TEMA2 - Apuntes 2 PDF

Title TEMA2 - Apuntes 2
Author Francho Acín
Course Órdenes y Espacio en la Arquitectura de los siglos XV al XVIII
Institution UNED
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Tema 2. LA TEO RÍ A DE LOS O RDENES (Po r l a Dra. Cons uelo Gómez López ©)

En este tema se aborda el estudio de los órdenes desde el punto de vista de sus formulaciones teóricas , haciendo un recorrido por todos aquellos teóricos y obras que fueron reinterpretando la gramática del lenguaje clásico desde la consideración de los órdenes desde un triple dimensión: ornamental, estructural y expresiva. Sus interpretaciones, basadas en el texto de Vitruvio primero y más tarde en la crítica hacia el mismo y en la reivindicación de la arquitectura griega, nos enseñarán como los órdenes constituyeron una parte esencial de la evolución del “ideal clásico”

TEMA 2. LA TEORÍA DE LOS ÓRDENES (Por la Dra. Consuelo Gómez López ©)

Esquema de Contenidos: I.

EL ORDEN EN LA ARQUITECTURA CLÁSICA: EL LEGADO VITRUVIANO

II.

LA TEORÍA DE LOS ÓRDENES EN ITALIA o CÓMO CODIFICAR LA GRAMÁTICA DE LA ARQUITECTURA CLÁSICA 1. Los “libros de órdenes”: modelos para componer y licencias para transgredir

III.

LA TEORÍA DE LOS ÓRDENES EN EL RESTO DE EUROPA: UNA INTERPRETACIÓN DE LA CODIFICACIONES CLASICISTAS 1. El “orden francés” y el debate en torno al Clasicismo 2. Los “libros de órdenes” de la arquitectura centroeuropea 3. Inglaterra y el influjo de Palladio 4. La teoría de los órdenes en España

I.

EL ORDEN EN LA ARQUITECTURA CLÁSICA: EL LEGADO VITRUVIANO

El arte griego desarrolló sobre la práctica un conjunto de normas – el canon en el caso de la escultura y el orden en el de la arquitectura-, que regulaban la ejecución de las obras, confiriéndolas belleza y perfección. Para el caso de la arquitectura estas normas adquirieron su concreción a través del desarrollo de los denominados “órdenes arquitectónicos”, una especie de leyes ideales o de reglas estructurales que regulaban el modo en el que debían disponerse las diversas partes del soporte y de la cubierta de los edificios, las cuales podían sin embargo variar para adaptarse a las características de las diferentes construcciones. Los órdenes se constituyeron así para la arquitectura griega en una especie de composición gramatical. Su recuperación en el Renacimiento a partir del redescubrimiento del texto de Vitruvio y sus posteriores reinterpretaciones por parte de los arquitectos y teóricos de la Edad Moderna, hizo que este modo de componer edificios mantuviese su vigencia hasta finales del siglo XVIII, caracterizando lo que conocemos como “lenguaje del Clasicismo”. El concepto de orden se encuentra así ineludiblemente vinculado a la arquitectura clásica y debe ser entendido, en función del origen que se acaba de indicar, como un sistema de composición arquitectónica basado en la combinación de unos determinados elementos que, relacionados entre sí de un modo coherente a partir de unas normas prefijadas, confieren al edificio armonía, proporción y unidad, principios esenciales del concepto clásico de arquitectura, a los que quedaba supeditada la belleza del edificio.

Es así que durante la Edad Moderna los órdenes fueron la base del proyecto arquitectónico. Los arquitectos los adoptaron como principio de autoridad, considerando que su procedencia de la arquitectura griega y su carácter autosuficiente para la construcción de edificios consagraba su empleo como principio general de composición arquitectónica, o lo que es lo mismo, como un código de obligado respeto, iniciándose de este modo un proceso de sistematización de la arquitectura basada en dicho código. Los órdenes se convirtieron de esta manera en un modo de concebir el proyecto arquitectónico. Y aunque las posiciones de los arquitectos respecto a la interpretación del clasicismo fueron variando con el tiempo, los órdenes se mantuvieron como lenguaje, como el aparato conceptual empleado por el arquitecto de la Edad Moderna para “hacerse entender”, tal y como indica L. Benévolo (Forssman, 1983). Al igual que en muchas otras cuestiones relacionadas con la práctica artística de la Edad Moderna, en este proceso ejerció una gran influencia el texto de Marco Vitruvio Pollion, especialmente a partir de la interpretación que el arquitecto y teórico latino del siglo I a.C. aportaba en relación al origen de los órdenes griegos. El texto se convirtió en fuente de autoridad e inspiración para las formulaciones teóricas modernas hasta el siglo XVIII, momento en el que el descubrimiento y estudio de las ruinas de la Antigüedad comenzó a desvelar que en realidad los órdenes vitruvianos no eran tanto una trasposición veraz de la arquitectura griega, como parecía deducirse el texto de Vitruvio, como una interpretación de la misma en la que se mezclaba la influencia tardohelenística con la romana. Recordemos que los órdenes griegos carecieron de un respaldo teórico y que no fue hasta Vitruvio cuando se ofreció una versión de los mismos que acabaría por convertirse durante la Edad Moderna en una especie de conjunto fijo de normas que pretendían ser inalterables, algo que no había existido en Grecia, donde los órdenes habían ido evolucionando y cambiando. En el tercer y cuarto libros, Vitruvio describía tres órdenes: dórico, jónico y corintio, y daba algunas pautas sobre el toscano. Explica en qué parte del mundo surgió cada uno y explicaba con qué dioses o diosas debía corresponderse cada uno. Pero como indica J. Summerson, no presentó los órdenes como un conjunto de normas canónicas, dejando esa tarea a los teóricos del Renacimiento. Los órdenes vitruvianos estaban regidos por el principio de la relación de proporción entre sus diferentes partes inspirada en las proporciones del cuerpo humano, o lo que es lo mismo, de la Naturaleza, de modo que no fue difícil que los artistas del Renacimiento integrasen con facilidad en su discurso la recurrencia a este sistema de composición, pues constituía un modo de hacer que el edificio fuese bello y reflejase a su vez su relación con la Naturaleza. Las reglas de los órdenes, en tanto que procedentes de la Naturaleza, garantizaban la belleza y la perfección. De este modo, la doctrina vitruviana de los órdenes fue calando y afirmándose en toda Europa, gracias en buena medida a la gran difusión que tuvo el tratado de Vitruvio, sometido durante el siglo XVI a un gran número de ediciones, traducciones a distintos idiomas y comentarios por parte de la

teoría arquitectónica de diversos países, marcada durante este siglo por un acentuado vitruvianismo. Como indica Forssman, para quién la arquitectura de los siglos XVI a XVIII constituye lo que él denomina la “Edad vitruviana”, cada período de este proceso artístico estuvo vinculado a la preferencia por un orden con respecto a los demás: el siglo XV prefirió el corintio, condicionado por la contemplación de las ruinas de la Roma Imperial; el Clasicismo buscó el equilibrio entre los tres órdenes defendido por Bramante; el Manierismo se decantó por el toscano y el dórico, representados en las obras de Giulio Romano, Sanmicheli o Vignola; el Barroco por el corintio, convertido en el exponente esencial de la estética ornamental y esplendorosa del Absolutismo; y finalmente, el Neoclasicismo optó por el dórico, surgido en parte como reacción ante el Barroco, y también como consecuencia del influjo ejercido por los nuevos descubrimientos arqueológicos y la nueva visión de la Antigüedad que éstos aportaron en los medios artísticos. Durante los siglos XVII y especialmente durante el XVIII, el empleo de los órdenes clásicos constituyó además una solución adecuada para los ideales académicos, en tanto que permitía fortalecer la autoridad del arte grecolatino y otorgar una base objetiva al juicio del gusto, ya que durante el Neoclasicismo se propugnó la vuelta al código invariable de buen gusto de las obras griegas que, según se consideraba, los romanos y modernos habían tergiversado. Todas estas teorías y formulaciones participaron del Clasicismo, conferido en buena medida mediante el empleo de los órdenes. Pero el modo en que todos ellos fueron utilizados desde el punto de vista arquitectónico no fue, sin duda, el mismo. De hecho, los órdenes, considerados por la mentalidad clasicista como norma ineludible a la hora de construir, fueron interpretados de muy diferentes modos por teóricos como Serlio, Vignola, Palladio, Philibert de L’Orme, Fréat de Cambray, Juan Bautista de Villalpando o Laugier, por mencionar sólo algunas de las más destacadas formulaciones que se realizaron desde los distintos centros europeos. Todos ellos convirtieron a los órdenes en elaboraciones propias que pretendían convertirse en tipos o modelos ideales, condicionados en su formulación y concreción por tres elementos fundamentales: la interpretación que cada uno de estos teóricos hizo de las normas de composición establecidas por Vitruvio en su tratado – muy poco claras especialmente en lo que se refería a las proporciones que debían tener los órdenes-, el estudio y observación de las ruinas de la Antigüedad, y finalmente la capacidad que cada uno de estos hombres demostró para intentar dar solución a las ambigüedades que se producían entre lo que leían en el texto de Vitruvio y lo que sus ojos podían ver observando, estudiando e incluso midiendo los edificios de la Antigüedad. De todo ello resultarían sus propias formulaciones acerca de los órdenes. Si a ello unimos que cada una de estas formulaciones fueron a su vez reinterpretadas por los propios arquitectos de cada momento artístico a través de los edificios que diseñaron, nos encontraremos con un marco variado, en el que si bien los elementos propios del lenguaje de los órdenes permaneció invariable, manteniendo así vivo el Clasicismo, su forma de conjugarse presentó interesantes variables. Todas estas formulaciones eran una muestra de la

actitud creativa mantenida ante el Clasicismo por teóricos y arquitectos, para quienes quedó patente que los órdenes eran un sistema de composición basado en los principios del vitruvianismo. Pero también un modo de expresión de carácter alegórico. Ambos elementos, compositivo y expresivo, dieron sentido a los órdenes, vinculando el lenguaje arquitectónico de los teóricos y arquitectos modernos con el vitruvianismo y, a partir de él, con el Clasicismo. Pero además los órdenes, como parte fundamental del Clasicismo, estuvieron también presentes en el campo de la especulación arquitectónica de la Edad Moderna desde una triple consideración: estructural, ornamental y expresiva. Fueron así contemplados como elementos de un sistema compositivo, como simples ornamentos de la arquitectura, o como modos de expresar el significado que podía tener el edificio desde el punto de vista alegórico o simbólico. Por lo general, cada teórico se mostró afín a una sola de estas consideraciones, pero algunos de ellos expresaron una idea del orden arquitectónico en el que la que se hacían compatibles dos o más valores. Un recorrido por la teoría de los órdenes de la Edad Moderna y por algunos ejemplos de cómo éstos se aplicaron, nos ayudará a comprender esta afirmación. Pero como punto de partida veamos primero qué decía Vitruvio sobre los órdenes en sus Diez Libros de Arquitectura, consultando el primer documento de esta lección. Fijémonos especialmente en cómo hacía corresponder los distintos tipos de orden con un carácter (varonil, delicado, y con distintos dioses y diosas), pues será en este aspecto en el que resida la vinculación que recogieron los teóricos de la Edad Moderna entre la forma del edificio y su significado. Será lo que conocemos como la “teoría modal de los órdenes”, a partir de la cual éstos aparecen vinculados con la función y el valor simbólico de los distintos tipos de edificios.

DOCUMENTO COMPLEMENTARIO PARA EL ESTUDIO DEL TEMA (Accesible a través del curso virtual)  Lectura de DOCUMENTO 1. VITRUVIO, “De los tres órdenes de columnas, de su origen y de su invención” “De los ornamentos de las columnas y de su origen”. Los diez Libros de Arquitectura, libro IV, capítulos I y II.

En este otro texto podremos estudiar la transformación que experimentó el Clasicismo vinculado a la teoría arquitectónica y especialmente a los órdenes, a partir del siglo XVIII: TEXTO COMPLEMENTARIO RECOMENDADO PARA EL ESTUDIO DEL TEMA (accesible a través del curso virtual): Lectura de TEXTO 1. Forssman, E., “El declinar del Vitruvianismo en el siglo XVIII”, en Dórico, Jónico y Corintio en la arquitectura del Renacimiento. Bilbao, Xarait, 1983, págs. 187-195

II.

LA TEORÍA DE LOS ÓRDENES EN ITALIA O CÓMO CODIFICAR LA GRAMÁTICA DE LA ARQUITECTURA CLÁSICA

1. Los “libros de órdenes”: modelos para componer y licencias para transgredir La teoría de los órdenes formó parte del debate arquitectónico de la Edad Moderna, poniendo de manifiesto que no existía una solución única en torno a cuestiones como las proporciones o las medidas de los mismos, ni tampoco en torno al número y variedad de los órdenes o a cómo éstos debían ser empleados desde el punto de vista expresivo. Surgieron en torno a estos temas numerosas propuestas teóricas que a continuación vamos a recorrer en sus formulaciones esenciales, las cuales constituyen un interesante indicador tanto del interés suscitado por el tema en la Edad Moderna, como de la importancia que éste tuvo en el contexto de un debate aún más amplio, el de lo antiguo y lo moderno. La defensa de la arquitectura romana o el retorno al código invariable del buen gusto de la arquitectura griega, como propugnaban algunos teóricos y arquitectos del Neoclasicismo, formó parte de esta polémica, como a continuación veremos. Leon Battita Alberti y el valor ornamental de los órdenes El primer teórico que se ocupó de los órdenes arquitectónicos en el contexto de la cultura vitruviana de la Edad Moderna fue Leon Battista Alberti, quién abordó el tema a través de la obra De Re Aedificatoria, publicada en 1452. Aunque el interés de Alberti por los órdenes no fue especialmente destacable desde el punto de vista teórico, dejó algunas ideas interesantes sobre los mismos que pusieron de manifiesto su deseo de vincular la nueva arquitectura con la cultura vitruviana a partir de una interpretación propia, ejerciendo una gran influencia sobre los arquitectos y teóricos posteriores. Alberti fue, además, el primer arquitecto del Renacimiento que empleó los órdenes superpuestos en la construcción del palacio Rucellai, basándose en una articulación que

sin duda recibía una gran influencia de su observación de los edificios de la Roma Imperial, y más concretamente, del Coliseo. Alberti no ilustró su obra, pero describió los órdenes a partir del texto de Vitruvio y de su propia observación de las ruinas romanas, por cuyo estudio sentía un gran interés. Fue a partir de ellas como estableció un quinto orden, el denominado “genus italicum” u “orden compuesto”, creado a partir de la combinación del jónico y el corintio, al que identificó como orden romano e incluyó entre los órdenes clásicos. Además, Alberti calculó las proporciones de los órdenes en relación al cuerpo humano, siguiendo la teoría antropomórfica de la arquitectura enunciada por Vitruvio, y expresó la idea de que las columnas eran “el principal ornamento de la arquitectura”. Pero en ningún momento llegó a establecer una relación entre los órdenes y el género o valor alegórico, expresivo, que pudiesen encerrar y transmitir al edificio, manteniéndose así al margen de la teoría del decoro vitruviano que tanto desarrollo tendría, como más adelante veremos, en la Edad Moderna. Los órdenes eran para Alberti una especie de tipologías de columnas con carácter ornamental y sólo en escasas excepciones, como cuando se refería a la construcción de los arcos de triunfo -para los cuales recomendaba el empleo de los órdenes corintio o compuesto que prevalecían en las ruinas de los edificios romanos-, se establecía una relación entre el orden y su significado o valor alegórico. La teoría arquitectónica del siglo XVI dedicó un gran desarrollo a la teoría de los órdenes. Casi un siglo después de las formulaciones teóricas de Alberti y ya en pleno Renacimiento, Sebastiano Serlio sentaría las bases de la tradición de libros de órdenes como tema autónomo, sometiendo a los mismos a un proceso de codificación que partía de la lectura y reinterpretación del texto de Vitruvio. Hasta entonces ninguno de los teóricos de la arquitectura seguidores de la tradición vitruviana, habían aportado soluciones aplicables con facilidad a la práctica arquitectónica. Sus obras tenían un carácter especulativo o utópico que de nada servía a los arquitectos a la hora de componer sus obras. Pero Serlio vendría a cambiar dicha situación. Sus libros de arquitectura -ocho libros, más uno extraordinario publicados de forma escalonada en Venecia y Francia entre 1537 y 1575-, constituyeron una especie de código de gramática arquitectónica ilustrada, pues esta vez sí iban acompañados de un amplio catálogo de imágenes, alcanzando una gran difusión por toda Europa gracias a la imprenta y convirtiéndose en un verdadero referente para la cultura arquitectónica moderna. Podríamos decir que su obra se convirtió en una especie de atlas de arquitectura elaborado con un lenguaje sencillo, con el que se pretendían proporcionar normas concretas para la arquitectura, renunciando a la especulación teórica que había caracterizado anteriores tratados. De este modo, los libros de arquitectura de Serlio, con sus ilustraciones, llegaron a funcionar como una especie de catálogo de modelos a los que acudían arquitectos de Italia, Francia, Inglaterra, Alemania, etc., a la hora de componer sus obras. Por esta vía la obra teórica de Serlio llegó a ser una de las publicaciones de mayor influencia en la arquitectura moderna junto al tratado de Vignola, publicado algo después.

Sebastiano Serlio y su IV Libro de Arquitectura: la primera sistematización de los órdenes Serlio dedicó su IV libro, publicado en 1537, a los cinco órdenes, creando así una tradición, la de abordar el tema de los órdenes en un volumen independiente, que alcanzó un notable éxito en la tratadística del siglo XVI, hasta el punto de que la teoría de la arquitectura parecía quedar muchas veces reducida a los principios de los órdenes y las instrucciones que en cada uno de los autores de los tratados aportaban para su aplicación.La sinopsis con la que Serlio inició este IV libro estaba inspirada probablemente en la edición de Vitruvio publicada por Cesare Cesariano en 1521, cuyo estudio contribuyó a un conocimiento más profundo del teórico latino, que combinó a la hora de formular su teoría de los órdenes con su propia observación de los edificios antiguos, como también hiciese Alberti a mediados del siglo XV. Sin embargo, la postura de Serlio frente a los órdenes no era ya la de Cesariano o la de Alberti. Serlio, que consideraba a su IV libro como el más importante y “el más necesario para el conocimiento de las diferentes modalidades de edificios y su ornamento”, atribuyó un gran protagonismo a los órdenes como elementos del lenguaje arquitectónico clásico, llevando a cabo una sistematización de los órdenes que consistía en la creación de modelos de cada uno de los mismos y en el estableciendo de un canon fijo que determinaba la altura de las columnas, cuestión que no había sido llevada a la práctica por los teóricos precedentes. Como luego hiciesen muchos otros autores, Serlio presentó a los órdenes como elementos canónicos invariables inspirados en la Antigüedad, sin bien su definición era fruto de una mezcla entre la inspiración vitruviana y su propia invención a partir de la observación y estudio de los edificios de la Antigüedad, manteniendo una relación crítica con el texto de vitruvio. Su visión de los órdenes era, pues, una elaboración propia y contemporánea que aspiraba a convertirse en modelo. Sin embargo, Serlio contemplaba la posibilidad de las licencias formales que pudiesen introducir los arquitectos a la hora de componer sus obras, cuestión ésta que él mismo aplicó en su tratado. Con la inclusión de estas licencias en el contexto de la tradición vitruviana, que en ocasiones justificaba como una adaptación a los nuevos tiempos, Serlio se convirtió en el iniciador teórico del Manierismo arquitectónico. Otros arquitectos y teóricos italianos de los siglos XVI y XVII que a...


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