7 - Lenguaje - Ana Rabadán PDF

Title 7 - Lenguaje - Ana Rabadán
Course Psicología del Lenguaje
Institution UNED
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Apuntes lenguaje de Ana Rabadán...


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Ana Rabadán

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Psicología del lenguaje

TEMA 7: PRO PROCESA CESA CESAMIEN MIEN MIENTO TO SE SEMÁ MÁ MÁNTICO. NTICO. 7.1 IN INTRODU TRODU TRODUCCIÓN CCIÓN Reconocer una palabra no significa comprenderla. En ocasiones oímos o leemos palabras que nos resultan familiares, que sabemos que son palabras reales que hemos oído en otras ocasiones, pero no conseguimos recordar su significado. Esto ocurre especialmente con las palabras de muy baja frecuencia. Otras veces nos sucede justo lo contrario, es decir, queremos expresar un significado pero no encontramos la palabra adecuada (el molesto fenómeno de tenerlo en la «punta de la lengua»). Esta disociación se explica porque reconocer una palabra y acceder a su significado son procesos distintos que, además, dependen de áreas cerebrales diferentes. Una cosa es reconocer la palabra, lo cual se realiza consultando el léxico mental y otra comprenderla o acceder a su significado, que supone un paso adicional y posterior a su reconocimiento. Esta es la razón por la que podemos reconocer una palabra aunque no recordemos su significado y, sin embargo, no podemos comprenderla sin haberla reconocido. No obstante, nuestro objetivo con las palabras que oímos o leemos siempre es acceder a su significado . No existe un paralelismo exacto entre los significados, que constituyen la base de nuestro conocimiento, y las palabras. Hay significados que se representan con varias palabras diferentes (sinonimia), y hay palabras que representan a varios conceptos diferentes (nomografía), por ejemplo «banco». Por otra parte, existen objetos y eventos, incluso cotidianos, que no tienen nombre. Las lenguas difieren en la forma de clasificar y nombrar muchos objetos; los extranjeros se sorprenden de la cantidad de términos del español para identificar los distintos resultados que se pueden obtener cortando una materia con un cuchillo: «rodaja», «rebanada», «cortada», «loncha», «corte», «filete», «tajada», «lonja», etc. (Crystal, 1994). Siguiendo la distinción que propuso el filósofo británico Locke (1632-1704), cabe diferenciar entre intensi intensión ón de la palabra, que se refiere a su significado y especifica las propiedades que un objeto debe reunir para ser incluido como miembro de esa clase o concepto y exten extensión sión o conjunto de objetos que tienen esas propiedades. La semántica también distingue entre la denotación de un término, es decir, su significado objetivo, lo que especifica un diccionario sobre él (definición de perro), y sus connotaciones, o conjunto de implicaciones emocionales y subjetivas que asociamos al término («bonito», «amenazante», «oloroso»). La gente comparte la denotación, pero las connotaciones difieren de una persona a otra. Pero ¿qué es el significado? Si preguntamos a alguien en la calle por el sentido de la palabra perro, inmediatamente señalará uno que esté a la vista. Así, nos pone en contacto con la teoría referencial del significado; es decir, éste consistiría en el objeto (referente) al que la palabra hace referencia. Esta fue una de las primeras concepciones filosóficas sobre el significado, pero el asunto no es tan sencillo. En el caso de los nombres propios sí es posible pensar que se refieren a un objeto o entidad individual (persona, lugar, etc.). Sin embargo, ¿a qué objetos se refieren palabras como «justicia», «maldad» o «comodidad»? Como planteaba William James, podría esperarse que objetos y eventos que continuamente impresionan los órganos sensoriales se presentasen a los organismos como una desconcertante confusión, pero no es así. Para la supervivencia es clave que los animales agrupen objetos «equivalentes» en clases que requieren una respuesta similar. Los seres humanos añadimos a esa capacidad la posibilidad de asignar una etiqueta verbal a ese grupo de objetos equivalentes. Cada significado lo hemos ido adquiriendo a lo largo de la vida en momentos y lugares determinados, pero pronto nos olvidamos de la información sobre el cuándo y el dónde para quedarnos sólo con el concepto. Partiendo de la distinción clásica de Tulving (1972) entre memoria semántica y episódica si yo digo «esta mañana se me ha roto el jarrón que me regalaron», activo simultáneamente dos clases de información que tengo archivada en mi cerebro: a. b.

Memoria episódica: la asociada a un evento y situación específica, mi jarrón particular y la situación concreta de romperse al caer al suelo esta mañana cuando lo cambié de sitio en el salón de mi casa. Memoria semántica: información almacenada sobre el concepto de jarrón: qué es ese objeto, qué propiedades tiene, para qué sirve, etc. Tipo de información a la que pertenecen los significados, no está asociada a ningún episodio específico; es una información abstracta, desligada de cualquier tiempo y espacio concreto (yo no recuerdo el momento y lugar en que aprendí la palabra jarrón).

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Psicología del lenguaje

Meto Metodolog dolog dologías ías de invest investigaci igaci igación ón

Así como para estudiar el reconocimiento de palabras la tarea más utilizada es la decisión léxica, que sólo exige decidir si la palabra que oímos o leemos es real o inventada, para estudiar el sistema semántico la tarea más utilizada es la de categorización semántica, que consiste en decidir si el concepto expresado por una palabra pertenece o no a una determinada categoría semántica (p. ej., se presenta la categoría «peces» y a continuación ejemplares concretos como «tiburón», «sardina» o «serpiente» para que en cada caso el participante indique, generalmente mediante dos teclas, si cada ejemplar pertenece o no a la categoría). Otra tarea consiste en decidir a cuál de dos categorías semánticas pertenece un determinado concepto (p. ej., se presenta la palabra «berenjena» y el participante tiene que decidir pulsando una de dos teclas si es una «fruta» o una «verdura»). Las latencias que se obtienen en la tarea de categorización semántica son más largas que las que se obtienen en la de decisión léxica, incluso aunque se trate de las mismas palabras, justamente porque dicha tarea exige la realización de esa operación adicional de acceso al significado. Una segunda metodología de investigación también muy utilizada es la de asociación de palabras. El experimentador dice una palabra y el participante tiene que responder inmediatamente con la primera palabra que se le ocurra. Se trata de una tarea sencilla pero que proporciona valiosa información sobre la relación entre los conceptos, ya que las personas responden siempre con la palabra más relacionada semánticamente y la mayor parte de las respuestas coinciden: 

Recuad Recuadro ro 77-1. 1. Aso Asociaci ciaci ciación ón de palabr palabras: as:

Desde tiempo atrás, los científicos se han interesado en conocer cómo se relacionan las palabras entre sí dentro de nuestra mente. Una de las primeras herramientas que los psicólogos tuvieron a su disposición fue el denominado test de asociación de palabras, inventado por Sir Francis Galton (1822-1911) y utilizado por el psicoanalista suizo Cari Jung (1875-1961) como método de exploración de la personalidad. Consiste en presentar una palabra a una persona y pedirle que diga la primera palabra que le venga a la mente. De este modo es posible comprobar cómo se relacionan unas palabras con otras en la memoria del sujeto. Lo primero que se puso de manifiesto fue que los participantes tienden a responder con palabras que tienen una relación de significado con la proporcionada. Es decir, la conexión entre palabras basada en el significado resulta más fuerte que otro tipo de conexión, como podría ser la semejanza perceptiva u otra. Es la relación semántica la que parece desempeñar un papel clave como principio organizativo de las palabras en nuestra memoria. Ante el término «aguja», las personas tienden a responder palabras como «hilo», «alfiler», o «coser», pero no otras como «clavo» o «pincho», que se parecen visualmente a la aguja. El primer estudio a gran escala realizado con la tarea de asociación semántica fue el de Kent y Rosanoff (1910), en lengua inglesa. A un conjunto de 1.000 hombres y mujeres les presentaron una lista de 100 palabras, una a una, para que respondieran con la primera palabra que les viniera a la cabeza. Las respuestas a una de ellas (silla), mostró que las personas tienden a coincidir en sus respuestas: 191 individuos respondieron «mesa», 127; «asiento», etc. De hecho, las cuatro contestaciones más comunes suman la mitad de todas las respuestas. En el otro extremo tenemos una amplia variedad de respuestas idiosincrásicas («caoba», «belleza», «ociosidad», etc.). En cualquier caso, prácticamente todas las respuestas guardan una relación de significado con el estímulo; nadie responde en función de la semejanza fonética, por ejemplo, nadie contesta «milla» o «quilla». Los datos de Kent y Rosanoff demuestran que una única palabra activa un amplio rango de conocimiento léxico. Dejando de lado las contestaciones idiosincrásicas, las respuestas revelan cuatro tipos de relaciones asociativas: a) relaciones taxonómicas, dentro de una clasificación semántica (términos coordinados como «mesa», subordinados o hipónimos como «mecedora», y supraordenados o hiperónimos como «mueble»); b) atributos o propiedades del objeto representado: «madera», «confortable», «duro», «blando»; c) partes del objeto: «patas», «asiento», «brazos», y d) términos funcionales: «sentarse», «descanso», «mecerse». Otras tarea tareass que también se utilizan para estudiar el sistema semántico son:  La verificación de frases, consistente en presentar oraciones en las que se dice que el sujeto de la oración es miembro de la categoría expresada por el predicado (p. ej., «el perro es un mamífero», «la sardina es un reptil»), para que los participantes respondan rápidamente si son verdaderas o falsas.  La fluidez verbal, especialmente la categorial, consistente en nombrar durante un minuto ejemplares de una determinada categoría semántica (p. ej., animales, frutas, herramientas, etc.).  La asociación semántica, consistente en señalar cuál de dos estímulos (dibujos o palabras) está relacionado con un tercero (p. ej., cuál de los estímulos «escopeta» y «raqueta» están relacionados con el estímulo «pelota»).

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Psicología del lenguaje

Vari Variables ables determ determina ina inantes ntes del pr procesami ocesami ocesamiento ento sem semántico ántico ántico::

Las variables que determinan el procesamiento semántico son diferentes de las que influyen en el reconocimiento oral de palabras. Así, variables como la del punto de unicidad o la frecuencia léxica, tan determinantes de los tiempos de respuesta en la tarea de decisión léxica, son poco relevantes en las tareas de categorización semántica o en la de verificación de frases. La variable semántica más importante es, sin duda,, la tipicid tipicidad ad ad, es decir, lo típico o representativo que es un ejemplar de su categoría. La manzana es un ejemplar típico de las frutas, el gorrión de las aves o el martillo de las herramientas. En cambio, el pingüino es un representante atípico de las aves. Cuanto más típicos son los ejemplares, menores son los tiempos de reacción. La forma de medir la tipicidad suele ser a través de escalas en las que los participantes clasifican el grado de tipicidad de cada ejemplar, generalmente de 1 para los ejemplares muy atípicos a 7 para los muy típicos. Otra variable importante es la edad de adquisición. Esta variable también influye en el procesamiento semántico, puesto que las primeras palabras que se aprenden desempeñan un papel central en la formación de las categorías: 

Recuad Recuadro ro 77-2. 2. Pa Papel pel de lla a eedad dad ddee adqui adquisición sición en lla a orga organizaci nizaci nización ón ddel el sistem sistema a sem semánti ánti ántico co

La edad de adquisición de las palabras es una variable sumamente influyente tanto en la comprensión como en la producción, ya que las palabras que se aprenden a una edad temprana son más fáciles de comprender y están más accesibles durante el habla que las que se aprenden a una edad tardía. La edad de adquisición desempeña un papel muy relevante, mayor incluso que la frecuencia de uso, en las tareas que requieren acceder al significado, como ocurre en la denominación de dibujos, la fluidez semántica o la asociación semántica. Su papel, en cambio, es más discreto en aquellas tareas en las que el componente semántico tiene menos participación, como la repetición de palabras, la decisión léxica o la lectura en voz alta. Algunos autores sostienen que la edad de adquisición podría ser una variable determinante en la organización del sistema semántico. ¿Por qué las palabras aprendidas tempranamente son más importantes?: Según los modelos localistas, se debe a que los primeros conceptos que se aprenden ocupan una posición central en la red semántica y establecen conexiones con todos los que se van añadiendo. En cambio, los conceptos que se aprenden tardíamente tienen que unirse a la red ya formada, en posiciones más periféricas y con menor número de conexiones. De ahí que cuando se produce una lesión cerebral, los efectos son más devastadores en las palabras de adquisición tardía. Los modelos conexionistas atribuyen los efectos de la edad de adquisición a los diferentes pesos en las conexiones entre los nodos. Las palabras que se aprenden tempranamente tienen más posibilidades de aumentar los pesos de las conexiones que las que se aprenden tardíamente porque llevan más tiempo formando parte de la red y, sobre todo, porque entran a formar parte de la red cuando ésta tiene mayor plasticidad. Con el paso del tiempo el sistema neuronal va perdiendo plasticidad y, por lo tanto, es más difícil conseguir pesos importantes en las conexiones. Los trastornos producidos tanto por lesiones puntuales (anomias) como por enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer) se explican en estos modelos porque afectan más a las conexiones con menores pesos, que son las que corresponden a las palabras aprendidas en edades tardías. ********************************************************************************************************* La edad de adquisición es una variable con diferentes puntos de actuación, ya que influye en el reconocimiento de las palabras, en el procesamiento semántico e incluso en la producción oral. Una tercera variable semántica es la imaginabilidad: facilidad con que uno puede imaginar el significado de una palabra. Hay palabras fáciles de imaginar, como «gato» o «libro», y otras en la que es muy difícil producir una imagen, como «verdad» o «maldad». Se ha demostrado que las palabras concretas y altamente imaginables se recuerdan mejor que las abstractas y las difícilmente imaginables en las pruebas de memoria (Paivio, 1971). Las palabras de alta imaginabilidad se procesan más rápidamente que las de baja imaginabilidad (de Groot, 1989). Al igual que la tipicidad, la imaginabilidad se mide a través de cuestionarios subjetivos en los que los participantes tienen que puntuar sobre una escala, generalmente entre los valores 1 y 7, la facilidad para imaginarse el significado de una palabra. Aunque se trata de conceptos diferentes, la imaginabilidad está estrechamente relacionada con la variable concreción/abstracción, dado que los objetos concretos son fáciles de imaginar y los abstractos difíciles de imaginar. No obstante, hay objetos abstractos a los que se les ha puesto una imagen: «justicia» es una palabra abstracta, pero solemos imaginarla como una mujer con los ojos tapados y una balanza en la mano.

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Psicología del lenguaje

Un problema con todas estas variables es que, al ser cuantificadas mediante escalas subjetivas, pueden ser afectadas por otras variables relacionadas y que los sujetos no pueden separar, por ejemplo, la familiaridad o la frecuencia. No obstante, en numerosos estudios, a través de análisis estadísticos, se ha puesto de manifiesto la influencia específica de estas variables. 7.2 ORG ORGANIZ ANIZ ANIZACIÓ ACIÓ ACIÓN N DEL SISTE SISTEMA MA SEMÁ SEMÁNTICO NTICO ¿Cómo están organizados los conceptos en nuestro sistema semántico y cómo accedemos a ellos cuando comprendemos o producimos las palabras? Recuperamos los significados de las palabras con facilidad y rapidez, a pesar de la gran cantidad de información que tenemos en nuestro sistema conceptual. Esto sugiere que el sistema conceptual debe estar muy bien organizado, con los conceptos muy accesibles y, al parecer, que la forma organizativa es por agrupación en categorías semánticas en función de las características comunes. Hay categorías muy generales, como las de seres vivos y objetos inanimados, y otras más específicas, como la de reptiles o frutas. Por otra parte, existen jerarquías dentro de las categorías, ya que las más pequeñas forman parte de otras más generales. La categoría «aves» constituida por muchos ejemplares diferentes, forma parte de la categoría más general de «animales», en la que se incluyen también los peces, los mamíferos, los reptiles, etc., y, a su vez, la categoría de animales junto con los vegetales forma parte de la categoría «seres vivos». Cada concepto es una abstracción de muchos estímulos concretos. Así, el concepto «gato» se refiere a todos los gatos del mundo, con independencia de su tamaño, forma o color. Esto supone un ahorro enorme en términos cognitivos, pues no tenemos que formar una representación para cada ejemplar concreto de la categoría . Por otra parte, cuando nos encontramos un nuevo ejemplar, no tendremos problemas para saber de qué se trata, aunque no lo hayamos visto antes. Estas categorías, formadas por abstracción de muchos ejemplares diferentes pertenecen al denominado nivel básico: nivel en el que generalmente pensamos y al que nos referimos constantemente. Excepto que se desee especificar cierta información, solemos hablar del perro o la mesa, sin referirnos a una raza concreta de perro o a un tipo de mesa determinado. Eleanor Rosch afirmaba que el nivel básico es de gran relevancia para la organización de los conceptos en nuestra memoria, pues agrupa conceptos específicos con características comunes y se diferencian de los otros conceptos básicos. De hecho, es el tipo de categoría más utilizado en nuestras conversaciones, y los conceptos básicos son los primeros que adquieren los niños durante el desarrollo del lenguaje. Disponemos de categorías superiores e inferiores al nivel básico que son de gran utilidad: 

Por el lado inferior está el nivel subordinado, que permite especificar los ejemplares concretos de la categoría (muy útiles para los especialistas de un campo determinado). Así, dentro de la categoría «mesa» distinguimos: mesa de cocina, mesa de comedor, de estudio, etc., cada una con sus características determinadas.



Por arriba, exigiendo mayor abstracción, está el nivel supraordenado, al que pertenecen las categorías más generales y abstractas, por ejemplo, animales, muebles o vegetales. Las categorías supraordenadas están formadas por ejemplares muy diversos que muchas veces poco tienen en común entre sí, por lo que exige un gran ejercicio de abstracción, ¿qué tienen en común la mesa, el armario, la cama, etc., para formar la categoría muebles? No obstante, este nivel supone también un gran ahorro cognitivo, pues permite referirse a todos los animales o muebles con una sola palabra.

Algunas categorías son cerradas, como los días de la semana o los meses del año, mientras que la mayoría son relativamente abiertas, constituidas por muchos miembros, especialmente las categorías naturales (animales, flores, etc.), y muchas artificiales (muebles, herramientas, etc.). A diferencia de lo que ocurre con los conocimientos episódicos, que son muy diferentes en cada persona, puesto que cada uno tiene sus propias experiencias, el conocimiento semántico es compartido mayoritariamente por todos los miembros de la sociedad en la que vivimos. Este conocimiento incluye toda la información sobre los objetos, personas, hechos, etc., de nuestro mundo. Cada vez que aprendemos un nuevo concepto, no sólo apr...


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