Capítulo 5 Terrorismo y guerra en el S XXI. la amenaza yihadí PDF

Title Capítulo 5 Terrorismo y guerra en el S XXI. la amenaza yihadí
Author Federico Rodríguez Campomanes Angoloti
Course Las Claves del Mundo Actual
Institution UNED
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Para alumnos Historia del Arte UNED...


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CAPÍTULO 5 Terrorismo y guerra en el siglo XXI: la amenaza yihadí.

Los atentados del 11-S de 2001 en EE.UU. fueron los más letales en toda la historia del terrorismo y tuvieron enorme impacto en todo el mundo: Respuesta: El presidente G. W. Bush anunció una “guerra contra el terror” de ámbito global e intervino militarmente para provocar la caída de los talibanes en Afganistán (2001) y la de Sadam Husein en 2003. Ambas tuvieron rápido éxito, pero no condujeron a la estabilización de ambos países, sino al inicio de largas y costosas guerras de contrainsurgencia. Los atentados del 11-S se replicaron en varios países. Todo ese conjunto de conflictos dominó la actualidad mundial durante la primera década del S XXI. La muerte de Bin Laden, 2011, pareció significar el fin, pero entre 2014 y 2018 se produjo el ascenso y caída de una nueva organización terrorista, el Dáesh, que llegó a crear un Estado en Irak y Siria.

5.1. Al Qaeda y los atentados del 11-S La amenaza yihadí ha sido presentada como un choque de civilizaciones entre Occidente y el islam. Es una interpretación simplificadora, que puede parecer convincente, pero que se revela errónea a poco que se analice. Es cierto que Al Qaeda y otros grupos terroristas de inspiración yihadí pretenden obrar en nombre del Islam, pero resulta que buena parte de las víctimas del terrorismo yihadí han sido musulmanes y que las guerras de Afganistán e Irak han sido en parte guerras civiles entre musulmanes. La causa más popular en los años 80 entre los partidarios de la yihad fue la resistencia afgana contra los soviéticos, pero en los años 90 la violencia yihadí se dirigió sobre todo contra gobiernos musulmanes, como los de Egipto y Argelia, y en este segundo país causaron la muerte de muchos miles de civiles musulmanes. Solo con el 11-S cobró fuerza la yihad contra Occidente.

15.1.1. Islamismo y yihadismo El islam es uno de las grandes religiones de la humanidad y está dividida en dos ramas: 1) La sunní, la más extendida por el mundo; y 2) La chií, mayoritaria en Irán. El islamismo representa una corriente dentro del Islam contemporáneo que pretende la reimposición de las antiguas costumbres musulmanas y la subordinación de toda la acción del Estado a la sharía, la tradición legal del Islam. a) La organización que más ha impulsado el islamismo sunní ha sido la de los Hermanos Musulmanes, Egipto 1927,

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b) El islamismo chií ha cobrado fuerza a partir de la revolución islámica iraní de 1975. Por ese deseo de reimponer una pureza religiosa supuestamente perdida, se les denomina fundamentalistas o integristas. c) La corriente más extrema del islamismo sunní es el salafismo. La ideología en que se basan Al Qaeda y otros grupos terroristas semejantes se denomina salafismo yihadí, porque se basa en la pretensión de promover la causa del islam a través de la yihad como guerra santa. El término yihad tiene en árabe una connotación positiva, porque significa esfuerzo en seguir el mandato de Dios, y no solo esfuerzo bélico por expandir el islam, aunque ese ha sido su significado más común. Según los tratadistas musulmanes clásicos, la yihad guerrera solo podía ser declarada por las autoridades legítimas y excluía la muerte deliberada de personas no combatientes, en especial mujeres y niños. El nuevo yihadismo de fines del S XX se aparta de la tradición al atribuir el derecho de proclamar la yihad a pequeños grupos que se consideran a sí mismos la vanguardia del Islam y aceptar el uso del terrorismo contra objetivos civiles. Egipto fue el país donde por primera vez cobró fuerza el salafismo yihadí. Surgió de la radicalización de un sector de los Hermanos Musulmanes, en el contexto de un régimen autoritario que los reprimía. El asesinato del presidente egipcio Anwar Sadat, 1981, representó el inicio de una sucesión de campañas terroristas que causaron centenares de víctimas entre agentes del Estado, miembros de la minoría cristiana copta y turistas extranjeros, pero no debilitó la dictadura de Hosni Mubarak, su sucesor. Fue en Argelia donde mayor gravedad alcanzó la violencia yihadí. Desde la independencia se había implantado en Argelia un régimen de partido único, el Frente de Liberación Nacional, pero en 1990 se inició un proceso de democratización que favoreció el ascenso de una formación islamista, el Frente Islámico de Salvación (FIS), que al año siguiente ganó la primera vuelta de las elecciones legislativas. Un golpe militar impidió la celebración de la segunda vuelta y cerró la vía legal del ascenso al poder de los islamistas. A partir de entonces surgieron grupos guerrilleros islamistas y comenzó una guerra civil, que costó la vida a decenas de miles de personas. La principal organización insurgente, el Grupo Islámico Armado (GIA), tomó medidas de terror contra la población civil, con matanzas masivas en pequeñas localidades, en las que se asesinó indiscriminadamente a hombres, mujeres y niños.

5.1.2. Orígenes de Al Qaeda Fue fundada en 1988 en la ciudad paquistaní de Peshawar, por un grupo de voluntarios de diversos países árabes que habían luchado en la guerra contra el régimen comunista y las tropas soviéticas que invadieron el país en 1979. La participación en la guerra de Afganistán de varios miles de voluntarios de diversos países árabes había generado unos lazos de solidaridad que facilitaron la creación de esta nueva organización, cuyo propósito era impulsar

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la yihad en el conjunto del mundo islámico. Su jefe era Osama Bin Laden, miembro de una rica familia saudí, que jugó un papel relevante en el suministro de fondos a la guerrilla afgana y había combatido personalmente en Afganistán. En contra de los que a veces se ha dicho, ni Bin Laden ni demás voluntarios árabes recibieron apoyo directo de EE.UU., aunque sí contaron con el beneplácito del Gobierno saudí. Acabada la guerra de Irak, Bin Laden regresó a su país natal, donde se convirtió en un crítico del régimen saudí, en parte porque, en el contexto de la guerra del Golfo, sus gobernantes habían permitido que se establecieran en su territorio tropas de un país no musulmán, EE.UU. Enfrentado al régimen saudí, el líder de Al Qaeda y sus seguidores se establecieron en Sudán, protegidos inicialmente por el régimen islamista local, que acabó expulsándolos en 1996, debido a las presiones de los gobiernos de Egipto, Arabia Saudí y EE.UU., que los consideraba promotores del terrorismo. Bin Laden se trasladó entonces a Afganistán, en vísperas del triunfo de los talibanes; estableció buenas relaciones con ellos, que le permitieron instalar campos de entrenamiento militar. Dos años después, Al Qaeda realizó sus primeros ataques contra EE.UU., con atentados suicidas contra las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania, en los que murieron más de 200 personas, en su gran mayoría africanas.

5.1.3. Los atentados del 11-S El 11 de septiembre de 2001, 19 miembros de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones en EE.UU. Dos de ellos impactaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, otro contra el edificio del Pentágono, en Washington, mientras que los pasajeros del cuarto se enfrentaron a los secuestradores, por lo que se estrelló en campo abierto. Casi 3.000 personas murieron, la gran mayoría, cuando las Torres Gemelas se hundieron. No se tardó mucho en identificar a los terroristas suicidas, ni en establecer su relación con Al Qaeda. Los principales miembros del comando eran ciudadanos árabes residentes en Hamburgo, que habían entrado en contacto con Al Qaeda en Afganistán en 1999 y, una vez preparado el plan de los atentados, se habían formado como pilotos en EE.UU. La estrategia general de Al Qaeda era clara: pretendía que los EE.UU., se retiraran del escenario medio-oriental, lo que habría dejado sin apoyo exterior a los regímenes de la zona, facilitando su derrocamiento y el restablecimiento del califato. La duda es si Bin Laden y los suyos esperaban que los atentados provocaran directamente esa retirada o si, lo que parece más probable, pretendían provocar una intervención directa de los EE.UU., en el mundo musulmán que les implicara en una larga guerra, al final de la cual habrían de retirarse, como les había ocurrido a los soviéticos en Afganistán. Si este era su propósito, el gobierno americano respondió como esperaban, con sus intervenciones militares en Afganistán e Irak.

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5.2. La guerra de Afganistán 5.2.1. De la guerra afgano-soviética al régimen talibán Afganistán, un país poco desarrollado, sin salida al mar, y escasos recursos naturales, no jugó un papel relevante en la Guerra Fría hasta que los comunistas locales dieron un golpe de Estado, 1978, estableciendo un régimen pro-soviético que pronto sufrió una insurrección islamista. La virulencia de la insurrección y el fuerte enfrentamiento entre las dos facciones del partido comunista afgano indujeron a los dirigentes de la URSS a intervenir con sus fuerzas armadas, para evitar la caída de un régimen aliado e impedir un triunfo islamista que podía contagiar a las repúblicas soviéticas de población musulmana vecinas a Afganistán. La intervención militar soviética, fines de 1979, resultó un error estratégico, porque durante los siguientes 10 años las tropas soviéticas libraron una dura guerra contra grupos de guerrilleros islamistas (los muyahidines o luchadores en la guerra santa), que recibieron el apoyo de Pakistán, Arabia Saudí y EE.UU. Entre los musulmanes de todo el mundo, la resistencia afgana se convirtió en una causa tan popular como la resistencia palestina frente a Israel, mientras que, para EE.UU., inquietos ante la primera intervención de tropas soviéticas más allá del límite alcanzado en la II Guerra Mundial, el apoyo a los rebeldes afganos representaba un medio para debilitar a su gran rival. Los soviéticos intervinieron masivamente en Afganistán, por la debilidad del ejército afgano. Ello les permitió controlar las ciudades, pero no las áreas rurales en que operaban los muyahidines, donde las tropas soviéticas se limitaban a operaciones de castigo, catastróficas para la población civil. En consecuencia, millones de afganos se refugiaron en Pakistán. Finalmente, Gorbachov, convencido de que la victoria era imposible, ordenó la retirada de las tropas soviéticas en 1989. Tres años después, el régimen comunista se hundió y los muyahidines se hicieron con el poder. Los enfrentamientos armados entre las distintas milicias de muyahidines impidieron alcanzar un acuerdo que hiciera posible un gobierno estable, hasta que, en 1996, un nuevo movimiento armado, los talibanes, logró hacerse con el control de la mayor parte del país y estableció el Emirato Islámico de Afganistán. Este movimiento había surgido entre los refugiados afganos en Pakistán, concretamente entre los estudiantes de las escuelas coránicas (ese es el significado de talibán) y, tuvo el apoyo de Pakistán. Su ideología se basaba en la idea de restablecer las viejas costumbres que se identificaban con la religión islámica, incluida la completa segregación de la mujer. Tras su triunfo, las afganas se vieron recluidas en sus hogares, de los que solo podían salir acompañadas de un pariente masculino y cubiertas de la cabeza a los pies por el burka, e imposibilitadas de educarse o ejercer una profesión, hasta el punto de que fueron cerradas las escuelas primarias para niñas. El régimen talibán, cuyo dirigente era el mulá Omar, se apoyaba en la etnia pastún, predominante en el sur y este del país. Mientras que, en las provincias

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del norte, pobladas por otras etnias, se mantuvo la resistencia de varias milicias, que formaron la Alianza del Norte. El régimen talibán se convirtió en un ejemplo para los islamistas más radicales de todo el mundo. Bajo su protección y en su territorio se establecieron campos de entrenamiento de diversos grupos yihadí, entre ellos Al Qaeda.

5.2.2. Tras el 11-S: la respuesta de Estados Unidos y la caída de los talibanes El Consejo de Seguridad en 1999 (tras los atentados de Kenia y Tanzania) adoptó una resolución que exigía al régimen talibán que dejara de tolerar campos de entrenamiento terrorista en su territorio, entregara a Bin Laden para ser juzgado y le imponía sanciones económicas en tanto no lo hiciera. El 12-92001, día siguiente al de los atentados de Nueva York y Washington, adoptó por unanimidad otra resolución que condenaba los atentados, exhortaba a todos los países a colaborar para que sus responsables y quienes les protegieran fueran castigados y recordaba el derecho a la defensa individual y colectiva establecida en la carta de las Naciones Unidas. Este fue el derecho al que EE.UU. recurrió cuando el régimen talibán rechazó el ultimátum que exigía la entrega de todos los líderes de Al Qaeda. El 7 de octubre 2001, EE.UU. y el Reino Unido iniciaron los ataques aéreos en Afganistán. El gobierno de Bush quiso reducir al mínimo la presencia de tropas de tierra en territorio afgano y pretendió en un primer momento que una insurrección apoyada por los pastunes fuera la que derribara a los talibanes, pero el plan fracasó, los ataques aéreos se centraron en el apoyo a una ofensiva de la Alianza del Norte, cuyas tropas tomaron Kabul y Kandahar después, principal centro de los talibanes. La victoria había sido fácil, pero Bin Laden, logró escapar de las fuerzas que le habían rodeado. En noviembre, el Consejo de Seguridad llamó a la constitución de un nuevo Gobierno afgano, y, en diciembre, formado ya el Gobierno provisional de Ahmed Karzai, se autorizó el establecimiento de una fuerza internacional para asegurar el orden, primero en Kabul, en la que participarían fuerzas de muchos países, en su mayoría de la OTAN, entre ellos España, la ISAF.

5.2.3. La insurgencia afgana La insurgencia afgana, como la posterior iraquí, se apoyó en la hostilidad que generaba la presencia de tropas extranjeras muy diferentes desde el punto de vista cultural. Sin embargo, existe una diferencia: en Irak, la insurgencia se basó en la población árabe sunní, minoritaria en el país, mientras que en Afganistán tuvo el apoyo de la etnia más numerosa, los pastunes, que habían dirigido el Estado desde su fundación en el siglo XVIII. Aunque Karzai era pastún, y ganó las elecciones de 2004 y 2009, en el nuevo régimen y en sus

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fuerzas armadas jugaban un gran papel las diversas etnias del norte, que habían protagonizado la resistencia contra los talibanes. Tras la derrota en 2001, los talibanes se refugiaron en Pakistán, donde tenían mucho apoyo sobre todo en las regiones fronterizas y, el gobierno del general Pervez Musharraf no tomó medidas contra ellos, pese a su apoyo a EE. UU en la lucha contra Al Qaeda. Gradualmente, volvieron a actuar en las áreas rurales de Afganistán, que, apenas se beneficiaron de la expansión económica que tuvo el país tras la invasión. Su ideología, basada en el Islam, el nacionalismo afgano y el rechazo a los extranjeros, resultaba atractiva para los sectores más tradicionales de la población. Su base de reclutamiento era doble, por un lado, los estudiantes de las madrasas y por otro, los jóvenes de las aldeas afganas. La producción ilegal de opio proporcionaba recursos económicos, por medio de la tasa que cobraban a los cultivadores, y a la vez contribuía a la corrupción de la Administración afgana, incluidos jefes locales de la policía. Además, los talibanes recibían un discreto apoyo de los servicios de inteligencia paquistaníes. A medida que la insurgencia talibán se extendió, fue necesario incrementar la presencia de tropas de la coalición internacional, encuadrada en la ISAF. Resultaba muy compleja la tarea de enfrentarse a los insurgentes en provincias en las que contaban con una fuerte red de apoyo entre la población civil. Por otra parte, generaban resentimiento en la población: a) las exacciones de los jefes talibanes locales, difícilmente controlables desde la dirección exiliada en Pakistán, b) La pretensión talibán de volver a cerrar las escuelas para niñas era mal recibida por muchos padres. c) Los asesinatos de funcionarios locales con los que los talibanes evitaban la consolidación de la nueva Administración y d) Los atentados suicidas que causaban muchas víctimas civiles.

5.2.4. Hacia la retirada de Afganistán A partir de 2008, la nueva doctrina de contrainsurgencia desarrollada en Irak fue aplicada también en Afganistán, adonde se enviaron masivos refuerzos de tropas americanas, en la etapa final de Bush y durante la presidencia de Obama. Sin embargo, la opinión pública norteamericana era cada vez menos favorable a la prolongación de una guerra a la que no se veía fin. Al igual que en Irak, los ambiciosos planes de modernizar Afganistán fueron abandonados en favor de una política encaminada a estabilizar la situación para hacer posible una pronta retirada. Se planteó incluso la posibilidad de una negociación con los insurgentes, o con parte de ellos. La nueva estrategia contrainsurgente, aplicada desde 2008, implicaba un avance en tres sectores críticos: 1) Desarrollo de las fuerzas armadas afganas;

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2) Mejora de la calidad de su administración, minada por la corrupción. 3) Reducción de las víctimas civiles de los combates. Los resultados no han sido decisivos y la insurgencia se mantiene, aunque menos activa. Los talibanes basaban su estrategia en resistir hasta que se produzca la inevitable retirada de las tropas extranjeras, por lo que rehuían dar batalla frente a los enemigos, mientras, mantenían su control en algunas áreas rurales. Para ello, recurrían a medidas drásticas: asesinatos y ejecuciones públicas. En 2014, se retiraron las fuerzas internacionales y la seguridad del país quedó en manos del Gobierno afgano. Se ha reactivado la insurgencia talibán desde entonces. [El 29 de febrero de 2020, Estados Unidos y los talibanes firmaron en Doha (Catar) un tratado, en donde expresaban diferentes puntos que cada uno debía cumplir para iniciar una transición no violenta, 158 el gobierno de Afganistán y más específicamente su presidente Ashraf Ghani Ahmadzai mostró su disconformidad.159 Entre las cláusulas se presenta la retirada casi completa de las tropas estadounidenses en 14 meses, así como la ruptura del Talibán con Al Qaeda y Estado Islámico). Fuente: Wikipedia, “Guerra de Afganistán (2015-presente)].

5.3. La guerra de Irak. 5.3.1. Saddam Hussein y las guerras del Golfo. En 1979, triunfó en Irán la primera revolución islamista, encabezada por el chií ayatolá Jomeini, mientras que en el vecino Irak accedió a la presidencia de la República Saddam Hussein, quien desde hacía años era ya el hombre fuerte del país. Irak era una dictadura de partido único desde 1968, cuando el Partido Árabe Socialista Baaz dio un golpe de Estado. Basado en el nacionalismo árabe, el Baaz respetaba la identidad islámica de Irak, pero tenía una orientación laica, aunque, por otra parte, la mayoría de sus miembros eran árabes sunníes, mientras que los chiíes, también árabes, se hallaban relegados del poder, y los kurdos del norte, también sunníes, pero de lengua no árabe, habían protagonizado tentativas de insurrección, duramente reprimidas. El régimen islamista de Irán se caracterizó por (1) el autoritarismo, (2) la imposición de las costumbres islámicas tradicionales y el (3) antioccidentalismo, y se enfrentó a fuertes conflictos internos en su etapa inicial. Una dura represión afectó a las más altas esferas de sus fuerzas armadas, identificadas con el anterior régimen monárquico. Esto hizo suponer a Hussein que las circunstancias eran favorables para atacar Irán, cuya influencia entre los chiíes de Irak temía arrebatarle una región fronteriza de lengua árabe y rica en petróleo y convertir así a Irak en la potencia hegemónica de la región. Este fue el origen de la durísima guerra irano-iraquí, o Primera guerra del Golfo, de 1980 a 1988, que concluyó sin que ninguno de los contendientes se alzara con la victoria, después de haber causado miles de muertes. Irak utilizó en el conflicto armas químicas, violando el protocolo de Ginebra de 1925,

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también usó estas armas para aplastar una rebelión kurda apoyada por Irán en 1988, en un ataque aéreo contra la ciudad kurda Halabja, en el que murieron miles de civiles. Durante la guerra, Irak tuvo apoyo dipl...


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