Resumen Totem y Tabu PDF

Title Resumen Totem y Tabu
Author Gaston M.
Course Psicopatología II
Institution Universidad Argentina John F. Kennedy
Pages 12
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Resumen Totem y Tabú...


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TOTEM Y TABU. ALGUNAS CONCORDANCIAS EN LA VIDA ANIMICA DE LOS SALVAJES Y DE LOS NEUROTICOS- (1913 [1912-13] Totem und Tabu. Einige Übereinstimmungen im Seelenleben der Wilden und der Neurotiher El tabú y la ambivalencia de las mociones de sentimiento Tabú: se refiere  Por una parte a lo sagrado, santificado.  Por otra parte a lo ominoso, peligroso, prohibido, impuro. Las prohibiciones del tabú son diferentes a las prohibiciones religiosas o morales. Ellas, prohíben desde ellas mismas, y carecen de fundamentación. Son de origen desconocido, incomprensible y parecen natural a todos aquellos que están bajo su dominio. Clases de tabú: 1. Natural o directo: es el resultado de una fuerza misteriosa inherente a una persona o cosa. 2. Comunicado o indirecto: puede ser  Adquirido  Impuesto por un sacerdote 3. Tabú situado entre los otros 2 : cuando entran en cuenta ambos factores, como por ejemplo en la apropiación de una mujer por un hombre. Clases de tabú según afecten: 1. Animales: consiste esencialmente en la prohibición de matarlos y comerlos y constituye el núcleo del totemismo. 2. Seres humanos : está restringido a unas condiciones que para la persona tabú crean una insólita situación vital. Así los adolescentes son tabú durante ceremonias de iniciación, las mujeres durante la menstruación y un lapso tras el parto, etc. 3. Cosas: vestimenta, instrumentos, armas, plantas, casas, lugares. Tabúes permanentes y transitorios 1. Permanentes: sacerdotes, jefes, los muertos 2. Transitorios: se da en ciertos estados, como la menstruación y puerperio. También en la condición del guerrero antes y después de su expedición. En las actividades de la caza y la pesca. Metas del tabú: 1. Proteger de posibles daños a personas importantes (jefes, sacerdotes, reyes) 2. Poner a salvo a los débiles (mujeres, niños, hombres comunes) de la fuerza mágica de los sacerdotes o jefes. 3. Proteger de peligros derivados del contacto con cadáveres, el consumo de ciertos alimentos, etc. 4. Prevenir perturbaciones a los actos vitales como el nacimiento, iniciación, menstruación, etc. 5. Proteger a los seres humanos frente al poder o cólera de los dioses o demonios. Lo contrario de tabú se llama “noa” que significa “lo acostumbrado o lo común”. Queda sujeto a un tabú lo que por cualquier causa excita horror o es ominoso. Originariamente, el castigo por la violación de un tabú se dejaba librado a un dispositivo interno, de efecto automático. El tabú violado se vengaba a sí mismo. Así, el inocente infractor, que por ejemplo comió de un animal prohibido, era presa de una depresión profunda y esperaba su muerte. En otros casos, la sociedad misma se encargaba del castigo del ofensor cuyo proceder había puesto en peligro a sus compañeros. Quien ha violado un tabú, por ese mismo hecho se vuelve tabú, porque posee la peligrosa aptitud de tentar a otros para que sigan su ejemplo. Despierta envidia. Es realmente contagioso en la medida en que todo ejemplo contagia su imitación. Por esa razón es preciso evitarlo.

Wundt llama tabú al código legal no escrito, más antiguo de la humanidad. Universalmente se supone que el tabú es más antiguo que los dioses y se remonta a las épocas anteriores a cualquier religión. Él lo considera como toda prohibición cristalizada en los usos y costumbres o en leyes formuladas de manera expresa, de tocar un objeto, usufructuarlo o emplear ciertas palabras prohibidas. Así no existiría ningún pueblo, ni ningún estadio cultural que no estuviera afligido por el tabú. El mandamiento tácito que hay tras las prohibiciones tabú, las cuales varían en el tiempo y lugar, es originariamente uno sólo: “Guardarse de la cólera de los demonios” Freud está en desacuerdo con Wundt. Para Freud, Wundt no desciende hasta las fuentes de las representaciones del tabú ni muestra sus raíces últimas. Ni la angustia ni los demonios pueden considerarse en la Psicología como los elementos últimos que desafiarían toda reconducción posterior. Distinto sería si los demonios existieran realmente, pero ellos, como los dioses, son creaciones de las fuerzas anímicas del hombre. Relación entre la neurosis obsesiva y el tabú La neurosis obsesiva es conocida como “la enfermedad de los tabúes”. La concordancia entre las prohibiciones de la neurosis obsesiva y las prohibiciones tabú consiste en que:  Ambas son injustificadas y de origen enigmático.  Surgieron alguna vez y provocan una angustia irresistible.  No hay necesidad de amenaza externa de castigo porque existe una conciencia moral interna.  La violación conllevaría una desgracia insoportable.  En ambas, la prohibición rectora y nuclear es el contacto, de allí la designación “angustia de contacto”, no sólo por un contacto directo sino también por el pensamiento. En la neurosis se trata por lo general de la prohibición del contacto sexual. En los primitivos es evidente que no es sólo el contacto sexual sino, más bien, el significado general de agarrar, apoderarse. El predominio de los componentes sexuales por sobre los sociales es el factor característico de las neurosis.  El carácter principal es la conducta ambivalente del individuo hacia un objeto Es característica de las neurosis obsesivas una gran desplazabilidad de los objetos tabú, que se propaga de un objeto a otro. Al igual que las prohibiciones tabú, las prohibiciones obsesivas sufren una gran renuncia y unas limitaciones para la vida, pero una parte puede ser cancelada mediante la ejecución de ciertas acciones. Éstas tienen carácter compulsivo y son ceremoniales 1 y/o rituales de naturaleza de penitencias, reparaciones, medidas defensivas, etc. La acción obsesiva es la repetición de lo prohibido. La conducta ambivalente hace que el individuo quiera realizar una y otra vez la acción (el contacto) ya que ve en ella el máximo goce, pero no lo tiene permitido, pero al mismo tiempo aborrece de la acción. La prohibición es expresa y consciente, en cambio el placer de contacto es inconsciente. Esta prohibición debe su intensidad al nexo con su contraparte inconsciente, el placer, que persiste inmutable. El placer pulsional se desplaza e intenta ganar reemplazos para lo prohibido (objetos y acciones sustitutivas) Por eso se desplaza y se extiende a las nuevas metas de la moción desterrada. Es una ley de la contracción de neurosis que esas acciones obsesivas entren cada vez más al servicio de la pulsión y se aproximen a la acción originariamente prohibida. El tabú no es una neurosis, sino una formación social.

1 Los rituales son sustitutivos de prácticas masturbatorias infantiles (satisf. autoerótica que retorna en prácticas o acciones obsesivas) La tarea ppal del obsesivo será la defensa a las tentaciones onanistas que intentan imponerse. Según Freud, luchan permanentemente con la sexualidad en nombre de la Etica. A mayor sofocación de la sexualidad, más severo se conforma el Superyo.

De la violación del tabú, los primitivos temen al castigo, mientras que en la neurosis obsesiva, si el enfermo ejecuta lo prohibido, tiene miedo al castigo que sufrirá otra persona, uno de los seres más allegados a él. El neurótico se comporta en este punto como un dadivoso, y el primitivo como un egoísta. a) El trato dispensado a los enemigos → Los salvajes realizaban prácticas de apaciguamiento frente al enemigo asesinado. Cuando una expedición guerrera regresaba triunfante con la cabeza de los enemigos abatidos, se ofrecían sacrificios para apaciguar el alma de ellos. Se ejecutaba una danza en la que se lamentaba al enemigo caído y se le rogaba perdón. Otros pueblos hallaron recursos para convertir en amigos, guardianes y protectores a los enemigos que habían matado. Nada tiene que ver esto con la ambivalencia, sino que estas prácticas se refieren al miedo supersticioso de los espíritus de los abatidos. En la conducta hacia los enemigos se expresan otras mociones además de las hostiles, como el arrepentimiento, la estima, la mala conciencia. Otra práctica era la restricción para el matador. Al jefe de la expedición le construían una choza especial donde pasaba unos meses obedeciendo a diversos preceptos purificadores. Durante ese tiempo no estaba autorizado a ver a su mujer, ni podía alimentarse por sí mismo, porque todo quien haya dado muerte en combate a un enemigo se volvía impuro. b) El tabú de los gobernantes → A los jefes, reyes, sacerdotes, debían cuidarlos y debían cuidarse de ellos. Estos eran portadores de aquella fuerza mágica y peligrosa, por lo tanto se evitaba el contacto mediato o inmediato. Los gobernantes tenían el derecho de hacer o usufructuar aquello de que los hombres comunes debían abstenerse en virtud del tabú. Pero en oposición a esa libertad, los restringen otros tabúes que no oprimen a los individuos comunes. Estos pueblos también consideraban necesario vigilar a sus reyes para que empleasen sus virtudes en el sentido correcto. Aquí se pueden observar sentimientos ambivalentes hacia los gobernantes. Además de la ternura dominante, existe, como sucede en la neurosis, una corriente contraria pero inconsciente, de hostilidad. Y esa hostilidad se denuncia por un aumento hipertrófico de la ternura, que se exterioriza como un estado de angustia y se vuelve compulsiva porque de otro modo no podría cumplir su tarea de mantener en la represión a la corriente contraria inconsciente. La desconfianza, sería la exteriorización de la hostilidad inconsciente. Otro fragmento de la conducta de los primitivos hacia sus gobernantes que concuerda con la neurosis, se manifiesta con claridad en el llamado “delirio de persecución”. Aquí es exaltada la significación de una persona determinada y ello con el objeto de imputarle la responsabilidad de toda contrariedad sufra el enfermo. En verdad, los salvajes no proceden de otro modo con sus reyes cuando les atribuyen el poder de la lluvia, el viento, etc. y luego los degradan o matan si la naturaleza los defrauda. El arquetipo que el paranoico recrea en el delirio de persecución, se sitúa en el vínculo del niño con su padre. En la representación del hijo, por regla general se atribuye al padre una plenitud de poder como la indicada, y puede demostrarse que la desconfianza hacia el padre se enlaza de una manera íntima con su alta estimación. Cuando el paranoico señala a una persona de su círculo como el perseguidor, con ello la eleva hasta la serie paterna, la pone en las condiciones que le permiten hacerla responsable de su desdicha. c) El tabú de los muertos → Entre los primitivos, una de las más extrañas, pero también más ilustrativa práctica del tabú en el duelo es la prohibición de pronunciar el nombre del difunto. El nombre del muerto, para los salvajes, era una parte de su persona y se convertía en objeto de tabú. También al dejar de mencionar el nombre del muerto se deja de tener contacto con él. Los primitivos tenían miedo a la presencia y al retorno del espíritu del fallecido y practicaban muchas ceremonias para mantenerlo alejado Respecto del nombre, y como cabía esperar, los neuróticos obsesivos se comportan de un modo semejante al de los salvajes. Muestran evitaciones para pronunciar y escuchar determinadas palabras y nombres, y del trato que privilegian a su propio nombre derivan un

buen número de inhibiciones a menudo graves. Una de las enfermas de tabú que conoció Freud, había establecido la evitación de escribir su nombre, por angustia de que cayera en manos de alguien que así se posesionaría de una parte de su personalidad. Cuando una mujer pierde a su marido o a un familiar querido, no es raro que el doliente se vea aquejado por unas penosas consideraciones, que se llaman “reproches obsesivos”. Dudan sobre si ellos mismos no son culpables por descuido o negligencia. Esos reproches están de alguna manera justificados y sólo por eso son irreductibles a cualquier objeción. No es que el doliente fuera de hecho culpable, pero dentro de él está presente un deseo inconsciente al que no le descontenta la muerte. Ahora bien, tras consumada la muerte, el reproche reacciona contra ese deseo inconsciente, y esa hostilidad inconsciente escondida tras un tierno amor existe en casi todos los casos de intenso enlace. El ejemplo clásico es el de la ambivalencia de las mociones de sentimientos de los seres humanos. Se llama “proyección” a este mecanismo de defensa donde el doliente desconoce que haya tenido alguna vez mociones hostiles hacia el muerto amado. La hostilidad de la que uno nada sabe ni quiere saber, es arrojada desde la percepción interna hacia el mundo exterior. Así se la desprende de la persona propia y se la coloca en la otra persona. Este proceso de proyección hace de los difuntos unos enemigos malignos. El tabú de los muertos proviene de la oposición entre el dolor consciente y la satisfacción inconsciente por el lamentable suceso. Ahora bien, la proyección no ha sido creada para la defensa; sobreviene también donde no hay conflicto alguno. La proyección de percepciones internas hacia fuera es un mecanismo primitivo al que están sometidas asimismo, por ejemplo nuestras percepciones sensoriales, y por lo tanto normalmente ha desempeñado el papel principal en la configuración de nuestro mundo exterior. Y así, percepciones internas, pensamientos y sentimientos son proyectados hacia fuera como percepciones sensoriales. El duelo tiene una tarea psíquica bien precisa que cumplir. Es el difícil proceso que realiza el yo para elaborar la pérdida de un objeto real o fantaseado. Está destinado a desprender los recuerdos del muerto y las expectativas del doliente. Consumado ese trabajo, el dolor cede y con él el arrepentimiento y los reproches, y por lo tanto también la angustia por los demonios. Las personas neuróticas que padecen de angustia ante los espectros o que la padecieron en la niñez, suelan relacionarse con el miedo a sus padres. Naturaleza y génesis de la conciencia moral 1. Conciencia moral del tabú: es la forma más antigua. Es la percepción interior de que desestimamos determinadas mociones de deseo existentes en nosotros. Es posible que la conciencia moral nazca sobre la base de una ambivalencia de sentimientos proveniente de las relaciones humanas y que nazca bajo condiciones que se hacen valer en el caso del tabú y de la neurosis obsesiva (lucha de fuerzas contrarias) 2. Conciencia de culpa del tabú: es la percepción del juicio adverso interior sobre aquellos actos mediante los cuales hemos consumado determinadas mociones de deseo. Se manifiesta en forma de autorreproches, de ideas obsesivas contra las que el sujeto lucha porque parecen censurables, y por último en forma de vergüenza provocada por las mismas medidas de protección El tabú es un mandamiento de la conciencia moral, y su violación origina un horrorizado sentimiento de culpa. En el carácter del neurótico obsesivo se destacan rasgos de conciencia moral como un síntoma reactivo frente a la tentación sujetada en lo inconsciente, que al agudizarse la condición patológica se desarrollan a partir de los escrúpulos, la conciencia de culpa. La conciencia de culpa tiene naturaleza de angustia de la conciencia moral. La angustia apunta a fuentes inconscientes y la psicología de las neurosis nos enseña que si unas mociones de deseo caen bajo la represión, su libido es mudada en angustia. También en la conciencia de culpa hay algo desconocido e inconsciente, que es la motivación de la

desestimación. A eso desconocido corresponde el carácter angustioso de la conciencia de culpa. Freud hace del sentimiento inconsciente de culpa el principal obstáculo en el camino de la cura psicoanalítica. Esta necesidad de castigo es algo subyacente a toda neurosis. Es el residuo, lo no resuelto del conflicto edípico, la persistencia de la relación incestuosa con los primeros objetos generador del malestar en tanto se trata de un vínculo ambivalente. Este sentimiento de culpabilidad o necesidad de castigo , es una consecuencia del pasaje del animal humano desde un supuesto estado natural al estado de la cultura. Este tránsito implica la pérdida de felicidad y un aumento de dicho sentimiento. La culpa es lo que aparece en el lugar de un goce perdido. Como todo displacer neurótico, la culpa mórbida es un placer que no puede ser sentido como tal. Existe una concordancia entre las neurosis y las producciones sociales como el arte, la religión y la filosofía, y por otra parte aparecen como unas deformaciones de ellas. La histeria es una caricatura de una creación artística; la neurosis obsesiva de la religión y el delirio paranoico de un sistema filosófico. Concepción de Robinson Smith El clan en ocasiones solemnes, mata cruelmente y devora crudo a su animal totémico, su sangre, su carne y sus huesos. Los miembros del linaje se disfrazan asemejándose a su tótem, imitan sus gritos y movimientos como si quisieran destacar la identidad entre él y ellos. Ninguno tiene permitido excluirse de la matanza y del banquete. Consumada la muerte, el animal es llorado y lamentado, arrancado por el miedo a una amenaza de represalia, como para sacarse la responsabilidad por la muerte. Esto demuestra la esencia de la fiesta. Una fiesta es un exceso permitido; es la violación solemne de una prohibición, donde se levantan las restricciones de obediencia y convierte en obligatorio renovar el crimen del parricidio en el sacrificio del animal totémico. El exceso mismo está en la esencia de la fiesta. Los miembros del clan se santifican mediante la comida del tótem, se refuerza en su identificación con él y entre ellos. Concepción psicoanalítica El animal totémico en realidad es el sustituto del padre. La actitud ambivalente de sentimientos que caracteriza todavía hoy al complejo paterno en los niños y prosigue a menudo en la vida de los adultos, se extendería también al animal totémico, sustituto del padre. La horda primitiva darwiniana no deja espacio para los comienzos del totemismo. Hay ahí un padre violento, celoso, que se reserva todas las hembras para sí y expulsa a los hijos varones cuando crecen. Lo que hallamos como la organización más primitiva son las ligas de varones compuestas por miembros de iguales derechos y sometidos a las restricciones del sistema totemista, que heredan por línea materna. Un día los hermanos mancomunados por sentimientos hostiles, mataron y devoraron al padre y así pusieron fin a la horda paterna. Que devoraran al padre muerto era cosa natural para unos salvajes caníbales. El violento padre primordial era por cierto el arquetipo envidiado y temido de cada uno de los miembros de hermanos. En el acto de la devoración, consumaban la identificación con él. El banquete totémico, tomada como la primera fiesta de la humanidad, sería la repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y criminal con la cual tuvieron comienzo tantas cosas, como las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión. Complejo paterno Tótem y Tabú establece que en el Complejo de Edipo se encuentran las raíces de la moral, la religión y los sentimientos sociales.

Los primitivos odiaban a ese padre que tan gran obstáculo significaba para su necesidad de poder y sus exigencias sexuales, pero también lo amaban y admiraban. Tras eliminarlo, tras satisfacer su odio e imponer su deseo de identificarse con él, forzosamente se abrieron paso las mociones tiernas dominadas. Esta nueva actitud de sentimientos se vio favorecida por el hecho de que la hazaña no pudiera satisfacer plenamente a ninguno de quienes la perpetraron. En cierto sentido había ocurrido en vano. En efecto, ninguno de los hijos varones pudo abrirse paso en su deseo originario, de ocupar el lugar del padre. Ahora bien, como sabemos, el fracaso es mucho más favorable que la satisfacción para la reacción moral. A partir del arrepentimiento aparece la conciencia de culpa. El muerto se volvió aún más fuerte de lo que fuera en vida. Lo que antes él había impedido con su existencia, ellos mismos se lo prohibieron ahora en la situación psíquica de “obediencia de efecto retardado”. Reformaron su hazaña declarando no permitida la muerte del sustituto paterno, el tótem, y renunciaron a sus frutos denegándose las mujeres liberadas. Desde la conciencia de culpa del hijo varón, ellos crearon los 2 tabúes fundamentales del totemismo que coinciden con los 2 deseos reprimidos del complejo de Edipo. Estos 2 tabúes no son psicológicamente del mismo valor:  La prohibición del incesto tenía también un pode...


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