Carta de Despedida hacia la indecencia de la muerte PDF

Title Carta de Despedida hacia la indecencia de la muerte
Author Diego Ruiz
Course Quimica organica
Institution Universidad TecMilenio
Pages 5
File Size 88.2 KB
File Type PDF
Total Downloads 66
Total Views 156

Summary

Lo cierto es que no se que estoy escribiendo, pero espero que se entretengan con este escrito que hice, muchas gracias...


Description

La Ultima Carta La existencia sentido ya no tiene La curiosidad me abandona Y el miedo a mi rescate ya no viene Quiero que pronto termine Este martirio que la vida anfitriona

09/03/?? A quien corresponda: Si usted se encuentra leyendo esto, entonces debe de saber los pormenores de que es lo que ha sido de mí, o al menos eso quiero suponer, de cualquier manera, no desperdiciare tiempo dando datos referentes a quien soy yo. A mi parecer es más relevante la explicación del acto mismo que el dar los pormenores del sujeto que lo llevo a cabo. Pero esto ya fue suficiente preámbulo, creo pertinente dar inicio a mi explicación de los hechos. Todo tuvo su inicio en una noche como cualquier otra, un poco más fría de lo normal, me encontraba atormentado por un insomnio que ya se había vuelto habitual en mi persona, así que dejaba a mi mente viajar a través de aquel vasto campo que son las cuestiones que el ser humano aun no es capaz de resolver con una respuesta exacta, así era como pasaba mis horas de sonambulismo. Nunca llegaba demasiado lejos con alguna reflexión, siempre iba saltando de una cuestión a otra, como si me encontrara en un viaje infinito a un destino incierto y estas cuestiones solo fueran breves escalas que encontraba en mi odisea interminable. Pero fue entonces cuando, inconscientemente, había permanecido más tiempo del acostumbrado en una cuestión bastante peligrosa, tanto por la pregunta en si como por la falta de una respuesta satisfactoria a aquella. Me sorprendí de sobremanera al momento que me di cuenta de mi permanencia en aquella cuestión. ¿Qué es lo que había de especial en ella, como para haber meditado al respecto más de lo que alguien tan metódico como yo acostumbraba? Sigue siendo un misterio para mi persona, y estoy seguro que lo será para el que lea esto. Volviendo a lo relevante, como ya dije, me di cuenta bastante sorprendido de mi permanencia excesiva en aquella cuestión, pero no le di mucha importancia y dejé que mi mente continuara su viaje interminable hasta que el sueño fuera tan intenso como para que mi cuerpo detuviera a mi mente y que póstumamente mi reposo se llevara a cabo. Pasaron los días y aquella cuestión se seguía presentando en mi mente cada noche. Mi inconsciente siempre le prestaba una especial atención, pensaba demasiado en ello, deducía, infería, imaginaba, negaba y aprobaba, todo se basaba en aquella cuestión, aquella pregunta cuya respuesta sabia, muy en el fondo, que terminaría trayendo consecuencias sobre mi ser, tal vez nefastas. Pero había algo que me impulsaba a seguir adelante, a pesar de los riesgos. ¿Qué acaso la obtención de conocimiento no vale el peligro de enfrentar aquellos riesgos? Pronto las noches no fueron suficiente para satisfacer mis ensoñaciones, y durante el día empezaba a reflexionar sobre aquella cuestión. En este punto fue donde me di cuenta que me estaba empezando a obsesionar y que esto podría ser bastante peligroso, así que trate de

alejar aquella idea de mi mente y permitir que otras se introdujeran a ella, quizás así sería posible ir abandonando paulatinamente aquel pensamiento, por desgracia me equivoque. Tal vez aquí usted se pregunte porque no recurrí a compartir estas reflexiones con alguna persona de confianza. La respuesta es bastante simple: no conozco a ninguna persona que considere de confianza. Desde mi infancia fui rechazado por la sociedad, me veían como un ser extraño, muy diferente a ellos y por ende llegué a pasar largo tiempo solo. Para no sufrir de los estragos de la soledad, empecé a sumirme en el reino de las ensoñaciones y de la imaginación, me internaba en mi propio universo, en donde mi felicidad era absoluta y además podía hacer cualquier tipo de pregunta sin que a la larga exasperara a mis congéneres, pues mi curiosidad era inmensa y a la par lo eran el número de preguntas que lanzaba a mis compañeros. Preguntas que todos consideran bastante obvias, o dan por hecho sus respuestas. Si tan solo la gente dejara de dar por entendido las cosas que lo rodean y empezaran a cuestionárselo todo como yo, quizás sabríamos mucho mas de los misterios del universo que lo que actualmente creemos saber. Al parecer cuando uno no piensa como el resto de las personas, lo consideran algo insólito y tratan por diferentes medios cambiar su forma de razonar a la que es socialmente aceptada y en caso de que todas las tentativas sean infructuosas, el destino de aquel ser curioso resulta ser dejarlo fuera de la sociedad y que la soledad haga sus estragos. Por fortuna yo nunca me sentí en la necesidad de interactuar con mis similares, encontré la forma de escapar de aquel martirio, mediante la adquisición de conocimiento. Siempre y cuando continuara dentro de mis ensoñaciones y de igual manera fuera saciando mi curiosidad, lo demás se volvía irrelevante. Esta era mi filosofía de vida, bastante funcional para mí. Yo en realidad era como cualquier otro, solo que tenía la peculiaridad de que la mayoría de los eventos en los que me veía relacionado, sucedían dentro de mi mente. Mientras los demás llevaban a cabo su vida en el plano terrenal, yo la llevaba dentro de mi cerebro, en ese lugar yo podía imaginar lo que fuera, crear situaciones a mi conveniencia. Si alguna vez (rara ocasión en realidad) me llegaba a sentir solo, bastaba con dejar a mi imaginación libre y que esta construyera una escena para mí en la cual me encontraba rodeado de compañeros, con los cuales compartía gustos y para nada me eran molestos, ni yo a ellos. Discutíamos largamente diferentes cuestiones filosóficas sin cansarnos o exasperarnos. Yo me sentía dichoso de tener amistades como esas, aunque no fueran “reales”. En otras ocasiones llegue a enamorarme, de vez en cuando mis ensoñaciones iban aún más lejos y creaban para mí toda una historia en la cual yo era el protagonista y terminaba al lado una persona que se volvía mi amada. Cuan feliz era al tener aquellas vivencias proporcionados por mi subconsciente. Cabe destacar que en estas ensoñaciones yo jamás me llegue a obsesionar, mi mente siempre me daba nuevas historias las cuales vivir cuando me fuera necesario. Nunca me estanque en una ilusión o en algún pensamiento, al menos hasta la llegada de aquella cuestión a la que he hecho referencia. Ahora me doy cuenta que me he desviado un tanto del tema principal de esta redacción, me disculpo, a veces pierdo el hilo de las cosas y tomo un camino completamente diferente al

que ya estaba estipulado en mi mente. Había dicho que no me era posible desquitarme de aquella pregunta que ya empezaba a tomar completa posesión de mis pensamientos y hasta me veía torturado por la incertidumbre que me causaba. Ante estas dificultades tome la decisión de darle fin a la pregunta, mediante una respuesta que me fuera satisfactoria. Fue entonces cuando me di cuenta de algo realmente perturbador, no encontraba, por más que fuera mi esfuerzo, una respuesta que me satisficiera. Y aquí tal vez entre en usted la duda de porque el hecho de que una pregunta no tuviera una respuesta satisfactoria me era tan perturbador. La razón se vuelve obvia al saber la naturaleza del cuestionamiento en el que me obsesionaba: ¿Cuál es el sentido de la vida? Lo más lógico es que cuando uno no encuentra un sentido satisfactorio a su propia existencia, este se pregunte si realmente vale la pena seguir viviendo. Y justo eso fue lo que me estaba empezando a cuestionar yo, ¿Acaso vale la pena el seguir alargando esta vida terrenal sin sentido aparente? No estaba muy convencido de que la respuesta fuera negativa pero tampoco positiva; es decir, me encontraba en otro punto de incertidumbre. Por largo rato me puse a reflexionar al respecto, tratando de encontrar una salida a dicha pregunta. En un inicio me plantee a mí mismo el argumento de que la vida se basa en la incertidumbre o el misterio por saber cuál es nuestro porvenir, el misterio de que es lo que nos depara la vida. Este razonamiento me parecía bastante factible y logico, solo que tenía una problemática: no era aplicable para mí. Mi vida se había vuelto tan monótona y metódica que llegue al punto de aborrecer los cambios imprevistos que se podían presentar, haciendo que mi vida fuera bastante predecible, y por ende la incertidumbre sobre que me sucedería en el plano terrenal ya no llamaba mi atención. Fue entonces cuando pedí el auxilio de uno de mis principios de vida, el cual mencionaba que ninguna acción debe de realizarse sin un propósito definido. Esa podría ser la clave de mi salvación, mi forma de esquivar el abismo oscuro al cual parecía inminente mi caída. No podía llevar a cabo aquel acto final, por el simple hecho de hacerlo, debía haber una razón que lo justificara. Me sentí un tanto aliviado en un inicio, me había librado de una situación bastante comprometedora, pero fue entonces cuando mi curiosidad logro atravesar aquella armadura de argumentos y lógica, para desbaratarla desde dentro. Siendo precisos, llego a mi mente un pensamiento que pronto alejo de mi toda duda que me detenía de realizar el acto final. ¿Qué es lo que nos espera al cruzar aquella puerta con la cual marcamos el final a nuestra vida terrenal?, me sentía intrigado, ansioso por saber la respuesta a aquel misterio. No sabría decir porque me encontraba tan deseoso de desvelar aquella nueva incógnita, que pareciera, hizo su aparición en el momento más propicio. Solo había una forma de responder a aquella pregunta y así satisfacer mi curiosidad. Mis pensamientos se habían acomodado en su mayoría, la decisión había sido tomada, la tentativa estaba pronto a realizarse, era inminente mi cruce por aquella última puerta celestial, y posteriormente que fuera desvelado ante mi presencia aquel misterio al cual la humanidad solo ha podido dar vagas suposiciones, muchas de las cuales se contradicen unas a otras.

Al fin iba a ser capaz de desmentir a aquellas supersticiones fruto de la invención de los antiguos pobladores de este planeta. La mayor verdad me seria revelada, aquella que el universo se guarda con tanto ahínco. No había duda ya, buscaba un propósito para realizar aquel acto final y fatal, y lo había encontrado. Sin embargo, algunos de mis pensamientos rezagados, hicieron un último esfuerzo por detenerme, mostrando ante mi diversos obstáculos, junto con numerosas posibles consecuencias póstumas a mi deceso, pero para mi mente no había obstáculo infranqueable o consecuencia irremediable, cuando ya había tomado yo una decisión irrevocable. Tras pensarlo brevemente, opte por tener un entierro simple pero decente póstumo a que haya puesto fin a mi vida terrenal. Para ello, tuve que ahorrar parte de mi salario (pues de algún lado debía sacar ingresos para poder subsistir) por algunas semanas, solo lo suficiente para que con ese dinero me enterraran como a cualquier otro humano, a pesar de que muchos no me consideraran como tal. En las noches, seguía sobre mi aquella cuestión de cuál era el sentido de nuestra existencia, si es que había tal cosa. Pronto acepte la realidad: mi sentido de permanecer vivo radicaba en el hecho de ir adquiriendo nuevo conocimiento, aprendiendo cosas en las cuales mi atención fuera visiblemente marcada, lamentablemente tras varios años de haber llevado a cabo esta práctica, me he quedado sin conocimiento del cual este deseoso de adquirir y administrar dentro de mi cerebro, solo quedaba una cuestión por resolver, la cual para desvelarla necesitaría del sacrificio máximo. Pero como ya dejé en claro anteriormente, no hay sacrifico suficientemente grande el cual la adquisición de conocimiento no compense. Pronto tuve en mi poder el dinero suficiente para mi entierro, tuve que pasar hambre por algunos días, pero esto solo fue un contratiempo menor. Estaba a punto de lograr mi acometido, debo de admitir que me sentía bastante emocionado. Opte por no complicarme en la forma de llevar a cabo mi deceso, simplemente me iba a colgar de una lámpara. Seria sospechoso si me conseguía alguna arma de fuego, y posiblemente mi tentativa se vería comprometida. Asimismo, decidí dejar la ventana abierta, para que algún transeúnte observador pudiera distinguirme al fondo de la recamara, y de esta forma que mi cuerpo fuera hallado, porque de otra forma considero que pasaría bastante tiempo hasta que alguien se percatara de mi prolongada ausencia, y posiblemente mi cuerpo se vería en un estado de deterioro tal, que ni siquiera entraría en consideración darme un entierro. Mi muerte seria bajo mis términos. Ahora me encuentro escribiendo este breve relato en el cual queda claro cuál fue la causa de mi suicidio y mi última voluntad de ser enterrado como cualquier otra persona, deje el dinero bajo un vaso en la mesa posterior a donde me colgare. Me encuentro un tanto débil, debido a la falta de alimento, pero solo debo soportar unos minutos más… Ahora me percato de que alguien se me ha quedado observando, se encuentra frente a mi ventana, y al parecer ya vio la soga colgando, la cual sería el medio por el cual será llevado a cabo mi deceso. Debo disimular, fingir que no he notado su presencia. Muy tarde, parece que ya lo sabe, al menos lo ha de sospechar. El extraño ha realizado una llamada. Debo de

actuar rápido sino quiero verme groseramente interrumpido en mi acto final. Todo está preparado. Logro oír sirenas en las cercanías, ¿vendrán por mí? Al parecer será el último sonido que mis oídos percibirán en esta vida. Es curioso, siento el frio abrazo de la muerte sobre mí. Creo que es momento de acudir a su llamado. Esta es mi despedida, un viaje llega a su fin, y otro ha de comenzar. Nos veremos al otro lado de aquella puerta celestial…...


Similar Free PDFs