1844-1861- LA Primera Republica Y LA Anexion A España PDF

Title 1844-1861- LA Primera Republica Y LA Anexion A España
Author Ashley Santos
Course Historia Dominicana
Institution Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña
Pages 8
File Size 90.8 KB
File Type PDF
Total Downloads 19
Total Views 140

Summary

la primera república y la anexión a estaña...


Description

Nombre: Ashley Santos Urena. Matricula: 19-0220

Seccion: 12

1844-1861: LA PRIMERA REPUBLICA Y LA ANEXION A ESPAÑA.

Anexión a España de la República Dominicana. Proclamada el 18 de marzo de 1861. Con la consumación de este hecho la República Dominicana perdió su soberanía, convirtiéndose nuevamente en una colonia de España. Su ideólogo y sustentador fue el general Pedro Santana, siempre con el propósito de recibir beneficios personales o grupales a cambio del perjuicio nacional. El 18 de marzo de 1861, fue arriada en toda la República la bandera tricolor símbolo del pueblo dominicano, en su lugar fue enarbolada la española. Volvía la nación a ser tutelada por el trono peninsular, esta vez dirigido por Doña Isabel II. La soberanía era entregada voluntariamente, sin derramamiento de sangre, por el Presidente de la República, General Pedro Santana Familia, quien fue honrado por la Corona de España con pomposos títulos, como el de Gobernador Civil, Capitán General de la Colonia, Senador del reino, Teniente General de Los Reales Ejércitos y Marqués de las Carreras. Santana había nacido en el Poblado de Hincha en el año de 1801, poseía un hato en la ciudad del Seibo llamado Hacienda el Prado, se había destacado como General y Patriota durante la guerra en contra de Haití y, era considerado como héroe nacional, por haber derrotado al ejercito haitiano en las Batallas de Azua y las Carreras. A la sazón ejercía la presidencia de la República por tercera vez. A sus 60 años el Hatero del Seibo carecía de la energía mostrada en el pasado. En la capital, el padre Fernando Arturo De Meriño, el general Eusebio Manzueta y el prócer Matías Ramón Mella Castillo, fueron los primeros en manifestarse contra la anexión. En Santiago, el pueblo tras ser invitado, no acudió al cambio de bandera en la Fortaleza San Luis. En San Francisco se impidió a tiros el izamiento del pabellón Español. La noche del 2 de mayo de 1861 el coronel José Contreras y Cayetano Germocén tomaron por asalto la población de Moca, proclamando la restauración de la República. Siendo más tarde sometidos y luego fusilados junto a otras 23 personas, por las tropas del general Suero- la orden fue dada por el general Santana. El general Francisco del Rosario Sánchez al momento de la anexión, se encontraba en el exilio y tan pronto se enteró de la noticia viajó hacia Haití. Penetró a la República Dominicana

por su frontera sur, siendo vilmente traicionado por Santiago de Óleo, quien luego de herirle en la loma Juan Cruz, le entregó a las tropas anexionistas. En Santiago el 26 de febrero de 1863 estalló otro fallido intento revolucionario. Esta nueva aventura revolucionaria estaba liderada por el poeta Eugenio Perdomo. Los alzados fueron apresados y juzgados por una comisión militar. Los patriotas atacaron los pueblos de Sabaneta y Montecristi. El combate sé inició el 6 de septiembrede 1863, la lucha fue cruenta y duró todo el día, resultando el saldo favorable para los patriotas. Dueñas de la ciudad las tropas restauradoras iniciaron el 7 de septiembre la toma de la fortaleza San Luis. En la batalla de Santiago se consagraron los generales Gaspar Polanco – que por su eficiencia y valor alcanzó el grado de Generalísimo - y el general Gregorio Luperón- quien surgió como uno de los héroes más distinguidos de la guerra de restauración, por la forma magistral que condujo sus tropas-. Al ver el general Buceta que era imposible vencer a las huestes restauradoras, inició negociaciones de paz con el general Luperón. Los patriotas requirieron que los españoles marcharan hacia Puerto Plata luego de entregar las armas. Buceta indignado contesto que: «Las tropas de su majestad, jamás han entregado las armas que les han sido confiadas para defender su honor». La salida de las tropas españolas se inició el 10 de julio de 1865. La nación volvía a ser libre y soberana de toda potencia extranjera, como planteara su ilustre fundador. Germinaba de nuevo la semilla de la libertad y el honor. Los miles de patriotas que habían caído no lo habían hecho en vano. Pues las últimas palabras pronunciadas por Matías Ramón Mella Castillo en su lecho de muerte, palpitaban en el corazón de cada Quisqueyano. «Aún hay patria». «Viva la República Dominicana». La historia de la República Dominicana se remonta al año 600 d.C., cuando los ocupantes de la isla eran los taínos. La isla de La Española fue reclamada por España en 1492, y el pueblo de Santo Domingo decidió rebelarse contra España en noviembre de 1821 para unirse al país sudamericano de Gran Colombia. Sin embargo, Haití ocupó la república en 1822, y la república luchó por su independencia hasta que finalmente se logró en 1844. España aprovechó el caos para recolonizar la república, y no fue hasta 1865 que la República Dominicana recuperó su independencia para la última vez. Desde la década de 1860 hasta la década de 1910, el país experimentó conflictos internos, lo

que condujo a una invasión y ocupación del país por parte de los Estados Unidos de 1916 a 1924.

Alrededor de 1930, la República Dominicana se encontró bajo el control del despiadado dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó el país hasta 1961. Miles de dominicanos perdieron la vida, fueron encarcelados y torturados por los secuaces de Trujillo. Muchos sobrevivientes permanecieron mutilados por el resto de sus vidas; algunos tenían cicatrices permanentes en sus cuerpos y otros sufrían enfermedades mentales. En 1937, ordenó al ejército matar a los haitianos que vivían en la zona fronteriza. El ejército mató a unos 17 000 a 35 000 haitianos de más de seis días, desde la noche del 2 de octubre de 1937 a 8 de octubre de 1937. Durante este largo período de opresión y muerte, el gobierno de Trujillo extendió su política de terrorismo de Estado más allá de las fronteras nacionales. Ejemplos notorios del alcance de Trujillo en el extranjero son el intento fallido de asesinato contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt , el secuestro y posterior desaparición en la ciudad de Nueva York del profesor vasco Jesús Galíndez , el asesinato del escritor José Almoina y crímenes cometidos contra cubanos, costarricenses, nicaragüenses, colombianos, puertorriqueños y estadounidenses. Trujillo se convirtió en un fuerte aliado de los Estados Unidos en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, oponiéndose al comunismo y liderando los intentos de derrocar a Fidel Castro en la Rebelión del Escambray. El apoyo de Trujillo se erosionó cuando sus acciones de crueldad se hicieron internacionalmente notorias, y finalmente perdió el apoyo de Estados Unidos. El 30 de mayo de 1961, su Chevrolet Bel Air fue emboscado por los golpistas militares, y fue asesinado a tiros. Poco después, los conspiradores golpistas fueron detenidos y ejecutados, y la República Dominicana se convertiría en anarquía a mediados de 1965, lo que exigiría una ocupación estadounidense una vez más. Esta segunda invasión norteamericana supuestamente fue para evitar «otra Cuba». Posteriormente, EE. UU. se aseguró de que se volviera a establecer un dictador anticomunista agradable y confiable, esta vez en la forma del ex protegido de Trujillo, Joaquín Balaguer. Unos 50 000

haitianos fueron forzados a trabajar en plantaciones dominicanas durante la presidencia de Balaguer.

El desempleo, la corrupción gubernamental, el servicio eléctrico inconsistente y la inmigración ilegal masiva desde Haití llevaron a la república a sufrir problemas sociales y económicos continuos durante el siglo XXI, y muchos dominicanos se fueron a los Estados Unidos. Las autoridades españolas mostraron poco interés en su colonia restaurada, y el período siguiente se recuerda como la España Boba. Las grandes familias ganaderas como la del futuro terrateniente y presidente dominicano Pedro Santana llegaron a ser los líderes en el sureste, la «ley del machete» gobernó por un tiempo. El exgobernador y teniente José Núñez de Cáceres declaró la independencia de la colonia como el estado del Haití Español el 1 de diciembre de 1821, solicitando la admisión a la República de la Gran Colombia, pero las fuerzas de Haití dirigidas por Jean-Pierre Boyer ocuparon el país nueve semanas más tarde. El 9 de febrero de 1822, Boyer entró formalmente en la capital, Santo Domingo, donde fue recibido por Núñez de Cáceres que le ofreció las llaves del palacio. Boyer rechazó la oferta diciendo: «No he venido a esta ciudad como un conquistador sino por la voluntad de sus habitantes». La ocupación haitiana de veintidós años que siguieron se recuerda por los dominicanos como un período de régimen militar brutal, aunque la realidad es más compleja. Se realizaron expropiaciones de tierras a gran escala y esfuerzos fallidos para obligar a la producción de cultivos de exportación, imponer el servicio militar, restringir el uso de la lengua española y eliminar las costumbres tradicionales, como las peleas de gallos. En 1838, Juan Pablo Duarte fundó una sociedad secreta llamada «La Trinitaria» para sacudir el yugo haitiano que junto a sus múltiples colaboradores lograrán independizar la parte oriental de la isla. En 1843 se aliaron con un movimiento haitiano para derrocar a Boyer. Debido a sus pensamientos revolucionarios y lucha por la independencia dominicana, el nuevo presidente de Haití, Charles Rivière-Hérard, exilió y encarceló a

los principales trinitarios. Al mismo tiempo, Buenaventura Báez, un exportador de caoba azuano y diputado en la Asamblea Nacional de Haití, estaba negociando con el Consulado General de Francia para el establecimiento de un protectorado francés. La primera constitución de la República Dominicana fue aprobada el 6 de noviembre de 1844. Se incluyó una forma de gobierno presidencial con muchas tendencias liberales, pero se vio empañada por el artículo 210, impuesto por Pedro Santana en la Asamblea Constituyente por la fuerza, dándole los privilegios de una dictadura hasta que la guerra de independencia terminara. Estos privilegios no solo le sirvieron para ganar la guerra, sino también le permitió perseguir, ejecutar y conducir al exilio a sus opositores políticos, entre los que se encontraron Juan Pablo Duarte. Durante la primera década de independencia, Haití intentó varias invasiones para recuperar la parte oriental de la isla: en 1844, 1845, 1849 y 1855. Aunque cada una fue malograda, Santana siempre utilizaba la amenaza de la invasión haitiana como una justificación para la consolidación de sus poderes dictatoriales. Para la élite dominicana —en su mayoría propietarios de tierras, comerciantes y sacerdotes— la amenaza de la reconquista por el más poblado Haití fue suficiente para buscar la anexión a un poder exterior. Ofreciendo las aguas profundas del puerto de la bahía de Samaná como señuelo, en las siguientes dos décadas, las negociaciones se hicieron con Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y España para declarar un protectorado sobre el país. Sin carreteras adecuadas, las regiones de la República Dominicana se desarrollaron en forma aislada unas de otras. En el sur, la economía estaba dominada por la ganadería y el corte de caoba y otras maderas duras para la exportación. Esta región conservó un carácter semi-feudal, con poca agricultura comercial, la hacienda como unidad social dominante y la mayoría de la población vivía en un nivel de subsistencia. En el Valle del Cibao —los más ricos campos agrícolas de la nación— los campesinos complementaban sus cultivos de subsistencia con el cultivo del tabaco para la exportación, principalmente hacia Alemania. El tabaco requería menos tierra que la ganadería y se cultivaba principalmente por pequeños agricultores, quienes dependían de los comerciantes ambulantes para transportar sus cosechas a Puerto Plata y Montecristi.

Santana, enriqueciéndose a sí mismo y a sus seguidores, recurrió a múltiples impresiones de dinero inorgánico. En 1848, se vio obligado a dimitir, aunque alegó quebrantos de salud, y fue sucedido por su vicepresidente, Manuel Jimenes. Después de volver a dirigir las fuerzas dominicanas contra una nueva invasión haitiana en 1849, Santana marchó hacia Santo Domingo, deponiendo a Jimenes. A petición de éste, el Congreso eligió a Buenaventura Báez como presidente, pero Báez no estaba dispuesto a servir de títere de Santana, desafiando su papel como líder reconocido militar del país. En su primer mandato se tomaron por primera vez acciones ofensivas contra Haití. De inmediato se recuperaron la Isla Beata y Alto Velo. El 4 de noviembre de 1849, la Infantería de Marina dominicana desembarcó en Saltrou, y se dispararon 50 tiros de cañón en apoyo a las fuerzas que desembarcaron en zona enemiga, quienes aniquilaron varios adversarios sin sufrir ninguna baja. Al día siguiente, desembarcaron en Anse-à-Pitre, donde incendiaron sus depósitos e instalaciones militares y cuyos defensores huyeron junto a la población, llena de temor, causado por el continuo bombardeo de los cañones de la flotilla dominicana. Luego continuaron rumbo a Los Cayos, encontrándose en las inmediaciones del puerto con una embarcación haitiana, la cual fue perseguida, alcanzada y hundida, con tres descargas de cañones; luego fue bombardeado las instalaciones y depósitos militares del pueblo de Los Cayos, sin tener que desembarcar sus tropas. Otra de la nave encontrada fue la Charite, la cual trató de escapar, pero el bergantín 27 de Febrero, al ser más ligero, lo alcanzó y al abordaje, saltaron a cubierta desatándose una cruenta lucha «cuerpo a cuerpo» a bordo, cuyo desenlace resultaron 28 haitianos muertos, 20 prisioneros y heridos así como el barco confiscado. El 2 de enero de 1850, la flotilla dominicana fue por segunda vez a las costas de Haití; sorprendió el pueblo de Dame-Marie con un intenso bombardeo, destruyendo de inmediato el Fuerte River que lo defendía, desembarcando la Infantería de Marina, la cual enfrentó una débil resistencia de la guarnición militar destacada allí, en la que hubo algunos muertos y varios detenidos.

Pedro Santana heredó un gobierno en bancarrota al borde del colapso. Habiendo fracasado en sus ofertas iniciales para asegurar la anexión a los EE. UU. o Francia, Santana inició negociaciones con la reina Isabel II de España y el capitán general de Cuba para volver la isla en una colonia española. La Guerra Civil Estadounidense entregó a los Estados Unidos incapaces de hacer valer la «Doctrina Monroe». Esta medida fue rechazada ampliamente. Una rebelión fue sofocada y luego otra invasión de Haití, encabezada por un dominicano rebelde, fue derrotada y su líder ejecutado. Santana inicialmente fue nombrado Capitán Generalde la nueva provincia española, pero pronto se hizo evidente que las autoridades españolas planeaban privarle de su poder, llevándolo a dimitir en 1862. El 16 de agosto de 1863, se inició una guerra nacional de restauración en Santiago, donde los rebeldes establecieron un gobierno provisional. La lucha se extendió por todas partes y durante los dos años siguientes se convirtió en una guerra social casi total. En la mayoría de las zonas, los combates implicaron el bloqueo de carreteras y el acceso a los ríos, evitando espacios abiertos e incluso combates cuerpo a cuerpo. En las ciudades más grandes, los rebeldes idearon trincheras para enfrentarse a regimientos de hasta cinco mil hombres, encabezados por destacados generales españoles y dominicanos por igual. Al principio, el general Santana, a quien la reina Isabel II le había otorgado el título de Marquesado de Las Carreras, estaba al mando de las fuerzas españolas que se oponían a los rebeldes, pero a pesar de su gran reputación, demostró ser incapaz de detener la marea. Una vez producida la anexión, el ilustre General José María Cabral, oriundo de San Cristóbal, tomó parte principal en la guerra restauradora. Cabral había sido deportado en agosto de 1863 pues se tenía sospecha de su simpatía con los revolucionarios. Retornó al país en junio de 1864. Puesto que las tropas españolas habían desplegado una ofensiva considerable en el Sur, una de las respuestas del Gobierno Restaurador a esa ofensiva fue nombrar a Cabral jefe de operaciones en el Sur, contando con su conocimiento de la zona y su don de mando. Desde sus primeros días en la jefatura, comenzó Cabral a revertir la inferioridad en que se encontraban los dominicanos en el Sur. Logró además, sacar de circulación a Juan de Jesús Salcedo y a otros caudillos que protagonizaban escenas de saqueo. También impuso Cabral el orden en las formaciones militares.

Limitados a las grandes ciudades, el ejército español fue incapaz de derrotar la guerrilla o contener la insurrección, y sufrió fuertes pérdidas debido a la fiebre amarilla. Las autoridades coloniales españolas alentaron a la reina Isabel II a abandonar la isla, ya que veían la ocupación como una pérdida sin sentido de tropas y dinero....


Similar Free PDFs