Resumen Teatro Xviii-XXI (Glez Flores) PDF

Title Resumen Teatro Xviii-XXI (Glez Flores)
Course Teatro Español: Siglos XVIII-XXI
Institution UNED
Pages 44
File Size 1.6 MB
File Type PDF
Total Downloads 49
Total Views 113

Summary

Resumen del manual Teatro Español siglos XVIII-XXI...


Description

I. El teatro en el siglo XVIII 1. CONTEXTOS HISTÓRICO Y CULTURAL 1.1. Contexto histórico En España, el siglo XVIII se inició con la guerra de Sucesión (1701-1713), que supuso la instauración de la Casa de Borbón en la corona española. Con la entronización de Felipe V empezó la implantación y consolidación de la influencia francesa en España; aunque esta influencia se había iniciado ya en el siglo XVII, y es posible constatarla en autores como Gracián, Quevedo, Lope o Calderón, será en esta centuria cuando alcance un auge significativo. Bajo Felipe V, a imitación francesa, se funda la Biblioteca Nacional en 1712, así como las reales Academias, la de la lengua en 1713, que publicaría ese mismo siglo el Diccionario de Autoridades y las primeras ediciones de la Ortografía y la Gramática. Le siguen los reinados de Fernando VI y Carlos III, durante los cuales se produce un proceso de modernización de España. En el reinado de Carlos IV se inicia, en general, un retroceso, pese a que Godoy intentara seguir fomentando los ideales ilustrados. 1.2. Contexto cultural El siglo XVIII supone para España el comienzo del declive, tras la gloria alcanzada durante el siglo anterior. La sociedad española estaba entonces dividida en dos grandes grupos: por un lado, los reformistas, ilustrados o novatores, una pequeña minoría que promovía el progreso de España en consonancia con lo europeo, a través del cultivo de la razón frente al barroquismo anterior; por otro lado, los más conservadores, la gran masa estática del país, anclados en las costumbres y encabezados por la nobleza y la Iglesia. Aunque durante las primeras décadas del siglo siguieron perviviendo formas artísticas y literarias del Barroco anterior, en el XVIII sobresale el movimiento intelectual de la Ilustración, que originará una nueva estética, la del neoclasicismo, que se manifestará en la literatura, el teatro, la arquitectura y las demás artes. Estamos ante un siglo en el que, junto con producciones mediocres, una serie de grandes intelectuales cultivó una amplia y sólida cultura, y gracias a la política practicada por la monarquía y sus gobiernos del Despotismo Ilustrado, la educación del pueblo como un servicio público inició su andadura pese a todas sus imperfecciones y escasos logros. Aunque, paralelamente, persistiera un pesado lastre tradicionalista y conservador en todos los órdenes. La Ilustración La Ilustración fue un movimiento intelectual basado en la sustitución de la tradición por la razón. Frente a los ideales del Antiguo Régimen (trono y altar), surgieronn en Europa unas corrientes renovadoras: el empirismo británico, nacido en el siglo XVII con Locke y Newton, unido al fervor intelectual de Montesquieu y Voltaire, desembocarían en la Enciclopedia, una empresa editorial para vulgarizar los conocimientos a la luz de la razón. Así pues, la Ilustración significó un reformismo encarnado en el 'despotismo ilustrado', que procuraba mejorar, mediante oportunas reformas y espíritu didáctico, la situación en que se encontraba en pueblo.

En España, aunque una vez más con retraso respecto a otras culturas europeas (la Iglesia, la Inquisición y los valores más conservadores así lo determinaron), se impuso un modo particular de entender el movimiento ilustrado al hacer convivir la razón, la crítica ante el pasado, con la tradición cristiana, de la mano del padre Feijóo, quien supo unir la renovación más profunda con la continuación de elementos tradicionales, como se puede ver en su Teatro crítico universal. Asimismo, encontramos otras figuras como la de Gregorio Mayans, Jovellanos, Luzán o Meléndez Valdés, entre otros. En suma, los valores enciclopédicos se impusieron y como consecuencia de ello nació en España un género nuevo en este siglo, el del ensayo. El Neoclasicismo El Neoclasicismo supone un modo nuevo de concebir el arte, basado en los postulados de la Ilustración. Este nuevo arte reacciona contra el Barroco, cargado de efectividad y complejidad, y por influjo francés e italiano vuelve sus ojos a los clásicos, en especial a Aristóteles. En el teatro neoclásico, se impuso la razón y la armonía como norma, frente a la fantasía exacerbada del Barroco: se produjo una fuerte imitación de la naturaleza, se acató la 'regla de las tres unidades' (acción, tiempo y lugar), se estableció la separación de lo cómico y lo trágico, se impuso la contención imaginativa eliminando todo aquello considerado exagerado o de 'mal gusto', y se adoptó una finalidad educativa y moralizante que sirviera para difundir los valores universales de la cultura y el progreso ('enseñar deleitando'). Estos y otros principios quedaron plasmados en la Poética de Luzán (1737).

2. VIDA ESCÉNICA El teatro, tanto en la creación como en las puestas en escena, discurre durante el siglo XVIII por dos grandes vías: por un lado la tradicionalista, que sigue la senda del teatro barroco y defiende la tradición teatral española, manteniéndose ajena a las innovaciones francesas, y por otro lado, la innovadora, que impulsa la nueva estética neoclásica e importa formas y contenidos del teatro francés e italiano. Una vez más, se enfrentan en España el tradicionalismo y la modernidad, triunfando, como casi siempre, la primera modalidad sobre la segunda. El teatro en España sufrió también importantes cambios en este siglo, como la prohibición oficial de representar autos sacramentales, la reaparición del gusto popular por el sainete y la transición paulatina desde los antiguos corrales de comedias hacia los teatros a la italiana, como locales adecuados a la nueva concepción del teatro.

3. CORRIENTE TRADICIONALISTA Esta corriente se dio durante la primera mitad del siglo y supuso una clara continuación del teatro del XVII. Pero frente a la grandeza del teatro áureo, la mayoría de estas representaciones correspondieron a los epígonos del movimiento, quienes recurrieron a complicaciones en las historias y a un complejo aparato escénico con el fin de que el público, cansado ya del teatro anterior, no abandonase las salas. Y a pesar de su escaso valor dramatúrgico, esta corriente fue la triunfadora tanto en la creación como en las puestas en escena durante mucho tiempo. Se agrupan aquí distintas modalidades teatrales: comedias históricas, de magia, de enredo, de milagros de santos, etc. Entre los creadores más destacados figuran Antonio de Zamora y José de Cañizares.

Otro género que tendrá un vigor inusitado es el del teatro breve: los géneros menores áureos, en particular los entremeses, se convertirán ahora en sainetes, unas piezas cortas compuestas en verso que retratan tipos, costumbres, ambientes y lenguaje de época, con cierto tono satírico e irónico, que provocan intensa risa. Eran utilizados de manera cómica y burlesca para amenizar los entreactos o como fin de fiesta, y gozaron del aplauso enfebrecido por parte del público. Los sainetes fueron combatidos por los Ilustrados, quienes deseaban abolir de los escenarios obras que no propugnasen en su contenido una enseñanza moral o adoctrinamiento cultural y recomendaban otras que fomentasen las ideas de verdad y virtud; pero el espectador popular se alejaba del teatro serio y disfrutaba de obras como los sainetes de Ramón de la Cruz, que tuvieron un éxito inigualable. El madrileño Ramón de la Cruz fue el dramaturgo que sobresalió en el cultivo del sainete, con más de trescientas piezas que retratan el Madrid de su tiempo. Su sainete más famoso es seguramente Manolo, tragedia para reír o sainete para llorar... (1769), una 'tragedia heroica' llevada a cabo por rufianes del barrio de Lavapiés que parodia las comedias heroicas habituales en los teatros de entonces, describiendo con lenguaje arrabalero y propio de los bajos fondos el regreso a Madrid de un hampón recién salido de la cárcel. Otros sainetes suyos son La ridícula embarazada, El almacén de novias, La república de las mujeres o Las castañeras picadas.

4. CORRIENTE INNOVADORA A partir de mediados de siglo, las nuevas teorías estéticas del neoclasicismo dan lugar a la aparición de un teatro a imitación del teatro francés de Corneille y Racine para la tragedia, y de Molière para la comedia. Se intenta salir del casticismo y popularismo del teatro anterior e integrar la vida escénica española en el contexto europeo, por lo que los temas quedan sometidos a lo que imponen la razón y el buen gusto. Los marcos teóricos de esta corriente se pueden encontrar en la tercera parte de la Poética de Luzán sobre el género dramático o en la Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas de Jovellanos. 4.1. La tragedia neoclásica Esta modalidad pretendió crear un teatro trascendente, que hiciese pensar a los espectadores, por medio de historias y leyendas tanto de la Biblia como de personajes históricos; era, pues, un teatro poco popular, por lo que obtuvo un escaso éxito de público. Su representante más significativo fue Vicente García de la Huerta, especialmente con su obra Raquel (1778), escrita en romance endecasílabo, que trata de los amores del rey Alfonso VIII con una bella y ambiciosa judía de Toledo, y de los desmanes y tragedias que ello ocasiona. La obra está concebida siguiendo las reglas que dictaba el nuevo teatro neoclásico. 4.2. La comedia neoclásica Hacia la segunda mitad de siglo, el género que triunfó fue el de la comedia, que además constituyó sin duda el de mayor altura dramática de la época. Cultivada por escritores ilustrados, perseguía una crítica social, aunque moderada, a la vez que un cierto sentimentalismo y didactismo, siguiendo la regla de las tres unidades. Aunque fue cultivada por Nicolás Fernández de Moratín con La petimetra, o Jovellanos con El delincuente honrado, entre otros, sin duda el que consiguió mayor calidad y éxito fue Leandro Fernández de Moratín, hijo de Nicolás.

Leandro Fernández de Moratín está considerado el dramaturgo más importante del Neoclasicismo español. Fue un verdadero ilustrado, de ideas progresistas, que se posicionó a favor del influjo francés frente al atraso y el tradicionalismo imperantes en España. Solo escribió cinco comedias: El viejo y la niña, El barón, La mojigata, El sí de las niñas y La comedia nueva o El café. En ellas aplicó las reglas neoclásicas del respeto a las tres unidades, así como el decoro o buen gusto, en busca siempre de la verosimilitud escénica. Se ocupó no sólo de que sus textos dramáticos fueran verosímiles, sino también del modo de representarlos: decorados, vestuario, interpretación no afectada de los actores, ensayos... Sus comedias pretendían educar, deleitando, al público burgués que asistía a los coliseos, con la denuncia de algunos males de su sociedad como los matrimonios desiguales, la hipocresía religiosa, la necesidad de educación, los falsos poetas, los pedantes...

II. El teatro en el siglo XIX 1. CONTEXTOS HISTÓRICO Y CULTURAL 1.1. Contexto histórico El hecho histórico que marca el inicio del siglo XIX en España es la Guerra de la Independencia (1808-1814), acontecimiento que influirá decisivamente en la sociedad enfrentando a los ilustrados o 'afrancesados', que aceptaban la influencia francesa, contra la mayoría del pueblo y los poderes fácticos, que la rechazaban. Gracias al impulso de los liberales, se redacta la Constitución de 1812, que derroca los valores del Antiguo Régimen, dando soberanía al pueblo y propugnando una nueva visión de España. A partir de entonces, el siglo se presenta agitado en lo político, con alternancia del absolutismo y los períodos liberales durante el reinado de Fernando VII. Entre guerras carlistas, ocupa el trono Isabel II hasta la Revolución de 1868. Finalmente, la Primera República (1873-1874) cierra esta inestabilidad y a continuación se produce ya la Restauración Borbónica. Otro hecho importante en la historia española de este siglo es la emancipación y posterior independencia de los países de Hispanoamérica (excepto Cuba y Puerto Rico, que lo harán después); España queda entonces reducida a la condición de potencia secundaria. Estos y otros hechos históricos tienen su influencia y reflejo tanto en las corrientes culturales en general, como en las literarias y teatrales en particular, como veremos a continuación. 1.2. Contexto cultural El movimiento cultural más destacado del siglo fue el Romanticismo, una escuela nacida en Alemania a finales del XVIII, basada en las ideas de exaltación de la libertad del individuo y de las pasiones como 'motor de la actividad humana', con dramaturgos como Schiller. El Romanticismo pasa luego a Francia, donde la Revolución francesa había favorecido un teatro del pueblo (Víctor Hugo, Alfred de Musset); y finalmente llega a España. Frente al imperio de la razón y la estética clasicista dominantes en el siglo anterior, el Romanticismo impone un nuevo orden en todos los ámbitos. Se da realce a la sensibilidad del individuo frente a la razón, a la subjetividad, al individualismo: el artista no debe estar sometido a ningún tipo de reglas y puede llegar a gozar de una libertad sin límites, dentro de un amor a la naturaleza. Se produce asimismo una reivindicación de la cultura nacional, de lo autóctono, con exponentes como Francisco de Goya con Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808. A finales de siglo, el Romanticismo es sustituido por el Realismo, un nuevo estilo que surge como reacción contra los excesos y la imaginación exacerbada anterior, al centrarse en describir a las personas, situaciones y objetos tal como son, de forma objetiva. Aunque su manifestación más importante la tiene en la novela, también dejó huellas en la poesía y en el teatro, al examinar problemas contemporáneos. Poco después llega a España el Naturalismo, una doctrina estética elaborada por el francés Émile Zola que cultivaron de nuevo especialmente los novelistas, aunque aflora asimismo en el teatro tratando temas como el influjo del medio ambiente en la formación del carácter, la importancia de la herencia, el tratamiento de las enfermedades físicas y mentales, etc.

2. VIDA ESCÉNICA A principios de siglo son varias las corrientes por las que discurre la vida teatral en España: por un lado, pervive la corriente neoclásica iniciada por Moratín en el XVIII, la más cargada de modernidad; por otro, se traducen y adaptan multitud de obras extranjeras, muy especialmente de dramaturgos franceses, lo que sin duda sirvió para cierta renovación de nuestro teatro; finalmente, también se siguen adaptando obras del teatro clásico español. Las creaciones teatrales, a partir de los años treinta y cuarenta, discurren por otras vías diversas: la romántica (a través del drama romántico e histórico), la cómica, la 'alta comedia' (que combinaba aspectos neoclásicos con románticos con el fin de ofrecer lecciones morales), la popular (a través de las comedias de magia y de santos), la costumbrista (con un tipo de teatro conservador ideológicamente, defensor de lo más típico español frente a lo foráneo) y, por último, la realista y naturalista.

3. EL TEATRO ROMÁNTICO El drama romántico español se inaugura con el estreno de Don Álvaro o la fuerza del sino del duque de Rivas, en 1835, y finaliza con el de Traidor, inconfeso y mártir de Zorrilla, en 1849; dura, por tanto, unos 15 años. Sus características, coincidentes con las alemanas y francesas, son entre otras las siguientes: - Un notorio afán de transgresión que explica esas mezclas tan evitadas por los neoclásicos: lo clásico con lo cómico, la prosa con el verso, las burlas con las veras... - Abandono de las tres unidades de acción, espacio y tiempo. La acción es tan dinámica y variada que requiere un constante cambio del espacio, siendo necesario el devenir del tiempo. - La complicación de la acción se explica en largas acotaciones que cuentan con precisión sus múltiples peripecias y sorpresas. Dicha acción puede mostrarse en cinco actos, frente a los tres habituales. - El nivel temático se sitúa en torno al amor, un amor imposible y perfectísimo, cuyo telón de fondo es la historia o la leyenda (con frecuencia medieval), con claras referencias a motivos del poder injusto. - Los héroes románticos, de origen misterioso, están cercanos al mito. Su destino es incierto, pues suelen sucumbir ante las citadas injusticias políticas. En este sentido, los protagonistas, que, como los héroes, son apasionados, no tienen otra misión que la de servir al hombre con su única arma: el amor. - Se utilizan fórmulas dramáticas clásicas, aunque la forma sea renovadora. Por ejemplo, la anagnórisis en los finales, cuando un cúmulo de casualidades coinciden desgraciadamente en el escenario. - En el terreno de la técnica aparecen modernas funciones dramatúrgicas en la escenografía. El público goza de nuevos efectos escénicos, gracias a las maquinarias que se instalan definitivamente en los escenarios. Es el final del corral de comedias y el principio de los teatros a la italiana.

4. AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS 4.1. Mariano José de Larra y el Macías Larra estuvo siempre vinculado a la escena teatral madrileña de su tiempo. Al teatro dedicó muchos de sus artículos, modernizando la crítica teatral al entender la representación como una fusión de artes diversas y prestar un interés especial a la labor del actor y a la escenografía, sin dejar de analizar la parte literaria. En su faceta de dramaturgo, la que se considera su mejor pieza es el Macías (1834), un drama romántico en cuatro actos escrito en verso. La obra, que reinterpreta la conocida historia del amor eterno entre el trovador y Elvira (el amor contrariado por el destino, que lleva a la muerte), ocupa un lugar fronterizo entre dos estéticas: la neoclásica y la romántica, y fue novelizada por el propio Larra en El doncel de don Enrique el Doliente. 4.2. Francisco Martínez de la Rosa y La conjuración de Venecia Martínez de la Rosa fue uno de los primeros representantes del teatro romántico español tras el abandono de las formas neoclásicas. Su obra La conjuración de Venecia se estrenó con gran éxito en 1834 y está considerada uno de los primeros dramas históricos del Romanticismo. En el siglo XIV varios nobles venecianos se conjuran contra el despótico gobierno de Morosini; la conjuración fracasa y los conjurados son ejecutados; finalmente Morosini descubre que uno de ellos era su propio hijo. Martínez de la Rosa hace de la trama un estudio político que plantea su teoría de la revolución: esta no debe hacerse contra las leyes, sino contra los tiranos; es peligroso reclamar la justicia por la violencia; el pueblo no ha nacido para mandar, sino para obedecer. Además, el amor desgraciado entre el protagonista y su amada representa el triunfo del Estado sobre el derecho del individuo a la felicidad; la libertad individual debe respetar las normas de la sociedad. La obra presenta los elementos formales típicamente románticos: escenas sepulcrales, efectismo, acumulación de horrores, sentimentalismo, etc. 4.3. El duque de Rivas y Don Álvaro o la fuerza del sino Don Álvaro o la fuerza del sino, del duque de Rivas, es el drama que consolida y hace triunfar el Romanticismo en España. Estrenado en 1835, toca una gran variedad de temas: el amor, el honor, la venganza, la religión, la muerte, el héroe romántico solitario y consumido por la pasión amorosa... Pero sin duda el tema fundamental es el destino, entendido como "fuerza fatídica" que domina la vida del protagonista y de los demás personajes, que causa sus muertes, y que vence al amor: a Don Álvaro le hace perder a su amada Doña Leonor. El destino es mostrado como un poder nefasto, igual a la fatalidad, ante el cual no es posible sustraerse ni oponer resistencia. El suicidio final acentúa el carácter sombrío de la obra, marcada por el trágico fin de todos sus personajes. 4.4. Antonio García Gutiérrez y El Trovador El trovador es un drama romántico situado en la Zaragoza de la Edad Media; su estreno en 1836 fue uno de los más aplaudidos y aclamados de la historia del teatro español. Escrito en prosa y verso, este drama de raigambre histórica tiene como asunto principal el amor imposible, al que se suman los celos y la venganza. El argumento radica en el conflicto entre una figura emblemática de la nobleza tradicionalista y un héroe marginado y humilde.

Como drama romántico que es, el amor realmente no triunfa, sino que destaca la angustia vital de los personajes y la...


Similar Free PDFs