Argumentos abductivos y analógicos PDF

Title Argumentos abductivos y analógicos
Course Argumentación e retórica
Institution Universidade de Santiago de Compostela
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Argumentos abductivos e inferencia a la mejor explicación (IME): Ante un hecho que nos sorprende intentamos dar una explicación tal que, si fuera verdadera, haría verdadera la conclusión que establece la ocurrencia del hecho en cuestión. Por ejemplo, supongamos que me levanto por la mañana y veo el jardín de mi vecino mojado (y no la calle o mi jardín). Intento hallar una explicación y doy con la siguiente: mi vecino puso en marcha los aspersores durante la noche. Se infiere a la mejor explicación cuando, de entre varias explicaciones alternativas, escogemos la mejor (la más simple, la más plausible, la que tal vez es capaz de explicar otras cosas, la que resulta menos “ad hoc”, la más probable…). Se trata de un método muy usado en la ciencia natural. Por ejemplo, así parece haber procedido Darwin cuando, a la luz de la evidencia observacional tanto fósil como no fósil, propone su teoría de la evolución y la selección natural como la “mejor explicación” disponible. El esquema inferencial de una IME: dada la evidencia empírica E y diversas explicaciones H1,…, Hn de E, se ha inferir la (probable) verdad de aquella explicación, Hi, que mejor sirve al propósito de explicar E. Gilbert Harman (1965) propone un modelo más refinado: E es un conjunto de datos y observaciones que hay que explicar. H explica E (si H fuese verdadera, E habría ocurrido). No hay ninguna hipótesis alternativa a H que explique E tan bien como lo hace H. ___________________________________________________________________ Por tanto, es probable que H sea verdadera.

El filósofo estadounidense Ch.S. Peirce (Collected Papers 5.171), que fue el primero en sistematizar el razonamiento abductivo, propuso el siguiente esquema: Se observa un hecho sorprendente C. Si H fuese verdadera, C sería verdadero. ________________________________ Por tanto, hay una razón para sospechar que H es verdadera.

Otro ejemplo de razonamiento abductivo: Siempre dejo la luz de mi habitación encendida al momento de marcharme de casa por la mañana. Cuando llego en la noche y veo que está apagada la luz de mi habitación (y sólo la de mi habitación), pienso que la bombilla debe de andar floja (supongamos que es la mejor explicación frente a otras explicaciones alternativas, que descartamos en base a nuestra información previa o por comprobación directa en el momento). Sin embargo, un (buen) razonamiento abductivo es una falacia desde el punto de vista deductivo (de afirmación del consecuente). Supongamos que lo que queremos explicar

es que el césped está mojado a partir del supuesto hecho de que nuestro vecino dejó los aspersores funcionando toda la noche: Si mi vecino dejó los aspersores funcionando toda la noche, entonces ahora el césped está mojado. El césped de mi vecino está mojado. Mi vecino dejó los aspersores funcionado toda la noche. Este argumento es una falacia desde el punto de vista deductivo, pero abductivamente es un razonamiento correcto. Otros ejemplos: Ej. 1 Wegener y la deriva continental. Ej. 2 realismo científico.

Bibliografía: Aliseda, A. (2006): Abductive Reasoning: Logical Investigations into Discovery and Explanation, Dordrecht: Springer. Frankfurt, H. (1958): “Peirce’s Notion of Abduction,” Journal of Philosophy, 55: 59396. Harman, G. (1965): “The Inference to the Best Explanation,” Philosophical Review, 74: 88–95 Kakas, A.K. & P. Flach (eds., 2000): Abduction and Induction: Essays on their Relation and Integration, Dordrecht: Kluwer. Lipton, P. (2004): Inference to the Best Explanation, (2nd ed.), London: Routledge. Schurz, G. (2008): “Patterns of Abduction,” Synthese, 164: 201–234.

Argumentos analógicos: Los argumentos llamados analógicos constituyen un tipo de argumentos ampliativos que establecen una comparación entre dos situaciones u objetos o tipos de objetos para extraer una conclusión no conocida acerca de una de las dos situaciones u objetos basándonos en una información acerca de la otra situación u objetos (de la cual disponemos). A veces se llama target al objeto o conjunto de objetos acerca de los cuales pretendemos extraer la conclusión, y source a la situación u objetos en base a los cuales hacemos la comparación. Su estructura es básicamente: La situación (objeto o tipo de objetos) C1 es similar (en algún aspecto relevante) a la situación (objeto o tipo de objetos) C2. A es verdadero de C1. _____________________________________________________________________ Por tanto, A es verdadero de C2. Las analogías se pueden ver como un modo de construir argumentos o como vehículos inferenciales (contexto de justificación), pero también pueden ser la base para llegar a un descubrimiento (contexto de descubrimiento). Aunque algunos autores han minimizado la importancia de la analogía en el contexto inferencial o justificativo y la presentan o bien como un subtipo de razonamiento inductivo (cuya validez dependería de un factor esencialmente probabilístico) o bien como una inferencia deductiva con premisas encubiertas, conviene estudiar los argumentos analógicos de forma independiente. De acuerdo con el modelo de J. S. Mill, la analogía es un tipo de razonamiento esencialmente inductivo que permite extraer una conclusión con cierto grado de probabilidad. Los razonamientos o inferencias analógicos, según Mill, comparten una misma estructura: “si dos cosas se asemejan en uno o más respectos y una cierta proposición es verdadera de una de ellas, entonces dicha proposición será verdadera de la otra”. La diferencia con una inducción strictu sensu es que en el caso de la inducción (estricta o completa) se ha comprobado, por comparación de cada una de las instancias, que existe una conjunción invariable entre las propiedades de los dos objetos o sistemas comparados, mientras que, en el caso de la analogía, todavía no se ha podido establecer. Toda analogía tiene, de este modo, un valor heurístico para la investigación, pues nos indica el camino que debe seguir una investigación más rigurosa. El razonamiento analógico es típicamente no-monotónico. En un cierto momento, se pueden establecer analogías que luego se revelan como malas o deficientes analogías, insuficientes para extraer la conclusión que se pretendía extraer. El que una analogía sea la base de un buen o mal argumento depende de la cantidad y relevancia de las propiedades compartidas por los objetos o sistemas comparados.

Ej. 1 Si decimos que hay o es probable que haya vida en la luna sobre la base de que hay vida en la tierra y que la luna es similar a la tierra en varios respectos (ambas son cuerpos celestes sólidos de forma esférica que gravitan en torno al sol y reciben su luz aproximadamente en la misma forma y a una distancia similar, etc.), nuestro argumento puede ser contrarrestado con otro de conclusión contraria (disanalogía), basado en una desemejanza relevante que de hecho resulta crucial para la vida: la no existencia de agua. De acuerdo con el modelo de Mill, si el curso de la investigación revela más características y de mayor relevancia con respecto a las que los dos objetos o sistemas comparados son similares, la probabilidad de la conclusión pretendida aumenta. Por supuesto, un buen razonamiento analógico depende de qué tan similares sean C1 y C2. Los criterios de relevancia para la similaridad o semejanza pueden ser intuitivamente claros, pero también pueden llegar a ser un tanto vagos. Ej. 2: El coche de Juan es un modelo similar al mío y el motor es también muy parecido. Mi coche gasta tanto de gasolina. ___________________________________________________________________ Por tanto, el coche de Juan gasta aproximadamente lo mismo. Sin embargo, si comparamos ambos coches en función del color, ya no podríamos hacer tal inferencia. Para atacar un argumento analógico, podemos preguntarnos: (i) (ii) (iii)

Si las premisas son verdaderas, en particular si A es, en efecto, verdadero de C1. Si no hay diferencias relevantes entre C1 y C2 que tienden a disminuir la “fuerza” persuasiva del argumento. Si hay algún otro caso C3 que es también similar a C1 y tal que A resulta falso en C3.

Sin embargo, estos criterios no siempre resultan. A veces, lo que a algunos les parece una buena base para comparar dos situaciones puede no ser tan buena según otros. Así, por ejemplo, el presidente Reagan, en un discurso para recaudar fondos en ayuda de los contras rebeldes de Nicaragua, comparó a los contras con los patriotas norteamericanos que lucharon en la guerra de la Independencia de los Estados Unidos, mientras que otro de los políticos que hablaron ese día en el congreso se opuso a enviar ayuda a los contras comparando la situación que entonces vivía Nicaragua con la guerra de Vietnam. Analogías en la ciencia: según Nagel (1961/1978, p. 111) hay que distinguir entre analogías substantivas y analogías formales. En las primeras, se toma como modelo para la construcción de una teoría relativa a un sistema otro sistema de elementos que poseen ciertas propiedades ya familiares, las cuales se suponen relacionadas por una ley previamente conocida. Así, las suposiciones fundamentales de la teoría cinética de los

gases están modeladas según las conocidas leyes del movimiento de esferas elásticas macroscópicas, como las bolas de billar. O, por poner otro ejemplo, parte de la teoría del electrón está concebida en analogía a las leyes establecidas para la conducta de los cuerpos cargados eléctricamente. En el segundo tipo de analogías, el sistema que sirve como modelo para construir una teoría es alguna estructura conocida de relaciones abstractas, matemáticas y no, como en las analogías substantivas, un conjunto de elementos más o menos visualizables que se encuentran en relaciones conocidas unos con otros. Las analogías formales desempeñan una importante función en física matemática y en otras disciplinas con suficiente nivel de matematización. Un ejemplo muy característico lo proporcionó Maxwell en términos de la identidad de estructura que presentan la matemática de la teoría gravitacional y las ecuaciones de la conducción térmica. La mecánica relativista y la cuántica suministran también sendos ejemplos de analogía formal, pues ambas han introducido ecuaciones con una forma matemática análoga al de ciertas ecuaciones clásicas. Hesse (1966) realizó una distinción similar entre analogías formales y analogías materiales. Según ella, hay siempre dos planos a considerar en las analogías científicas: las relaciones de semejanza entre source y target, por un lado, y las relaciones causales o funcionales que se mantienen tanto para el análogo como para el sistema que debe ser explicado. De acuerdo con el primer nivel de comparación, si por ejemplo establecemos una analogía entre las ondas sonoras y ondas luminosas, lo que hacemos es comparar o establecer una relación de similaridad entre, pongamos por caso, la propiedad que tienen las primeras de ser propagadas en el aire y la propiedad que tienen las segundas de ser propagas en el éter (de acuerdo con la analogía tradicional formulada por los físicos del siglo XIX). Y así con otras propiedades (eco-reflexión, altura-color, etc.). De acuerdo con el segundo nivel de comparación, lo que estaríamos afirmando con esta analogía es que existen relaciones causales del mismo tipo que ligan las propiedades comparadas de source y target. Aquí, la analogía cobraría una importancia heurística. Ejemplos de analogías científicas: (i)

(ii)

(iii) (iv)

analogía, establecida por la teoría cinética de los gases, entre un gas y un continente de bolas de billar, de acuerdo con la cual las moléculas del gas son como bolas chocando entre sí y con el recipiente de modo perfectamente elástico. la analogía entre el campo eléctrico y un fluido imaginario incompresible moviéndose dentro de tubos de sección variable. Así, en “On Faraday’s Lines of Force”, Maxwell estableció que “si consideráramos las líneas de fuerza no como meras líneas sino como tubos finos de sección variable conteniendo un fluido incompresible, entonces, como la velocidad del fluido sería inversamente proporcional a la sección del tubo, haríamos variar la velocidad de acuerdo con una ley dada y, de este modo, podríamos representar la intensidad de la fuerza eléctrica por el movimiento del fluido”. la analogía entre atracción electrostática y la conducción del calor, establecida por Lord Kelvin. la analogía formal establecida entre la ley de la gravedad newtoniana y la ley de Coulomb para las cargas eléctricas.

Nota: en biología comparada, se distingue entre analogía y la homología. Sólo ésta última es la base de la taxonomía y la filogenética sistemática. Las analogías son semejanzas superficiales entre especies. Así, el ala de un ave y el de una mosca forman

una extensión plana y tienen un movimiento de aleteo similar; los peces, los delfines, o los pingüinos tienen una sección transversal aplanada que les permite desplazarse por el agua. Estas semejanzas son más bien superficiales y se deben a que estos organismos están sometidos a las mismas restricciones funcionales o adaptativas. Las homologías, en cambio, son similitudes que se deben a un antepasado común reciente. Otros ejemplos: Ej. 1 el “cuerpo político” de Hobbes Ej. 2 mente-ordenador Bibliografía: Black, M. (1966): Modelos y metáforas, Tecnos, Madrid. Gentner, D., Holyoak, K.J. y B.N. Kokinov (eds., 2001): The Analogical Mind. Perspectives from Cognitive Science, Cambridge, Mass.: The MIT Press. Hesse, M.B. (1966): Models and Analogies in Science, Notre Dame: University of Notre Dame Press. Holyoak, K.J. y P. Thagard (1995): Mental Leaps, Cambridge, Mass.: MIT Press. Itkonen, E. (2005): Analogy as Structure and Process, Amsterdam: John Benjamins Publ. Co. Juthe, A. (2005): “Argument by Analogy”, Argumentation 19, 1-27. Mill, J.S. (1843/1974): A System of Logic, Ratiocinative and Inductive, en Collected Works of John Stuart Mill, Toronto: University of Toronto Press, vols. 7 y 8. Nagel, E. (1961/1978): La estructura de la ciencia, Barcelona: Paidós....


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