Trabajo tutorial - tranbajo sobre la mesa de los pecados capitales, de el bosco. PDF

Title Trabajo tutorial - tranbajo sobre la mesa de los pecados capitales, de el bosco.
Course Arte del Siglo XVI
Institution Universidad Complutense de Madrid
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Tranbajo sobre la Mesa de los pecados capitales, de El Bosco....


Description

La mesa de los Pecados Capitales, El Bosco

1. Aspectos técnicos La mesa de los Pecados Capitales es una obra del artista holandés del inicio del Renacimiento, Hieronymus Bosch. Mide 120 cm x 150 cm. Está realizada en óleo sobre tabla, madera de chopo. Data del año 1485 pero algunos estudios elaboran la teoría de que en realidad, se realizó ya pasado el 1500, debido a las vestiduras que presentan los personajes. 2. Contexto La vida de Hieronymus Bosch transcurre en pleno Renacimiento (1450?-1516). Aún así, por el lugar en el que vivió que fue el norte de Europa, más concretamente en los Países Bajos, el Renacimiento no caló tanto como en Italia y el estilo que persistió fue el gótico. Si el Renacimiento artístico tiene su origen en Italia, la Reforma nace en Alemania, aunque en esta se dieron las mismas circunstancias que en otros países: la envidia con la que los laicos veían las riquezas del clero, el penoso espectáculo que ofrecía el Papado, el fracaso de las reformas generadas en el siglo XV para regenerar la Iglesia, etc,. Los hombres del norte prefieren los dictados interiores de la conciencia y las preocupaciones morales que las manifestaciones exteriores de la fe. Este estado de las cosas dio lugar a un arte satírico, unas veces por parte de eruditos pero por otra por parte de los ámbitos más populares que se hacían eco de las costumbres y pecados de la época. Pues bien, este es el ambiente en el que se crió el Bosco, holandés al igual que Erasmo. Apenas sabemos nada de su vida. Sólo que nació hacia 1450 en Bolduque y que murió en esa misma ciudad en 1516. Este dato lo sabemos gracias a los documentos que se encuentran en el Archivo de la Cofradía de Nuestra Señora de Bolduque. De este archivo también tenemos un documento de 1480 en el que aparece ya como pintor. En esa ciudad vivió la familia Van Aken, conocidos por el miniaturista Jan van Aken, que se supone que fue el abuelo de el Bosco. De su formación no sabemos nada, pero si su abuelo fue quien se cree que fue, el Bosco se iniciaría en el taller familiar donde aprendió a dibujar y a usar los colores. El Bosco encontró una gran cantidad de admiradores en España. Parece ser que ya en época de los Reyes Católicos existían obras suyas en España, aunque no hubiera otra razón de su existencia que las relaciones que había en ese momento entre ambas Cortes. La máxima admiración de este artista llega a España bajo el reinado de Felipe II, ya que el monarca reunió un gran número de tablas, especialmente procedentes de la colección de Guevara. Las referencias españolas a este artista no se limitan a sus propias obras reunidas por coleccionistas sino que además aparecen citadas en numerosos libros del Renacimiento y del Barroco. Sus complejas obras siempre trataron de aludir a la moral humana. A pesar de haber sido situado por algunos historiadores como Wilhelm Fraenger en sectas, como en los Hermanos del Libre Espíritu, su obra, especialmente la que hoy tratamos, nos da a conocer las creencias del artista, su fe en la Redención de Dios, su identificación del pecado y probablemente su rechazo hacia él.

3. Descripción Esta obra se cree que fue una de las primeras que creó, al menos de las de la colección española, por la sencillez de su dibujo y la concepción de los escenarios. La tabla es de proporciones cuadradas pero las escenas se colocan alrededor de un círculo que es el ojo del Dios, en cuya pupila encontramos una representación de Cristo como Varón de Dolores, de medio cuerpo, recién salido del sepulcro haciendo alusión a su sacrificio para la Redención de los pecados y rodeado del siguiente texto: “Cave, cave, Dominus videt” (cuidado, cuidado, que Dios te ve). Lo que Dios ve es lo que encontramos al rededor de este ojo. Lo que encontramos es otro círculo concéntrico en el que aparecen siete escenas que representan los siete pecados capitales en animadas escenas cotidianas. Las escenas son muy realistas, y aunque contienen numerosos motivos simbólicos, su sentido es claro, porque además, cada una lleva un rótulo con su nombre en latín. Las filacterias desplegadas arriba y abajo revelan que esos personajes tienen motivos para temer la mirada divina. La de arriba nos dice: “Porque son gente de perdidos consejos, y no hay en ellos entendimiento ¡Ojalá fueran sabios, que entendieran su fin!” (Deuteronomio 32:28-29). En la de abajo leemos: “Esconderé de ellos mi rostro, veré cuál será su fin” (Deuteronomio: 20). La naturaleza de ese fin, el destino de toda la humanidad, está tratada en los cuatro círculos menores de las esquinas de la tabla, que son las postimetrías: la muerte, el Juicio Final, el infierno y la Gloria. En ese momento y en la Edad Media habían surgido numerosos textos que nos hablaban de moral cristiana, espejos de conducta moral donde el lector podía contemplar los vicios que tenía que evitar y las virtudes que tenía que cultivar para alcanzar la salvación eterna. En esta obra tenemos por tanto toda una larga tradición de moralización cristiana. La escena de la muerte del Bosco representa un tema que aparecía tiempo atrás en las iluminaciones de los libros de horas ilustrando el oficio de los difuntos. En aquel momento el iluminador ilustraba esta escena como una escena cotidiana y casera que en esta obra, el Bosco la lleva más allá introduciendo una dimensión espiritual: la muerte se cuela por la cortina que hay detrás de la cama, dispuesta a atacar a su víctima, y sobre el cabecero de la cama están apoyados un demonio y un ángel. La aparición de un demonio no se da unicamente en este caso, sino que aparece en varias de sus obras. Es símbolo de las tentaciones diabólicas a la hora de la muerte que son cinco, entre ellas la desesperación de la misericordia de Dios y la inquietud por los asuntos mundanos que quedan aquí abajo. Estas tentaciones son frustradas por el ángel, que auyenta a los demonios. Este era un momento decisivo porque era el último momento en el que una persona podía optar a tener una buena muerte, habiéndose confesado y encomendado su vida a Dios (para lo que aparecen dos sacerdotes que tiene la función de administrar la últimos sacramentos al moribundo). Esta interpretación del ángel y el demonio no es válida para esta obra ya que en realidad quieren hablarnos del juicio personal de cada difunto antes de llegar al cielo, que se suele representar con un demonio y un ángel, san Miguel por lo general, combatiendo por el alma del difunto. En el ángulo superior derecho nos encontramos con el siguiente paso tras el juicio personal, que es el Juicio Final. Cristo entronizado mostrando sus llagas, acompañado de la Virgen y san Juan así como de ángeles trompeteros. Abajo los resucitados salen de sus tumbas. Cristo aparece como un dios severo que salva a los justos y condena a los pecadores, escenas que se ven en las esquinas

inferiores. En la esquina inferior izquierda tenemos el Infierno, que no es representado según la iconografía típica del momento, también utilizada por el Bosco en otras obras, que representaba todos los tormentos por los que un condenado pasa cuando está en el infierno de la forma más macabra que se le ocurría al artista. En este casi representa simplemente los motivos por los que uno se condena. Repite de forma más sintética los siete pecados capitales. El Infierno de la mesa de los pecados capitales fue el punto de partida para todas las representaciones que el Bosco realizó posteriormente de ese mismo tema. En cada uno de los grupos que componen la imagen el Bosco a colocado un letrero con el nombre del pecado por el que se les condena. La Lujuria presenta a una pareja en el lecho siendo acosada por demonios y por un gran reptil que avanza por el lecho. La Gula nos muestra una tienda de lona en cuyo interior un hombre, sentado sobre una mesa, tiene por alimento una serpiente, un sapo y una lagartija, animales símbolo de lo infernal. En la Envidia unos hombres aparecen acosados por dos perros que les ladran, símbolo de la envidia por ser animales envidiosos. La Pereza está representada por un hombre recostado sobre un yunque sujetado por un demonio y golpeado por una mujer. Un hombre vomitando monedas sobre una gran tinaja representa la Avaricia. Y la de la Soberbia es una mujer con un sapo sobre el sexo acompañada de un hombre, a la que un demonio le muestra un espejo. En la esquina inferior derecha tenemos, en cambio, la Gloria de Dios, la representación del cielo. En este tondo las distintas zonas están separadas por una arquitectura gótica. En la nave central Cristo entronizado con el orbe imperial a sus pies, para significar su soberanía universal y rodeado de ángeles. Más abajo un podio sostiene la corte celestial con ángeles musicantes. La nave central está dividia en dos pisos. En la parte superior hay santos y la parte inferior hay una serie de personajes que han sido identificados como patriarcas y profetas del Antiguo Testamento. La nave de la izquierda funciona como una puerta alta y estrecha por la que san Pedro da la entrada a los bienaventurados, auxiliado por un ángel que sigue defendiéndose de las garras del demonio. Sin duda las escenas que más nos llaman la atención son las que dan nombre a la obra. Me refiero a la representación en el círculo de los siete pecados capitales que analizaremos uno a uno. Todas las escenas que encontramos se sitúan en exteriores urbanos o rural o incluso en interiores de casas. Para empezar tenemos la representación de la Ira. Según la RAE la ira es un enfado muy grave y violento. La escena representa a unos borrachos discutiendo en la puerta de una taberna. Uno aparece con una mesa en la cabeza, detalle burlesco, y el otro, que se ha quitado toda ropa que le incomoda (la capa, los zuecos, que por cierto, nos recuerdan a la escena costumbrista de la obra de van Eyck El matrimonio Arnolfini), es detenido por una mujer. A su derecha, la Soberbia. Se dice de la soberbia que es la actitud o sentimiento de una persona que se considera superior a los demás por alguna cualidad o circunstancia y lo demuestra en sus actos o palabras. Es representado por medio de una mujer burguesa que se acicala ante un espejo sin darse cuenta de que éste lo sujeta un demonio. Si se observa con detenimiento esta obra nos vuelve a recordar a la obra de van Eyck previamente mencionada, por estar dentro de una estancia de la casa donde aparece fruta, muebles y joyas. Al fondo, tras una puerta, un animal y otro

personaje que también se mira en un espejo. A continuación, la Lujuria. La lujuria es el deseo o actividad sexual desenfrenado e inmoderado. Es representado mediante dos parejas de amantes que están en un banquete campestre. Son entretenidos por dos bufones. En un primer plano encontramos instrumentos musicales, otro elemento de placer. Después de la lujuria tenemos la Pereza, falta de ánimo, dejadez, desidia. Aparece una monja que intenta reavivar el rezo religioso dormido en el otro personaje, que está sentado en una silla, dormido, apoyado en una almohada. A su derecha la Gula. Dícese de la gula la tendencia de una persona a beber y comer en exceso. Es representado mediante un hombre un que come sentado en una silla, con un niño que trata de llamar su atención y una mujer que fomenta este pecado ya que le trae aún más comida. Más a la derecha tenemos a otro hombre bebiendo directamente de una jarra. A continuación la Avaricia, que es el afán excesivo de poseer y conseguir riquezas para atesorarlas. Escena representada con un juez que está siendo sobornado. Parece escuchar al hombre que le habla pero mientras extiende la mano por detrás para que otro hombre le de una moneda. Mientras los letrados miran lo que ocurre sin hacer nada para remediarlo, evadiendo su responsabilidad. Por último tenemos la Envidia que es el sentimiento de tristeza airada por el bien ajeno o irritación producida por el deseo de felicidad o alguna cosa de otra persona. Desear algo que no se posee. Este pecado es ilustrado con tres escenas distintas: el que desea a la mujer de otro hombre, el que quiere ser como el noble y el perro que desea huesos más grandes. Llama la atención la cotidianidad de todos estos pecados. En época del Bosco esto era lo que se veía por la calle, de ahí esta denuncia a la sociedad, aunque también nos llama la atención que estas escenas se repiten hoy en día, lo que nos acerca aún más a la obra de este artista. 3. Interpretación Tras esta descripción iconográfica sólo nos queda entender el significado de la obra, que está más que claro después de este escrito. Dios, omnipotente y omnipresente nos observa. Nos observa desde su sepulcro, que es símbolo de su resurrección y por tanto de su muerte. Al igual que un delincuente va a la cárcel para pagar por lo que ha hecho mal, Cristo, en todo su amor, decidió morir por nosotros, para pagar con su carne por todo el mal de nuestros pecados. Dios nos ve, y nos advierte mediante los versículos del Deuteronomio. Nos advierte de que estamos obrando mal y nos amenaza con que va a apartar de nosotros su mirada y se va a replantear nuestra salvación. Lo que Dios ve es representado con pequeñas escenas de la vida cotidiana, que nos recuerdan lo normal que es pecar y nos ayudan a estar más atentos a ese pecado para evadirlo. Pero el Bosco no se queda ahí, va más allá y para ilustrar más las consecuencias de ese pecado nos añade a la obra cuatro círculos en las esquinas de la obra que representan lo que ocurre tras la muerte. Comienza con la muerte como tal, de la que ya hemos hablado, pero que es el momento de purificar nuestra vida en la tierra, nuestros actos pecaminosos mediante la confesión que se nos ofrece en el sacramento de la extrema unción. Tras la muerte viene el juicio particular de todos y cada uno donde ante Dios se ve la santidad de una vida. Después del juicio particular vendrá el Juicio Final, donde Dios vendrá a por nosotros y nuestros cuerpos se encontrarán con nuestras

almas. Será allí donde seremos realmente juzgados e por ello iremos al infierno donde pagaremos por todos y cada uno de nuestros pecados, o gozaremos de la Gloria de Dios. Como síntesis de la obra podemos decir que de lo que hacemos en la tierra depende nuestra salvación, y muy sabiamente el Bosco nos advierte de lo que puede ocurrirnos si no evitamos una vida en pecado. 4. Procedencia En relación con la procedencia de la obra podemos hablar de numerosas referencias que el Bosco tuvo para la realización de su obra. Para empezar tenemos que recordar que el Bosco venía de una familia de artistas. Su abuelo se cree que era Jan van Aken, miniaturista y pintor de frescos. Recibió además mucha influencia del trabajo del vidrio, ya que por aquel entonces, Bolduque era una ciudad industrial en la que destacaba el gremio del vidrio, que inspiraron al artista para crear esos numerosos cilindros y esferas transparentes que aparecen en sus obras, por ejemplo, en El Jardín de las Delicias. En otro aspecto, cuando el Bosco comenzó a trazar sus diablillos, escenas costumbristas y eróticas, no cabe dudar que se inspiró en las escenas esculpidas en en las misericordias y relieves de la sillería del coro de su ciudad natal, y que se prodigaron por toda Europa a finales del siglo XV. En ella el Bosco había visto cabezas de monjes con forma de animales, seres fantásticos, frailes desnudos y borrachos cuya única prenda la constituía una capucha, vicios representados por animales, figuras humanas y alegorías. Esta temática no se limitó a este soporte sino que apareció también en salterios y en libros de horas, alternados con escenas sagradas y exuberantes plantas y animales exóticos. De todo ello había además grabados y dibujos que circularon por Europa durante el siglo XV. El problema con el que se presentó el Bosco desde el principio fue cómo llevar estos temas a la gran pintura, ya que hasta entonces sólo habían aparecido de manera anecdótica en el arte flamenco. Todos los temas que trató fueron temas que interesaron a la sociedad del momento, y él, como nadie consiguió poner al alcance de esta sociedad estas preocupaciones sociales y religiosas que parecían primitivas de la literatura y la sociedad culta. Nunca antes un artista había intentado fusionar lo cristiano y lo pagano sin que afectase a la intensidad de ambos. El Bosco, a juzgar por sus obras conservadas en España se inspiró en textos de las Sagradas Escrituras pero también en textos de la época, captadas en tono popular e interpretadas por medio de figuras o escenas simbólicas. Sus primeras obras manifiestas, tanto en la composición como en los temas, una mayor influencia de la miniatura y del gótico, pero más tarde debió conocer a los grandes maestros de Brujas y Amberes.

La guía del museo del Prado, editado por JIMÉNEZ BLANCO, Mª Dolores, Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2012, cuarta edición revisada. GIBSON. Walter S., “La mesa de los pecados capitales” en Fundación Amigos del Museo del Prado: El Bosco y la tradición pictórica de los fantástico, Barcelona: Galaxia Gutemberg, Círculo de

lectores, 2006. MATEO GÓMEZ, Isabel, El Bosco en España, Madrid: CSIC, 1991. GARRIDO, C., VAN SCHOUTE, R., El Bosco en el Museo del Prado. Estudio técnico, Madrid: Museo del Prado, 2001. BOSING, Walter, El Bosco, la obra completa – pintura., Köln: Taschen, 2004. Catecismo de la Iglesia Católica, Coeditores Litúgicos Et Alii-Libreria Editrice Vaticana, Asociación de editores del catecismo: Madrid, 1992....


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