Trastornos sueno, sexualidad y alimentacion (resueltos) PDF

Title Trastornos sueno, sexualidad y alimentacion (resueltos)
Course Psicopatología general I
Institution Universidad de Jaén
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Trastornos sueño, sexualidad y alimentacion, resueltos...


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CASO 1.Cuando se valoró la posibilidad de que Sara fuera ingresada por primera vez en un programa de trastornos de la alimentación, tenía 20 años y compatibilizaba bastante mal su estatura de 1,62 metros con sus 35 kg de peso. Había empezado a adelgazar cuatro años antes, al principio mediante dietas que sólo le reportaron la insatisfactoria pérdida de 2,5 kg. Animada por los piropos que recibía por su nueva figura, siguió haciendo regímenes logrando perder 3,5 kg más. Durante los dos años siguientes continuó adelgazando y aumentó su actividad física, hasta llegar a un peso mínimo de 29 kg. En ese momento fue ingresada en un servicio de medicina por una úlcera péptica. Durante el tiempo que estuvo ingresada se negó a ingerir ningún alimento por su temor a ganar peso y volverse obesa. Esto motivó su traslado a la planta de psiquiatría. En la exploración realizada se observó que sus menstruaciones aun eran regulares. RESPUESTA: Anorexia nerviosa CASO 2.Un hombre de 33 años, agente de bolsa, solicitó tratamiento a causa de una “impotencia”. Cinco meses antes había fallecido un amigo íntimo por una oclusión coronaria y durante la semana siguiente, el paciente se angustió por el estado de su sistema cardiovascular. Cuando su corazón latía rápido a causa de haber realizado ejercicio se ponía ansioso por la posibilidad de sufrir un ataque cardíaco. Tenía pesadillas y, cuando ello ocurría, se despertaba muy agitado y era incapaz de volver a dormirse. Dejó de jugar al tenis y de correr. El paciente comenzó a evitar las relaciones sexuales, presuntamente a causa de la ansiedad ante el esfuerzo físico. Ello le causó dificultades con su esposa que sintió que, deliberadamente, le estaba privando de su vida sexual y, asimismo, estaba evitando la posibilidad de que se quedara embarazada, lo cual ella deseaba muchísimo. Durante el último mes, aunque ya no estaba preocupado por su corazón, el paciente había evitado por completo las relaciones sexuales. Llegó a estar tan trastornado por sus dificultades sexuales que comenzó a tener problemas de concentración en el trabajo. Se sentía fracasado como hombre y como esposo. Antes de su matrimonio, el paciente no había tenido relaciones sexuales y se había masturbado frotando su pene con la ropa de la cama, sin tocarlo manualmente. Hace cuatro años, a la edad de 29, y después de tres años casado, buscó tratamiento por su cuenta con la queja de que nunca había intentado tener relaciones sexuales con su esposa. Por su parte, la actividad sexual consistía en llegar a una erección sin que ni su mujer ni él tocasen su pene y que la eyaculación ocurriese frotando su pene sobre el abdomen de su esposa. Era incapaz de tocar los genitales de su esposa con sus manos o permitir que su pene se aproximara a algún punto cercano a los genitales de ella. RESPUESTA: Otra disfunción sexual especificada (aversión sexual) CASO 3.Una niña de 11 años le pidió a su madre que fueran al psiquiatra porque tenía miedo de “estar volviéndose loca”. Durante los últimos meses se ha despertado desorientada varias veces, dándose cuenta de que está en el sofá del salón o en la cama de su hermana pequeña cuando se despierta, aunque ella se acostó en su cama. Cuando hace poco se despertó en la cama de su hermano mayor se empezó a preocupar mucho y se sintió culpable. Su hermana pequeña dice haber visto a la paciente caminando por la noche muchas veces, como si fuera un fantasma. Refiere que no contesta cuando la llama y que suele volver a su cama después del paseo. La paciente tiene miedo de tener “amnesia” porque no recuerda nada de lo sucedido durante la noche. No hay antecedentes de ataques epilépticos o de episodios similares durante el día. El examen médico y un EEG dieron resultados negativos. El estado mental de la paciente no es significativo excepto por la ansiedad que le provoca su condición y los problemas normales de la adolescencia. La vida escolar y familiar son excelentes. RESPUESTA: Trastorno del despertar del sueño no REM CASO 4.Un profesor universitario de 33 años de edad acudió a consulta con la queja de que nunca había sido capaz de eyacular cuando hacía el amor. No presentaba ningún problema para alcanzar ni para mantener una erección, ni dificultades en estimular a su pareja hasta el orgasmo. No obstante, nunca había podido estimularse hasta lograr la eyaculación y finalmente abandonaba los intentos por aburrimiento. Siempre ha conseguido alcanzar la eyaculación mediante la masturbación, que lleva a cabo alrededor de dos veces a la semana, pero nunca ha mostrado deseos de que su pareja le

masturbase hasta obtener el orgasmo. Previamente se ha resistido a todas las tentativas de sus parejas para persuadirlo de que buscara ayuda médica o psicológica, dado que opinaba que la eyaculación intravaginal carecía de importancia a menos que uno deseara tener hijos. La relación actual del paciente peligra porque su novia desea casarse y tener hijos. El paciente nunca ha querido tener hijos y se resiste a ser padre, pero debido a las presiones de su novia se ha visto obligado a solicitar tratamiento. A lo largo de la entrevista su actitud hacia el problema ha sido de distanciamiento y de desdén. Describe la situación como si fuera un observador neutral, aparentemente con poco sentimiento. RESPUESTA: Eyaculación retardada CASO 5.Tina es una mujer de 28 años, soltera, corredora de seguros, que acude a consulta por problemas alimentarios. Es la tercera de 4 hijos de un acomodado abogado. A nadie de su familia le importaba el sobrepeso, pero se valoraba el estar fuerte y en forma. De pequeña Tina fue una buena estudiante, una atleta y se aficionó al patinaje artístico. Durante su adolescencia obtuvo buenos resultados en competiciones locales. A los 15 años, cuando iba a iniciar sus estudios en el instituto, Tina fue enviada a un internado para chicas porque sus padres pensaron que eso incrementaría sus posibilidades de ser admitida en la Universidad. Hizo varias amigas y tuvo un buen rendimiento académico. Siguió insistiendo en su interés por el patinaje artístico y empezó a practicar con un nuevo entrenador. Aunque era una persona que la animaba y motivaba, en cierta ocasión comentó que Tina podría obtener mejores resultados si perdía algo de peso. En ese momento Tina pesaba 51 kg., normal para su edad, medía 170 cm. y su dieta era normal. El comentario de su entrenador le impactó y Tina se embarcó en un férreo programa de ejercicio y dieta. Además de su entrenamiento diario empezó a ir a clase de aerobic seis días a la semana. También eliminó los postres y la carne roja de su dieta. Dado el tiempo que necesitaba para sus actividades se distanció de las nuevas amigas que había hecho en la escuela. Durante el primer año en el internado Tina pasó de 51 a 40 kg. y sus períodos menstruales, que habían sido regulares desde los 13 años, se interrumpieron. Cuando volvió a casa durante las vacaciones de verano sus padres se preocuparon por su obvia pérdida de peso e insistieron en que viera a su pediatra, que la envió a un psiquiatra. No está claro qué diagnóstico se efectuó y, tras unas pocas visitas, Tina se negó a continuar el tratamiento. Durante ese verano, sin embargo, sus hábitos alimentarios empezaron a cambiar. Aunque intentaba mantener la dieta que había empezado en el internado se encontró luchando para controlar su apetito y, en varias ocasiones, llegó a comerse una caja entera de galletas y medio litro de helado después de que el resto de la familia se hubiera ido a dormir. Cuando volvió a la escuela, Tina siguió efectuando sobreingesta de forma intermitente y, finalmente, desarrolló un patrón de dieta entre semana y sobreingesta los fines de semana. Aunque podía seguir patinando competitivamente, era incapaz de mantener el vigoroso programa de ejercicio físico que había iniciado durante su primer año en el internado. Su peso fue incrementándose durante el resto del bachillerato hasta 50 kg y se reanudó la menstruación tras 9 meses de amenorrea. Una vez graduada Tina entró en una Universidad competitiva, en donde se diplomó en Historia, siendo buena estudiante aunque sin llegar a destacar. Su peso siguió aumentando y llegó a alcanzar los 60 kg. en el primer otoño de su año universitario. Cuando fue a casa por Navidad era incapaz de dejar de comer los turrones y galletas que encontraba en casa. Muy alterada ante la posibilidad de ganar más peso decidió que se induciría el vómito tras cada sobreingesta. Así lo hizo y empezó un patrón de ingestas excesivas y vómitos varias veces a la semana, que había persistido durante los últimos 10 años. En las noches, cuando sabe que su compañera de cuarto estará fuera, suele comprarse medio litro de helado y una caja de galletas de chocolate de camino a casa desde el trabajo. Cuando llega a casa, durante una hora, se come las galletas, el helado y otros postres que pudieran quedar en la nevera mientras ve la televisión, y después se induce el vómito. Tina está muy avergonzada de este “molesto hábito” y, en numerosas ocasiones, ha decidido dejarlo pero ha sido incapaz de lograrlo durante más de dos semanas seguidas. Cuando se abstiene de ingestas excesivas intenta mantener una dieta rigurosa. Sigue evitando ingerir carne roja y postres y su peso se mantiene razonablemente estable en los 58 kg. Se ve a sí misma como “gruesa”. Tina ha conseguido un razonable éxito profesional. Comparte piso con otra mujer a la que considera su mejor amiga, pero con la que no ha hablado de su problema alimentario. Su preocupación por las ingestas excesivas y el peso han limitado su vida social. Es muy consciente de ambos problemas y no se muestra dispuesta a salir a cenar con algún amigo porque teme que su estricta dieta parezca incongruente con “lo grande que es”. RESPUESTA: Bulimia nerviosa...


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