U1 Bethell cap 6 Independencia de Brasil PDF

Title U1 Bethell cap 6 Independencia de Brasil
Course Relaciones Internacionales
Institution Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
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historia socioeconomica y politica de america latina...


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Unidad 1. Bethell Leslie Cap. 6: “La independencia de Brasil” En el siglo XVIII, Portugal era un país pequeño, atrasado económicamente y culturalmente aislado, pero al menos contaba con una gran ventaja: un imperio mundial, incluyendo la rica colonia de Brasil. Esta era una importante fuente de rentas para la corona. Las reexportaciones brasileñas eran esenciales para la balanza comercial de Portugal. Inglaterra era su principal socio mercantil, y además garante de la independencia de Portugal. Las reformas pombalinas iniciaron y pusieron en práctica una serie de medidas económicas y administrativas destinadas a superar el atraso cultural y económico y a reducir su dependencia económica y política de Inglaterra, además de modernizar la agricultura, desarrollar las manufacturas, mejorar la educación, extender el comercio colonial, incrementar los gastos del Estado, etc. Esto significó para Brasil ( consecuencias) en primer lugar, mayores controles de la administración. En 1774 el Estado de Brasil estaba bajo un mismo virrey, cuya sede se trasladó de Salvador a Rio. Los gobernadores generales y de las otras ocho capitanías generales eran en su mayor parte directamente responsables ante Lisboa. Los jueces de distrito y municipales tenían funciones judiciales y administrativas. Sin embargo, no existió aquí nada parecido al sistema de intendencias hispanoamericano. En segundo lugar, se liberalizó un poco el comercio colonial. Tercero, se hicieron grandes esfuerzos para estimular la producción para la exportación y ampliar el mercado para las manufacturas portuguesas. Estas medidas eran urgentes ya que a partir de 1775 Brasil experimentó un periodo de prolongada crisis económica. Si bien el azúcar era la principal cosecha comercial de Brasil, sus exportaciones se habían estancado un poco desde 1680. La producción y exportaciones de oro y diamantes de Minas Gerais y otros, decayeron abruptamente luego de 1755. En 1780 se dio un renacimiento agrícola, como resultado especialmente del crecimiento de la población, urbanización e inicios de la industrialización en Europa occidental. También se exportaron grandes cantidades de azúcar, la cual se convirtió en el segundo cultivo de exportación. Este crecimiento de las exportaciones agrícolas fue la causa principal de la aparente prosperidad de Portugal a comienzos del siglo XIX. “Sin Brasil, era una potencia insignificante”. 25 años más tarde, la dependencia de Portugal respecto a los recursos de su colonia era aún mayor. El mercado brasileño no se surtía de bienes portugueses pero sí de manufacturas británicas. Hacia 1790, Portugal mantuvo una balanza comercial negativa con su más importante territorio en ultramar. En la segunda mitad del siglo XVIII, surgió en Brasil un sentimiento de identidad más agudo y generalizado entre algunos sectores de la oligarquía blanca americana (señores de ingenio, grandes ganaderos, poderosos de la tierra, dueños de minas, comerciantes, jueces). Se fue gestando un nuevo clima intelectual, y aparecieron críticas al sistema mercantilista y a las restricciones del comercio colonial. Los liberales estaban dispuestos a desafiar el absolutismo. Existían crecientes conflictos de interés con la metrópoli, y al mismo tiempo conciencia del relativo atraso económico, político y militar de Portugal. El poder militar estaba integrado por 3 unidades: las tropas de línea o tropas pagas, en su mayoría reclutado en la colonia; la milicia, ejercito de reserva en caso de ataque exterior o rebelión de esclavos; y los cuerpos de ordenanzas, responsables del orden interno y del reclutamiento del ejército regular, dominados por terratenientes brasileños. Pero los brasileños mantenían lazos más estrechos con la metrópoli y tenían menos motivos de descontento que los criollos en América española, y por diferentes razones: 1. La oligarquía brasileña estaba en su mayor parte menos firmemente arraigada. 2. El dominio colonial portugués no era ni tan opresivo ni exclusivo como el español. 3. Los lazos familiares y personales entre los miembros de las elites portuguesa y brasileña se mantenían y reforzaban a través de una formación intelectual común. A diferencia de la América española, Brasil no tuvo universidades. 4. Brasil era una sociedad esclavista.

5. La economía era sobre todo agrícola y ganadera. A diferencia de la mayoría de los hacendados hispanoamericanos, los señores de ingenio y demás plantadores mantenían fuertes lazos con los comerciantes de la metrópoli. 6. El monopolio comercial de Portugal era protegido con menos celo que el de España. 7. Por último, el reajuste que hizo Portugal y la reorganización imperial no tuvieron el alcance de las reformas españolas y no significaron una amenaza directa para el statu quo ni los intereses de la elite colonial. La inconfidencia minera fue el más serio de los movimientos anti portugueses, fue una protesta en contra de contribuciones fiscales crecientemente opresivas y torpemente impuestas. Sus líderes, inspirados en la revolución americana, soñaban con una república tan libre y prospera como EEUU. Sin embargo, fue un fracaso. En Bahía, 10 años más tarde se dio una conspiración que quiso provocar el levantamiento de los multados, negros libres y esclavos. Había influido aquí la Revolución francesa, y aspiraban a la independencia de Portugal. Nuevamente, la Revolución de los Sastres fue reprimida. A pesar de todo, las críticas al sistema colonial por parte de la elite blanca brasileña no habían amainado totalmente en 1790. En esta coyuntura, Portugal a diferencia de España, tuvo la fortuna de mantenerse neutral frente a las guerras europeas, pero también le ayudó la calidad de su liderazgo político (gran contraste entre Manuel Godoy, incompetente ministro de Carlos IV de España, y Rodrigo de Sousa Coutinho). En el contexto del comienzo de las rebeliones hispanoamericanas, el gobierno portugués siguió tomando algunas medidas importantes de liberalización económica, y nombrando brasileños en altos cargos de la administración. En 1807, Napoleón finalmente decidió consolidar el régimen continental que había diseñado para destruir el comercio británico con Europa. El príncipe regente portugués debía cerrar sus puertos a los barcos ingleses, encarcelar a los ingleses residentes en Portugal y confiscar sus propiedades, o afrontar las consecuencias de una invasión francesa. Los británicos, por su parte, amenazaron con capturar y destruir la flota naval y mercantil en el Tajo, y apoderarse de las colonias de Portugal, incluyendo Brasil. Dom Joao intento satisfacer a Napoleón por un tiempo mediante la adopción de unas medidas antibritánicas sin enemistarse del todo con Gran Bretaña. Sin embargo, hacia el 23 de noviembre el ejército francés había cruzado la frontera portuguesa con España y estaba a solo 4 días de Lisboa. Dom Joao tomo la decisión de abandonar el reino y retirarse a su colonia cruzando el Atlántico. Así, se trasladó la corte a Brasil. De 10 a 15.000 personas se embarcaron en el buque Príncipe Real, junto con el tesoro real, archivos del gobierno, etc. El viaje fue una pesadilla, faltaron alimentos, bebida, hubo infecciones. Aun así, se llevó a cabo con buen éxito y el 22 de enero de 1808 la realeza fugitiva arribaba a Bahía, donde le esperaba un cálido recibimiento. El arribo de la corte portuguesa tuvo un profundo impacto. Rio, capital del virreinato y con una importancia económica cada vez mayor, se convirtió de la noche a la mañana en la capital de un imperio mundial. Se instalaron allí las principales instituciones del Estado absolutista portugués, como el Consejo de Estado, los más altos cargos de la justicia y la burocracia. Portugal era ahora la colonia, y Brasil la metrópoli. Se finalizó el monopolio sobre el comercio colonial, se eliminó a Lisboa como centro comercial de las exportaciones e importaciones brasileñas, dom Joao había abierto los puertos de Brasil. Los puertos portugueses quedaron cerrados con la ocupación francesa y el bloqueo británico. La legalización del comercio de contrabando capacitaría al gobierno para controlarlo y gravarlo con impuestos. También se revocaron los decretos que prohibían las manufacturas de las colonias. En la práctica, el comercio directo con todas las naciones amigas se identificó con Inglaterra. Gran Bretaña, sin embargo, no se contentó con tener un comercio de puertas abiertas con Brasil. Aspiraba también a derechos preferenciales que había disfrutado en Portugal durante siglos. Dom Joao no podía rechazar esto, ya que dependía por completo de las tropas y armamento británico para derrotar a los franceses en Portugal y de la armada inglesa para la defensa de Brasil. Por ello, en 1810 también se les dio a los comerciantes británicos el derecho a residir en Brasil y a ocuparse en las actividades de comercio. Además, se comprometió a reducir y acabar con el tráfico de esclavos.

El traslado de la corte a Rio además de abrir la economía brasileña, terminó con el aislamiento cultural e intelectual de Brasil. Nueva gente y nuevas ideas llegaron, además de la imprenta, libros, periódicos, bibliotecas públicas, academias, etc. Generalmente, se había esperado que tras la liberación de Portugal y el fin de la guerra en Europa, el príncipe regente regresaría a Lisboa. Sin embargo, dom Joao decidió permanecer en Brasil, y en 1815 esta fue elevada a la categoría de reino, igual que Portugal. Tres meses después, al morir su madre, pasó a ser el rey Joao de Portugal, Brasil y Algarves. Este no fue capaz de comprometerse totalmente con su colonia. Si bien los lazos entre la corona y la elite terrateniente brasileña se habían fortalecido después de 1808, ya que ambos encontraron un interés común en el librecambio, la política económica de la monarquía no estaba aun completamente libre de privilegios y monopolios. En lo político, el absolutismo ilustrado había probado ser razonablemente tolerable para la elite brasileña, y, a diferencia de Hispanoamérica, allí no había habido crisis de legitimidad política. A partir de la decisión del rey de quedarse en Brasil, aumentó la discriminación hacia los portugueses, y la carga fiscal fue más pesada, ya que los brasileños estaban ahora obligados a mantener solos la corte y una mayor nómina burocrática y militar. También hubo otros sacrificios de los intereses brasileños en beneficio del Estado portugués, como los tratados con Inglaterra para la abolición del tráfico transatlántico de esclavos, donde numerosos comerciantes sufrieron fuertes pérdidas y los precios de esclavos se incrementaron. Aunque indudablemente existió, el descontento no debía exagerarse. No obstante, en marzo de 1817, una revuelta militar a la que se unieron plantadores y dueños de esclavos desembocó en la proclamación de la republica de Pernambuco, que se propagó rápidamente pero después vaciló. La independencia de Brasil fue precipitada por los acontecimientos que tuvieron lugar en Portugal en 1820-1821. En 1820 se dio en Oporto una rebelión liberal y nacionalista, seguida de otra en Lisboa. Provocadas por militares, recibieron el apoyo de muchos sectores, especialmente de la burguesía. El presupuesto portugués estaba en déficit, y los funcionarios dejaron de recibir salarios. Los liberales establecieron una Junta Provisoria que gobernaría en nombre del rey, a quien se exigía de inmediato su regreso a Lisboa. En las capitanías de Brasil, se establecerían juntas gobernativas provisionales, leales a la revolución portuguesa, destinadas a supervisar las elecciones para las Cortes de Lisboa. Fueron los militares quienes en Brasil dieron los primeros pasos significativos contra el absolutismo. En Bahía, y también en Rio de Janeiro, muchos se mostraron en favor de la revolución constitucionalista y obligaron al mismísimo rey a dar su aprobación a una futura constitución liberal. Un serio conflicto político surgió al exigir las Cortes el regreso del rey a Lisboa. Dom Joao tenía ante sí un dilema difícil: si regresaba, caería en manos de los liberales, a riesgo de perder Brasil, y si se quedaba, perdería Portugal. Finalmente, regresó a Portugal y dejó a su hijo Dom Pedro en Rio como príncipe regente. Los brasileños se organizaron para la defensa de los intereses en las Cortes, donde los elegidos eran casi todos oriundos de Brasil. Sin embargo, estas comenzaron a desconocer a Rio de Janeiro y a entenderse directamente con los diferentes gobiernos provinciales de Brasil. Se intentó infructuosamente revocar los acuerdos comerciales con Gran Bretaña. Las Cortes manifestaron sus propósitos de gobernar Brasil, al ordenar el desmantelamiento de todas las instituciones, y se le ordenó al mismísimo príncipe regente regresar a casa. Los acontecimientos estaban avanzando hacia una ruptura definitiva con Portugal. La clave de la futura autonomía de Brasil era ahora persuadir a Dom Pedro para que se quedara, y finalmente el príncipe se dejó convencer. Este expresivo acto de desobediencia significaba un rechazo formal de la autoridad portuguesa sobre Brasil. En 1822, José Bonifacio era el personaje central del proceso político en Brasil, ya que triunfó con él la campaña para que Dom Pedro se quedara. El conflicto entre Bonifacio y los liberales y radicales se convirtió en la primera mitad del año en

una competencia entre sus respectivas logias masónicas, el Apostolado y el Gran Oriente, para ganar influencias en el joven e inexperto príncipe. El interrogante era si debía o no convocarse a una asamblea constituyente. A pesar de la oposición de Bonifacio, Pedro acordó convocar la misma. La decisión final se tomó el 7 de septiembre del mismo año, donde Pedro no deseo más nada del gobierno portugués y proclamo a Brasil independiente para siempre de Portugal. Con 24 años de edad, Dom Pedro I fue nombrado emperador. El movimiento por la independencia había basado su fortaleza en las más importantes provincias del centro-sur y de la capital, Rio. Para que este proceso concluyera y se consolidara, era fundamental someter al noreste y al norte y sobre todo a Bahía, la más importante de las provincias aún bajo el control portugués. Maranhao fue incorporada al imperio brasileño, y también toda la Amazonia. Cochrane y otros oficiales de la armada británica habían contribuido considerablemente a la causa de la independencia brasileña, y luego a la unidad de Brasil. El nuevo gobierno todavía estaba ansioso de obtener el reconocimiento internacional de la independencia de facto. Esto por dos razones: para prevenir un último intento de ataque por parte de Portugal, y para, además, fortalecer la propia autoridad del emperador contra legitimistas, separatistas y republicanos. La actitud de Gran Bretaña sería decisiva. Gran Bretaña había estado también ansiosa por reconocer la independencia. En primer lugar, porque Portugal se encontraba muy débil para reimponer su dominio y Brasil era independiente de facto desde que declaró su separación de Portugal. En segundo lugar, Brasil era ahora el tercer mayor mercado extranjero de Gran Bretaña. Tercero, a diferencia de Hispanoamérica, Brasil había conservado el régimen monárquico y Canning estaba ansioso de preservarlo. Por último, la declaración de independencia de Brasil ofrecía a Gran Bretaña una oportunidad única para realizar progresos en la solución del problema del comercio de esclavos. En 1822, se discutió la inmediata abolición del comercio de esclavos por parte de Brasil, a cambio del reconocimiento británico. Cuanto más se aplazara el reconocimiento internacional, mayores serían las dificultades de obtener de un Brasil agradecido la contraprestación no solo de privilegios comerciales para Gran Bretaña, sino también de la abolición del comercio brasileño de esclavos. Stuart, antiguo ministro británico en Lisboa, llegó a Rio, y el 29 de agosto firmaba el tratado por medio del cual Portugal reconocía la independencia de Brasil. A cambio, Brasil pagó a Portugal una compensación de 2 millones de libras esterlinas. Hubo que pagar un precio por los servicios prestados por Gran Bretaña por asegurar la independencia, y finalmente se firmó un tratado en 1826 por medio del cual el comercio brasileño de esclavos seria ilícito 3 años después de la ratificación del mismo. La independencia de Brasil, fue también el resultado de una combinación fortuita de acontecimientos políticos y militares de Europa y su repercusión en el Nuevo Mundo. Una vez tomada la decisión, se estableció la independencia en forma relativamente rápida y pacífica, en contraste con Hispanoamérica. Además, Brasil no se dividió en varios estados independientes. El país se mantuvo unido debido a su sistema burocrático y judicial sumamente centralizado. El imperio brasileño tuvo también la buena suerte de asegurar un temprano reconocimiento de la independencia. La economía, no sufrió mayores descalabros. Sin embargo, en 1822-1823 la independencia era incompleta. Al emperador Pedro I pronto le granjeó el recelo de los brasileños, sobre todo por negarse a cortar los lazos con la facción portuguesa en Brasil, e incluso con Portugal. Fue solo con su abdicación en favor de su hijo de 5 años nacido en Brasil, el futuro Pedro II, cuando se concluyó finalmente el proceso de separarse totalmente de Portugal....


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