde arriba. Y, como la mayor parte de las fábricas, se va quedando ahora progresivamente anticuada, víctima de la tercera ola" (p. 83). Esto, para Toffler, es un engaño: el pueblo cree que está gobernando a través de sus representantes cuando en verdad lo que hacen las élites. "De hecho lejos de debilitar el control ejercido por las élites directivas, la maquinaria formal de representación se convirtió en uno de los medios clave de integración por los que se mantenían a sí mismas en el poder" (p. 81). Capítulo VII. Un frenesí de naciones El nacionalismo nace con la segunda ola: "Se pueden considerar los levantamientos nacionalistas provocados por la revolución industrial en los EE.UU, Francia, Alemania y el resto de Europa como esfuerzos para elevar el nivel de integración política al nivel de integración económica, en rápido ascenso, que acompañó a la segunda ola. Y fueron esos esfuerzos, no la poesía ni místicas influencias, lo que condujo a la división del mundo en unidades nacionales separadas. (...) Y por debajo de la nación subyacía el imperativo familiar del industrialismo: el impulso hacia la integración (p. 88). Capítulo VIII. El impulso imperial La segunda ola apareció con un impulso imperialista: "al aumentar la fabricación masiva de productos, las nuevas élites industriales necesitaban mercados mayores y nuevas salidas a la inversión" (p. 92). El fantasma del desempleo empujó a las potencias europeas a la colonización. Estas consideraciones económicas iban mezcladas con consideraciones estratégicas, fervor religioso, idealismo y aventura, "al igual que el racismo, con su implícita presunción de la superioridad blanca o europea" (p. 92). En 1492, cuando Colón descubrió América, "los europeos controlaban sólo el 9% del globo. Para 1801 dominaban la tercera parte. Para 1880, las dos terceras partes. Y en 1935 los europeos controlaban el 85% de la tierra firme del planeta y el 70% de su población. Como la sociedad misma de la segunda ola, el mundo se hallaba dividido en integradores e integrados" (p. 97). Pero desde 1944 hasta los primeros años de la década de los 70, USA aparece como el integrador de integradores: entró a dominar este sistema imperialista. Posteriormente este

papel ha sido desafiado por la Unión Soviética, que tomó, después de la segunda guerra mundial, una parte de Europa como campo propio de colonización: los países 'satélites'. El gran designio, pues, es éste: la civilización de la segunda ola dividió y organizó al mundo en naciones-estado separadas. Necesitando los recursos del resto del mundo arrastró a las sociedades de la primera ola y a los restantes pueblos primitivos del mundo hasta introducirlos en el sistema monetario. Creó un mercado globalmente integrado. Pero el exuberante industrialismo era algo más que un sistema económico, político o social. Era también una forma de vida y una forma de pensamiento. Produjo la mentalidad de la segunda ola. "Esta mentalidad constituye en la actualidad el principal obstáculo a la creación de una viable civilización de la tercera ola" (p. 103). Capítulo IX. Indusrealidad Toffler da este nombre a la concepción del mundo propia de la segunda ola: la define como "el grupo culminante de ideas y presunciones con que se enseñaba a los hijos del industrialismo a comprender su mundo. Era el bagaje de premisas empleadas por la civilización de la segunda ola, por sus científicos, dirigentes comerciales, estadistas, filósofos y propagandistas" (p. 105). Y esta superideología ha sido común a países y bloques que se oponen: "Como misioneros católicos y protestantes empuñando diversas versiones de la Biblia, pero predicando ambos a Cristo, marxistas y antimarxistas por igual, capitalistas y anticapitalistas, americanos y rusos, se adentraron en Africa, Asia y Latinoamérica —las regiones no industriales del mundo—, portando ciegamente el mismo conjunto de premisas fundamentales. Ambos predicaban la superioridad del industrialismo sobre todas las demás civilizaciones. Ambos eran apasionados apóstoles de la indusrealidad" (p. 106). Este "credo" se basa en tres ideas comunes a todas las naciones de la segunda ola. La primera idea es que la naturaleza es un objeto que espera ser explotado. Idea basada en el Génesis, ...


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