11. Últimas palabras. Mensajes póstumos de suicidas en México PDF

Title 11. Últimas palabras. Mensajes póstumos de suicidas en México
Author greta bazañez
Course Sociologia
Institution Instituto Politécnico Nacional
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Mensajes póstumos de suicidas en México Quien decide acoger la muerte por voluntad propia está en un terreno donde ya no hay escape. Una carta póstuma es un último regalo, bendito o maldito, que el muerto entrega a quien quiere impactar. El análisis de 672 expedientes de suicidios ocurridos en el Distrito Federal entre 2010 y 2012, así como de 121 cartas póstumas, llevó a un equipo de especialistas de la UNAM a identificar las razones por las cuales las personas se quitan la vida y dejan un mensaje ulterior. En cada caso, es la última palabra que atenaza a los que se quedan vivos. EMEEQUIS | 27 DE MAYO DE 2013

POR ANTIMIO CRUZ ILUSTRACIÓN: MARCOS GONZÁLEZ

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Nadie podrá saber jamás con exactitud qué es lo que piensa un suicida antes de dar el salto al vacío. Ese último acto violenta esa vida con la que no desea lidiar más, interrumpe un orden biológico y sacude las entrañas de quienes lo conocieron. Sólo una pequeña proporción lo hace, pero antes de clausurar su presencia en este mundo algunos suicidas planean su último acto y dejan, literalmente, un mensaje. ¿Por qué? ¿Para qué escriben los suicidas? ¿Qué es lo que buscan en ese rasgo final de humanidad? A esas preguntas trató de encontrar respuestas un grupo de especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dedicado a analizar y estudiar durante dos años los mensajes póstumos de cientos de hombres, mujeres, niños y viejos que decidieron quitarse la vida. Y encontraron que todos los escritos de los suicidas buscan, de una u otra manera, lo mismo: crear un sentimiento de culpa, procurar dolor en los deudos, instruir a los parientes sobre el manejo del cadáver, acusar sin pruebas, pedir perdón por el suicidio, señalar el fracaso de una relación de pareja o explicar que no encuentran sentido a la existencia.

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Caso 87: Papá, no crecí, no soy feliz, adiós, T.K.M [firma]… Caso 82: Gaby tiene la firma y lleva el apellido, así es que se chingan, Buitres [firma]… Caso 117: Me voy al cielo, ustedes quedan con Dios [firma]… Caso 89: Te pido que no le digas a nadie lo que hice. Ingéniatelas, pero no digas ¿ok?. Te quiero [firma]… Caso 102: Lo que hay en el puerco (alcancía) es para mis veladoras y no para ti [firma]… Caso 105: Gracias a todos por hacerme su ausente [firma]… Cada carta es una pieza central para entender el callejón sin salida en que se encontraba una persona que decidió quitarse la vida, pero no es la única fuente de

significados. Aunque no todos los que atentan contra su vida dejan textos, todos dejan un escenario repleto de mensajes: el lugar, la fecha, los objetos que rodean al suicida, la técnica y, eventualmente, las palabras escritas en muros, piso o en su propio cuerpo. Caso 54: No puedo darle la cara a mi familia. Atentamente [firma]… Caso 84: Hacen todo mal, no sean tontos no es esquizofrenia [firma]... El doctor en sociología Víctor Alejandro Payá, especialista de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, coordinó durante dos años un profundo estudio sobre el contexto sociológico, psicológico y antropológico que rodea al suicidio en México. Al frente de grupo de académicos obtuvo permiso del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal para hacer esta investigación y, con el apoyo del director del Servicio Médico Forense, Edmundo Takajashi, y del subdirector, Macario Pompeyo, tuvo acceso a 672 expedientes y 121 cartas póstumas. El resultado fue el libro El don y la palabra. Un estudio socioantropológico de los mensajes póstumos del suicida, donde muestra que, en sus últimas horas de conciencia, hombres, mujeres y niños suicidas saben que sus actos serán interpretados con algún significado y prefieren tener algo de control en el mensaje. Caso 113: Perdónenme, los quiero mucho. Por favor que Juan consiga un acta de defunción por complicación de VIH, así podrán cobrar el seguro del auto que está a nombre de Juana. Incinérenme de inmediato y no deseo rosarios ni misas, por favor perdónenme. Juana no sufras mucho, piensa que ahora soy feliz y gracias por tu amor. Del trabajo, es mentira, no existe y me apena haberlos engañado todo este tiempo. [firma]. Perdónenme por favor, Carlos deja esa vida, mira a lo que conduce. Dios los bendiga. Profesionista desempleado de 36 años.

Se despidió de amigos y familia informando que tenía un trabajo nuevo en otra ciudad. Después de despedirse se cuelga con una bufanda

EL SUICIDIO NO ES CASUAL Es muy claro que el suicidio no es casual. En cada suicidio hay una construcción de íconos y significados. Exprimimos esos expedientes, además de los testimonios de los médicos y las cartas póstumas, cuando estaban ahí. Con esa información y con un enfoque basado en los estudios del canadiense Erving Goffman sobre la sociología de la situación, obtuvimos conjeturas lógicas y no inferencias fantasiosas sobre lo que pudo haber pasado”, explica Víctor Alejandro Payá en entrevista con emeequis. Payá es profesor de la FES-Acatlán desde hace 32 años y coordinador del estudio que también firman la psicoanalista Wendy Nicolasa Vega y el sociólogo Víctor Gómez Patiño. El volumen se complementa con dos ensayos de interpretación del suicidio elaborados por los psicoanalistas José Velasco García y Daniel Gerber, y la psicóloga María Teresa Pantoja Palmeros. El título del libro (El don y la palabra) está vinculado al hecho de que la palabra “don”, en antropología, representa un regalo tangible, pero, además, un regalo que obliga al que lo recibe. “La lógica de construcción de vínculos en casi todas las sociedades parte de dar, recibir y ser recíproco. A través de un regalo o de un don, existe mucha transmisión entre seres humanos. A nosotros nos interesó apreciar que hay dones o regalos del suicida que atenazan y que muchas veces son transmitidos a través de palabras”, precisa Payá. Para los suicidas, dice el investigador, escribir es la última posibilidad de establecer el “Yo” en un mundo que no ha entendido los otros mensajes ni los otros dones que le ha entregado.



Joven mujer de 19 años, estudiante de Derecho.

Ahorcada con un cinturón en el cuarto de un hotel de paso. 10 de mayo (Día de las Madres)

SUICIDIO INFANTIL Y JUVENIL n un conjunto de expedientes de niños y jóvenes que se quitan la vida, las investigaciones de los especialistas encuentran un dato muy importante, respaldado con ejemplos: los testimonios de los familiares de los niños y jóvenes coinciden en que poco antes del evento mortal ocurrió algún disgusto familiar. Al descubrir el suicidio, las familias suelen calificar el hecho como actos “desproporcionados” al enfado o conflicto.

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Caso 91. Una jovencita de 13 años se ahorca en la recámara de su casa después de tener una discusión con la madre debido a que se había terminado el gel para peinarse el cabello y aquélla no la dejó salir a comprar otro. Caso 92. Una muchacha de 13 años se dispara en la cabeza con el arma del padrastro después de que su madre la reprendió por estar con el novio platicando afuera de la casa y la obligó a meterse y ayudarle a hacer la comida. Caso 94. Un pequeño de 12 años se ahorca en la litera de su recámara. Poco antes cuenta a sus padres que había reprobado la materia de inglés y que estaba preocupado porque la escuela no admitía en la Banda de Guerra a quienes reprobaban una asignatura y él quería pertenecer a dicha banda.

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Caso 90. Querida familia: sé que les hice sufrir mucho pero quiero que sepan que yo no podía estar aquí más. No era para mí este mundo. Nunca quise hacerle daño a nadie y no fue nunca [esa] mi intención. Traté de hacer algo que no pretendía. Siempre soñé sola sin que nadie me alentara, pero conocí el mundo como es y supe que no se necesitaba una sola persona para cambiarlo, sino a varias. Me gustaría que entendieran lo que para mí fue vivir. Colocarán lo siguiente en donde estaré muy feliz: bendecidos son los olvidados pues ellos quedan con los mejores y los mismos errores, F. Nietzche, como son felices las vírgenes inocentes, el mundo olvidado por el mundo olvidado, brillo eterno de una mente perfecta, cada plegaria acepto y cada una con resignación, Alex Pope.

Para el suicida, escribir es la última posibilidad de establecer el “Yo” en un mundo que no ha entendido sus anteriores mensajes.

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Todos estos son ejemplos de momentos en que los niños y jóvenes sienten que su vida está en un callejón sin salida porque el núcleo familiar le ha transmitido las emociones, las angustias y los deseos de tal manera que se puede convertir en un conflicto para él o ella y le puede hacer sentir que su vida se ha vaciado de sentido, por lo que requiere un golpe abrupto sobre la mesa. “Existen casos –explica Payá– donde una carta póstuma manifiesta la violencia familiar con mayor crudeza y donde, con su muerte, el menor arroja todo su cuerpo como un proyectil hacia la familia”. Caso 95. Un adolescente de 14 años decide ahorcarse en la bodega de un mercado en donde trabajaba y se quedaba a dormir. El negocio era familiar. No vivía con el padre, quien, vuelto a casar, se dedicó a la nueva pareja y al cuidado de su propia madre. El padre declara que el hijo es de carácter rebelde, que no le gustaba recibir órdenes y que su abuela y sus tíos le llamaban sistemáticamente la atención. Una de las tías declara que no le pagaban por sus labores, pero que le compraban ropa. El joven deja una breve pero contundente carta póstuma llena de resentimiento y odio para quienes le rodeaban y que ilustra que los conflictos no eran de ninguna manera algo trivial para él: Puta tía Marta, te odio. Puto tío chupón, te odio. Puta abuela, te odio hija de tu puta madre. Atentamente: el que se colgó. Y espero que ya no me chinguen la madre y no quiero a ningún hijo de su puta madre porque todos me odiaron.

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Los académicos que estudiaron el caso identifican con precisión cómo, a pesar de que los familiares describen la vida del joven como una cadena más o menos normal de conflictos y llamadas de atención, en realidad el joven muerto no tenía un lugar dentro de la casa del padre, lo ocupaban como trabajador del negocio familiar, no le pagaban y se sentía rodeado de conflictos. Su muerte no es sólo un arrebato sino la descripción clara de un mundo que, para él, era un callejón sin salida.

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LA MUERTE COMO UN PERFORMANCE l criminólogo Martín Gabriel Barrón Cruz, del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), explica que en el libro queda muy claro que el suicidio es parte de un performance social, en el que se puede comprender el mundo microsociológico desde el sujeto que se priva de la vida. Él mismo subraya que las causas de la muerte podrían ser explicadas de una forma más completa si participaran más disciplinas en el análisis de los objetos con significado que rodean al individuo tras la muerte.

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“El lugar de los hechos es también un escenario donde la historia emocional del sujeto y su contexto al momento de la muerte adquiere sentido para quienes le rodeaban. En el suicidio el individuo deja un regalo, pero ya no acepta devolución, como una manera de corregir su mundo”, añade. Uno de los ejemplos en los cuales se apoyan los investigadores académicos para decir que el suicida realiza un acto de representación para los otros, pero que no acepta cuestionamientos, es en aquellos casos en los que los suicidas se vendan o cubren los ojos para que no exista contacto visual con quienes acudan a reconocer su cadáver. Del mismo modo, hay lugares o condiciones en las que ocurre la muerte que se vuelven mensajes incontestables, inapelables o impuestos a los seres que quedan vivos y para quienes van dirigidos estos actos. Caso 7. Un sujeto de 25 años se ahorcó con un lazo de ixtle. El cuerpo se encontró colgado en la parte trasera del edificio donde vivió tiempo atrás con la que fue su pareja (tenían dos años de haber terminado su relación). En una de las paredes de la vivienda se encontraron escritos los nombres de él y de ella. El lazo con el cual se quitó la vida se encontró amarrado a la reja de protección de la ventana de la recámara de ella, quien fue la que lo cortó al encontrarlo colgado. “Podemos inferir que la elección de morir en este preciso lugar es también un mensaje del suicida dirigido hacia ese otro que le representó algo importante; lo que el sujeto no logró en vida trata de conseguirlo por medio de la muerte: ser parte de los recuerdos de su ex pareja”. Caso 82. Sabes gorda o preciosa, como te dice aquel cabrón, una pareja cuando se une se debe ver en las buenas y en las malas y tú no lo hiciste conmigo, está bien, yo fui un güevón a lo mejor; pero tú supiste que lo que yo sacaba lo metía todo a la casa. Y te di libertad, para que supieras de la vida, porque yo sabía cómo te sentías, pero te aprovechaste de ella, ni modo; te interesó más el libertinaje y ni modo, a lo mejor el puto ese te da mejor vida, pero acuérdate que todos los hombres empiezan así, todo te lo dan pero al año te dan unos madrazos, que yo no te puse una mano encima, pero en fin, fue tu decisión y ni modo. Hombre de 44 años que se suicida ahorcándose en la cocina de la casa. Deja siete cartas y cinco fotografías

DENUNCIA INCONTESTABLE na de las características que aparece en más de una decena de cartas póstumas es la acusación, el señalamiento o el afán de responsabilizar a otros de un daño grave. Uno de los casos más

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significativos es el de una menor, en la que se combinan las angustias extremas ya señaladas, junto con un aparente abuso sexual por parte del padre.

La interpretación de los expertos subraya que es imposible elaborar toda la historia a partir de los elementos póstumos, pero no se puede negar que la carta contiene una acusación hacia el padre, a quien atribuye “cambiar de truco”. Además, el enunciado “¿no mames, si?” marca un tono irreverente y contestatario hacia una figura que ya no le merece ningún respeto. Además, al utilizar el arma del padre lo incrimina. Este ejemplo permite ver algo presente en muchos casos. La sensación de autoafirmación y certeza que

Caso 112. Por favor no me metan a un ataúd, tengo claustrofobia. Si no, llego y los voy a espantar a la gacha. En buena onda, chín, chín el que no lleve un alcoholito a mi funeral y brinde por mí. No por ser chido, ni por buena onda, eso siempre dicen. Siempre supe que así iba a terminar. Me llevo a todos y cada uno de ustedes conmigo […] Hombre de 26 años que se arroja de un edificio de 15 pisos. En su carta subraya el absurdo de la vida y la esperanza de cruzar a voluntad los umbrales entre la vida y la muerte

SALIDAS DIGNA xisten diferentes impulsos detrás de un suicido. Para las personas mayores los objetos, las cartas póstumas y las circunstancias que rodean a la

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Caso 88. Una pequeña de 12 años se dispara en el pecho con la pistola de su padre (quien tiene una colección de ocho armas, entre escopetas, rifles y escuadras, porque pertenece a un club de caza) no sin antes escribir en uno de sus cuadernos: […] mamá, perdón por haber sido tan injusta contigo, pero ahora quién sabe qué pase. Oye, le das esto a mi papá, porfa. El expediente del Servicio Médico Forense del Distrito Federal consigna además lo siguiente: […] con una flecha hacia abajo, señalando hacia el suelo, se encuentra una hoja cuadriculada que dice: “Ya cambiaste tu truco ahora, no es la pluma sino la regla, ¿no mames si?”.

parecen experimentar los suicidas en sus últimos momentos. La sensación de que ellos son capaces de dar un regalo o un don que, amargo o dulce, no pueden ser rechazados por la autoridad que la muerte les otorga. Esta certeza del suicida no siempre se cumple, comentó uno de los analistas del libro, el doctor en Antropología Juan Cajas Castro, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). “El suicida aspira a gobernar el recuerdo de la parentela. Desea que se cumpla su exigencia de perdón y de recuerdo; sin embargo, sobrevalora el poder de su mensaje pues pasa por alto que de la muerte se desprende el olvido”.

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Muchos de los problemas del suicidio tienen que ver con la familia. Pero no todas las familias rotas son tóxicas ni todas las aparentemente funcionales son sanas.

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muerte autoprovocada suelen ser parte de un ritual de despedida que les permita conservar un poco de dignidad frente a quienes lo reconocieron en algún momento y han comenzado a abandonarlo, rompiendo así los vínculos de reciprocidad. Este instante de lucidez, en el que el sujeto ya se ha despedido de la vida y todavía no pertenece a la muerte, es lo que los académicos llamaron “el sujeto en el momento del salto”. En ese momento, el suicida puede dejar un último don, estableciendo vínculos permanentes con sus familiares y amigos, o declarando abiertamente que no quiere ningún vínculo, después de muerto, con su genealogía o grupo.

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Caso 111. Un hombre de 82 años se suicida de un disparo el día en que su sobrino lo iba a llevar a una casa hogar. El sobrino es el único familiar cercano después de que su ex pareja e hijos lo abandonaran, 50 años antes, para irse a Tijuana. No se culpe a nadie de mi muerte, yo lo hice por mi propia mano, cualquier familiar que intervenga sobre el destino de mi cadáver debe abstenerse y respetar mi solicitud ante la autoridad. Al C. agente del Ministerio Público suplico que mis restos sean destinados a la fosa común, que es a donde verdaderamente pertenecí. Este es el deseo y petición de este insignificante muerto. Atte. [firma]

PROYECCIÓN AL FUTURO os conocimientos generados en estos años de estudio llevan al investigador Payá a afirmar que muchos de los problemas del suicidio tienen que ver con la familia. Pero no todas las familias rotas son tóxicas ni todas las aparentemente funcionales son sanas. “La familia es muy importante, pero no por su estructura sino por los mensajes que se transmiten adentro. Hay familias aparentemente funcionales de las que salen criminales”, explica. “Lo que ocurre es que en las familias dominan ciertas leyes psíquicas que, cuando se rompen, por ejemplo con un incesto, le impiden al sujeto orientarse hacia el futuro”, concluye el especialista al explicar el impulso que conduce al suicida a planear su muerte, elaborar la escena y dejar escrita un mensaje pòstumo. Su última palabra.

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Caso 98. Recuerdo aquella noche y me siento en el paraíso. Recuerdo tus besos y siento el sabor a miel. Recuerdo tus caricias y siento que me muero al no estar contigo. Pero recuerdo que ya no me amas y prefiero ya no estar vivo. Trozo de papel escrito con lápiz y encontrado en el bolsillo de un joven de 16 años. Se arrojó al vacío desde el tercer piso de su preparatoria. El fin de semana previo reencontró a su ex novia, a la que había dejado de ver un año....


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