Tiempo y concepción de espacio en la edad Media PDF

Title Tiempo y concepción de espacio en la edad Media
Author David Fraile Ruda
Course Historia de la Civilización Medieval y de la Cultura Europea
Institution Universidad de Sevilla
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Profesor Jesus García Diaz...


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Tema 2 Experiencias del tiempo y concepciones del espacio Podemos decir que en la edad Media, el tiempo no es más que un momento de la eternidad, por lo que el tiempo, que es creado por Dios pertenece al mismo y por ende, en la edad Media al inicio es la de una realidad que solo puede ser vivida, donde tomarlo, medirlo y sacarle provecho es un robo en tanto que el tiempo inicial al hombre no le pertenece ya que es exclusivo de Dios. Rota Fortunae El tiempo a su vez es continuo y lineal, es decir, es diferente de ese tiempo de filósofos de la antigüedad que se hayaban tentados en la idea de un tiempo circular, de eterno retorno. El tiempo de la antigüedad, nuevo, deja parte de su huella en el imaginario colectivo en la metalidad de la edad Media, donde puede verse de forma palpable en la idea de la rueda de la fortuna. La Rota Fortunae viene de Boecia, de la tardo antigüedad y tendrá una importante repercusión en el imaginario colectivo de la Edad Media donde en la iconografía goza de una importante difusión. La Rueda de la Fortua es el armazón de los rosetones góticos. A pesar de mantenerse la rueda de la fortuna, el pensamiento medieval supone una ruptura en lo referente al tiempo circular, donde en la edad Media, gracias en buena medida al cristianismo, se niega a aceptar el concepto redondo del tiempo dandoselé un nuevo sentido, un sentido que no es giratorio; la edad Media en buena medida contamina el concepto de tiempo con el de historia donde posee un principio y un final. Al unisono ese comienzo y final son paralelamente positivos y normativos a la par que son históricos y teleológicos. El tiempo comienza con Adán donde la crónica, si se detiene en el momento en el que escribe, en realidad este deja sobre entendido el juicio final. Por ello, se puede decir que en cierta medida, toda crónica o libro de historia en la edad Media es de carácter universal y que irá desde la creación hasta el fin del mundo; inicio y final. Teoría de las seis edades Por tanto, el tiempo, es historia y esa historia tiene un sentido. En la continuidad del tiempo, existen diversos elementos que pueden servir para dividir el tiempo. Uno de los esquemas de división con mayor popularidad y arraigo durante la edad Media, es la realizada desde la división de la semana. En realidad es una teoría de origen judio donde se dan seis días y el Sabath. Esta teoría judia es recogida por San Agustin y seguida por San Isidoro de Sevilla siendo una teoría de la división de Historia en seis edades que es aceptada en todos los niveles del pensamiento, desde una divulgación doctrinal más amena protagonizada por Onorio de Autún, teólogo, geógrafo y cosmólogo del siglo XII que usa para divulgar obras asequibles donde acepta la teoría de las seis edades y en las altas esferas eclesiásticas como es Santo Tomas de Aquino. El macrocosmos, al igual que el microcosmos pasa por seis edades a modo del sistema semanal; La creación de Addán, la Ley de Noe, vocación de Abraham, realeza de David, cautividad de Babilonia y venida de Cristo. De este modo, a su vez y de forma complementaria, el hombre también pasa por seis edades; infancia, adolescencia, juventud, edad madura, vejez y decrepitud.

Hasta que el mundo se acabe, estamos en la sexta edad y por tanto en la decrepitud “Mundus senescit” que camina hacia la senectud, de cuya concepción se deriba un pesimismo muy importante y que en buena medida impregna todo el pensamiento y buena parte de la sensibilidad medieval, donde el hombre, tiene la idea de que se encuentra viviendo en un mundo limitado y que está muriendo. Esta creencia es legada por el cristianismo primitivo donde lega la lección. Es un contexto de crisis del bajo Imperio donde se da la decrepitud del mundo. Existe la concepción de que el mundo, al envejecer contrae, se decrepa. Dentro del sentido único de la historia, hay ciertos momentos privilegiados. En este sentido, la idea fundamental es que el tiempo está dividido por un acontecimiento clave, la encarnación, el nacimiento, dentro de la Santisima Trinidad. Hoy día, seguimos usando esta división dentro de la cronología cristiana por Dionisio el Menor en el siglo VI. Esta cronología está cargada de una historia de la salvación, donde no solo es matemática e incluye una historia de la salvación, donde el destino de los hombres será muy distinto según hayan vivido a uno u otro lado del acontecimiento central; antes de Cristo no hay esperanza de salvación para los paganos, donde sin embargo hay excepciones, donde según en el evangelio, Cristo descendió a los infiernos para elevar a los pacientes en el seno de Abraham. Más allá de ellos, muy pocos personajes serán salvados siendo cuasicristianizados, como Alejandro Magno, que consigue salvarse como el emperador Trajano, que debe su salvación a un gesto misericordioso narrado en la Leyenda Aurea de Santiago de La Vorágine. Otro será Virgilio por la 4ta Égloga. Sin embargo, casi todo desaparece dentro de la Dammnatio memoriae del cristianismo hacia la antigüedad clásica. Nos encontramos con una historia de salvación y otra pagana donde el punto de inicio y final donde se da un punto de inicio; la Creación. El Génesis, describe la creación de todo, la Tierra, el agua, las plantas... es sobre todo y por encima de ello, una historia humana con sus protagonistas que serán la base y los símbolos de todo el humanismo medieval. Toda la Historia de la humanidad quedá sentenciada por un accidente dramático con consecuencias absolutas por toda la humanidad; la tentación de Eva. Este hecho, lleva a la mala imagen de la mujer hasta nuestros días, donde la mujer es la que está legada a lo sentimental constituyendose como elemento irracional. Por un lado se daría la historia sagrada y por otro lado la Historia profana. La historia sagrada es la dominante por una especie de eco divino, donde en el antiguo Testamento, anuncia en todos sus aspectos el nuevo y donde cada episodio y personaje, prefigura su correspondiente en el nuevo. El eje de la historia profana es la transferencia del poder y la sucesión de los Imperios. La sucesión de Imperios se elabora a partir de la exegesis del sueño de Daniel. Teoria de Daniel y paso del tiempo y control del mismo La profecia de Daniel es el hilo conductor de toda la filosofía medieval sobre la Historia y en la sucesión de Imperio tiene lugar en dos niveles, que no solo se superponen sino que se solapan; por un lado el poder la Traslatio Imperio y por otro lado la cultura; traslatio studi que va en paralelo, dandosé la idea de traslación desde Oriente hacia Occidente. Esta tesis simplista, no se contenta con deformar la historia, sino que sirve para acentura y ponderar la civilización cristiana sobre otras contemporáneas como la Bizantina, la Islámica o las asiáticas. Oton de Freising señala que el Sacro Imperio Románico Germánico como el culmen del mismo. Cretiene de Troyes lo traslada a el Imperio Carolingio. La concepción de traslatio inspira a los historiadores y teólogos la creencia de predominio de occidente, donde esta traslatio del centro de gravedad camina a occidente que se busca situar sobre las orientalistas como es la Bizantina y las asiáticas e islámicas.

Otros autores elegirán acontecimientos propios de su pais para buscar la activa participación del país en la salvación como es la coronación de Carlomagno para Francia. Ni siquiera la idea de la traslatio imperii creara un optimismo. Pesa demasiado el concepto de la sexta edad donde lo más importante para pensadores cristianos consiste en intentar detener la historia y acabarla. Este parón, generará un debate; entre quienes consideran que la historicidad es falaz; osease, que lo unico que importa es aquello intemporal y aquellos que defienden que la verdad histórica ha sido progresivamente revelada dentro de la edad Veritas filia temporis donde por lo tanto, se da un debate con un momento álgido en el siglo XII entre los que consideran la verdad como hija del tiempo como Bernardo de Chârtres. La opción de que la historicidad es falaz, redunda en el pesimismo, con un cierto optimismo atemporal en los autores que consideran que la verdad está dada y es inmutable a lo largo del tiempo. La única via de escape y positividad es ponderar las virtudes de la vejez sobre otras edades; estamos en la sexta edad y esta vejez puede tener ventajas. Queda muy biien resumido en una frase que a su vez decanta un respeto hacia los clásicos, que la edad Media nunca olvida y donde se reivindica el presente “...somos enanos que vamos a gonbros de gigantes, pero nuestro horizonte es más amplio que el suyo...” de Bernardo de Chârtres. Este sentimiento discurre en paralelo en el traspaso del tiempo de la Iglesia al tiempo del mercader, de un tiempo abstracto a un tiempo objetivo, preciso, concreto que debe ser medido y debe ser bien aprovechado, bien utilizado. Hay una especie de orgullo de que se advierte algo nuevo en el horizonte. En el IV Concilio de Letrán, se aprueba el aggiornamento que abrirá una modernidad consciente de si misma donde el intelectualismo va de la mano del nacimiento del capitalismo comercial. Sin la génesis y el desarrollo paralelo de nuevas actitudes, surgidas de un tiempo concreto que se laiciza y que cada vez más pertenece más al ser humano, por lo que para entender esta ecuación tiempo/eternidad/historia, es fundamental centrarnos en la concepción del tiempo. El tiempo En el plano de la mentalidad colectiva, la indiferencia hacia el tiempo, se concreta en una confusión temporal que mezcla y combina pasado, presente y futuro. Otro ejemplo de ello, pasado, presente y futuro, es la referida a la persistencia de las responsabilidades colectivas. Fruto de que el pasado está en el presente, todo el mundo es culpable de la traición de Eva y a la vez, culpables de la pasión de cristo o todos los musulmanes son culpables de la heregía de mahoma. En este sentido, hay una diferente posición del cristianismo en posición a las otras dos religiones abrahamicas, donde es más fácil acometer contra el islám al ser más nuevo donde el judaismo es más dificil de combatir debido a que el cristianismo es posterior al judaismo donde el judaismo fue la religión del propio Jesus. Se dará por tanto la Hebráica Veritas donde hasta el siglo XII no se dan sentimientos antijudios donde se busca la colaboración de los rabinos ante su entendimiento de la Torá (el Pentateuco católico) donde el movimiento paralizará el siglo XII y se pasará a un odio hacia los judios. La mezcla entre pasado, presente y futuro, se ve en el arte y el teatro. Donde es patente el anacronismo de los vestidos que no hace sino mezclar todas las épocas partiendosé de la creencia de que todo lo importante es por definición contemporáneo. De ello hace el pasado, presente para llegar a la eternidad.

La encarnación se mantiene necesaria. Lleva consigo y de forma necesaria una datación precisa fruto donde se desarrollará una sensibilidad y apego hacia la cronología. Esta cronología no está durante gran parte de la edad media ordenada a lo largo de un tiempo divisible en momentos iguales donde la mesura no es exacta, sino que es un tiempo subjetivo y por tanto no científico que el hombre de la edad Media vive y entiende como tal. Tiempo Presente San Agustín cae en una serie de paradojas y contradicciones, ya que concibe el tiempo como una entidad astronómica universal y por lo tanto concede el tiempo como objeto de preocupación científica por lo que intenta formilar sobre el tiempo afirmaciones universales generales que pretenden ser ciertas. Sin embargo, en la edad Media, se apartará de esta senda e ignora la cualidad objetiva del tiempo donde se aproxima al mismo desde una serie de experiencias subjetivas. Durante la alta edad Media no existirá un acuerdo unánime sobre la necesidad de medir el tiempo en términos precisos, por el contrario, los periodos del tiempo eran más estimados que calculados. El tiempo pasado de Roma se siguió practicándose hasta bien entrada en la edad Media. Este sin embargo se irá abandonando como unidad de medición. De forma paralela al abandono del siglo, el calendario romano, de Julio Cesar sigue empleándose pero en buena parte de la edad Media, el año puede tener comienzo en momentos muy diferentes. Por ejemplo, el 1 de Septiembre según el estilo bizantino, 25 de Diciembre según la Natividad, el 1 de Enero por el estilo de la circuncisión (ya que el hijo de Dios recibe nombre). Dentro del año, usado como unidad de medida, para el Cristianismo hay dos puntos claves; la Natividad y la Pascua de Resurrección. A partir de estos dos momentos, por referencia a ellos, se organiza el resto del año en función de los tiempos litúrgicos, acomodados a las estaciones, donde se da una cristianización y sincretismo entre antigüa fiesta y el calendario litúrgicos. A puertas del invierno se da el adviento (la Natividad es anunciada) tras el y al comenzar el invierno como tal y terminar el año las fiestas navidades y la circuncisión y la Epifanía que son una cristianización de las Saturnales romanas y el Sol Invictus. Tras ello, se da un periodo de purificación de animales (17 de Enero San Antón), las personas (2 de Febrero la Candelaria) y sobre todo la purificación de las almas (la Cuaresma) que coincide cuando se van acabando los recursos reservados previos a la siembra donde se da el momento crítico de alimentación que coincide con la abstinencia de la carne. Curiosamente la cuaresma coinciden con el ciclo agrícola donde no quedan excedentes para comer. Con la llegada de la primavera llega la pascua, la cual es una herencia de la pechá hebrea, y después de la pascua pentecostés, y el 24 de Junio San Juan. Con la llegada del otoño, se dan las fiestas de los santos medidores, San Mateo (que era recaudador de impustos) y San Miguel (que pesa las almas el 29 de Septiembre). El año quedaría cerrado con todos los Santos y se prolonga hasta San Martin el 15 de novimebre y vendría a enlazarse con la Natividad. Los meses romanos se mantuvieron como unidad de medida. Es el intervalo que media entre dos lunas llenas sucesivas. Lo mismo sucede con los días que son los intervalos entre dos amaneceres sucesivos. Las horas durante la Alta Edad Media quizás fueran las porciones más cortas de tiempo que se pudieran medir, marcadas por las reglas canónicas: maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.

Hasta el siglo XI, particularmente en el mundo rural, la duración de las horas variaba según la variación estacional de tiempo diurno y tiempo nocturno. Se asignaba un número fijo de 12 horas al día y 12 a la noche. Las doce horas nocturnas duraban más en invierno que en verano y viceversa. Esta costumbre resultaba conveniente en un mundo en el que se consideraba que el día comenzaba con el amanecer. En lo que respecta a los minutos no existía un concepto preciso de los mismos. Antes del siglo XIV no existían instrumentos capaces de medir el tiempo de forma precisa. Siempre que se utilizasen periodos de tiempo más cortos que una hora, éstos se convertirían en unidades temporales en sí mismas (el tiempo de ir de mi casa a la tuya p.ej). Durante la Alta Edad Media y hasta el siglo XIII había pocos criterios objetivos de medición del tiempo. No existe la necesidad, por lo que no se desarrollan instrumentos de medida destinados a medir estos intervalos de medida temporales. Se da preferencia a los ritmos naturales (ciclos de cosechas, lunares etc.). Otro punto en el que las experiencias del tiempo en la Edad Media se alejan de la Antigüedad es el relativo a los efectos que el progreso del tiempo tiene sobre las acciones del tiempo. En la Antigüedad se consideraba que el avance del tiempo podía variar en velocidad. Solo había avance si este podía observarse, por lo que no podía perderse o malgastarse. La adaptación a los ritmos de la naturaleza era más importante que la adaptación al tiempo en cuanto entidad astronómica intangible. Impacta la experiencia del tiempo en las percepciones humanas. Durante la Alta Edad Media la organización en grupos constituía un vínculo permanente entre pasado y presente. Son importante por ello las relaciones familiares, tener presente a los muertos etc. La historia del mundo tiene una línea, con un punto de inicio, la creación. La historia bíblica es asumida por la cristiandad. Los cambios en las seis edades que se consideraba que había tenido el mundo sí se fijaban muy precisamente a partir de los relatos bíblicos. La división en seis edades fue defendida por san Agustín, san Isidoro de Sevilla o Beda el Venerable. Dentro de la secuencia de las seis edades, con Cristo acaba la quinta edad y comienza la sexta edad. La longitud temporal de las edades se expresaba de manera exacta. La última edad, la sexta, se considera inmensurable, lo que no impedía que existiesen tentativas por intentar calcular la longitud que quedaba entre el presente y el Juicio Final. Este comportamiento escatológico se muestra también en el judaísmo. Los periodos críticos de la sexta edad se consideraban señales que profetizaban la llegada del fin del mundo. En relación a tiempo pasado sí hay cierta obsesión con la elaboración de cronologías, para lo cual se acude al conocimiento depositado en las Sagradas Escrituras. Hay una oscilación entre la esperanza y el temor por el fin del mundo y hay una ponderación para calcular el tiempo del pasado frente al presente. A partir del año 1000 van a generarse en la sociedad occidental nuevas experiencias del tiempo que cristalizarán a partir de los siglos XII y XIII. Del tiempo de la Iglesia al tiempo del mercader Para el servicio de misa se requería una medición específica de las horas, por ello, los monjes van a dar uso a instrumentos apropiados para una correcta medición de las horas. Para tal fin perfeccionarán una serie de instrumentos de origen antiguo que permitían una gran precisión y que funcionaban durante la noche incluso. Son la clepsidra y el reloj de arena. Mucho más importante en lo que respecta a las nuevas experiencias del tiempo es el paulatino desarrollo de la actividad comercial, sobre todo, el realizado a larga distancia.

En este contexto, el clero se va a enfrentar con un pecado que antes raramente había sido expuesto. La malversación del tiempo con el objeto de acumular dinero. Esto es, el interés. El desarrollo del comercio y la navegación va a comenzar a exigir una medición más estricta de los plazos de tiempo, que en los contratos son explicitados. Lo mismo pasa con la generalización de la banca y el préstamo monetario. Algunos filósofos, particularmente los laicos, van a dar un paso más en lo que respecta a las fuentes sobre el tiempo y van a recurrir a la filosofía aristotélica. De acuerdo con Aristóteles, el tiempo es un proceso lineal y debía ser experimentado objetivamente, como único árbitro entre el pasado y el futuro. La temprana subjetividad del tiempo comenzaba a relajarse o cuanto menos, a recibir una aproximación intelectual distinta. El tiempo lineal aristotélico debía coincidir con el uso que los comerciantes comenzaban a dar al tiempo. Se van a demandar progresos respecto a la medición del tiempo y que los hombres en sus negocios se ajustasen a esta medición objetiva del tiempo. La Iglesia puso el grito en el cielo. Los eclesiásticos se opusieron por basarse en los libros sagrados y argumentaban que el tiempo había sido la primera creación de tiempo y por ser un bien suyo, no podía estar en venta. Este argumento es novedoso y aporta un salto cualitativo respecto al tiempo de la Alta Edad Media, pues, aun condenándose la venta del tiempo, la Iglesia comienza a manejar un concepto de tiempo como entidad astronómica. El préstamo se extendió por toda Europa y la Iglesia no tuvo más remedio que aceptar una serie de tasas de interés legal, por otra parte, bastante altas, por encima de las cuales sí se consideraba que se incurría en usura, en torno al veinte por ciento. Los propios clérigos acudían a los prestamistas para obtener capital. Aparece a finales del siglo XIII el reloj mecánico. El nuevo arte de la fabricación de relojes mecánicos se extiende rápidamente, debido a la necesidad existente. A mediados del siglo XIV las horas laborales se determinan fiablemente. Tampoco cambian las cosas de manera radical. El tiempo deja de ser patrimonio de Dios y pasa a serlo del hombre. La Iglesia fomentó la mala imagen de la actividad del...


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