Apuntes Examen II HMA PDF

Title Apuntes Examen II HMA
Author Aitana Jui Usurbil Rodríguez
Course Historia del Mundo Actual
Institution Universidad de Navarra
Pages 20
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6. ESCENARIOS DE UN MUNDO EN CRISIS Estados Unidos: de Nixon a Carter En noviembre de 1968 era elegido como nuevo presidente de los Estados Unidos Richard Nixon, que duró legislatura y media, hasta 1974; su empecinamiento iba, en cambio, a acarrear su ruina. Una buena parte de su éxito en cuestiones internacionales se la debió a uno de sus principales consejeros Henry Kissinger. Una de las primeras ideas de Nixon fue la conciencia de que era materialmente y sobre todo moralmente imposible ganar la guerra de Vietnam. Acertó de pleno al retirar sus tropas de aquel país de pesadilla. El hecho es que muy pronto anunció su proyecto, y a partir de 1969 comenzó la retirada de los americanos del país indochino; entonces solo quedaron 25 soldados. Entretanto, se iniciaron las negociaciones en París, con vistas a encontrar una solución negociada al problema vietnamita, a la que creyó llegarse en 1974. Fuera cual hubiese de ser el desenlace, el regreso de los soldados acabó con uno de los más amargos y discutidos problemas de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, Nixon inició un sorprendente acercamiento a la China comunista de Mao Zedong. Parece que el consejo fue de Kissinger, a la vista de las relaciones cada vez menos amistosas entre Pekín y Moscú. Estas relaciones con China comenzaron de una forma curiosa, China invitó a un equipo de tenis de mesa americano a visitar su país. Poco más tarde se supo que Kissinger había visitado China. Y más sorprendente fue si cabe la visita del propio Nixon a Pekín en febrero de 1972. El resultado fue el reingreso de la China comunista en las Naciones Unidas, y en el mismo Consejo de Seguridad. Con Rusia también se buscó un acercamiento. Ya el presidente Johnson había negociado el tratado SALT para la limitación de armas nucleares, pero las conversaciones se habían interrumpido después del ataque soviético a Checoslovaquia en 1968. Nixon volvió ahora a las conversaciones, y viajó a Moscú en abril de 1972: allí se firmó el primer convenio SALT. A Rusia le interesaba un cierto descanso en el ímprobo esfuerzo que estaba haciendo, pero los Estados Unidos salían ganando no solo en seguridad, sino en su imagen ante el mundo. En estas condiciones, Nixon quedaba muy bien situado para las elecciones de noviembre de 1972. Cierto que los americanos, habían roto el pacto de Bretton Woods y habían devaluado el dólar, pero esperaban aumentar sus exportaciones y equilibrar su balanza exterior. La coyuntura interior seguía siendo muy buena. Y en efecto, el triunfo electoral de Nixon fue indiscutible. Los americanos se las prometían tan felices, cuando en 1973 estalló la guerra del Yom Kippur y los países de la OPEP subieron drásticamente el precio del petróleo. Pero hasta entonces les resultaba más barato comprar el petróleo en Oriente medio que producirlo en su propio país. Y no fue esto lo peor para Nixon. Perseguido por la amenaza de un impeachment ( voto de censura) en las cámaras, pasó un año muy malo, hasta que al fin, ante la amenaza creciente de que lo echaran, se vio obligado a dimitir en agosto de 1974, hubo de ocupar la presidencia Gerald Ford. Los dos años de Ford en la Casa Blanca no fueron afortunados. Por si fuera poco, acuciaba la crisis económica general. Pudo negociar con Brezhnev un nuevo plan sobre limitación de armas estratégicas (que sería el SALT II), pero las conversaciones fueron largas, y no tuvo ocasión de firmarlo. Por otra parte, el plan de «paz con honor» en Vietnam se venía abajo. Los sudvietnamitas eran incapaces de contener al Vietcong y a los del Norte. En 1975, los comunistas entraban en Saigón. Por eso, aunque Ford, que solo llevaba dos años de presidente, se presentó a las elecciones de 1976, fue derrotado por un candidato demócrata casi desconocido hasta entonces, Jimmy Carter, y no faltó quien creyera ver en él un segundo Kennedy. NO supo acertar tal vez con la estrategia. Quiso seguir una más decidida política social, para paliar los efectos de la crisis económica; pero para construir un nuevo «Welfare State» necesitaba subir los impuestos, y la medida sentó muy mal a los perjudicados. La inflación se disparó, hasta llegar a un alarmante 20 por 100 anual; la Reserva Federal hubo de subir los tipos de interés al 15 por 100, un hecho que dificultaba las inversiones, pero también la obtención de préstamos por parte de familias modestas. Se estaba pasando

rápidamente de una economía basada en el sector secundario (industrial) a otra más moderna edificada sobre el terciario (los servicios). Estaba aumentando alarmantemente el uso de la droga y la caída en la delincuencia. En el cambio tuvieron también un papel decisivo los soldados que, desmoralizados, habían vuelto de Vietnam, donde habían entrado en contacto con la cocaína. Ahora obtenían el producto especialmente Colombia, donde unos cuantos narcotraficantes, tal Pablo Escobar. En política exterior tampoco iban bien las cosas. Brezhnev no aspiraba a vencer a Occidente, pero sí a comunistizar al mundo pobre, y la crisis económica mundial era su mejor aliado. África podría convertirse en pocos años en un continente comunista. A Carter le pareció conveniente un movimiento de restauración ética de aquel país, y no puso inconveniente en permitir el acceso del imán Jomeini al poder, en 1979. La purificación de las costumbres de los iraníes se produjo, en efecto, pero a costa de un fundamentalismo islámico que resultó ser más ominoso para la sociedad persa (¡sobre todo para las mujeres!) que el supuesto autoritarismo del sha. Los intereses americanos en Irán fueron perseguidos, y la política antiyanqui culminó con la ocupación de la embajada norteamericana en Teherán y la toma de rehenes. Hubo que pasar por la humillación para la liberación de los rehenes. Carter ya no podía aspirar a la reelección en 1980.

Ojeada a Iberoamérica Argentina vivió con dificultades la posguerra mundial. Dejó de ser la despensa cerealística de los países europeos, que, favorecidos por el Plan Marshall, buscaron sus propios recursos o compraron en Estados Unidos. Fue entonces cuando surgió la figura del típico líder populista, Juan Domingo Perón. Fundó el partido justicialista, y triunfó de forma aplastante en las elecciones de 1946: Una vez en el poder, suprimió los demás partidos, excepto el justicialista. Su fuerza radicó en su nacionalismo exaltado y sus promesas de justicia social, que le atrajeron la simpatía de los trabajadores y el apoyo de los sindicatos. Perón incrementó los salarios, nacionalizó el Banco Central y las compañías extranjeras. Puesto que Argentina exportaba menos que antes, importaría también menos, y haría todo lo posible por bastarse a sí misma. Así, mejoró la balanza exterior, y logró una situación de pleno empleo. Fue reelegido en 1951 por amplia mayoría. Sin embargo, los tiempos se hacían más difíciles. Disminuyeron las exportaciones, y Perón cambió de política, recurriendo a inversiones extranjeras. La mala coyuntura le obligó a suspender la política de incremento de salarios, que estaba generando inflación. A partir de entonces, Perón imprimió un giro más autoritario a su política, e intervino la prensa. Más tarde se enemistó con la Iglesia. El incendio de iglesias en Buenos Aires, en 1955, favorecido por el propio Perón, desencadenó un movimiento de indignación, hasta que en septiembre del mismo año una junta de altos jefe militares forzó su dimisión. El peronismo había entrado clamorosamente por la puerta grande, y demostró después sus contradicciones y limitaciones; pero Argentina sin Perón tampoco era fácilmente gobernable. El justicialismo seguía contando (y más después de la marcha de su jefe) con grandes simpatías entre las masas obreras. El país vivió durante bastantes años entre regímenes militares y civiles, sin alcanzar nunca la estabilidad. Al fin, en 1973 regresó Perón. Pero el viejo general murió al año siguiente; y el desenlace consistió en elegir a su segunda esposa, María Estela, más conocida como «Isabelita». La nueva presidenta imprimió un giro a la derecha. Entretanto, crecían el paro y la inflación. La situación fue resuelta por un nuevo golpe militar, que confirió el poder a una Junta que presidía el general Videla. Los militares restablecieron el orden, a costa de duras represalias contra los revoltosos sociales y los terroristas, pero tampoco resolvieron el problema económico. En 1982, el general Galtieri pensó atraerse a los argentinos mediante una gran empresa nacional: la recuperación de las Malvinas. La aventura terminó con una derrota ante los ingleses y el régimen militar, desprestigiado, dejó paso a unas elecciones generales, de las que salió como nuevo presidente el líder de la Unión Cívica Radical, Raúl Alfonsín. Argentina regresaba a la democracia, aunque no por eso iban a resolverse los problemas económicos.

Evolución en la China Maoísta Por de pronto, se admitió la autocrítica, y se valoraron las diferencias de matiz. La política de «las Cien Flores» respondió sin duda a una actitud ingenua, en la convicción de que, una vez lograda la igualdad social y la plena socialización del trabajo. Las universidades vivieron una época de esplendor, y los jóvenes chinos participaron como hasta entonces no habían podido hacerlo. Pronto Mao y muchos de sus consejeros intuyeron lo peligroso que era el camino que ellos mismos habían abierto. Comenzaron las primeras disidencias en las universidades. Las flores que habían comenzado a nacer eran ponzoñosas, y era preciso acabar con ellas. En 1958, unos 400.000 estudiantes fueron obligados a trabajar en el campo. Desde entonces Mao adquirió una desconfianza total hacia los intelectuales, que ya no habría de abandonarle en toda la vida. D) El Gran salto adelante (1958-61 ) La respuesta de Mao al fracaso de la apertura ideológica fue una mística de la producción —más que un nuevo plan quinquenal— destinada a acelerar el proceso de desarrollo con el entusiasmo de todo un pueblo. China se convertiría, casi de la noche a la mañana, en el país más próspero y a un tiempo el más poderoso del mundo. Se instalaron por todas partes altos hornos para producir hierro y acero en cantidades fabulosas. Los chinos trataron de aplicar las teorías genéticas de Lyssenko, ya desechadas por los soviéticos, para obtener productos transgénicos insospechados: por ejemplo, cruzar tomates con algodón para conseguir algodón rojo. También se procedió a fabricar automóviles de madera. Otra idea disparatada fue la de exterminar a los pájaros, porque se comían las cosechas. Los últimos técnicos soviéticos, horrorizados por semejante política, abandonaron el país. Las buenas relaciones entre los dos grandes países comunistas quedaron interrumpidas para siempre. Pero los proyectos eran tan absurdos y tan mal planificados que no podían terminar sino en un desastre. Los automóviles no funcionaron, la mayor parte del acero y hubo que desecharlo. Las cosechas disminuyeron en vez de aumentar, en parte por la organización demasiado automática de las comunas, en parte por irregularidades climáticas, en parte porque con el exterminio de los pájaros se rompió el equilibrio ecológico. Las autoridades chinas ocultaron al mundo la catástrofe. Hoy se calcula que entre 1958 y 1960 murieron de hambre entre 14 y 30 millones de personas.

 ato blanco, gato negro... (1962-1965) e) G Sin abandonar oficialmente la filosofía del Gran Salto Adelante, por 1962 se echa de ver una política más realista. Se permitieron, junto con las comunas, formas de cultivos privados. Mejoró la producción. En vez de fabricar mucho se prefirió fabricar bien, y, sobre todo, mejorar el nivel tecnológico. Fue entonces cuando comenzó a destacar un político que más tarde tendría un papel fundamental tras la desaparición de Mao, Deng Xiaoping, al cual se debe la frase un poco escéptica, pero pragmática, de «gato blanco, gato negro, qué más da si caza ratones». China comenzó a recuperarse, al tiempo que se notaba una mayor tolerancia por parte del estado en las formas de vida y en los comportamientos. En 1964, los chinos consiguieron fabricar la bomba atómica. Parece que fue en 1965 cuando se recuperó el índice de producción de 1957. f)  La Revolución Cultural

La apertura de 1962-65 tuvo su contrapartida en la llamada «Revolución Cultural», decidida al parecer por el propio Mao para reforzar la ortodoxia. Mao atendió especialmente a la juventud. Para ello, movilizó la universidad, donde, más que las disciplinas científicas, se aprendería «filosofía revolucionaria». Se pusieron de moda las grandes revistas murales o inmensos carteles (los dazibaos). La Revolución Cultural fue producto de la propia «cultura» de Mao (que tenia algo de filósofo campesino), más que de un pensamiento estructurado y de valor intelectual. Se prohibieron los libros y las obras de teatro. De estos carteles se deduce la ruptura total con la Unión Soviética, ya que Kruschev aparecía como un «revisionista» heterodoxo dispuesto a entenderse con los capitalistas. La Revolución Cultural significó el intento de sustituir una cultura antigua por otra «nueva», pueblo unido y dispuesto a todo, obediencia ciega a Mao. La Revolución Cultural fue sin duda el movimiento maoísta que más trascendió al mundo. Se formó la Guardia Roja, y trece millones de jóvenes uniformados ingresaron en ella. Con lo cual, las universidades quedaron prácticamente cerradas, y la juventud apenas estudió otras cosa que la «filosofía» de Mao. Hubo en este movimiento, que duda cabe, una dosis muy grande de idealismo juvenil, coincidente con el movimiento estudiantil de Polonia y Checoslovaquia. Con una diferencia: en China se tendía a la ortodoxia, a la disciplina, a la obediencia ciega. Sin embargo, los efectos a la larga no se diferenciarían tanto de los que se operaron en otras partes del mundo. La Revolución Cultural significó también una inmensa obra de depuración. Fueron liquidados los «revisionistas», y entre las víctimas figuró el destacado líder Liu Xiaochi. Se habla de 400k muertos en las represiones políticas. Los jóvenes realizaron actos violentos. Mao era el ídolo de las juventudes seducidas por la propaganda, pero sus colaboradores estaban ya pensando en una sucesión y en un cambio de política. Zhu Enlai ya estaba proyectando acabar con los entusiasmos juveniles. En los últimos años, fue el ejército el principal encargado de mantener el orden y la estabilidad interior. Conforme Mao, los nuevos dirigentes procuraron poner en marcha el país, y aproximadamente de 1971 a 1976 China volvió a vivir otra época de desarrollo. Zhu Enlai y Lin Biao murieron antes que el propio Mao, fallecido a los 83 años, en septiembre de 1976. Una etapa nueva, más constructiva y de muy lenta evolución, comenzaba en la enorme China.

El Concilio Vaticano II El 9 de octubre de 1958 falleció el papa Pío XII, un hombre que no quiso emprender medidas reformadoras. Fue elegido papa el patriarca de Venecia, Giuseppe Roncalli, que tomó el nombre de Juan XXIII que tenía entonces 77 años. La opinión general le veía como un papa de transición. Sin embargo, Juan XXIII mostró un talante renovador que sorprendió a todos. Habló a los políticos, a los militares, a los policías, a los presos, a los médicos, recibió en el Vaticano a los presidentes Eisenhower y De Gaulle, o a la familia Kruschev. Pero la mayor sorpresa del nuevo papa llegó cuando en enero de 1959, apenas tres meses después de haber sido elegido, anunció al mundo la convocatoria de un concilio ecuménico, el primero —y el único— que tendría lugar en el siglo XX. Lo que pretendía el concilio, según el papa, era por una parte la reafirmación de los valores espirituales y morales de la Iglesia, y por otro un «aggiomamento», Se esperaba, una reordenación interior, y una modernización de ciertos aspectos formales. Era inmenso todavía el peso del concilio de Trento, que en el siglo XVI había sentado las bases de la organización y la pastoral de la Iglesia en la Edad Moderna. También se discutía sobre la conservación o no del latín como idioma oficial de la Iglesia; para sus defensores, era un lenguaje común, universal, es decir «católico», válido en todos los

rincones del mundo. Por otra parte, aducían los partidarios del criterio opuesto, el latín era una lengua desconocida o mal conocida por la mayoría de los fieles. Desde la celebración del Concilio de Trento, en 1545-1563, no se había celebrado otro que el Vaticano, en 1870. Por eso se discutió si el concilio convocado por Juan XXIII iba a ser una continuación del inconcluso Concilio Vaticano o un concilio distinto. En 1960, era preciso convocar más de 2000 cardenales, obispos y arzobispos. El Concilio se celebró, en sus sesiones plenarias, en la basílica de San Pedro del Vaticano. Comenzó el 11 de octubre de 1962 y celebró la sesión de clausura el 8 de diciembre de 1965: un periodo sorprendentemente corto, si tenemos en cuenta que hubo por medio un relevo en el papado. Hubo cuatro etapas: la primera del 11 de octubre al 8 de diciembre de 1962; la segunda, del 29 de septiembre al 4 de diciembre de 1963; la tercera, del 14 de septiembre al 21 de noviembre de 1964, y la cuarta, del 14 de septiembre al 8 de diciembre de 1965; en total, 248 días de los 1.242 en que estuvo vigente la celebración del Concilio. Puede ser admirable el hecho de que en ese tiempo se trataran millares de cuestiones. A ambos costados de los renovadores moderados se alineaban los conservadores, que temían que un cambio radical en las posturas de la Iglesia significara una traición a sus tradiciones milenarias. Por el lado contrario, había progresistas a ultranza, que deseaban salvar a la Iglesia mediante transformaciones muy profundas. La capacidad para ceder y para alcanzar fórmulas de acuerdo satisfactorias para los reunidos fue una de las características más sorprendentes de un Concilio cuyas declaraciones iban a resultar decisivas por lo que se refiere al papel de la Iglesia en el mundo. El 6 de junio de 1963 murió Juan XXIII. Fue elegido para sucederle el cardenal Montini. Tomó el nombre de Pablo VI. En la segunda etapa, la de 1963, se acordó la nueva Constitución sobre Liturgia. Al fin las lenguas vernáculas quedaron aprobadas como la norma usual, sin perjuicio de seguir empleando el latín en ocasiones solemnes, o en actos de tipo ecuménico o multinacional. En la tercera etapa (1964) se aprobaron las nuevas normas sobre la organización de la Iglesia. La última, la de 1965, representó el máximo esfuerzo. La Iglesia aparecía más abierta, más tolerante. Entre sus logros fundamentales cabe destacar la reforma de la liturgia. Ese acercamiento al mundo quedó proclamado ya desde el primer discurso de Pablo VI al pleno del Concilio. Pablo VI, rompiendo todos los precedentes, acudió el 4 de octubre de 1965 a la Asamblea General de las Naciones Unidas, y allí habló a los representantes de todas las ideologías, de todas las culturas y de todas las religiones. Comenzaba una nueva manera de actuar que heredarían en el futuro los papas, y muy especialmente Juan Pablo II.

8. LA CAÍDA DEL MUNDO COMUNISTA Y EL «NUEVO ORDEN MUNDIAL» Como ya bien sabemos, la segunda guerra mundial no condujo a un mundo de vencedores y vencidos, sino a un mundo controlado por dos grandes superpotencias. Desde 1945 se impuso el concepto de «superpotencia», y esta alta categoría solo la alcanzaban dos naciones-estado: USA y URSS. Es curioso observar que en cada uno de estos dos bloques se reunieron aliados y enemigos de la víspera. Por ejemplo, Alemania, el enemigo a batir tanto por norteamericanos como por soviéticos en la guerra mundial, pasó a ser un componente del bloque occidental con los mismos derechos que Gran Bretaña o Francia. Lo mismo puede decirse de Italia o Japón. En el bloque soviético, de idéntica manera entraron países que ya habían proclamado al final de la guerra un régimen comunista.

Así se formó un mundo bipolar. Esta bipolaridad se trunca en 1989 como consecuencia del derrumbamiento del bloque del Este. Un derrumbamiento en doble sentido: por un lado, muchas naciones del bloque desertan y tratan de constituirse en países democráticos, que buscan la amistad con Occidente, en tanto la propia Unión Soviética se descompone hasta desaparecer dos años más tarde como tal, para llamarse simplemente Rusia, después de haber perdido inmensos territorios: los estados bálticos, Bielorrusia, Moldavia, Ucran...


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