374196259 Ana Jaramillo Resumen para curso de ingreso UNLa 2018 PDF

Title 374196259 Ana Jaramillo Resumen para curso de ingreso UNLa 2018
Course ¿Cómo extraer valor del análisis de Datos?
Institution Universidad Siglo 21
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Ana Jaramillo: “Unidad y Proyecto Nacional”. Capítulo 1: “La función de la universidad en la historiografía argentina”. El texto comienza criticando que, a pesar de que los políticos, legisladores e intelectuales coinciden en que la universidad debe estar al servicio del pueblo, esto no se cumple porque las universidades utilizan su autonomía (su capacidad de autoadministrarse y elegir a sus autoridades) para alejarse de los problemas nacionales en vez de contribuir al desarrollo nacional y la construcción de una sociedad más justa. Critica también que la universidad ignora los cambios y transformaciones sociales producto del desarrollo científico y tecnológico y sigue educando de la misma forma en la que lo hacía un siglo atrás (básicamente: la universidad está atrasada y desactualizada). Propone que la autonomía universitaria deje de usarse para desentenderse de las problemáticas sociales actuales, que empiece a estimular la creatividad intelectual y empiece a proponer soluciones a los problemas actuales de la sociedad. El texto expone las críticas a la universidad de algunos de los intelectuales organizaciones más destacados de nuestra historia nacional:

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Domingo F. Sarmiento: Critica a la Universidad de Córdoba (fundada en 1613) por su fuerte e inflexible carácter religioso al que ve como causante del aislamiento de la realidad de los profesionales que en ella se forman. La acusa de no tener verdadera amplitud para el conocimiento y de enclaustrarse (encerrarse) en sus textos sin aceptar nada que no haya en ellos. La ve como limitada, aislada y atrasada y ve en eso la causa de que la provincia de Córdoba no haya apoyado a la Revolución de Mayo.



Reforma Universitaria (1918): propone acabar con el dominio de la Iglesia en las universidades y que estas empiecen a estar al servicio del pueblo, es decir, que se dediquen a formar ciudadanos y no intelectuales escolásticos alejados de la realidad y sin conciencia de las problemáticas de su pueblo. Ven al reformismo como “el mañana” y a la universidad clerical y escolástica como “el ayer”.



FORJA (organización universitaria de la UCR): plantean que la misión y función de la universidad se ha desviado, ya que a pesar de las ideas del reformismo de 1918, muchas se habían planteado pero nunca consolidado (eran “propuestas buenas” que nunca se habían verdaderamente hecho realidad). Acusan duramente a la universidad de “haber dado la espalda al pueblo”, siendo ajena a sus problemas y sin preocuparse por el destino del país (y todo eso a pesar de que la universidad era pagada por todos los que iban a estudiar y formarse en ella). Para ellos, la misión y sentido de la universidad es el servicio, al pueblo y a la República. El fin de la universidad es la Nación, tanto respecto a sí misma como a América y el mundo.

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Juan Domingo Perón: en 1949 suprime el arancelamiento universitario argumentando que el Estado debe dar todo su apoyo a los jóvenes estudiantes que quieran contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación, eliminando todo obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de esa vocación. En 1952 dijo: queremos que la ciencia y la cultura sean del pueblo y que el pueblo esté formado por hombres que amen a los hombres. La universidad debe estar al servicio de las grandes causas nacionales. Cuando la enseñanza superior era un monopolio reservado para las clases privilegiadas, no es extraño que las universidades fuesen ajenas a los problemas de la Nación.



José Ingenieros: plantea que para la universidad ningún problema debería ser indiferente. Debe ser una escuela de acción social, adaptada a su medio y a su tiempo. Afirma que las sociedades engendran en cada época “sistemas de ideas generales” que aplican para la resolución de sus problemas fundamentales. En base a eso, critica que la universidad no se adapta a los modernos sistemas de ideas generales de la sociedad, por lo que no puede aportar a sus problemas e inquietudes como debería. Ve a las universidades como “inactuales” (atrasadas) y las critica por imitar modelos viejos de educación y conservar rasgos medievales. Saca la conclusión de que la universidad no está cumpliendo con su función más necesaria para la sociedad. La universidad debe representar el saber y sintetizar las ideas generales de su época, ideas que derivan de las necesidades y aspiraciones de la sociedad. Debe ser una entidad viva, pensante y actuante, porque de lo contrario, en vez de ser un instrumento útil para la civilización, será un obstáculo. Para Ingenieros, la misión de la universidad debe ser fijar principios, direcciones e ideales que permitan organizar la cultura superior en servicio de la sociedad. La universidad debe formar hombres antes que especialistas. El método científico debe aplicarse para la utilidad social y la resolución de problemas.



Risieri Frondizi (Rector de la UBA en 1957): afirma que la misión de la universidad es ponerse al servicio del país. Debe responder a las necesidades, requerimientos y aspiraciones de la sociedad, que son cambiantes (y la universidad debe ir siguiendo esos cambios, readaptándose a ellos, pero manteniendo siempre el principio de contribuir al desarrollo de la comunidad). Critica que, en vez de ser así, en vez de ser un actor social y cultural, la universidad ha adoptado una postura pasiva y de mero espectador ante las cuestiones y problemáticas sociales. Plantea que la universidad no solo debe estudiar y analizar las problemáticas sino también formar hombres para que las resuelvan.

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Rogelio Frigerio: reflexiona sobre cómo hemos llegado al desencuentro entre la universidad y el país y por qué la universidad es un obstáculo para el desarrollo técnico y su evolución. Propone cuatro estrategias para resolver ese desencuentro: a) Crear universidades en base a las necesidades de cada una de nuestras regiones. b) Que los alumnos entiendan que no estudian por el estudio mismo sino para ayudar al pueblo a encontrar los caminos más económicos a su felicidad. c) Enlazar el conocimiento teórico al conocimiento práctico (como puede serlo las industrias, los hospitales, etc.). d) Planificar con criterio técnico y de investigación científica, acercar más a la realidad al estudio de las humanidades, el arte y la cultura, entendiendo que nuestra producción de esas cosas también es significativa, y no solo la cultura y formas de arte extranjeras.



Pedro Vallejos: especifica cuáles son las misiones de la universidad: a) Formar hombres cultos, buenos profesionales, aptos para la investigación científica. b) Adecuarse a las necesidades del país e identificarse con el destino nacional. c) Formar del joven un hombre universitario, un argentino con sensibilidad nativa y con conciencia de que debe servir al pueblo y a la Nación.



Rolando García (1963): “No queremos una universidad que sea símbolo de privilegio sino que sea el laboratorio donde los problemas que afectan al país se estudian a conciencia en búsqueda desinteresada de solucionar”.



Rodolfo Puiggros (1973): propone nacionalizar y actualizar la enseñanza, poniendo el acento en la problemática del país y buscar las soluciones en la realidad del mismo. Debe ser un instrumento de liberación nacional y de justicia social, para la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados. Debe mirar hacia adentro del país y hacia Latinoamérica y no hacia modelos extranjeros, ya sean ingleses, franceses o cualquier otro. Tiene que estar al servicio de la realidad nacional y cualquier persona debe poder tener acceso a ella.

En conclusión: el capítulo nos muestra cómo a pesar de las propuestas de la Reforma Universitaria de 1918, que buscaba servir a todo el pueblo y no solo a las clases privilegiadas, cien años después, sigue desactualizada, sigue atrasada, aislada, con modelos institucionales antiguos que le impiden ponerse al servicio de las grandes causas nacionales y de sus necesidades más importantes. Debemos insistir en una reforma verdadera que permita que la universidad esté a la altura de los tiempos y al servicio del pueblo y la Nación.

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Capítulo 2: “La reforma de la universidad y la agenda social”. El capítulo reflexiona respecto a la necesidad de que la universidad tenga programas congruentes con la sociedad y sus problemas. Para ello, debe investigar la nueva morfología de la sociedad, de la política y de la economía. Propone una relación horizontal entre las disciplinas (interdisciplinaridad: es decir, que los contenidos de las disciplinas estén siempre conectados y no aislados, cooperando mutuamente), ya que solo así podrán contribuir a construir, transformar y mejorar la sociedad. Cada disciplina por si sola (relación vertical) no puede afrontar las problemáticas sociales. En la realidad social irrumpen nuevas prácticas y actores, antes desconocidos, que la transforman y reconfiguran. Las personas, como actores sociales, podemos tener la voluntad de producir y protagonizar un cambio inédito. Para lograrlo, debemos estar decididos a adquirir conocimiento para intervenir, para actuar, y no solo para realizar especulaciones teóricas desde un lugar de espectador. Tenemos que entender que no somos solo actores en la producción de conocimiento sino también en la construcción de la realidad social. El brasileño Darcy Ribeiro plantea la necesidad de realizar una reforma para que las universidades de América Latina puedan contribuir con el desarrollo de su sociedad en todos los aspectos. Plantea Ribeiro que la precariedad de nuestro sistema educativo se debe a que América Latina busca acompañar los ritmos de desarrollo del mundo avanzado (queriendo imitar modelos universitarios como los de Inglaterra, Francia y muchas otras) cuando en realidad sus universidades pertenecen a naciones neocoloniales con sociedades muy diferentes y con otros problemas. Necesitamos dejar de copiar modelos de otras naciones y empezar a repensar nosotros mismos nuestra propia universidad: debe basarse en las características específicas de nuestro ámbito sociocultural. Hasta que eso no ocurra, nuestras universidades van a seguir siendo obstáculos para el desarrollo nacional. La mexicana Emma Irene Perez Azcué plantea que “si la sociedad crea y sostiene las instituciones educativas, tiene el derecho de exigir la satisfacción de determinadas necesidades”. La universidad debe definir las necesidades y problemas que le competen y, a su vez, determinar con más precisión qué tipo de egresado la sociedad demanda. Tiene que asumir ese desafío mediante reflexión y análisis crítico y generar así los elementos idóneos para resolver problemas concretos y así facilitar y promover el desarrollo nacional. El mexicano Noé Héctor Esquivel Estrada sostiene que el objetivo de la investigación es avanzar en el conocimiento para dar respuestas a las problemáticas y necesidades concretas de la sociedad. La universidad debe generar conciencia de que el trabajo que realiza es comunitario, justo, solidario y en beneficio de la sociedad. El bien común debe ser su interés prioritario. El investigador debe buscar conocimientos que contribuyan al desarrollo humano.

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Arthur Davis, en los años ’50, advirtió respecto a la división cada vez mayor entre la teoría social y el estudio de problemas sociales concretos y afirmó que la universidad podía contribuir muy poco a la comprensión de los diversos aspectos de nuestra crisis social y, menos aún, a su superación. La brecha entre teoría social y los problemas sociales continúa debido a dos premisas a las que la universidad se aferra: -

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La “ética de la neutralidad”: según la cual los científicos sociales deben mantenerse completamente neutrales frente a las cuestiones sociales y no adoptar posiciones. La “ética de la ciencia no ideológica”: según la cual ideología y ciencia son mutuamente excluyentes (no pueden combinarse).

Para superar esa brecha, Davis propone que la ciencia estudie el mundo tal cual es y tal como va cambiando, y no como lo imaginamos según nuestros deseos. Solo así vamos a poder servir mejor a los intereses de la sociedad y la ciencia. El ser social, es decir, la vida en sociedad, no es estática, sino que va cambiando permanentemente y es a ese cambio constante al que la universidad debe saber adaptarse. Hans Albert sostiene que la racionalidad científica y la política no se contraponen: ante los problemas de la sociedad, la ciencia busca alternativas teóricas a problemas de conocimiento y la política busca alternativas institucionales a los problemas derivados de la vida en sociedad. Entonces, la ciencia es una institución de la sociedad que puede y debe contribuir a la solución de problemas sociales. La brecha que hay entre el pragmatismo y el academicismo, es decir, entre el político, que busca el “cómo” y el científico, que busca el “por qué”, puede superarse, ya que cualquier decisión responsable frente a un problema requiere de ambas cosas. El desafío lo asumimos al reconocer que abordar la complejidad actual de la sociedad y sus problemas a través del enfoque disciplinario no nos explica nada ni nos facilita la comprensión de dicha complejidad. El desafío que debemos encarar, entonces, es preparar y formar a los jóvenes para que sean protagonistas y decisores aquí y ahora, y no solo analistas e intérpretes de la realidad y sus cambios. Formarlos para decidir con responsabilidad en la resolución de problemas y no solo limitarse a analizarlos. Las universidades deben producir conocimientos que permitan evaluar, planificar, decidir e intervenir en la construcción social de una sociedad alternativa, invitando a los ciudadanos a comprometer su acción individual con la acción colectiva de construir una sociedad mejor.

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Capítulo 4: “Conocer para intervenir en la construcción social”. El capítulo plantea la necesidad de invertir la perspectiva escolástica para que la universidad investigue y eduque para intervenir en la construcción social, uniendo el saber con el acaecer (la realidad) y el quehacer con el “qué decir”. Para ello, la universidad debe diagnosticar, analizar, descubrir, comprender e interpretar la realidad social pero al mismo tiempo proponer soluciones factibles respecto a sus problemas y necesidades y tomar decisiones respecto a los nuevos acontecimientos que en ella se van sucediendo. El texto define a la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) como “universidad urbana comprometida”, ya que busca ser una universidad que se organice no por disciplinas sino en función de los problemas sociales y nacionales para producir conocimientos más eficaces para la decisión e intervención en la construcción social. La universidad tiene una responsabilidad cívica frente a la sociedad que la sustenta. Su misión es profundizar y extender la democracia mientras que las funciones mediante las cuáles puede perseguir esa misión son la docencia, la investigación, la investigación tecnológica, etc. El claustro (las autoridades principales de las universidades y sus métodos escolásticos) ya no monopoliza hoy día la producción de conocimiento sino que este se genera y distribuye en la sociedad. Es por eso que la universidad debe articular los saberes que se producen en la comunidad. Es solo a través del diálogo con la comunidad, y del entendimiento de los problemas que la aquejan y los cambios que en ella se producen, que la universidad puede lograr una “agenda compartida” entre ella y la sociedad para la resolución de problemas y satisfacción de necesidades. Esto se debe a que las respuestas a esos problemas y necesidades no son solo intelectuales y teóricas sino también prácticas y políticas. En síntesis, comprender la actualidad viviente y sus complejas problemáticas para poder buscar una solución a ellas implica la necesidad de un diálogo permanente. Dialogar con otros saberes producidos por otros actores e interactuar con otras prácticas será lo que nos permitirá producir nuevos conocimientos que reflejen y comprendan mejor la actualidad y el cambio, que faciliten la intervención e interacción con la realidad en busca de mayor equidad y desarrollo. Es por eso que la UNLa no busca verdades universales sino que su misión como universidad pública se define en función de los problemas nacionales, regionales y locales, cooperando con la sociedad y el Estado para lograrlo. Busca hacer su aporte en la formación de recursos humanos, en la investigación y en sus tareas de cooperación, asistencia técnica y servicio público. Es la sociedad la que sustenta y le da sentido a la UNLa y es por eso que busca tener una agenda compartida con ella.

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Por eso, debe diagnosticar, analizar, descubrir, comprender, interpretar, proponer soluciones y decidir sobre aquellos nuevos acontecimientos y cambios que se van sucediendo. La universidad asume el gran desafío de revertir los milenarios métodos escolásticos (estudios únicamente teóricos de la realidad pero con poco contacto real con ella, basados únicamente en la interpretación de textos escritos del pasado) y construir una nueva metodología de aproximación a la realidad, investigándola y textualizándola y comprendiendo que está en constante cambio. Invertir la metodología escolástica consiste en entender que no tenemos que partir de textos escritos anteriormente para problematizarlos y discutirlos sino de las nuevas realidades sociales para sacar conclusiones y textualizarlas. Para resolver problemas debemos analizar la realidad social y no solo escritos y textos, porque sobre la realidad social de aquí y ahora no hay nada escrito, y de eso se trata: es tarea de la universidad textualizar lo que aún no ha sido textualizado. Solamente así se podrá desde la universidad hacer nuevos aportes, nuevos conocimientos que realmente transformen a nuestra realidad, conocimientos nuevos sobre nuestra civilización, y no solamente interpretaciones del pasado. Capítulo 5: “Del anhelo a la volición o del deseo al querer”. Este capítulo sostiene que para lograr una verdadera reforma universitaria no basta solo con “desearla” sino que hace falta quererla de verdad, para revertir de una vez el tan criticado aislamiento de la universidad respecto a la sociedad. Querer se diferencia de desear en que es siempre un “querer hacer”, un “querer lograr”. Esto implica la voluntad de cumplimentar todos los pasos necesarios para llegar a realizar lo que queremos y buscamos, ya que no existen realizaciones mágicas. El desafío del hacer tiene como prerrequisito la voluntad de querer realizar lo que se desea. Es el compromiso con la transformación de una realidad que nos duele y no con la cómoda crítica de la misma, de los errores de antaño o de los protagonistas de hoy. Para realizar la reforma universitaria hay que quererla de verdad, haciendo todo aquello necesario para lograrla. Desear es muy similar a “soñar”, es “un querer fracasado”. Querer, en cambio, implica la voluntad de realizar, con reflexión y “fría pasión” (la calentura desenfrenada no sirve de nada) y con compromiso. Sin esa voluntad verdadera, cualquier reforma universitaria será imposible. No basta solamente con elegir la comodidad del “ojalá que pase”. Eso no lleva a ninguna parte. La necesidad de transformar las universidades debe tener el objetivo primordial de conducir la investigación hacia los problemas de la sociedad y preparar a los estudiantes para que sirvan a ella. Debemos querer una sociedad más justa con compromiso. 7

Capítulo 6: “La universidad al servicio del pueblo y la Nación: razón crítica más razón decidida”. Este capítulo sostiene que para poder poner a la universidad al servicio del pueblo y de la Nación no solo hace falta razón crítica (que cuestiona la realidad) sino que hace falta sumarle razón decidida (que es la que pone las ideas en acción). Si la misión de la universidad es profundizar y expandir la democracia, esta no puede limitarse a la razón crítica sino que debe compartir una agenda con las instituciones democráticas nacionales para ser útil a nuestra sociedad, y a la democracia misma, a través de la investigación y la docencia. Ta...


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