Capítulo 11. Autorregulación de la conducta PDF

Title Capítulo 11. Autorregulación de la conducta
Author Jose Antonio García
Course Psicología de la Personalidad
Institution UNED
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Autorregulación de la conducta...


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Capítulo 11. 11.-- Autorregulación de la conducta 1. INTRODUCCIÓN Desde la perspectiva en la que se entiende que las personas juegan un rol activo en su propio desarrollo y funcionamiento, se defiende el marcado carácter propositivo del organismo. Los seres humanos se orientan hacia los objetivos o metas que eligen en función de sus propios intereses y valores. Por ello, se podría afirmar que la mayor parte de la conducta no está controlada desde el exterior, sino que está autorregulada La autorregulación es un prerrequisito crucial para el logro de las metas. Cualquier conducta dirigida a una meta requiere de capacidad de autorregulación. En el proceso de dirigirse hacia las metas las personas no sólo tendrán que trabajar duramente, sino que será imprescindible que renuncien a recompensas inmediatas, resistan tentaciones, soporten frustraciones, inhiban respuestas automáticas, combatan hábitos de conducta muy arraigados y eviten distracciones. Todas las metas requieren que la persona realice cambios en su manera habitual de pensar, sentir y comportarse. La autorregulación, por tanto, implica cambiar el self. Se ha comprobado que la capacidad de autorregulación contribuye al éxito en la vida escolar, laboral y social y mantiene relación inversa con psicopatología. El término autorregulación hace referencia tanto a los procesos como a las estrategias. Los procesos de autorregulación son todos aquellos que se ponen en marcha cuando la persona compara su estado actual con el estado deseado, mientras que las estrategias de autorregulación son aquellas que se siguen para conseguir llegar a ese estado deseado.

2. PROCESOS DE AUTORREGULACIÓN En los procesos de autorregulación la clave se encuentra en la comparación entre un estado actual y uno deseado. Los resultados posibles son dos: que exista discrepancia o que no. Si se da discrepancia, el paso siguiente sería que el individuo se pusiera en acción para intentar reducir dicha discrepancia. Si, por el contrario, no existiera discrepancia, el proceso acabaría, permitiendo centrarse en otros aspectos en los que querría conseguir un cambio. Este mecanismo de comparación es habitual describirlo a través del modelo secuencial TOTE (test-operate-test-exit). Que se podría traducir como prueba-intervención-prueba-salida. El mecanismo básico de comparación entre el estado actual y el deseado implica la ocurrencia de los siguientes procesos: 1) Auto-observación: La persona compara su estado actual con el deseado, para esto debe tener una representación mental de su estado actual. Este representación se deriva del proceso de auto-observarse. El proceso no ocurre sólo al inicio, sino que en el proceso de alcanzar la meta, la persona se vigilará de forma reiterada con el objetivo de comprobar sus progresos. 2) Auto-valoración: Para poder realizar la comparación el individuo también debe tener unos valores de referencia o estándares, es decir, una representación mental de aquello a lo que aspira. Implica que se produce un proceso de autovaloración periódicamente y valorará si se está acercando o no hacia su estado deseado final. Los valores de referencia suelen tomar la forma de metas. Las metas ambiguas, como por ejemplo “quiero mejorar como persona” afectan negativamente la capacidad de autorregulación y, por tanto, al rendimiento en la meta. De la misma manera, las metas con buenas posibilidades de autorregulación son las que tienen un adecuado nivel de reto o dificultad para el individuo. Además de las aspiraciones o metas, los valores de referencia pueden tomar la forma de obligaciones, como las normas y reglas sociales. 3) Auto-reacción: En función de esta auto-valoración la persona se auto-recompensará en el caso de que evalúe progresos, o introducirá cambios en el caso de que considere que no ha conseguido avances. Las auto-recompensas más significativas, desde la perspectiva de la autorregulación, son las que toman la forma de evaluaciones positivas de unos mismo. El papel que juegan estas evaluaciones positivas es determinante para que la conducta dirigida a meta se mantenga, de tal manera que muchos de los fallos de la conducta autorreguladora se pueden deber a la ausencia de estos auto-refuerzos.

3. ESTRATEGIAS DE AUTORREGULACIÓN Una vez que la persona ha detectado una discrepancia, el paso siguiente es ponerse en acción para intentar reducir dicha discrepancia. Suelen ser necesarias diferentes estrategias que posibilitan la consecución de las metas, sobre todo cuando éstas son complejas. La estrategia de subdividir la meta final en metas parciales no sólo permite evaluar si se ha logrado o no la meta parcial, sino que posibilita que la persona consiga refuerzos parciales, que van a consistir en auto-refuerzos, con forma de evaluaciones positivas sobre el self. Éstos facilitarán que la persona se siga esforzando para conseguir la meta final. Otra estrategia es que la meta sea importante para el individuo y esté integrada en su sistema motivacional, es decir, que sea congruente con las otras metas y valores que la persona tiene. En relación a la importancia de la meta, habría que señalar que el hecho de que la persona se ponga en acción va a depender, al menos en parte, de que la meta perseguida sea valorada por la

persona. El valor de la meta está ligada al compromiso, que se define como el grado en que el individuo está dispuesto a esforzarse para lograr la meta. Las metas más importantes o valoradas son las que se asocian con un mayor compromiso, sin embargo, el hecho de que la persona esté comprometida no es suficiente. Por otra parte, también hay que resaltar la importancia que tiene el hecho de que exista congruencia entre las metas, las metas intrínsecas (se dirigen a conseguir los que el individuo realmente necesita) se asocian con mejor rendimiento que las extrínsecas. Para ilustrar el efecto que el uso de estrategias tiene en el inicio y mantenimiento de una conducta vamos a exponer el estudio de Stadler, Oettingen y Gollwitzer en el que compararon la eficacia de dos intervenciones sobre la conducta de ingesta de frutas y verduras. El cambio de conducta es difícil de iniciar y mantener cuando se trata de períodos largos de tiempo, como sería el caso. Este estudio analizó la eficacia de dos intervenciones, en una sólo se daba información sobre los beneficios de una dieta saludable tanto a corto como a largo plazo, a la vez que se les animaba a consumir cinco piezas de fruta y verdura al día. En la otra condición, además de la información se entrenaba en diversas estrategias de autorregulación. Para los propósitos del estudio se tomaron medidas, en distintos momentos, del número de raciones de frutas y verduras que los participantes tomaban en una semana. La primera medida, antes de la intervención, y las cinco siguientes después de la intervención y 1, 2, 4 y 24 meses después. Los resultados muestran que en ambos grupos el número de raciones después de una semana y 1, 2 y 4 meses después se incrementaron respecto a la línea base. Sin embargo, sólo en el grupo en el que se practicaron estrategias autorreguladores, aumentó significativamente la ingesta respecto a la línea base a los 24 meses. De estos datos se desprende que las estrategias autorreguladoras son esenciales para el inicio de la conducta dirigida a meta, pero sobre todo para mantener la conducta por largo períodos de tiempo.

3.1 Estrategias para demorar la gratificación Un aspecto fundamental en la persecución de metas a largo plazo es la capacidad para demorar la gratificación inmediata en aras de conseguir una compensación mayor en un tiempo posterior. Recordemos al estudiante que tiene que renunciar a salir con amigos para estudiar y lograr aprobar. La demora constituiría un constructo subordinado a otro más amplio, al que se denomina resistencia a la tentación. Las tentaciones se pueden considerar como metas alternativas que aportan premios más inmediatos, pero menos importantes. En los estudios realizados se muestra algún producto consumible a los participantes y ,a continuación, se le presenta un dilema: esperar a que el experimentador vuelva después de un tiempo que no se les determina y entonces obtendrían dos productos, o tocar una campana y el experimentador se presentaría inmediatamente, pero sólo les daría uno. La capacidad de autocontrol o autorregulación se mide por el tiempo que tarda cada uno de los niños en tocar la campana. De las revisiones realizadas se pueden destacar los siguientes resultados significativos: • • • •

Cuando la recompensa está presente, los niños esperan muy poco para tocar la campana, es decir, no muestran capacidad para inhibir sus respuestas impulsivas. Cuando la recompensa, aunque esté presente, no resulta sobresaliente, es decir que no se ve, la mayoría de los niños son capaces de esperar bastante tiempo Aunque la recompensa esté presente y sea sobresaliente, si se emplea una estrategia interna de autorregulación, como es desplegar la atención fuera del objeto, los niños son capaces de esperar por más tiempo. Los niños eran capaces de esperar la totalidad del tiempo cuando pensaban en los aspectos no consumatorios del producto, como el tamaño o el envoltorio, mientras que no eran capaces de esperar cuando se centraban en aspectos consumatorios, como su sabor, olor y su textura crujiente.

De estos resultados se desprende que ciertas estrategias son efectivas. Tal como no exponerse directamente a los objetos deseados o al manejo adecuado de los recursos atencionales. Por una parte resulta efectivo no focalizar la atención en los objetos que constituyen la gratificación, sobre todo es su aspectos consumatorios, y por otra, también parece útil distraerse, empleando tanto otro objetos o tareas como mediante pensamientos autogenerados. Los aspectos consumatorios serían las características que hacen que sean deseables o tentadores los objetos o metas. En este sentido, habría que indicar algunas implicaciones pues, si bien centrarse en estos aspectos no es aconsejable, cuando lo que se quiere es posponer una gratificación, si que sería una buena estrategia cuando se pretenda instaurar en el repertorio conductual del individuo, ya que así se facilitaría el inicio del comportamiento.

3.2 Estrategia de planificación o implementación Una estrategia que ha mostrado ser eficaz es la de planificar anticipadamente qué conducta se va a iniciar, cuándo, dónde y por cuánto tiempo se va a mantener. A la planificación también se le denomina implementación de la intención ya que se refiere a la puesta en marcha de una intención del individuo de perseguir una meta. La planificación o implementación de la intención es especialmente efectiva cuando emplea el formato “si…entonces…”, es decir, “Si la situación X ocurre, entonces realizaré la conducta Y”. De esta manera se vinculan las situaciones con la conducta, la cual se iniciaría una vez que la situación relevante aparece.

Los diferentes estudios han mostrado que la planificación es muy eficaz para conseguir metas relacionadas con el consumo, el medio ambiente, el rendimiento académico o la salud. De la misma manera, es especialmente útil cuando las personas puntúan bajo en el rasgo de responsabilidad y/o tienen dificultades para regular su comportamiento o cuando las tareas son difíciles. Por otra parte, la implementación es útil pero sólo cuando los participantes tienen intención de llevarla a cabo. En relación con la intención, parece ser una condición necesaria para que la planificación sea efectiva en el inicio y mantenimiento de la conducta dirigida a meta. Sin embargo, conviene recordar que la mera intención no es suficiente. Por lo tanto, se puede decir que la planificación resulta una estrategia muy efectiva para que las personas inicien y mantengan la conducta dirigida a meta, una vez que tienen la intención o compromiso con la misma. Para ilustrar la eficacia de la estrategia de la planificación vamos a exponer uno de los muchos estudios. Se eligió una muestra de niños de 6 años, las habilidades autorreguladores están todavía inmaduras, y por ello tienden más a la distracción, los niños de esta edad no emplean de forma natural la estrategia de implementación, aunque se sabe que sí son capaces de utilizarla. Las tareas consistían en categorizar los estímulos que aparecían en la parte inferior de una pantalla en función de que fueran vehículos o animales. Los estímulos se mantenían hasta que los niños contestaban, para lo cual tenían que apretar dos botones diferentes. En la tarea 1, se presentaban 30 ensayos sin distracción, que constituían la línea base y 90 ensayos con distracción, 30 con distracción de atractivo bajo, 30 medio y 30 alto. La distracción aparecía en la parte superior de la pantalla, a la vista del niño. En la tarea 2 también había 30 ensayos de línea base y 90 con distracción alta., que consistió en una película colocada en el lado izquierdo de la pantalla, a 90º, lo que quería decir que estaban fuera de la vista del niño. En una sesión previa se evaluaron diferentes variables temperamentales, así como relativas a la capacidad lingüística de los niños. En una segunda sesión, se les explicaba en qué consistían y se avaluaba su grado de compromiso y su percepción de autoeficacia. Después se les asignaba a dos condiciones, en la de intención, simplemente se les instaba a ignorar la distracción, mientras que en la otra se implementaba la intención de ignorar la distracción. Los grupos no diferían en variables control ni en el rendimiento en las tareas en las líneas base. La variable dependiente se operativizó como el tiempo tardado en dar la respuesta. Los resultados con respecto a la tarea encontraron un efecto del grado de atractivo de la distracción, de tal manera que cuanto más atractiva era la distracción, los niños tardaban más en realizar la categorización. También obtuvieron un efecto de la implementación, puesto que los niños respondían más rápido en esa condición. Por último, encontraron, mediante las comparaciones entre los grupos, que las diferencias se debían sólo a las condiciones de atractivo moderado y alto, ya que en la condición de distracción de atractivo bajo no había diferencias entre los grupos, pero en las condiciones de atractivo moderado y alta, los niños que practicaban la implementación eran más rápidos que los niños que sólo tenían intención. En la tarea 2, los resultados van en la misma línea, pues encontraron que los niños que sólo tenían la intención eran más lentos en sus respuestas que aquellos que practicaban la implementación. Estos resultados ponen de manifiesto que la estrategia de implementación es efectiva para evitar las distracciones. Diferentes estudios ha permitido comprobar que también es eficaz para suprimir respuestas habituales, inhibir respuestas automáticas como las derivadas de los prejuicios o estereotipos, vencer tentaciones y proteger de interferencias derivadas de tareas precedentes de carácter antagónico. 3.2.1 Procesos subyacentes a la implementación Se ha sugerido que el hecho de hacer una planificación aumenta el grado de compromiso y la percepción de autoeficacia, sin embargo, la investigación ha mostrado que los cambios en la intención y en la percepción de autoeficacia no son los responsables de las relaciones entre implementación y el logro de metas. Hay evidencias de que los efectos beneficiosos de la planificación se basan en dos mecanismos: 1) El incremento de la accesibilidad de las claves situacionales específicas; 2) la fuerza de la asociación entre estas claves y las conductas 1) Incremento de la accesibilidad de las claves situacionales específicas: Una de las características de la planificación o implementación de la intención es que implica la selección de las características de las situaciones que son buenas oportunidades para actuar. Estas claves pueden pasar desapercibidas, porque el individuo tiene focalizada su atención en otras cosas. Sin embargo, cuando las situaciones críticas o relevantes se han especificado previamente mediante la planificación, estas situaciones no escapan a la atención del individuo. El componente “si” de la implementación, por lo tanto, facilita la ruta planificada incrementando la accesibilidad de las señales específicas. 2) Fuerza de la asociación entre las claves situacionales y las conductas: Otra característica de la planificación es que permite crear un vínculo entre la situación crítica y la conducta dirigida a meta, de tal manera que la conducta se inicia cuando la situación oportuna se presenta. Esta conducta que se inicia lo hace de forma inmediata y no requiere de intención consciente, por lo que cumple todos los requisitos para ser considerada una conducta automática. Sería semejante a un hábito que se forma después del repetido emparejamiento, sin embargo, es diferente de los hábitos porque mediante la planificación no se requiere el emparejamiento reiterado, sino que la automatización se produce de forma inmediata. Por ello se dice que la planificación constituye una estrategia de automatización. Se puede sugerir que la implementación que emplee claves situacionales que sean complejas o ambiguas sería menos efectiva. Por ejemplo, una persona que quiera perder peso puede formular el plan “si veo un producto bajo en grasas, entonces lo

escogeré inmediatamente”. Sin embargo, la identificación de las claves situacionales específicas (alimentos bajos en grasas) es compleja, ya que requiere que en la etiqueta se recoja de forma precisa y, además, es ambigua, puesto que no se especifican los gramos de grasa a partir de los cuales se considera un alimento bajo en grasas. 3.2.2 Planificación y flexibilidad La conducta dirigida a meta se caracteriza por su flexibilidad, ya que existen muchas maneras de lograr las metas, éstas pueden cambiar y, además, las maneras de conseguirlas se pueden sustituir si no son eficaces. Una línea de investigación se ha dirigido a comprobar si esta estrategia se asocia con reducción de la flexibilidad, ya que la implementación implica la aplicación de un plan de acción previsto anticipadamente. Los datos parecen indicar que las personas no aplican los planes de forma rígida, esto quiere decir que si consideran que el plan no es efectivo, lo abandonan, como se comprobó en el estudio de Gollwitzer y cols.

4. FACTORES QUE AFECTAN A LA CONDUCTA AUTORREGULADORA Para que la autorregulación sea exitosa se requiere ejercer considerable cantidad de esfuerzo. Por ello nos vamos a centrar en los eventos que pueden provocar el agotamiento de la capacidad de autorregulación, así como aquellos que la pueden mejorar.

4.1 Reducción o agotamiento de la capacidad de autorregulación La investigación ha puesto de relieve que después de un acto inicial de autorregulación, el rendimiento en un segundo acto, que también requiere autorregulación, disminuye. Para explicar este hecho se ha planteado un modelo de funcionamiento en el que se postula que las diferentes formas de autorregulación tienen unos recursos comunes, que además son limitados, por lo que el uso de forma consecutiva de la capacidad de autorregulación reduciría la energía disponible, pudiéndose llegar a producir agotamiento o fatiga del self. Ésta no sería permanente y las personas la podrían recuperar en determinadas condiciones favorables. El modelo también defiende la existencia de diferencias individuales en la capacidad de autorregulación, y que el éxito o fracaso de la misma depende de la fuerza de autorregulación con que cuenta la persona. En el estudio de Schmeichel, Vohs y Baumeister se mostró que el rendimiento en la segunda tarea que requiere autorregulación era menor si previamente se había ejercido la capacidad de autorregulación en una primera tarea. Este menor rendimiento sugiere, por tanto, que se ha producido cierto agotamiento. Este modelo de reducción permite explicar algunos hecho, como por ejemplo, que después de afrontar situaciones estresantes, que requieren capacidad de autorregulación, las personas que están a dieta o las que están dejando de fumar fallen en sus intentos. De la misma manera nos permite entender conductas cotidianas como que después de un día de trabajo duro, muchas personas elijan actividades que exigen bajo esfuerzo, como ver la televisión.

4.2 Mejora de la capacidad de autorregulación El modelo anterior ...


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