Clase 10 - Frondizi - El desarrollismo PDF

Title Clase 10 - Frondizi - El desarrollismo
Course Historia Social General
Institution Universidad Nacional de Lomas de Zamora
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Clase 10 sobre Frondizi...


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Clase 10/ Primera Parte/ período 1958-1962: El gobierno del dr. Arturo Frondizi, el Desarrollismo. octubre 29, 2020

El dr. Arturo Frondizi en el gobierno. El Desarrollismo, 1958-1962. “Junto a las Fuerzas Armadas, la Iglesia y los sectores empresarios de la producción, los trabajadores ocupan un lugar preponderante. Si se logra esta armónica y decidida conjunción de fuerzas, nada de las condiciones que hagan posible la convivencia pacífica, el logro de la independencia económica y, con ella los altos niveles de vida a que tiene derecho el pueblo argentino.” Rogelio Frigerio.[1] La postura desarrollista se reforzó ante la perspectiva de la alianza con el capital norteamericano con un claro predominio industrial por sobre el sector agrario[2].La hegemonía de aquellos capitales fue reconocida a causa de su impacto a nivel mundial tras la reconstrucción de post guerra de Europa y Japón, lo cual fortaleció la creencia en un sistema capitalista de crecimiento ilimitado, y a ello se le debió sumar el avance geopolítico estadounidense en Latinoamérica en el marco de la Guerra Fría. Las claves fueron entonces: modernizar la economía, reconversión científico-tecnológica y en el plano tanto político como social, la integración del peronismo a través de sus dirigentes sindicales, reconociendo inclusive algunos avances económicos del gobierno derrocado en el mes de setiembre del año 1955. La fórmula pareció simple: a más inversión, más trabajo y por ende mejor posicionamiento económico de la clase obrera, y como la mayoría de la misma era peronista aliarse con ella significó aliarse con Juan D. Perón, en esta línea argumentativa el dr. Arturo Frondizi pareció estar dispuesto a liderar ese proyecto. Rogelio Frigerio un hombre clave en los inicios del proceso desarrollista, en un trabajo de su autoría en el año 1959- tras realizar un diagnóstico crítico de los años peronistas fundamentado en lo que él denominó “un ahorro forzoso” y en un “paternalismo político”- definió a la Revolución Libertadora como un actor que acentuó “el carácter dependiente de la economía argentina” y la describió como aquella que “dividió a los argentinos y destruyó a las organizaciones gremiales”.[3] El capital extranjero debía ser reconvertido en una herramienta para el autoabastecimiento del petróleo, el acero, la química pesada, la petroquímica, y el sector hidroeléctrico; lo cual permitiría una industria sin dependencia del suministro de materias primas y combustibles importados, o de lo contrario se consolidaría en el tiempo una estructura dependiente.[4] En este punto continuó en sus apreciaciones responsabilizando al peronismo de generar trabajo “improductivo” y considerando al programa en marcha del gobierno del dr. Arturo Frondizi como el posibilitador del desarrollo del “mercado, energía, siderurgia y mano de obra y producción agropecuaria”, colocando al país en “la categoría de Nación.” Sin “minorías mistificadoras del «nacionalismo», como disfraz el atraso; «de la lucha de clases», como sustituto de la lucha por la creación de las bases materiales de la Nación”.[5] Sin embargo, el dr. Arturo Frondizi a poco de asumir, dio claras muestras del desarrollo de una política institucional cuanto menos errática; por un lado su acuerdo alcanzado con el peronismo, y por otro en relación a las Fuerzas Armadas. El 5 de marzo del año 1958 el general Héctor Solanas Pacheco, con el cargo de Secretario del

Ejército, dio un mensaje de acercamiento al nuevo gobierno, al declarar que “servir en forma irrevocable, obstinada e inexorable al poder civil, es misión del Ejército.”[6] El envío del pliego de ascenso del general Pedro E. Aramburu y del contralmirante Isaac F. Rojas (de marcada tendencia antiperonista) pareció corroborar esta buena relación inicial.[7] De todos modos el presidente consideró que debía ir construyendo una política de equilibrio y en especial con aquellos sectores en pugna desde la caída del gobierno peronista, e intentó darle forma mediante las Bases de Acción Política (aprobadas por la Intransigencia radical en el año 1947 y refrendadas por la Unión Cívica Radical dos años más tarde), sustentadas bajo el marco político del Desarrollo Nacional. Para ello en lo social propugnó una alianza de clases entre los sectores obreros y los empresarios nacionales bajo el paraguas protector de una categoría que estaba por encima de la conflictividad social: la Nación. Por lo tanto, exigió a los trabajadores “atender los intereses del país por encima de los suyos inmediatos”, en pos “de liberar a la Nación” y reconociendo la necesidad de sindicatos únicos y “una central obrera única y poderosa”. Inclusive llegando a declarar poco antes de asumir que “una confabulación oligárquica”, pretendió “entregarle el país en estado caótico sin dar solución por ejemplo,a la huelga bancaria.”[8] Dejando entrever la idea de integración social que no se apartaba de la línea de armonía entre el capital y el trabajo, como así tampoco de la Comunidad Organizada que pregonó y proyectó Juan D. Perón a lo largo de sus gobiernos; incluso cuando éste planteó, a partir del año 1953, la necesidad de capitales extranjeros con un Estado presente que garantizase las conquistas sociales. Los siguientes conceptos de por sí importantes en cuanto a las categorías utilizadas propias del peronismo, tales como “oligárquica” o “liberar la Nación”, tuvieron fuerte impacto político ya que las pronunció ante la Mesa Coordinadora de las 62 Organizaciones.[9] Al mismo tiempo que garantizaría, o al menos así se lo propuso, “la seguridad de inversión y la estabilidad del empresario.[10]Ante esta situación Juan D. Perón advirtió a John W. Cooke, de comenzar a establecer un plazo perentorio para el cumplimiento del Pacto con fecha el 1° de agosto de ese mismo año. El líder justicialista en la carta a su delegado personal, el 30 de setiembre del año 1958 le comentó no sin resignación, ante las indecisiones del presidente recientemente electo la necesidad de “recapacitar sobre lo que hemos hecho antes de que sea demasiado tarde.”[11] Para las Fuerzas Armadas (comprometidas como estuvieron en la entrega del poder al partido triunfante en las elecciones) el resurgimiento del peronismo les provocó una alerta máxima con el objetivo de condicionar al gobierno entrante y continuar radicalizando sus posturas contrarias al líder justicialista en el exilio y a la masa peronista por él representada. Y sumado a este clima político- institucional enrarecido, medios como el Wall Street Journal se preguntaron, a poco de asumir el nuevo presidente, “¿Cuánto durará Frondizi?”, al mismo tiempo que aseguraron que pocos diplomáticos y políticos creían “que fuera a cumplir los seis años de gobierno constitucional”; y que estaban “convencidos que su régimen se desmoronaría antes que transcurrieran muchos meses.”[12] En materia laboral, el presidente recientemente electo al mismo tiempo que otorgó un aumento de sueldos y salarios del 60% a los trabajadores levantó la intervención a seis sindicatos: la Unión Tranviarios Automotor, la Federación del Personal de la Industria de la Carne y Afines, la Asociación Obrera Textil, la Unión Obrera Metalúrgica y la Federación Bancaria como así también la derogación del Decreto 4161. El 22 de mayo del año 1958 se sancionó la ley de 14.436, que concedió una

amnistía amplia y general para todos los delitos políticos o militares cometidos hasta su promulgación. Los beneficios de la ley comprendieron los actos realizados con propósitos políticos o gremiales, sin embargo, ésta no contempló ni el levantamiento de la proscripción al Partido Peronista, ni el regreso de Juan D. Perón, ni la restitución de su grado militar. El 8 de agosto se sancionó la Ley de Asociaciones Profesionales por iniciativa del Poder Ejecutivo[13], la cual restableció el sindicato único por rama de producción, no obstante la oposición manifiesta de los secretarios militares de las tres armas y del cardenal Antonio Caggiano[14] -como vocero de la Iglesia Católica-, a los que se agregó la Unión Cívica Radical del Pueblo, la cual a través del presidente del Comité Nacional Crisólogo Larralde expresó que: “la constitución de la central única es un instrumento que promoverá el renacimiento del totalitarismo y la anarquía en la producción.”[15] Estas medidas apuntaron a consolidar algo más que una situación meramente económica: desde la óptica del dr. Arturo Frondizi y de su Secretario de asuntos Económicos y Sociales, Rogelio Frigerio, ambos visualizaron la posibilidad tal como lo venían pregonando la reconstrucción de un Frente Nacional con el sindicalismo peronista como sostén.[16] La Economía. A partir del concepto “transformación técnica” se planteó atacar las causas de aquello que se consideró como uno de los grandes obstáculos de la economía argentina: la inflación. Esta variable no permitió solucionar el deterioro de los términos de intercambio que debilitaba la acumulación interna de capitales impidiendo de este modo el desarrollo industrial que pudiera transformar la estructura productiva; no obstante en este tema se cuidó de no limitar la redistribución de los ingresos que pusiera en peligro la alianza con el peronismo y su base sustancial, los trabajadores. La Ley 14.780, sancionada por el Congreso a instancias del Poder Ejecutivo, abrió las puertas a la radicación de capitales extranjeros, persiguiendo el objetivo del aumento de la producción junto a la integración de la mano de obra, pilares del plan económico y político-social desarrollista.[17] Los datos que nos aportó Daniel James en materia del plan de estabilización económica a partir del mes de diciembre del año 1958, son importantes en relación al proyecto desarrollista en esta materia. Dicho plan incluyó un préstamo stand by del Fondo Monetario Internacional, devaluación monetaria, apertura para importación de maquinarias, suspensión de control de precios, y “medidas que equivalían a una congelación de los salarios”.[18] “Una severa devaluación de la moneda combinada con una reducción de los aranceles aduaneros y de los recargos para los bienes de capital importados. Simultáneamente se implantó una política crediticia restrictiva que buscaba reducir el déficit del presupuesto (por medio del congelamiento de sueldos y vacantes del Estado) junto con el incremento de las tarifas del sector público.”[19] Estas medidas trajeron aparejado una baja del salario real en un 20% y “una notable redistribución de la renta nacional: la parte correspondiente a salarios declinó del 48,7%, en 1958, al 42,1%, en 1961,”, más un aumento de precios del 113%.[20] A pesar de la explicación del gobierno con respecto a una serie de medidas coyunturales tendientes a mantener y consolidar un programa nacionalista-que apuntaba a sostener la confianza de la dirigencia sindical peronista-, en el marco de la Resistencia, las bases obreras produjeron huelgas que ocasionaron la pérdida de 6.245.286 puestos de trabajo en el año1958. Un año más tarde las jornadas perdidas llegaron a 10.078.138 días, solamente en la Capital Federal, lideradas por una nueva dirigencia surgida de las

elecciones que permitió el gobierno en el marco de la nueva ley de Asociaciones Profesionales. Entre los años 1959 y 1962 llegaron a la Argentina inversiones por un valor cercano a los quinientos millones de dólares, por otra parte, con la devaluación del peso y la liberación de los precios a partir del mes de diciembre del año 1958 se produjo “un aumento de la tasa interna de ahorro por medio de la traslación de ingresos de los sectores populares a los grupos más concentrados.” Lo cual implicó un crecimiento de la economía del 8 % anual entre los años 19601961.[21]Los sectores de la producción que lideraron este proceso fueron fundamentalmente los vinculados con combustibles (petróleo, carbón), siderurgia, petroquímica y automotores. En tanto las automotrices “generaron un amplio impacto en todo sentido: por el número de empresas que fueron autorizadas, por la composición del capital extranjero, por el grado de su concentración (trabajadores empleados, valor de la producción y de los bienes patrimoniales), como por su localización geográfica.”[22] Entre tanto el aumento de las tarifas de los servicios públicos (que variaron de acuerdo al rubro entre el 60 y el 200%, como por ejemplo este último en el caso de los combustibles), el congelamiento de las vacantes en la Administración Públicas y entes estatales, fueron las medidas que contextualizaron la política de austeridad del año 1959. Estas palabras del subsecretario de Trabajo, Galileo Puente, graficaron la respuesta ante esta situación crítica de los trabajadores: “Cuando me hice cargo de los problemas de las relaciones laborales me encontré con anarquía, abusos y atropello por parte de los obreros. Los empresarios habían perdido el control de sus fábricas; las comisiones internas manejaban todo. Aquellos que debían obedecer, en realidad, estaban dando órdenes, los empresarios deben por lo tanto retomar el control de las fábricas.”[23] A pesar del conflicto social, el gobierno siguió adelante con su plan de austeridad que le permitió obtener un préstamo de 329 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional y del Eximbank de los Estados Unidos. La política tendiente a reducir el déficit del Estado se amplió a empresas de capital extranjero que el peronismo había incorporado al patrimonio nacional; tal el caso de empresas alemanas, o del grupo Bemberg y el Frigorífico Lisandro de la Torre. En cuanto a los contratos petroleros, los mismos produjeron una serie de declaraciones contrarias a su efectivización, que fueron desde el dr. Ricardo Balbín -presidente de la Unión Cívica Radical del Pueblo-, pasando por la Federación Universitaria, la Asociación de Técnicos de YPF, la Federación de Trabajadores de Luz y Fuerza y el Sindicato Único de Petroleros; hasta el dr. Alfredo Palacios, quien solicitó directamente la renuncia del presidente con el pretexto de la defensa de la soberanía nacional representada por el petróleo en aquella coyuntura. En este sentido Mario Rapoport nos apuntó que: “Se criticaron diversos aspectos técnico-económicos, tales como un supuesto sobreprecio del petróleo, tanto frente al costo de YPF como con respecto a los valores internacionales del crudo, la eximición del pago de impuestos a las empresas contratistas o la asignación de las mejores áreas a dichas empresas. Se sostuvo, además, que las condiciones de los Contratos acabarían por llevar a YPF a un ahogo Comercial y financiero.”[24] El gobierno se había propuesto firmar una serie de contratos con la Banca Loeb y Panamerican, tendientes a obtener la prestación de servicios de las empresas extranjeras, que fuera suplantando -según esta política- la incapacidad técnica y financiera de

Yacimientos Petrolíferos Fiscales. A esta decisión, el presidente la definió el 24 de julio, como la “batalla por el petróleo”, ya que para la visión desarrollista, el combustible- cuya compra al exterior rondaba entre un 20-25% del total de las importaciones- generaba un atraso productivo que debía ser solucionado cuanto antes. Máxime cuando aquel porcentaje representó alrededor de 350 millones de dólares, cifra que superaba a su vez el déficit comercial total del país.[25] El objetivo fue entonces poder obtener el autoabastecimiento petrolero, que comenzó con la implementación de una política que nacionalizó las reservas de hidrocarburos ( Ley número 14.773) “y la renegociación de los contratos de importación firmados por la Revolución Libertadora logrando una rebaja de 5 dólares por metro cúbico por parte de la British Petróleum.”[26] La empresa petrolera argentina pasó a tener un rol preponderante en relación a la presencia de los capitales extranjeros, ya que todo el petróleo extraído quedaría bajo su control y las empresas cobrarían en efectivo. No solamente se firmaron convenios con empresas norteamericanas o europeas, también se realizó uno con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, con el objetivo de obtener un crédito para la compra de material tendiente a la extracción del crudo. El gremio que nucleaba a los trabajadores petroleros, llevó a cabo una férrea oposición, que se agravó cuando el gobierno decidió aplicar el Estado de sitio, y que trajo además como consecuencia el inicio del enfriamiento de las relaciones entre el peronismo y el gobierno desarrollista. Se sucedieron en este contexto político la prolongación por casi setenta días de la huelga de médicos municipales, de Correos, paros ferroviarios, en reparticiones policiales de las provincias de Córdoba y Salta y la huelga ante despidos en el frigorífico “La Blanca” declarada por la Federación de la Industria de la Carne; a ello se le sumaron movilizaciones estudiantiles y la toma de instituciones educativas por parte de los alumnos en todo el país ante el anuncio del Poder Ejecutivo de implantar la libertad de enseñanza sancionada finalmente por el Senado el día 1º de octubre; esta ley ocasionó que el dr. Risieri Frondizi, rector de la Universidad de Buenos Aires (designado en el año 1959, encabezara dichas manifestaciones contra esa ley; mientras que el general Pedro E. Aramburu exigió al gobierno “definiciones en materia económica, política y social, con hombres de clara militancia republicana y democrática.”[27] Asume Alvaro Alsogaray. Cambio de rumbo en la política económica desarrollista. El 29 de diciembre de año 1958 el presidente anunció un plan de estabilización monetaria y racionalización del gasto público. Para quienes interpretaron este cambio de rumbo de manera positiva lo observaron como una parte necesaria de complementación del desarrollo nacional que se había materializado los primeros ocho meses de gobierno. El dr. Arturo Frondizi justificó este giro hacia políticas liberales a causa de una deuda externa superior a las reservas de oro y divisas como así también a le necesidad de controlar y disminuir a una excesiva burocracia estatal, junto a un aumento de casi un 600% del costo de vida en los años recientes. Todo ello lo obligó a un programa de austeridad tendiente a controlar precios de primera necesidad, suprimir trabas a la importación, un mercado de cambios libre y fluctuante (especialmente para las exportaciones, a pesar de aumentar las retenciones entre un 10 y un 20%), aumento del precio de combustibles, y despidos en la administración pública. Comenzó así la denominada economía social de mercado, con un plan que produjo inflación, escasez de alimentos como la carne y el endeudamiento externo con el Fondo Monetario Internacional; y que también trajo como consecuencia la renuncia del

secretario de Relaciones Económico-Sociales de la Presidencia, Rogelio Frigerio (el 10 de noviembre del año 1958, quedando en un cargo de asesor presidencial hasta el 13 de mayo del año 1959, fecha en la cual se alejó definitivamente del gobierno).[28] El presidente aseguró que esta designación y el alejamiento de Rogelio Frigerio obedeció a conciliar con las Fuerzas Armadas en una coyuntura de fuerte resistencia sindical y política encarnada en el peronismo y las consiguientes presiones militares que no cejaron desde su asunción. La presencia de Álvaro Alsogaray en el gabinete no detuvo el malestar hacia el gobierno por parte de las Fuerzas Armadas, ya que éstas se sumaron al clima golpista impulsado por algunos medios de comunicación, como por ejemplo Radio Rivadavia que dio a conocer el Pacto entre Juan D. Perón y el dr. Arturo Frondizi como si fuera un mal imposible de solucionar para la democracia argentina. El Poder Militar El 16 de junio del año 1959, tras las declaraciones de Juan D. Perón acerca del incumplimiento del dr. Arturo Frondizi del acuerdo establecido oportunamente, y en coincidencia con el cuarto aniversario del bombardeo de Plaza de Mayo, la Guarnición Militar Córdoba exigió a través de un radiograma enviado al Estado Mayor del Ejército la investigación de aquel pacto preelectoral, como así también la remoción del subsecretario de Guerra, coronel Manuel Reimúndez, sospechado de mantener contactos con dirigentes sindicales peronistas. El general Arturo Osorio Arana sostuvo además en aquella proclama que estaba “en marcha una conspiración promovida por peronistas y comunistas, dos facciones de infames traidores a la patria” y “exigía también la renuncia de funcionarios de inclina...


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