[Traducción al castellano] - Texto 2 «Your history is bunk, my history is right» (100% corregido) PDF

Title [Traducción al castellano] - Texto 2 «Your history is bunk, my history is right» (100% corregido)
Course Traducción B-A (Inglés-Castellano)
Institution Universitat Autònoma de Barcelona
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Summary

Traducción al español 100% corregida del texto 2 «Your history is bunk, my history is right».
PROFESORAS: Dolors Udina y Ana Alcaina
CURSO: 2º (2015-2016)
NÚMERO DE PÁGINAS: 3
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APUNTES/EJERCICIOS/PRÁCTICAS DE OTRAS ASIGNATURAS:


Description

Marc Martín Pujol

Tu historia es una tontería, la mía es la verdadera/buena [martes 29/Septiembre/2015] ¿De verdad obtuvo el duque de Wellington la famosa victoria en Waterloo? No exactamente cómo creen los ingleses, según afirma la nueva versión francesa de la enciclopedia Encarta de Microsoft. Stephen Moss sobre el arte sutil de reinventar/reformular el pasado. Se dice que al preguntarle qué pensaba sobre los efectos de la Revolución Francesa, Zhou Enlai aseguró/señaló que aún era demasiado pronto como para sacar conclusiones. A veces, este comentario también se atribuye a su compañero Mao Zedong. Que haya disputas sobre quién lo dijo demuestra que la Historia se encuentra/construye sobre arenas movedizas y que cada generación la reescribe para adaptarla a sus intereses personales. Determinar/Establecer qué ocurrió ayer ya resulta bastante complicado. Fijémonos en cualquier relación de pareja: cuando hay roces, cada bando despliega sus ((propios)) argumentos, expone su punto de vista y afirma sostener la “verdadera” interpretación de cuándo empezaron a torcerse las cosas. Ambos argumentos parecen coherentes; cada uno se sostiene con pasión; pero uno es totalmente contrario al otro. Si dos individuos no pueden ponerse de acuerdo en cómo una relación amorosa que, digamos, se volvió amarga, ¿acaso hay alguna posibilidad de que dos naciones se pongan de acuerdo respecto a lo que sucedió? Pongamos el caso de la guerra/el conflicto/la situación de los balcánicos (llamémoslo X). Algo ocurrió, pero al intentar determinar qué y cómo ocurrió y cuáles fueron las causas y las consecuencias, nos encontraríamos con varios puntos de vista diferentes: el albanokosovar, el serbio, el americano, el ruso, el chino, el británico, el francés y el griego. ¿Cuál de estas perspectivas es la “verdadera”?; de hecho, ¿existe la “verdad” o inevitablemente depende del lugar en el que nos encontremos? El punto de vista desde la cabina o desde la fiesta de cócteles de la OTAN será muy distinto al de un serbio que ha soportado los bombardeos durante diez semanas. A veces es tentador refugiarnos en la opinión de Nietzsche de que la Historia es, simplemente, un conjunto de historias que nos contamos a nosotros mismos para satisfacer nuestro ego; que lo que realmente pasó es muy difícil de verificar; que la “realidad” no puede ser recreada como una construcción lingüística. Aunque neguemos esta extrema afirmación, debemos aceptar que la Historia es, en cierta manera, una ilusión, un truco de magia: los historiadores imponen linealidad y causalidad en hechos que, frecuentemente, se caracterizan por su aleatoriedad. A pesar de que la vida es, normalmente, una lotería, ellos siguen poniéndole una lógica a todo. Nietzsche es un contrapunto muy útil respecto a la anticuada creencia de que la historia es sinónimo de progreso: la interpretación liberal de Macaulay Whig que permitió veía a Gran Bretaña (y, por extensión, al mundo entero) pasando de la oscuridad hacia la luz, del despotismo al liberalismo, de la subyugación a la independencia.

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A pesar de ello, todavía queremos creer que hay una verdad universal que al final saldrá a luz: que si esperamos lo suficiente, el impacto de la Revolución Francesa se hará evidente. En el ajedrez, los jugadores hablan de “la verdad” en cada movimiento: hay una gran variedad de posibilidades, pero solo una es el mejor: hay una realidad, una verdad que se puede encontrar si uno tiene la paciencia, el talento y la chispa de ingenio necesaria. Del mismo modo, queremos creer que, en la Historia, somos capaces de resolver/desvelar el misterio, motivo por el que la enciclopedia Encarta de Microsoft lo ha tenido tan difícil esta semana. Encarta asegura/dice ser la enciclopedia electrónica pionera y es, sin duda, un logro formidable, pero cuando se publicó por primera vez en 1993, la criticaron por ser demasiado norteamericana (inicialmente, se basaba en una enciclopedia estadounidense en papel), y ha procurado rectificar este/esta sesgo/desviación contratando redactores/recopiladores nativos en cada uno de los principales países en los que se publica. Ahora, como resultado de los esfuerzos de Microsoft para adaptar el contenido, se le reprocha lo contrario: cada versión, compilada por separado y sujeta a las preferencias nacionales, ofrece una “verdad” histórica diferente. La acusación principal, y si es verdad invalidaría toda esta empresa millonaria, es que la historia está reescrita de manera sistemática en cada una de las nueve ediciones (la americana, la británica, la francesa, la alemana, la italiana, la española, la neerlandesa, la japonesa y la brasileña) para concordar con la manera que a cada país le gustaría de ver el pasado. Tal y como se publicó en el Daily Mail: “Ya es el hombre más rico del mundo, pero ahora Bill Gates ha asumido la tarea de reescribir la historia para tener contentos a sus clientes”. Bueno, en tal caso, será mejor que vele por su fortuna, porque si de verdad Encarta está “reescribiendo los hechos en cada edición”, en un futuro no le aportará tantos beneficios. Quedará totalmente desacreditada. La “verdad”, como siempre, es difícil de determinar. El caso salió a la luz en el Wall Street Journal con un reportaje sobre las variaciones entre cada versión. Richard Lindh, el director de marketing de Microsoft en Europa, dijo: “si echas un vistazo a la batalla de Waterloo en la Encarta inglesa y en la Encarta francesa, encontrarás dos versiones muy distintas, por ejemplo, digamos, quién ganó la batalla”. El reportaje también señaló la manera en que el mérito de los inventos solía ir a parar a distintas personas en las diferentes ediciones según su nacionalidad. En la versión italiana, por ejemplo, el inventor del teléfono no es Alexander Graham Bell, sino un velero no muy conocido llamado Antonio Meucci. Italiano, naturalmente. Ahora, Microsoft asegura que se ha malinterpretado su postura, que el comentario de Lindh era solo una broma, y que nunca manipularían los hechos con tal de adecuarse a las preferencias locales. Más bien, cada edición nacional

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refleja la importancia que se da a los hechos según cada país en particular. «No se trata de reescribir los hechos», dice Jean-Luc Barbanneau, el director de origen francés de Websters International Publishers, quien se responsabiliza del contenido de Encarta en el Reino Unido. «Tampoco hay ninguna estrategia general para crear versiones que satisfagan a una público en particular. No es una conspiración por parte de Bill Gates: somos totalmente independientes, y contamos con 30 consultores y 350 colaboradores. Sin embargo, es inevitable que haya diferencias de interpretación entre los países. »Para los británicos, Waterloo es una victoria emblemática, pero en la historia de Francia tiene menos importancia y son más relevantes las consecuencias de esta victoria, con la abdicación de Napoleón. No hay discusión posible sobre quién ganó y no es distorsión de la realidad permitir diferentes puntos de vista culturales sobre el acontecimiento. Se respetan todos los hechos pero las interpretaciones son diferentes. Estas diferencias siempre han existido, pero hoy en día, debido a la difusión electrónica de la información, son más evidentes. Esto nos supone un gran reto.» Barbanneau defiende que Encarta es una enciclopedia, el resultado del esfuerzo colectivo de muchos, algo más que una única interpretación: ofrece una visión consensuada de la historia según se ve en este país y pone mucho interés en dirigir al usuario a otros sitios web y fuentes de información donde pueda encontrar un punto de vista contrario. El propio Bill Gates celebró esa diversidad, argumentando que «a la larga, exponer a las persones a puntos de vista de todo el mundo sería saludable.» La enciclopedia británica (la principal competencia de Encarta) es menos tolerante ante tal relativismo e intenta eliminar las contradicciones entre las ediciones en busca de la “verdad” que va más allá de los límites nacionales. Es el equivalente electrónico del antiguo debate historiográfico entre G. R. Elton y E. H. Carr. Este último sostenía que la noción de “historia definitiva” de Lord Acton era ridícula y que la historia era lo que los historiadores escribían; Elton contraargumentaba que los “hechos de la historia” eran incontrovertibles y que era obligación de los historiadores (como esos jugadores de ajedrez que buscan la verdad) arrojar luz sobre ellos. Una tercera opinión relevante era la de Sellar y Yeatman en 1066 And All That: «La historia no es lo que creías que es. Es lo que puedes recordar. Todo lo demás cae por su propio peso.» Sellar y Yeatman también anunciaron el final de la historia con la frase: «Estados Unidos era entonces claramente la nación más importante y la Historia llegó a su fin.» Sesenta años más tarde Francis Fukuyama se atribuyó el mérito de esta idea, dato que pone de manifiesto lo escurridiza que puede ser la verdad....


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