Sexto Mandamiento NO Cometeras Adulterio-1602936254584-857144022 PDF

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Course Catedra Minuto De Dios
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EL SEXTO MANDAMIENTO NOS HABLA SOBRE EL ADULTERIO EN TODOS LOS SENTIDOS A PARTIR DE LOS CONOCIMIENTOS EN LA VIDA CRISTIANA...


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RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA DE CARTAGENA ESCUELA SAN PABLO – ALIANZA INSTITUTO EMAÚS NIVEL: TIMOTEO

MODUL MODULO OV Mandamiento de la le ley y de Dios SEXT SEXTO O MAND MANDAMIENT AMIENT AMIENTO O

NO COMETERÁS ADU ADUL LTERIO “No

cometerás adulterio” (Éxodo 20, 14) (Deuteronomio 5,18)

ILUMINACION BIBLICA: “Han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pues yo les digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5, 27-28) ESTE MANDAMIENTO PROHÍBE EL ADULTERIO Y TODO LO QUE ES CONTRARIO A LA VIRTUD DE LA CASTIDAD Y LA INFIDELIDAD EN EL MATRIMONIO. (Catecismo de la iglesia Católica Articulo 6 # 23312400) Aspectos importantes: I. Hombre y mujer los creo ( CIC#2331-2336) II. La vocación de la castidad (CIC # 2337-2359) III. El amor de los esposos (CIC# 2360-2379) IV. Ofensas a la dignidad del matrimonio (CIC# 2380- 2391)

I.

“HOMBRE Y MUJER LOS CREO”: LA PAREJA HUMANA

Dios es Amor y vive en si mismo un misterio de comunión personal de amor, si es amor también Dios es relación, porque no hay amor sin relación con otro a quien amar “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó, y los bendijo diciéndoles: ‘Sean fecundos y multiplíquense…’” (Génesis 1, 27-28). De esta manera la Sagrada Escritura consigna el comienzo de la historia humana, la historia de la pareja humana, por lo tanto la pareja humana también es relación y también los creo seres sexuados. CIC 2331) La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar, procrear y a la aptitud establecer vínculos de comunión con otro (CIC 2332); En la unidad de su cuerpo y de su alma Hombre y mujer son dos modos de ser persona, dos modos distintos y complementarios de ser humanos, pero iguales en dignidad. Cada uno, el hombre y la mujer, debemos reconocer y aceptar nuestra identidad sexual, y vivirla adecuadamente. La diferencia y la complementariedad de los dos sexos, en el orden físico, moral, y espiritual, están destinadas naturalmente a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar, fundamento de la sociedad. (CIC 2333-2334) La unión del hombre y la mujer en el matrimonio, es una manera de imitar en la carne, la generosidad y la fecundidad de Dios Creador, Señor de la vida. (CIC 2335) La Tradición de la Iglesia ha entendido el sexto mandamientos de la Ley de Dios, como referidos a la globalidad de la sexualidad humana. (CIC 2336)

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La sexualidad es un regalo que Dios nos dio y es algo maravilloso. Al vivirla con dignidad y de acuerdo con lo que Dios nos enseña, vamos a ser muy felices. Dios nos enseña cómo vivirla a través de sus mandamientos. En el Sexto Mandamiento se nos pide no cometer actos impuros. Recordemos que los mandamientos de Dios son un camino para encontrar la felicidad, no un obstáculo. En el nuevo testamento Jesucristo, sorprende cuando dice algo que hay que tener en cuenta y que nos lleva a conocer lo que, en su totalidad, comprende este mandamiento. “Habéis oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5, 27-28). Va, pues, mucho allá de lo que la letra del precepto divino dice porque Cristo conoce la verdadera voluntad de Dios y a ella se acoge y de ella habla y predica. Pues bien, además de lo citado arriba como instrumento espiritual del que socorrerse para no atentar contra el sexto Mandamiento, existe uno que es, digamos, esencial, básico y general para conseguir tal fin: LA CASTIDAD.

II.

LA VOCACIÓN A LA CASTIDAD

Al respecto de la misma, en el Número 2337 del Catecismo de la Iglesia católica dice que: La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer. En palabras más sencillas, la castidad es la virtud que nos lleva a ejercer la sexualidad como una donación mutua, de persona a persona, iluminada por el amor, y sin límites de tiempo. El Catecismo de la Iglesia católica en concreto, en su número 2339 expresa que la virtud de la castidad, implica dominio de sí como expresión de la libertad humana destinada al don de uno mismo. Implica el control de las pasiones y de los instintos, respeto de la dignidad humana y amor verdadero. La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza que permite la racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana ( CIC 2341) La castidad exige un esfuerzo constante, a lo largo de la vida; nunca se puede considerar como virtud ya adquirida; es preciso permanecer atentos y dispuestos para no abandonarla, especialmente en ciertas etapas de la vida que son más difíciles. La castidad es una virtud moral y también un don de Dios, una gracia , un fruto de trabajo espiritual (cf Ga 5,22) (CIC 2345) La castidad es una forma de Caridad en donde se realiza la donación de la persona y se desarrolla en la amistad especialmente con el prójimo, es un gran bien que conduce a la comunión espiritual. Todos los bautizados estamos llamados a la castidad, según nuestro propio estado de vida. En el momento del bautismo el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad. ( CIC 2348) San Ambrosio dice al respecto: “Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, solteros y novios, la tercera de la virginidad o en el celibato consagrado. No alabamos a una con exclusión de las otras. En esto la disciplina de la Iglesia es rica” (San Ambrosio citado por el Catecismo de la Iglesia Católica N. 2349). 1. Las personas casadas están llamadas a vivir la castidad conyugal, que viene a significar manifestar el respeto hacia el otro y estando abiertos a la vida

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2. Los novios y solteros, están llamadas a vivir la castidad en la continencia. La continencia permite valorar de un modo especial la dignidad del otro, y ayuda al aprendizaje de la fidelidad. . Los novios a través del dominio de su cuerpo demuestran que respetan el del otro y que lo aman por ser quien es y no por ser, como cosa susceptible de uso, lo que es. Los solteros en la consideración de respeto hacia su propio cuerpo. (CIC 2350) 3. Los sacerdotes y religiosos han renunciado, como ofrenda a Dios, a casarse y a tener vida sexual para entregarse totalmente al Creador. La vivencia de la castidad no excluye de ninguna manera la educación sexual; todo lo contrario, exige una adecuada educación sexual que permita a los niños y a los jóvenes valorar la feminidad y la masculinidad, dar al ejercicio de la sexualidad su justa medida, y aprender a amar de verdad. La mejor escuela para esta educación sexual, es la familia, y los padres con su vivencia propia de la sexualidad y del amor, son los mejores maestros de sus hijos. Es, además, la castidad, estancia misma donde el corazón ha de vivir y de donde ha de salir (“de la abundancia del corazón habla la boca”, Mt 12, 34) hacia la convivencia con el prójimo purificada la intención. PECADOS CONTRA LA CASTIDAD Los pecados contra este mandamiento se dan cuando se busca el placer sexual fuera de la naturaleza creada por Dios. Al no respetar las leyes de Dios, perdemos la oportunidad de ser felices y de llegar al Cielo. Se puede pecar: de pensamiento, palabra y de obra. De pensamiento: Son pecados de pensamiento todos los deseos, imaginaciones, recuerdos, emociones y afectos consentidos con el fin de procurarse un placer sexual. Consentidos significa que lo pensado ha sido querido y buscado por uno. Por ejemplo, averiguar donde vende una revista pornográfica, irla a comprar y verla. De palabra: Son las conversaciones donde el tema central es el sexo tratado indignamente, sin el valor que tiene. De obra: Es la acción misma que ofende a Dios. OFENSAS A LA CASTIDAD: Los pecados graves contra el sexto mandamiento: La lujuria, la masturbación, la fornicación, la pornografía, la prostitución, la homosexualidad y la violación. LA LUJURIA: es un pecado capital y es el origen de todos los demás pecados contra el Sexto Mandamiento que es: No cometerás actos impuros. es un deseo o un goce desordenado del placer sexual, que se busca por sí mismo, independientemente de sus finalidades: la unión y la procreación. . El lujurioso es un hombre egoísta y alejado de Dios, sin voluntad y con la inteligencia cerrada a todo lo espiritual. (CIC 2351) LA MASTURBACIÓN: Consiste en provocar el placer sexual por la auto estimulación, buscando el placer por el placer. Es una actividad individual y egoísta. Es un acto inmoral ya que es un acto sexual imperfecto e insatisfactorio porque no está orientado a servir de lenguaje al amor y de medio para la procreación. Trae problemas psicológicos y de adaptación en el matrimonio. Para evitarla, lo mejor es encontrar otras cosas que hacer como: tareas culturales, deportivas, sociales y religiosas que den sentido a la vida. La masturbación contradice la finalidad propia de la facultad sexual (CIC 2352)

RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA DE CARTAGENA ESCUELA SAN PABLO – ALIANZA INSTITUTO EMAÚS NIVEL: TIMOTEO LA FORNICACIÓN: Es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es un acto inmoral porque es un acto contrario a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, porque no va de acuerdo con la finalidad de ésta. Los encuentros sexuales son propios del matrimonio. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona y de la sexualidad. (CIC 2353) LA PORNOGRAFÍA: Consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas, actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada, o simplemente el vender a través de imágenes los cuerpos humanos para deleite y gozo de quienes los compren. La pornografía se dirige a promover el contacto sexual con prostitutas. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad de la relación sexual. También atenta contra la dignidad de las personas, que llegan a ser simples objetos de placer sexual (CIC 2354) LA PROSTITUCIÓN: Es el ejercicio de la actividad sexual por dinero entregando el cuerpo como si fuera una cosa; es el comercio del cuerpo. Atenta directa y gravemente contra la dignidad de las personas. Cuando afecta a niños y jóvenes, constituye también un ESCÁNDALO. Puede tener atenuantes, cuando quien se prostituye se ve sometido a ello por la miseria y la presión social. Es un acto inmoral, porque la sexualidad queda convertida únicamente en el placer que proporciona. El que paga a una persona para que se prostituya con él, mancha su propio cuerpo, templo del Espíritu Santo. (CIC 2355) Las consecuencias de la fornicación, la prostitución y la pornografía son:  A la persona humana se le transforma en un objeto de placer.  Se le manipula como cosa.  No se le da su inmenso valor de ser persona.  Se convierte en objeto de lucro para ganar dinero.  La pornografía crea adicción y se convierte en enfermedad. LA VIOLACIÓN: Es la unión sexual realizada por la fuerza o con intimidación. Es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda la vida, ya que lesiona el derecho al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral de la persona. Es más grave cuando se comete con los niños, cuando parientes cercanos o un padre, lo hace con sus hijos (INCESTO), o cuando un maestro lo hace con sus discípulos. Es un acto inmoral porque es contrario a la naturaleza del hombre. (CIC 2356) LA HOMOSEXUALIDAD Y CASTIDAD: Designa las relaciones sexuales entre dos personas del mismo sexo, son relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Los actos homosexuales son inmorales, porque no están de acuerdo con lo que la naturaleza pide de ellos. Son siempre desordenados y contrarios a la Ley Natural, sólo buscan el placer y no van de acuerdo con el fin de la sexualidad que es la entrega mutua y la procreación 

La Sagrada Escritura presenta estas relaciones como contrarias a la ley natural. En la Carta a los Romanos, leemos: “Por eso Dios los entregó a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre

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con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido por su extravío” (Romanos 1, 26-27). La Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. (CIC 2357) Sin embargo, muchos hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas, de las que no son culpables. A estas personas, la Iglesia las llama a vivir su condición particular en la castidad, ejerciendo el dominio de sí mismas y evitando las relaciones íntimas. Una adecuada educación, junto con la práctica de la oración, y la recepción frecuente de los sacramentos, les ayudará a vivir su situación. (CIC 2359).

La Iglesia no aprueba estas relaciones por ser actos desordenados que no van de acuerdo al Plan de Dios. Sin embargo, nos dice claramente que "los homosexuales deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza". Catecismo de la Iglesia Católica n.2357 y 2358

III.

EL AMOR DE LOS ESPOSOS

La sexualidad humana está dirigida y ordenada al amor de los esposos, que se expresa en la intimidad conyugal. Esta intimidad conyugal no es algo meramente biológico, sino que afecta a la persona humana como tal, y es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen hasta la muerte. (CIC 2360). Por la unión íntima de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: su bien personal y la transmisión de la vida humana. Esto quiere decir que el amor conyugal tiene dos exigencias: la fidelidad y la fecundidad.( CIC 2363) LA FIDELIDAD CONYUGAL: En el Sermón de la Montaña que nos transmite San Mateo en su Evangelio, Jesús interpreta de manera rigurosa el plan de Dios respecto al hombre y la mujer unidos en matrimonio: “Han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pues yo les digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5, 27-28). Y en otra oportunidad añadió: “No han leído que el Creador, desde el comienzo los hizo hombre y mujer, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne’? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre… Quien repudie a su mujer – no por fornicación – y se case con otra, comete adulterio” (Mateo 19, 4-6. 9). CIC 2364 El consentimiento matrimonial es personal e irrevocable. El hombre y la mujer se dan definitiva y totalmente el uno al otro, y prometen permanecer unidos “hasta que la muerte los separe”. LA FECUNDIDAD DEL MATRIMONIO: El amor conyugal está llamado a ser fecundo, ya que la fecundidad es un don y un fin del matrimonio, por eso, todo acto matrimonial debe estar abierto a la transmisión de la vida. El niño no viene de afuera a añadirse al amor conyugal, sino brota del corazón del don. CIC 2366 Sin embargo, por razones justificadas, los esposos tienen derecho a ejercer una “paternidad responsable”, y “regular” el nacimiento de sus hijos, espaciándolos, movidos más por la generosidad que por el egoísmo. En este caso, su conducta debe estar orientada por los criterios de la moralidad. (CIC 2368) Son conformes a los criterios objetivos de la moralidad: la continencia periódica, los métodos de regulación de los nacimientos fundados en la autoobservación y el recurso a los períodos infecundos. Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan su amor y favorecen el ejercicio de la libertad. (CIC 2370)

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Pero también se da el caso contrario: las parejas estériles, que por alguna causa no pueden tener hijos por medios naturales. En estos casos, la Iglesia acepta las investigaciones y prácticas que respeten la dignidad de la persona y su bienestar integral, según el plan de Dios, y rechaza todas aquellas que de alguna manera separan el acto sexual del acto procreador. (CIC 2375) En este sentido, es gravemente deshonesta la inseminación artificial empleando el esperma o el óvulo, de una persona extraña, lo mismo que el llamado “préstamo del útero”. Y es moralmente reprobable la inseminación artificial dentro de la pareja ya que provocan una disociación de la paternidad por la intervención de una tercera persona. En ambos casos se confía la vida al poder de los médicos, y se instaura el dominio de la técnica sobre el origen y destino de la persona. ( CIC 2376) Los hijos no son un “derecho” de los padres, sino un “don”, y como tal, debe ser el fruto de un acto de amor de sus padres, nunca, el “resultado” de una técnica. (CIC 2378) CIC 2373 La sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas como un signo de la bendición divina y de la generosidad de los padres (cf GS 50). OFENSAS A LA DIGNIDAD DEL MATRIMONIO Son ofensas graves a la dignidad del matrimonio, el adulterio, el divorcio, la poligamia y la poliandria, la unión libre y el incesto. ADULTERIO: Es la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, tienen una relación íntima, aunque sea ocasional, cometen adulterio. Jesús condena incluso el “deseo” de adulterio. Han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pues yo les digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5, 27-28) El adulterio está prohibido porque atenta contra la familia y afecta la estabilidad social, la unidad familiar y daña el matrimonio. Esta prohibición incluye todo tipo de impurezas que pueden contaminar el cuerpo e incluye cualquier ansia intima del alma. (CIC 2380) El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos, lesiona el signo de la alianza y compromete la generación humana y el de los hijos . . (CIC 2381 El DIVORCIO: Es la “disolución” del vínculo matrimonial legalmente establecido. Es una falta grave contra la ley natural, porque es una ruptura de un contrato aceptado libremente. Esta falta se hace aún mayor, cuando alguno de los esposos realiza un nuevo “matrimonio” por la ley civil, convirtiéndose en “adúltero”. El divorcio perjudica profundamente a los hijos. (CIC 2384) El Señor Jesús insiste en la intención original del Creador que quería un matrimonio indisoluble (cf Mt 5, 31-32; 19, 3-9; Mc 10, 9; Lc 16, 18; 1 Co 7, 10-11), y deroga la tolerancia que se había introducido en la ley antigua (cf Mt 19, 7-9). (CIC 2382) Entre los bautizados “el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna causa fuera de la muerte (CIC can 1141). LA SEPARACIÓN DE LOS ESPOSOS: Manteniendo el vínculo matrimonial, puede ser legítima y aún aconsejable, en ciertos casos previstos por el Derecho Canónico. (cf CIC can 1151-1155) (CIC 2382) LA POLIGAMIA: Es una ofensa a la ley moral y se da cuando un hombre con varias “esposas”, y LA POLIANDRIA, una mujer con varios “esposos”, son contrarias a la ley natural y a la unidad del matrimonio o comunión conyugal. Niega directamente el designio de Dios ya es contraria a la dignidad personal del hombre y de la mujer que en el matrimonio se dan con un amor to...


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