Tema 8-1 (castellano) PDF

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Course Fuentes Y Documentos Para La Historia
Institution Universidad de Alicante
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FUENTES Y DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA Tema 8/1 Fuentes de información, representaciones del espacio, tiempo y saber

1. Fuentes de información para el estudio e investigación histórica. a) Concepto y evolución de fuente de información. b) Clasificación de fuentes de información para la Historia. c) El uso de las fuentes en el proceso de investigación histórica. 2. Las fuentes documentales. a) Tipología de fuentes documentales. b) Fuentes textuales.

BIBLIOGRAFÍA •

ALÍA MIRANDA, F. Técnicas de investigación para historiadores; las fuentes de la Historia. Madrid: Síntesis, 2008.



ARÓSTEGUI, J. La investigación histórica: teoría y método. Barcelona: Crítica, 1995.



BLOCH, M. Apología para la historia: el oficio de historiador. 2ª ed. Rev. México: Fondo de Cultura Económica, 2001.



CASTILLO GÓMEZ, A. Historia de la cultura escrita: del Próximo Oriente Antiguo a la sociedad informatizada. Madrid: Trea, 2002.



CASTILLO GÓMEZ, A. Historia mínima del libro y la lectura. Madrid: Siete Mares, 2004.



ESCOLAR, H. Historia universal del libro. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993.

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GÓNZALEZ DE AMEZÚA Y MAYO, A. “Cómo se hacía un libro en nuestro Siglo de Oro”, en Opúsculos Histórico-Literarios. Madrid: CSIC, Instituto Miguel de Cervantes, 1951, I, pp. 331-373.



MARTIN, H.-J. La aparición del libro. 3ª ed. México: Fondo de Cultura Económica, 2005.



MARTIN, H.-J. Historia y poderes de lo escrito. Gijón: Trea, 1999.



MARTINEZ DE SOUSA, J. Pequeña historia del libro. 2ª ed. Barcelona: Labor, 1992.



MILLARES CARLO, Agustín. Introducción a la historia del libro y las bibliotecas. México, Fondo de Cultura Económica, 1986.



MORADIELLOS, Enrique. El oficio de historiador. Madrid: Siglo XXI de España Editores, 1994.



PEDRAZA, M. J.; CLEMENTE, Y.; REYES, F. de los. El libro antiguo. Madrid: Editorial Síntesis, 2003.



REYES GÓMEZ, F. de los. La imprenta incunable, el nuevo arte maravilloso de escribir. Madrid: CSIC, 2015. DOCUMENTACIÓN ADICIONAL



Glosario de términos.



Esquema de clasificación de fuentes de información.

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1. Fuentes de información para el estudio e investigación histórica. a. Concepto y evolución de fuente de información: Definición actual: “toda huella o vestigio, testimonio y conocimiento legado por los seres humanos a lo largo de la Historia”. El concepto de fuente ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, paralelamente al progreso de las ciencias y técnicas historiográficas, así como al más contemporáneo desarrollo de las ciencias de la información y la documentación. Hasta el primer tercio del siglo XX, las fuentes de información para la Historia se limitaban a los documentos escritos, particularmente los documentos de archivo, de acuerdo con la influyente historiografía positivista que se había desarrollado en Europa en el siglo XIX. En ese siglo la Historia había entrado en la Universidad, aunque no con el concepto actual. Vamos a pasar de una Historia escrita por aficionados a ser llevada a cabo por profesionales. Es decir, se empieza a considerar la Historia como disciplina científica, con un método. La Historia ya no era una crónica, era investigación. De ahí que surjan las primeras cátedras, revistas, manuales docentes y congresos. La Escuela de los Annales, fundada en 1929 por los historiadores franceses Lucien Febvre y Marc Bloch, revolucionó el concepto de fuente histórica al considerar que también cualquier tipo de documento existente, cualquier realidad, podía aportar testimonio, huella o reliquia del pasado. Formulaba una necesidad de promover la cientificidad de la historiografía. Se oponían a la simple descripción de acontecimientos. En España la influencia de los Annales llega con la obra de Jaime Vicens Vives. La labor del historiador ya no será una mera descripción de los hechos del pasado. Ahora ya consiste en la construcción de un pasado histórico, a partir de reliquias, pruebas y fuentes documentales primarias. L. Febvre en Combates por la Historia (1953) dice:

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“Hay que utilizar los textos, sin duda. Pero todos los textos. Y no solamente los documentos de archivo en favor de los cuales se ha creado un privilegio... También un poema, un cuadro, un drama son para nosotros documentos, testimonios... Está claro que hay que utilizar los textos, pero no exclusivamente los textos”.

J. Aróstegui propone la siguiente definición para fuente histórica: “Fuente histórica sería, en principio, todo aquel objeto material, instrumento o herramienta, símbolo o discurso intelectual, que procede de la creatividad humana, a cuyo través puede inferirse algo acerca de una determinada situación social en el tiempo”.

Cuadro comparativo

Positivismo e historicismo (siglo XIX)

Corriente de los Annales (siglo XX)

Carácter narrativo

Carácter analítico

Relato de sucesos

Interpretación de procesos históricos

Historia política, diplomática y bélica

Historia global (síntesis) Aportaciones de otras ciencias sociales y humanas (geografía, antropología,

Aislamiento respecto a otras disciplinas

economía,

derecho,

sociología,

psicología, literatura...) Estudio de los grandes personajes

Estudio de los pueblos

Fuentes documentales (de archivo)

Ampliación de fuentes a otros tipos

Erudición (estudio y análisis de fuentes)

Crítica (interpretación de resultados)

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b. Clasificación de fuentes de información para la Historia Teniendo en cuenta la amplitud y heterogeneidad de las fuentes históricas, es necesario establecer una taxonomía a partir de diferentes criterios de clasificación. El historiador J. Aróstegui propone los siguientes criterios taxonómicos: -

Criterio posicional: diferencia las fuentes según la proximidad con el acto en estudio. o Las fuentes directas son los escritos o relatos de algún testigo presencial de un hecho, de un protagonista, de una documentación emanada directamente del acto en estudio (por ejemplo: crónicas, reportajes...). o Las fuentes indirectas son el resultado de un análisis y elaboración posterior.

-

Criterio intencional: basado en la voluntariedad. La fuente voluntaria, llamada también testimonial, es la fuente clásica por excelencia, considerada como la memoria oficial de las sociedades. Sin embargo, en la actualidad, los historiadores destacan el interés de las fuentes no voluntarias, o sea, aquellos vestigios de la sociedad que se han conservado sin intención de ser “testimonios históricos”, debido a que han estado menos sometidas a posible manipulación.

-

Criterio cualitativo: diferenciación según el tipo de lectura que puede hacerse de una fuente (distinción entre fuentes materiales y fuentes culturales; o bien entre arqueológicas y filológicas). Dentro de la categoría de fuentes culturales entran todas las que transmiten un mensaje en lenguaje más o menos formalizado: escritas, habladas, simbólicas, audiovisuales, etc.

-

Criterio cuantitativo: fuentes seriadas y fuentes no seriadas. Las fuentes seriadas están compuestas por unidades o elementos homogéneos, 5

susceptibles de ser ordenados a lo largo del tiempo. (Por ejemplo, los documentos de archivo: protocolos notariales, contratos, registros parroquiales...).

c. El uso de las fuentes en el proceso de investigación histórica

“El conocimiento histórico, como cualquier otro, se construye con información y conceptos, con observación y con pensamiento formal, estando ambas cosas ligadas dialécticamente”. (J. Aróstegui).

La información histórica no consiste solo en la lectura de las fuentes y en la transcripción de las noticias que facilitan. Según Marc Bloch, el hecho histórico no es un dato “positivo”, sino el producto de un proceso de construcción activa por parte del historiador, mediante la observación, crítica y evaluación de los vestigios o fuentes. Santana Cardoso y Pérez Brignoli resumen las etapas del proceso de investigación histórica: 1. Elección del tema y justificación. 2. Establecimiento de las hipótesis de trabajo; elección de la metodología y de las técnicas. 3. Fase de documentación: recopilación de los datos. 4. Procesamiento de los datos y redacción. El uso de las fuentes se centra principalmente en la etapa 1 (localización y consulta de fuentes y estudios publicados, de interés central o colateral con el posible tema de investigación) y en la etapa 3 (localización y análisis de fuentes primarias y secundarias obtenidas para la investigación). Pero, ¿qué es una hipótesis? En palabras de Alía Miranda (2005) es una “suposición o conjetura que se hace sobre algo y de la cual se infiere una consecuencia”. Nuestra investigación debe partir de una serie de preguntas, a

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las que debemos encontrar respuesta. La elección del tema de investigación puede basarse en criterios de interés personal, de relevancia social o científica, de viabilidad o de originalidad. Normalmente, las primeras hipótesis suelen ser erróneas (si no en todo, al menos en parte). Luego investigar es ir destruyendo hipótesis y buscar nuevas realidades. Debemos partir de hipótesis previas y proceder a una observación o descripción sistemática. A continuación debemos validar esa hipótesis, para finalmente explicarla.

2 . Las fuentes documentales a. Tipología de fuentes documentales Los elementos que constituyen todo documento son: soporte (corporeidad física), información (noticia que transmite) y registro (fijación de la información en el soporte). F. Alía Miranda propone una clasificación de fuentes documentales basada en criterios según caracteres externos (estructura física), caracteres internos (contenido) y difusión. Según los caracteres externos: - Clase: determinada por el procedimiento empleado para transmitir la fuente de información.

Distinguimos

fuentes

entre:

monumentales,

textuales,

iconográficas, sonoras, audiovisuales y electrónicas. - Tipo o forma: según la estructura de la información, hace referencia a la tipología documental. Por ejemplo, un libro podría encontrarlo en: tablillas, rollo, códice, libro impreso o libro electrónico. - Soporte: según la materia sobre la que está fijada la información (ej.: papiro, pergamino, papel, microforma, audiovisual...). - Formato: según la forma en que se reúne el documento y el soporte. (ej.: legajos, volúmenes, etc.). 7

Otra posible clasificación, basada en el proceso de elaboración y transformación del contenido (caracteres internos), nos permite diferenciar entre: - Documentos primarios: originales y únicos; escritos y relatos directos de algún testigo presencial de un hecho (ej.: documentos de archivo). - Documentos secundarios: elaborados a partir de documentos primarios. Son documentos

indirectos,

realizados

con

información

basada

en

otras

informaciones (ej.: libro de historia, manual, etc.). - Documentos terciarios: documentos que recopilan documentos primarios (ej.: repertorios de fuentes). Su estructura formal es de secundarios, pero el contenido es primario. Según la difusión: - Públicos: abiertos a todos los lectores. - Reservados: de acceso restringido. - Inéditos: no publicados. - Personales: de carácter privado.

b. Fuentes textuales A lo largo de la Historia, el ser humano ha utilizado todos los soportes de escritura a su alcance para dejar en ellos el mensaje de su vivencia: tablillas de arcilla (Mesopotamia), soportes de madera o de metal (Roma), papiro (Egipto), tablillas enceradas (Grecia), seda (China), etc. Las primeras escrituras conocidas se desarrollaron en el seno de sociedades de pueblos de agricultores en riberas de ríos fertilizados o tierras en las que se había establecido un reparto minucioso de tareas y una rigurosa jerarquización en ciudades-estado dominadas por teocracias. La primera etapa de las civilizaciones del Próximo Oriente Antiguo estuvo caracterizada por los usos político-administrativos de la escritura, desarrollándose más tardíamente la actividad escrita de tipo literario.

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Las tablillas de madera fueron un soporte muy generalizado en la Antigüedad. Normalmente se preparaba la madera, bien barnizándola o recubriéndola de cera. En este último caso se empleaba un stilum para escribir los signos, mediante incisión. Este tipo de tablillas se empleaban para escritos de la administración, ejercicios escolares, contabilidad, recibos, testamentos… En Egipto se empleaba el papiro desde el IV milenio a. C. Se extraían unas fibras del tallo de la planta y se colocaban una junto a otra en una plancha de madera. A continuación se superponía una capa de fibras en sentido transversal. Una vez unidas, se impregnaban con un engrudo y se golpeaban con un mazo para prensarlas, dejándolas secar al sol. El instrumento utilizado para escribir era el cálamo. A partir del siglo I comenzó a utilizarse el pergamino, que aplicado a la nueva forma de libro, se denomina códice (codex). Se obtenía de las pieles de animales, las cuales se sometían a un complejo tratamiento hasta conseguir hojas lisas y delgadas. En la Alta Edad Media se producían principalmente en los monasterios (scriptoria en los que trabajaban copistas o amanuenses, miniaturistas, iluminadores y encuadernadores). La progresiva demanda de soporte para la escritura hizo necesaria la reutilización de pergaminos (palimpsestos). El papel es considerado como el soporte escriturario más moderno y se trata de un invento chino, tradicionalmente se le atribuye el mérito a Ts’ai Lun, un chambelán del emperador Ho-Ti a quien le presentó, en el año 105 a.C., una hoja blanca sobre la que poder escribir. En la Península Ibérica fue introducido por los árabes, destacando el producido en Xàtiva desde 1150. El papel y la invención de la imprenta de tipos móviles a mediados del siglo XV supusieron una revolución de enorme impacto sociocultural, alcanzando una rápida difusión en el marco de la Europa del Renacimiento y la Reforma, desde Maguncia (Gutenberg), Países Bajos, España, Italia, Francia, etc. Los libros impresos antes de 1.500, llamados incunables, se caracterizan por imitar los libros manuscritos o códices. Los grabados se realizaban mediante xilografía y coloreado manual.

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La Biblia de Gutenberg o De 42 lineas.

Sinodial de Aguilafuerte. Impresor: Juan Párix.

Impresor: Johannes Gutenberg. Maguncia,

Segovia, 1472. Primer incunable español.

1454. Primer libro impreso en el mundo.

Paulatinamente la edición de libros impresos fue desarrollando características propias del libro moderno, alcanzando cotas de gran perfección bibliológica en los siglos siguientes. El siglo XVI destaca por el incremento de la producción y la notable calidad de los libros impresos, al que pertenecen impresores fundamentales en la historia del libro como Aldo Manuzio (Italia), Arnao Guillén de Brocar (Biblia Políglota, Alcalá de Henares), Cristóbal Plantino (Países Bajos), etc. Se desarrollan las bibliotecas reales, privadas y universitarias. En el siglo XVII hay que señalar una peor calidad del papel y las tintas debido a la crisis económica y a las guerras de este periodo. Con todo, se puede citar a impresores de gran calidad como la familia Elzevir y Blaeu (Holanda).

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Primera edición del Quijote. 1605.

Aldo Manuzio, Impresor renacentista italiano.

En el Siglo de las Luces y la Ilustración se registra un impulso de la industria del libro, con la edición de diccionarios y enciclopedias y el inicio de prensa periódica. En España destacan los impresores Joaquín Ibarra y Antonio Sancha, el apoyo prestado a la imprenta por el rey Carlos III y la creación de las bibliotecas de Reales Academias y de eruditos.

Biblioteca Nacional de España Fundada por Felipe V en 1712 como Biblioteca Pública de Palacio. En 1836 la Biblioteca dejó de depender de la Corona, convirtiéndose en Biblioteca Nacional. Es una de las mejores del mundo por la cantidad y calidad de sus fondos históricos, científicos, literarios y artísticos. Se estima un volumen de 11 millones de ejemplares, la mitad de los cuales son libros y y el resto publicaciones periódicas, grabados, manuscritos y documentos, audiovisuales, etc. Ofrece un catálogo en línea de 3.000.000 registros, así como colecciones digitalizadas. http://www.bne.es

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Los cambios producidos por las revoluciones del siglo XIX influyeron notablemente en la industria del libro, por el aumento de la demanda de materiales relacionados con la enseñanza y por la desaparición de trabas y privilegios en los estados liberales. La prensa alcanzó gran difusión en la segunda mitad del siglo, así como la literatura popular por entregas. También hubo notables avances técnicos: prensas mecánicas, linotipia, estenotipia y litografía -técnica precursora del posterior offset-. Asimismo, en este período, se desarrollaron las bibliotecas públicas a partir del modelo anglosajón y las grandes bibliotecas nacionales. El siglo XX supone el triunfo total de la técnica y de las comunicaciones, lo cual permite el abaratamiento y una mayor difusión de los libros (libros de bolsillo). A los avances técnicos (offset, fotocomposición...) hay que sumar la aparición de nuevos soportes (microformas, soportes magnéticos, audio, vídeo y soportes informáticos), preparando el terreno para el libro digital del siglo XXI. Las bibliotecas adquieren gran desarrollo. En España hemos de destacar especialmente el impulso de las universitarias, a partir de los años 80. Las bibliotecas universitarias y científicas españolas cuentan con una red y un catálogo bibliográfico común con más de 10.000.000 de registros bibliográficos (http://www.rebiun.org). Nuestro tiempo está marcado por el fabuloso desarrollo de Internet y el crecimiento impresionante de contenidos de todo tipo, incluyendo fuentes y documentos para la investigación histórica, lo cual ha supuesto una profunda transformación del trabajo del investigador. Entre los aspectos más destacados podemos señalar: -

Facilidad de acceso a colecciones de referencia de ámbito universal, en particular a los fondos producidos por la civilización occidental.

-

Accesibilidad a documentos que han sido digitalizados y se hallan disponibles en Internet procedentes de bibliotecas, archivos, centros de investigación, museos... de cualquier parte del mundo.

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-

Además, los historiadores, sobre todo los especializados en el mundo contemporáneo, resaltan la disponibilidad en sitios web y redes sociales de nuevos tipos de fuentes para la historia reciente, especialmente los documentos personales: diarios, correspondencia, fotografías, etc., imprescindibles para conocer la vida de la gente “corriente”, a menudo ausente en las fuentes tradicionales. La organización y preservación de estas ingentes cantidades de información constituye todo un reto para los archivos. A modo de ejemplo, podemos citar el Archivo digital del 11S (http://911digitalarchive.org/index.php).

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