34019681 El Vino a Dar Libertad a Los Cautivos PDF

Title 34019681 El Vino a Dar Libertad a Los Cautivos
Course Religión
Institution Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua Managua
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Summary

Primer libro de Rebecca sobre el satanismo....


Description

EEL VIINO O A D AR R LIIBE ERTAD DA A LO OS CAU UTI VO OS

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Capítulo 01 Aparece Rebecca ............................................................................................. 4

Capitulo 02 Aparece Elaine .............................................................................................. 16

Capitulo 03 Ingreso a la Hernandad .................................................................................. 20

Capitulo 04 Ascenso al poder ........................................................................................... 28

Capitulo 05 Vida como gran sacerdotisa ............................................................................ 36

Capitulo 06 La boda ........................................................................................................ 41

Capitulo 07 Disciplina en la Hermandad ............................................................................. 45

Capitulo 08 La misa negra y los sacrificios humanos ........................................................... 48

Capitulo 09 La encrucijada ............................................................................................... 54

Capitulo 10 El encuentro ................................................................................................. 60

Capitulo 11 Comienza la guerra espiritual .......................................................................... 65

Capitulo 12 La batalla ..................................................................................................... 75

Capitulo 13 Entradas....................................................................................................... 99

Capitulo 14 El espiritu humano en la brecha y el mundo espiritual ...................................... 119

Capitulo 15 ¿ Por que debemos pelear ? .......................................................................... 135

Capitulo 16 Como luchar ............................................................................................... 143

Capitulo 17 Destrucción de iglesias Cristianas .................................................................. 167

Capitulo 18 Enfermedades demoniacas ........................................................................... 177

Capitulo 19 Directamente a los que desean salir del ocultismo ........................................... 193

Capitulo 20 Definiciones ................................................................................................ 201

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¡¡C CUI DA ADO O!! Este puede ser uno de los libros más difíciles que hayas leído jamás. Satanás NO QUIERE QUE LO LEAS! Padre celestial, te pido que escudes y protejas al que lea este libro y le des un claro entendimiento de lo que has querido que digamos. Te lo pido y agradezco en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén. El propósito de este libro es mostrar las muchas maneras en que Satanás y sus demonios están activos en el mundo de hoy, y cómo usted puede luchar eficazmente contra ellos, y cómo puede librarse de los lazos de Satanás. Satanás hará cualquier cosa para impedir que usted lea esto. Le afligirá con avasallador insomnio, confusión, interrupciones constantes y muchas otras cosas. El MIEDO es una de las principales armas de Satanás. El se valdrá del miedo para no dejarle leer este libro. Rechace el miedo directa y audiblemente en el nombre de Jesucristo para vencerlo. Ore y pida protección si va a leer y tratar de entender lo que este libro contiene. Mi más profundo agradecimiento primero al Señor, y después a Elaine. No hubiera sido posible escribir este libro sin la información que me dio ella, y la fortaleza, dirección y aliento que me impartió el Señor. Los nombres han sido cambiados para proteger a las personas mencionadas aquí. Oramos fervientemente que el Señor Jesucristo le bendiga ricamente con salvación y comprensión de las páginas que leerá. «Y vino [Jesús] a Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme a su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó a leer. Y fuere dado el libro del profeta Isaías, y como abrió el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: Me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados: Para predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y sentóse: y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos», Lucas 4:16-21

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Capítulo 01 Aparece Rebecca

DESDE EL PRIMER momento que entró al edificio por aquella puerta, sintió que aquel lugar tenía un algo diferente. Era como una oscuridad flotante, o algo que no podía definir, pero que estaba allí. Sabía que era algo que no había experimentado antes. Rebecca es doctora. Llegaba al Memorial Hospital para comenzar su entrenamiento en medicina interna. Había terminado en la Escuela de Medicina el mes anterior y por primera vez en sus treinta años de vida había salido de su casa. No podía imaginarse que las tragedias que presenciaría en aquel hospital la cambiarían a ella y el curso de su vida. Aquella oscuridad que percibía su espíritu parecía acecharla... esperarla. En cualquier momento atacaría, y lanzaría a Rebecca a una serie de acontecimientos que probarían hasta lo sumo su consagración a su Señor y Salvador Jesucristo. La primera prueba llegó pronto. Llevaba ya unos dos meses en el hospital cuando una noche como a las 2 A.M. en que trabajaba en el Salón de Emergencias, llevaron a un hombre de unos 30 años de edad. Rebecca se estremeció de horror al ver aquel cuerpo magullado y mutilado. A pesar de que tenía seis años de experiencia como enfermera de primera en salones de emergencia en grandes hospitales del centro de la ciudad, nunca había visto nada igual. Mientras trabajaba desesperadamente junto con el personal de emergencia para salvar la vida del paciente, su mente volaba. ¿Cómo era posible? ¿Quién había sido capaz de hacer algo semejante? A todas luces se veía que había sido torturado. Tenía el cuerpo parcialmente despellejado, múltiples quemaduras, puñaladas, azotes y, lo peor de todo, punzadas de clavos que le atravesaban la palma de las manos. Estaba inconsciente y en una profunda conmoción. Después de que el paciente hubo recibido los primeros cuidados médicos, se estabilizó por lo que lo transfirieron a la Unidad de Cuidado Intensivo, Rebecca miró a los policías que lo habían traído. No tenían mucho que contar excepto que se trataba de un caso de secuestro. Al hallar el cuerpo pensaron que estaba muerto. No quisieron decir más sobre el caso y se marcharon rápidamente refunfuñando algo sobre el informe que tendrían que presentar. Los demás de Emergencia continuaron en sus labores como si nada hubiera sucedido. A nadie le parecía sorprender ni molestar la condición del paciente. De nuevo Rebecca sintió la avasalladora sensación de oscuridad que ya había

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percibido antes. Se sentía muy intrigada y preocupada, pero no tardó en dejarse llevar de nuevo por la presión del trabajo. Nada de lo que había vivido hasta ese momento podía haberle sugerido siquiera la conmoción que le produciría el testimonio de aquel hombre, que no era otra cosa que un joven pastor. Tampoco sabía que el siguiente golpe lo recibiría uno de los pacientes a quien ella más apreciaba. Pero antes de seguir, veamos cómo el Señor había preparado a Rebecca para todo lo que tendría que enfrentar. Había tenido el gran privilegio y bendición de nacer en el hogar de unos fieles cristianos que oraban a diario por ella. Había aceptado· a Jesús como Salvador a muy temprana edad, pero no sabía nada de lo que era caminar con El. Se había criado en un estricto y estrecho grupo religioso que no le había permitido entablar amistad ni interactuar con personas de fuera del mismo. Pero, extrañamente, siempre se había sentido rechazada por el grupo hasta el punto que nunca se sintió parte de él. Había sufrido burlas y escarnio en la escuela y dentro del grupo religioso. Había crecido con una profunda sensación de soledad. Además había sido enfermiza, y la niñez la había pasado entre la casa y el hospital. Luego, al crecer, se descubrió que tenía una enfermedad neuromuscular incurable y progresiva. Sus amantes padres le habían proporcionado estabilidad en la vida y sus oraciones la rodeaban y protegían, obviamente evitando que entrara en ese mundo de lo oculto que atrapa a tantos jóvenes con antecedentes similares. Durante el primer año en la Escuela de Medicina por fin llegó a entregarle al Señor todos los aspectos de su vida, y situó a Jesús no solo como su Salvador sino como el amo de su vida. Los cuatro años en la Universidad fueron duros no solo por la enfermedad neuromuscular sino también por la falta de dinero. Durante aquel tiempo Rebecca aprendió a confiar en el Señor, a caminar con él día a día, a escucharle en lo profundo del alma, a seguir sus directrices, a recibir su sustento cotidiano. Antes de estudiar para médico había sido enfermera registrada durante siete años. Pero como resultado de la poderosa obra de Dios en su vida y de una cadena de milagros, había dejado la enfermería para volver a la escuela y estudiar para médico. Cuando entró en el Memorial Hospital no sabía absolutamente nada de satanismo ni sabía de la existencia de Elaine, una poderosa bruja que vivía cerca de allí. Jamás pensó que su caminar con Cristo en aquel hospital iba a causar tanta conmoción en el mundo espiritual que las fuerzas de las tinieblas llegarían a encolerizarse de tal manera que buscarían su muerte. En efecto, se vio envuelta en una lucha titánica cuando Elaine, una de las principales brujas

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de Estados Unidos, a la cabeza de otras brujas armadas de todo el poder y las habilidades de la brujería, trataron de matarla. El año de internado es el primer año de entrenamiento que recibe un médico que acaba de graduarse. Es con mucho el año de más intenso trabajo, y el más aterrador. Para Rebecca en el Memorial no fue diferente que para los demás, excepto que estaba constantemente consciente de que había algo extraño pero indefinible en cuanto a aquel hospital. Nadie parecía notarlo, ni siquiera sus colegas cristianos. Desde el principio halló una asfixiante atmósfera de odio, murmuración y lucha en el departamento y, sin duda, en todo el hospital. Era un ambiente de extrema frialdad. Esto, además de las enormes presiones físicas y emocionales del año, lo usó el Señor para que ella se acercara mucho más a El. Desde el principio notó una inusitada resistencia al evangelio. Cada vez que hablaba de Cristo se negaban redondamente a escuchar. Es más, en sus primeros seis meses en el hospital, la administración mandó a retirar las Biblias que los Gedeones habían colocado en los cuartos de enfermos y colocó un aviso en cada estación de enfermería en el que advertía que cualquier empleado que fuera sorprendido «evangelizando» a los pacientes sería despedido en el acto. Y a cualquier pastor que fuera al hospital se le impedía visitar a quienes no fueran miembros de su iglesia; si las enfermeras lo sorprendían «evangelizando» a otros pacientes tenían la obligación de ordenar que los guardias lo sacaran del hospital y no lo dejaran entrar más. No se permitía servicio de capellanía, lo cual es inusitado. Era como si se estuviera haciendo un esfuerzo por impedir cualquier mención de cristianismo dentro del edificio del hospital. A Rebecca la asignaron primero a la Unidad de Cuidado Intensivo. De inmediato se vio envuelta en un remolino de actividad. Trabajaba hasta 120 horas a la semana. Dado ese horario tan agotador, atribuía al cansancio el constante empeoramiento de sus condiciones físicas. Entonces el Señor empezó a poner en su corazón que debía ir al hospital una hora antes todas las mañanas para pasarla en oración por aquella institución y aquella ciudad, para que el evangelio fuera proclamado y produjera fruto. Al empezar a obedecer y orar todas las mañanas antes del trabajo, repetidas veces se vio obligada Elian por el Espíritu Santo a orar que el Señor frenara el poder de las tinieblas en aquel lugar. A menudo se encontraba citando Números 10:35 donde Moisés dijo: «Levántate, Jehová, y sean disipados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen".

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No sabía por qué oraba de aquella manera, y a veces hasta sentía que era extraño que lo hiciera, pero el Espíritu Santo siempre la impulsaba a orar así. A medida que el Señor iba aumentando la carga que sentía por las almas de aquel lugar empezó a orar diariamente que el Señor le permitiera ponerse en la brecha del hospital y de la ciudad como en Ezequiel 22:30-31: "y busqué de ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese al portillo delante de mí por la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto derramé sobre ellos mi ira; con el fuego de mi ira los consumí: torné el camino de ellos sobre su cabeza, dice el Señor Jehová». Rebecca no estaba segura de lo que aquello de ponerse «en la brecha» o «al portillo» significaba, pero le pedía al Señor que la usara. Durante sus primeros meses en el Memorial, Dios le enseñó una valiosa lección de dependencia total en El para su trabajo médico. En una ocasión, ya tarde en la noche, un paciente ingresó en la Unidad de Cuidado Coronario con un agudo dolor en el pecho, presión alta y posible ataque al corazón. Rebecca debía examinar y cuidar al paciente aquella noche. Este le dio una lista de las medicinas que estaba tomando, entre las que había una que era particularmente buena para bajar la presión arterial y simultáneamente disminuir el trabajo del corazón. Sin vacilar le dijo que estaba tomando cierta dosis y Rebecca lo creyó. Entonces le dio la misma dosis para bajarle la presión y aliviar el trabajo del corazón con la esperanza de prevenir un ataque. Lo que no sabía ella era que aquella dosis era muy peligrosa a menos que el paciente hubiera llegado gradualmente a acostumbrarse a ella. Una hora más tarde, las enfermeras la llamaron para decirle que la presión del paciente había descendido mucho, que estaba en shock y que al parecer iba a morir. Rebecca llamó a su superior, le explicó la situación y le preguntó qué podía hacer para contrarrestar los efectos de la medicina que le había dado. Su jefe, con toda frialdad, le dijo que había cometido un error estúpido y que no había nada que pudiera hacerse, excepto esperar a ver si el paciente vivía o moría. No había medicina que contrarrestara el efecto de la que le había dado. Y añadió que él mismo había cometido un error semejante como interno y que el paciente había sufrido serios daños en el corazón como resultado del shock y que casi había muerto. Muchos pensamientos se arremolinaban locamente en la cabeza de Rebecca mientras caminaba a solas por los oscuros pasillos de la Unidad de Cuidado Coronario (UCC) para ir a ver al paciente. Sentía remordimientos, temor y autorreproche. Un sudor frío le recorría la espalda al pensar que con toda probabilidad había matado a una persona. De pronto el Espíritu Santo le

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mostró el error de los pensamientos que la atormentaban. Había estado pensando: «Dios hizo un universo de orden en el que las causas y los efectos se suceden en forma ordenada. Por culpa de aquel estúpido error aquel hombre probablemente morirá. Como la medicina era absolutamente irreversible, el efecto se produciría, por lo que no había necesidad ni siquiera de orar o esperar que Dios interrumpiera el orden universal por aquella estupidez». Con suavidad el Espíritu Santo inundó todo su ser con el conocimiento cierto de que ella era diferente. ¡Ella era hija del Rey! Por tanto, tenía un privilegio especial que los demás médicos no tenían. Tenía derecho a pedirle a Dios el Padre, en el nombre de Jesús, que corrigiera su error. Esa era una de las muchas cosas por las que Jesús había muerto en la cruz. Abruptamente dio media vuelta y corrió a la capilla y se echó sobre sus rodillas delante del Señor. Le pidió fervientemente que corrigiera su error, ya que era una hija del Rey afianzada en hebreos 4:16: «Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro». Se levantó y regresó a la UCC. Al llegar encontró que la presión del paciente había vuelto a la normalidad, ¡y no tenía dolor! Un nuevo electrocardiograma reveló que el corazón estaba trabajando perfectamente bien. Lo dieron de alta dos días después sin ningún daño en el corazón. Aprendió también a seguir mejor la dirección del Señor a toda hora. Muchas veces él le hablaba a su espíritu en voz suave, y le señalaba errores antes de cometerlos, o le recordaba algo que había olvidado o pasado por alto o algo que había leído o aprendido en el pasado. Aprendió a ayunar y a orar que el Señor le revelara el diagnóstico en casos difíciles. Aprendió a depender del Señor para tener destreza en las manos, y a nunca hacerle nada a un paciente sin primero orar que Jesucristo, el Gran Médico, pusiera Sus manos en las de ella y le impartiera su destreza. En todos los años hasta ahora, el Señor se ha mantenido fiel a ella y nunca ha tenido una complicación seria por culpa de algo que hubiera hecho mal. Como a los seis meses de su internado, tras apenas haber sido asignada de nuevo a la Unidad de Cuidado Intensivo (UCn, el joven pastor que había visto en emergencia finalmente se recobró lo suficiente para poder hablar. Rebeca había estado bien al tanto de su estado, y constantemente había orado por él. El Señor frecuentemente la impulsaba a ir a su cuarto y conversarle. Un día él le contó lo que de veras le había sucedido y que había provocado su ingreso al hospital.

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Roberto era pastor de una pequeña iglesia cristiana en aquella ciudad. Había estado trabajando con algunas personas que adoraban a Satanás. En un pueblo cercano había una comunidad satánica muy grande, y el satanismo andaba rampante por aquel estado. Siguiendo la dirección del Señor, había estado ganando para Cristo a un buen número de aquellas personas. Habían dejado de servir a Satanás y habían aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador. Los había ayudado a echar fuera los demonios que ellos mismos habían pedido que entraran en ellos para obtener poderes brujos. La noche en que Rebecca lo vio llegar al hospital, había sido secuestrado por los satanistas, quienes lo habían llevado a una de sus reuniones. Lo pusieron en la plataforma frente al grupo y lo torturaron. Estaban clavándolo en una cruz cuando uno de los miembros gritó que alguien había visto algo sospechoso y había llamado a la policía. (Los satanistas tenían un receptor de la policía a través; del cual se imponían de todas las llamadas.) Roberto ~e desmayó cuando lo estaban crucificando y no supo más hasta que despertó en el hospital. Rebecca estaba sorprendida, pues nunca había oído de algo igual. ¿Explicaba aquello la oscuridad espiritual que podía percibir en el hospital? Pronto sabría mucho más de eso. Cuando comenzaba su segunda ronda en la Unidad de Cuidado Intensivo su inquietud aumentó. Cada noche en que estaba de guardia, tenía bajo su responsabilidad a todos los pacientes de las unidades de cuidado. Un día empezó a notar que a pesar de que trabajaba con sus pacientes en un dedicado espíritu de oración, se producían muertes aparentemente inexplicables. En la enfermedad, tanto corno en la muerte de algún paciente, normalmente hay una ordenada y verificable secuencia de acontecimientos. Por ejemplo, si alguien cae en shock (baja presión arterial!) por alguna hemorragia, una vez que se detiene la hemorragia por cirugía u otro medio y la sangre que ha perdido le es repuesta con transfusiones, la presión arterial no tiene por qué bajar de repente, a menos que .vuelva a producirse una hemorragia u otra complicación con una infección fuerte. Sin embargo, muchos de los pacientes de Rebecca llegaban a un ...


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