B.F. Skinner - Más alla de la dignidad y la libertad PDF

Title B.F. Skinner - Más alla de la dignidad y la libertad
Course Psicología Comunitaria
Institution Universidad Veracruzana
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Más alla de la dignidad y la libertad...


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La evolución de una cultura.

El niño viene al mundo como miembro de la especie humana, con unas características genéticas en las que se manifiestan determinadas peculiaridades de idiosincrasia. Y comienza inmediatamente a adquirir un repertorio de conducta bajo las contingencias de refuerzo a las que queda expuesto en cuanto individuo. La mayoría de estas contingencias dependen de otras personas. Ellas constituyen, en efecto, lo que llamamos una cultura, aunque este término se define normalmente de otra manera. Dos antropólogos eminentes han dicho, por ejemplo, que "el núcleo esencial de cultura consta de ideas tradicionales (es decir, derivadas y seleccionadas históricamente) y especialmente de los valores a ellas vinculados". Pero aquellos que estudian las culturas no ven ideas ni valores. Ven, y comprueban cómo viven las personas, cómo educan a sus hijos, cómo recolectan o cultivan los alimentos, qué clases de habitación usan, con qué y cómo se visten, cuáles son sus juegos, cómo se tratan unos a otros, cómo se gobiernan a sí mismos, etc. Estas son las costumbres, las conductas habituales, de un pueblo. Para llegar a explicarlas debemos recurrir a las contingencias que las generan. Algunas contingencias forman parte del ambiente físico, pero actúan normalmente en combinación con contingencias de tipo social, y estas segundas, naturalmente, quedan subrayadas por cuantos estudian las culturas. Un conjunto dado de valores puede explicar por qué una cultura funciona, posiblemente sin apenas cambios, durante mucho tiempo; pero ninguna cultura se mantiene

en

un

equilibrio

permanente.

Las

contingencias

cambian

necesariamente. El ambiente físico cambia, conforme se producen migraciones humanas, cuando cambia el clima, cuando los recursos naturales se agotan, o se dedican a otros fines, o son inutilizables, etc. Las contingencias sociales cambian también de acuerdo con los cambios producidos en el tamaño de un grupo, o en sus contactos con otros grupos, o

conforme las instituciones controlantes aumentan o disminuyen su poder, o entablan rivalidades entre sí, o bien cuando el control ejercido provoca el contracontrol en forma de huida o rebelión.

El hecho de que una cultura pueda supervivir o perecer sugiere un género de evolución. Y, por supuesto, se ha señalado con frecuencia un cierto paralelo entre esa evolución cultural y la evolución de las especies. Este paralelismo debe quedar cuidadosamente delimitado. Una cultura corresponde a una especie. La describimos enumerando muchas de sus prácticas, de la misma forma que describimos una especie mediante la enumeración de muchas de sus características anatómicas. Una cultura no es el producto de una "mente colectiva" creadora, ni la expresión de una "voluntad general". Ninguna sociedad comenzó con un contrato social; ningún sistema económico surge con la idea de trueques o salarios; ninguna estructura familiar, por causa de una intuición previa con respecto a las ventajas de la cohabitación. Una cultura se desarrolla cuando las nuevas prácticas aumentan la supervivencia de aquellos que las practican. La mayor parte de lo que una persona hace en favor de la supervivencia de una cultura no es "intencional" es decir, no se hace porque con ello aumente su valor de supervivencia. Una cultura sobrevive si aquellos que transmiten su supervivencia sobreviven, y esto depende, en parte, de ciertas sensibilidades genéticas al refuerzo, como resultado de las cuales la conducta conducente a la supervivencia en un ambiente determinado es modelada y mantenida. Las prácticas que inducen al individuo a trabajar por el bien de otra prolonga, presumiblemente, la supervivencia de esos otros, y, en consecuencia, la supervivencia de la cultura de la que ellos son portadores El proceso de evolución cultural, por supuesto, no tendría fin si existiera solamente una cultura, como la evolución biológica no tendría fin si existiera solamente una especie principal —seguramente el hombre—. Algunas condiciones importantes de selección deberían cambiarse; otras, ser eliminadas. Pero las mutaciones

seguirían existiendo y siendo sometidas a selección, y prácticas nuevas seguirían apareciendo y desarrollándose. No existiría ninguna razón para hablar de una cultura. Resultaría claro que estaríamos manejando solamente prácticas, justamente

como

en una

única especie

estaríamos

manejando

sólo

características. La evolución de una cultura plantea determinadas preguntas con respecto a los llamados "valores": preguntas a las que todavía no se les ha dado respuesta completamente satisfactoria. La evolución de una cultura, ¿es "progreso"? ¿Cuál es su meta? ¿Es esa meta una especie de consecuencia completamente diferente de esas otras consecuencias, reales o espúmeas, que inducen a los individuos a esforzarse en pro de la supervivencia de su cultura? Con frecuencia se habla de un cambio dirigido en el tiempo como de "desarrollo". Los geólogos detectan el desarrollo de la tierra a través de varias eras, y los paleontólogos siguen las huellas del desarrollo de las especies. Los psicólogos estudian el desarrollo de, digamos, el ajuste psicosexual. El desarrollo de una cultura puede seguirse a través de su uso de materiales (de la piedra al hierro pasando por el bronce), de sus formas de conseguir alimentos (desde la recolección a la pesca y la caza, hasta llegar al cultivo), de su utilización del poder económico (feudalismo, mercantilismo, industrialismo, socialismo), etc. Hechos de esta naturaleza resultan útiles, pero los cambios se producen no por causa del paso del tiempo, sino más bien por causa de lo que sucede mientras el tiempo va pasando. El período Cretáceo, en geología, no apareció en una etapa determinada en el desarrollo de la tierra por causa de una secuencia fija predeterminada, sino porque una condición precedente de la tierra condujo a ciertos cambios. El casco de los caballos no se desarrolló porque transcurrió tiempo, sino porque fueron seleccionadas ciertas mutaciones cuando éstas favorecieron la supervivencia en el ambiente en el que el caballo vivía. La riqueza de vocabulario de un niño, o las formas gramaticales que

usa, no son función de una edad en desarrollo, sino de las contingencias verbales que han prevalecido en la comunidad en la que la criatura ha quedado inmersa.

Un niño desarrolla el "concepto de inercia" en una edad determinada solamente por causa de las contingencias de reforzamiento sociales y no-sociales que han generado la conducta que sea segura expresa la posesión del concepto. Las contingencias se "desarrollan" en la misma medida que la conducta que ellas generan. Si las etapas de desarrollo se siguen unas a otras de acuerdo con un orden fijo, ello se debe a que una etapa proporciona las condiciones responsables de la siguiente. Un niño deberá aprender a andar antes de que pueda correr, o saltar; debe conseguir un vocabulario rudimentario antes de que pueda "ordenar las palabras con su orden gramatical adecuado"; debe poseer conductas simples antes de adquirir la conducta que se dice muestra la posesión de "conceptos complejos".

La planificación de una cultura. Son muchas las personas empeñadas en planificar y re planificar prácticas culturales. Llevan a cabo cambios en las cosas que utilizan, y en la forma como las utilizan. Inventan mejores ratoneras y computadoras, y descubren métodos mejores para criar a los hijos, pagar salarios, cobrar impuestos y ayudar a la gente en sus problemas. No necesitamos dedicarle demasiado tiempo a la palabra "mejor"; es simplemente el comparativo de "bueno", y las cosas buenas son reforzadoras. A una cámara fotográfica se le llama mejor que otra por causa de lo que sucede cuando se usa. Un fabricante induce a los presuntos compradores a "valorar" su cámara, garantizándoles que funcionará de modo satisfactorio, aduciendo las opiniones de anteriores usuarios sobre su funcionamiento, etc. Por supuesto, resulta mucho más difícil llamar a una cultura mejor que otra, en parte porque habría que valorar y tener en cuenta otras muchas consecuencias. Nadie está en posesión del mejor método de criar a los hijos, de pagar a los trabajadores, de mantener la ley y el orden, de enseñar o de conseguir que las personas sean creativas, pero es posible proponer métodos mejores que los que

ahora tenemos y propugnarlos prediciendo, y eventualmente demostrando, resultados más reforzantes. Esto se ha hecho en el pasado con la ayuda dela experiencia personal y de la sabiduría popular, pero un análisis científico de la conducta humana es obviamente relevante. Y ayuda de dos maneras: define qué hay que hacer y sugiere procedimientos para hacerlo. Su urgente necesidad queda de manifiesto a través de una discusión reciente, en un semanario, sobre los males que actualmente aquejan a la sociedad americana. El problema quedó descrito como "una condición de desequilibrio psíquico de la juventud", "decadencia espiritual", "retroceso psíquico" y "crisis de los valores espirituales". Todo esto fue atribuido a "ansiedad", "incertidumbre", "situación enfermiza", "alienación", "desesperanza generalizada" y otros diversos estados anímicos y mentales, influyendo todos ellos en el molde intrapsíquico familiar (se aseguraba que la falta de seguridad de la persona inmersa en su medio social conducía a la alienación, por ejemplo, y que la frustración conducía, por su parte, a la agresión). La mayoría de los lectores, probablemente, entendieron lo que el autor decía, y puede que pensaran que decía, efectivamente, algo de utilidad. Pero el texto — que no resulta ser excepcional— tiene dos defectos característicos que explican nuestro fracaso para tratar adecuadamente los problemas culturales: la conducta, de algún modo problemática, no queda realmente descrita; y no se menciona absolutamente nada de lo que podemos hacer para cambiarla. Los sentimientos y los estados mentales todavía acaparan la atención, por muchas razones, cuando se discute la conducta humana. Por una parte, han prevalecido durante mucho tiempo sobre las alternativas que los podían haber reemplazado; es difícil observar la conducta como tal, sin interpretar muchas de las cosas que ella, según se asegura, expresa. La acción selectiva del ambiente ha permanecido oscura por causa de su misma naturaleza. Nada menos que un análisis experimental fue necesario para descubrir el significado de las contingencias de reforzamiento, y las contingencias permanecen casi fuera del alcance de una observación casual. Esto es fácil demostrarlo.

Las contingencias preparadas en un laboratorio operante son con frecuencia complejas, pero son, con todo, más simples que la mayoría de las contingencias de la vida cotidiana. Sin embargo, quien no esté familiarizado con la práctica de laboratorio encontrará difícil ver lo que sucede en un espacio experimental. Ve un organismo comportándose de forma sencilla, en presencia de varios estímulos que cambian de vez en cuando, y puede que vea algún acontecimiento reforzante ocasional —por ejemplo, la aparición de alimento que el organismo come—. Los hechos son todos claros, pero la observación casual sola, rara vez revelará las contingencias. Nuestro observador no será capaz de explicar por qué el organismo se comporta del modo como lo hace....


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