Apropiacion Cultural Pablo Mendiola PDF

Title Apropiacion Cultural Pablo Mendiola
Author Pablo Mendiola
Course Derecho Y Derecho Empresarial
Institution Universidad de Valladolid
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Acerca de la apropiación cultural en el sector de la moda...


Description

DE

LA

APROPIACIÓN

CULTURAL

EN

EL

MERCADO DE LA MODA Pablo Mendiola Velasco ¿A cuántas declaraciones contra la apropiación cultural estamos de sentirnos con elevada conciencia antirracial? ¿Qué tan sacrílego sería si el Papa de Roma pronunciase su discurso con una Coca-Cola en el atril? Pareciera que desde la blanquitud nos costase digerir algo que al grueso de culturas minoritarias les resulta de perogrullo: seguimos siendo colonialistas. Nuestras prácticas efectivamente son dicotómicas y de retóricas bélicas; oprimido-opresor, conquistadorconquistado. Resuena en nuestra psique social como un mal binario que se nos antoja ancestral y que hoy ya comienza a chirriar. Ni caer en la cuenta de estos mecanismos nos otorga el carné de aliado ni hacer yoga mientras escuchas a Martirio te retrata como el perfecto apropiacionista cultural. A un 2020 de movilizaciones interraciales le siguen de cerca años como 2018 y 2019, que pusieron en el menú de todo debate social el apropiacionismo cultural, si bien es cierto que con un mayor grado de activismo soft. Para ser preciso, principalmente, la cuestión de la apropiación compete aquí a la cultura mayoritaria que toma elementos o prácticas de una cultura minoritaria, elementos por los cuales fue perseguida o estigmatizada en otro periodo. De otro modo encontramos la asimilación cultural, o sea, personas pertenecientes a una población minoritaria que adopta costumbres dominantes por una cuestión de supervivencia o facilitación de su vida diaria. El caso que nos compete expone dos ejemplos diferenciados que parten de una misma premisa: la cultura de la banalización. Primeramente, se habla del uso de determinados espacios-símbolo occidentales y europeos, que, por su atractivo, empaque histórico o trascendencia cultural, se encuentran en la diatriba de la permisión de nuevos usos y el impacto que esto puede repercutir en su estatus, social o formal. Diametralmente, el segundo artículo introduce las problemáticas que presentan las marcas y multinacionales de moda frente al uso que hacen de símbolos y atributos pertenecientes a grupos y colectivos no masivos y oprimidos. Ante este panorama, se presentan diferentes opciones de salvaguarda legislativa para la protección del conocimiento indígena, que a fin de cuentas es diferente y propia para cada región del globo. Lo de Gucci y el Partenón del 2017 se contesta por sí solo con Dolce & Gabbana en Agrigento, Sicilia en 2019. Se trata de una misma pretensión, la cultura grecolatina como marco-telón escenográfico de colecciones con ínfulas clasikitschs. El caso de Gucci, tal vez de mayor pretensión, vio sus sueños atenienses frustrados por el pretexto de inoperancia discursiva para con el elemento patrimonial. Sobre aviso se alegaban potenciales consecuencias jurídicas y patrimoniales y todo quedó en una anécdota. Anécdota que sirvió de campo de pruebas para Dolce & Gabbana, que, escogiendo otro enclave, ésta vez tierras italianas, se decantan por una serie de templos menos solicitados que su homólogo griego pero que a vista de cámara resultaban tan o más vistosos que lo que pudiera ser el conjunto ateniense.

Esto en relación con el espacio expositivo. En cuanto a las dinámicas de apropiación por parte de grandes firmas internacionales (Nike lanzando un hijab, Carolina Herrera con los telares mexicanos, Victoria's Secret con las culturas chinas, africanas y nativas americanas al igual que Ralph Lauren, Valentino con los Masais, y larguísimos etc), apropiación no es sinónimo de apreciación. Como así se denunció en los anteriores casos. Pero también hay ejemplos de firmas que sí han sabido defender las fuentes de inspiración y ponerlas en reconocimiento e incluirlas en su discurso proyectivo. Ejemplo de ello fue Chanel en su colección crucero 2015/16. Te inspiras en Korea, pues lanza la colección en Seúl y expón tu proceso de apreciación ante el mundo. De ahí, que, si existen y cada vez son más efectivos los mecanismos de control para la salvaguarda de la propiedad intelectual en relación con producciones, símbolos o dispositivos culturales de raigambre vernácula, resulte desalentador para las minorías, que con esto y con todo, se sigue cometiendo usurpaciones. Tampoco es de extrañar, la apreciación no requiere de ejercicios complejos, pero sí de pensar en los demás y en nosotros como sujetos políticos. De otro modo, ser sabedores de hasta qué punto no reconocer la procedencia de algo que nos interesa y que pertenece a una esfera más discriminada que en la que yo me desenvuelvo e identifico, deja mucho que desear. Muy distintamente es cuando instituciones o elementos sociopolíticos de relevancia y poder acusan de manipulación, apropiación o incluso enfermizo el uso de diferentes símbolos y elementos consolidados por parte de individuos o conjuntos de su misma condición, grupo o idiosincrasia. En este caso, se atañe al honor, al menosprecio o incluso a la injuria. Esto, debido a que los emblemas tienen empaque, poder simbólico, concentran cargas culturales precisos que los dispositivos de enseñanza y control se encargan de transmitir. La denuncia de dichos casos, funciona como cortina de humo de difusión generalista y lavativa para lo que, de fondo, se trata de simple estrategia: por cuánto puedo capitalizar un bien. No es que el Partenón ateniense faltase a su naturaleza como hito cultural al realizar una pasarela de moda; su administración consideraba poco elevada la suma de dinero para el debate moralizante cara al público que ello acarrearía. Con una propuesta rechazada, se da a entender una supuesta elevada conciencia patrimonial y aun aumento de tu capital simbólico lo que atiende a dos factores. Primeramente, como si capitalizarse fuera algo bochornoso. Seguidamente, como si no lo hiciesen de largo. En ese juego, pareciera como si el elemento opresor fuese aquí la posibilidad de contrato, de compra, de poder capitalizar un bien que a todas luces está más que rentabilizado pero que en casos concretos se muestra en actitud oprimida y obligada a determinarse, desacralizarse, ante los nuevos colonizadores, ahora potenciales inversores. Por tanto, no es ese un caso de apropiación, sino de precios. Precio como valor sustancial, pero sobre todo simbólico: ahí donde los poderes fácticos deciden, cara al público, si están dispuestos a pasar por el aro de la comercialización más corporativista y global o seguir sirviendo agua en vaso de tubo en las homilías papales de Navidad....


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