Consejo divino - qwqwqwqwq PDF

Title Consejo divino - qwqwqwqwq
Author jorje socola
Course Practicas Pre Profesionales V
Institution Universidad Nacional Mayor de San Marcos
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Consejo divino para la elección de un cónyuge “Te haré tener perspicacia, y te instruiré en el camino en que debes ir. Ciertamente daré consejo con mi ojo sobre ti.” (SALMO 32:8.) Consejo amoroso de parte de Dios Nuestro amoroso Padre celestial, Jehová, nos ha proporcionado su Palabra escrita para guiarnos en todo asunto. Él dice: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar” (Isaías 48:17). No sorprende, por tanto, que encontremos en la Biblia pautas de eficacia probada para elegir un cónyuge. Jehová desea que nuestra unión marital sea perdurable y feliz, por lo que nos ha dado ayuda para que comprendamos y pongamos en práctica estas directrices. ¿No es eso lo que esperaríamos de nuestro amoroso Creador? (Salmo 19:8.) Cuando Jehová instituyó el matrimonio, pretendía que fuera un vínculo perdurable (Marcos 10:6-12; 1 Corintios 7:10, 11). Este es el motivo por el que “ha odiado un divorciarse”, que solo está permitido en caso de “fornicación” (Malaquías 2:13-16; Mateo 19:9). De modo que la elección de pareja es uno de los pasos más serios que damos, y no debemos tomarlo a la ligera. Pocas decisiones influirán tanto en que seamos felices o desdichados. Una buena elección enriquece la vida y la hace agradable, mientras que una mala resulta en incesante dolor (Proverbios 21:19; 26:21). A fin de seguir siendo felices, es fundamental que escojamos con sabiduría y estemos dispuestos a contraer un compromiso duradero, pues al instituir el matrimonio, Dios creó una relación que prosperaría con la armonía y la colaboración (Mateo 19:6). La devoción piadosa es un factor decisivo Hay que reconocer que la atracción mutua contribuye a la solidez del matrimonio. Sin embargo, de mucha mayor importancia para que la unión marital perdure y sea fuente de felicidad es que se compartan los mismos valores. La devoción mutua a Jehová Dios crea un vínculo permanente y favorece la unidad como ningún otro factor puede hacerlo (Eclesiastés 4:12). Cuando una pareja cristiana centra su vida en la adoración verdadera de Jehová, está unida espiritual, mental y moralmente. Los cónyuges estudian juntos la Palabra de Dios. Oran juntos, lo cual unifica su corazón. Se acompañan a las reuniones cristianas y salen juntos al ministerio del campo. Todo ello contribuye a forjar un vínculo espiritual que los une más el uno al otro. Y lo más importante es que resulta en la bendición de Jehová. Si somos cristianos solteros, la devoción piadosa nos ayudará a cultivar las cualidades que nos permitirán reunir los requisitos bíblicos para el matrimonio. Algunas de las obligaciones de los cónyuges son las que mencionó el apóstol Pablo: “Que las esposas estén en sujeción a sus esposos como al Señor [...]. Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella, [...] los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos [...;] que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo” (Efesios 5:22-33). Como vemos, las palabras inspiradas de Pablo recalcan la necesidad del amor y el respeto. Seguir este consejo implica tener temor reverente a Jehová. Exige un compromiso de todo corazón, tanto en los buenos como en los malos momentos. Los cristianos que piensan en el matrimonio deben poder asumir esta responsabilidad. Cómo decidir cuándo casarse Es fundamental saber en qué momento estamos listos para casarnos. Dado que esto varía dependiendo de la persona, las Escrituras no estipulan una edad, aunque sí dicen que es mejor esperar hasta haber “pasado la flor de la juventud”, durante la cual los intensos impulsos sexuales pueden nublar el buen juicio (1 Corintios 7:36). “Como veía a mis amigos y amigas salir con chicos y chicas y casarse, muchos de ellos en la adolescencia, a veces me resultó difícil aplicar este consejo —confiesa Michelle—. Pero me di cuenta de que procede de Jehová, quien solo nos dice aquello que nos beneficia. Al esperar para casarme, me centré en mi

relación con Jehová y adquirí experiencia en la vida, algo que no es posible tener en la adolescencia. Algunos años después estaba mejor preparada para hacer frente a las obligaciones y los problemas que se presentan en la vida conyugal.” Quienes se apresuran a casarse siendo todavía bastante jóvenes suelen descubrir que sus necesidades y deseos cambian cuando maduran. Entonces se dan cuenta de que lo que al principio encontraban deseable ya no les parece tan importante. Una joven cristiana estaba decidida a desposarse cuando tuviera 16 años, pues su abuela y su madre lo habían hecho a esa edad. Como un muchacho en quien estaba interesada no quiso casarse con ella entonces, se decidió por otro que estuvo dispuesto a hacerlo. Sin embargo, tiempo después se lamentó muchísimo de haberse precipitado. Es importante que cuando proyectemos casarnos, tengamos una comprensión madura de todo lo que conlleva. Desposarse antes de tiempo ocasiona multitud de problemas que con toda probabilidad la joven pareja no está preparada para afrontar. Tal vez les falten la experiencia y la madurez que les permitirían hacer frente a las tensiones que ocasionan la vida de casados y la crianza de los hijos. Deberíamos unirnos en matrimonio solo cuando estuviéramos preparados física, mental y espiritualmente para emprender una vida en común de forma permanente. Pablo escribió que quienes se casan “tendrán tribulación en la carne” (1 Corintios 7:28). Surgirán problemas porque se unen dos personalidades distintas, y las opiniones de los cónyuges son diferentes. Por causa de la imperfección humana, tal vez nos resulte difícil cumplir con el papel que la Biblia nos asigna dentro de la institución marital (1 Corintios 11:3; Colosenses 3:18, 19; Tito 2:4, 5; 1 Pedro 3:1, 2, 7). Requiere madurez y estabilidad espiritual buscar y seguir el consejo divino para resolver con amor las situaciones que causan tensión. ‘Casarse solo en el Señor’ El mandato de Jehová para los cristianos está muy claro: ‘Casarse solo en el Señor’ (1 Corintios 7:39). Es posible que a los padres cristianos y a sus hijos se les pruebe a este respecto. ¿De qué modo? Quizá un joven desee casarse, pero en la congregación no encuentre a la persona apropiada, o al menos eso parezca. En una determinada localidad tal vez haya menos hombres que mujeres en disposición de casarse, o quizá no haya nadie en la zona a quien se considere adecuado. Entonces, un muchacho que no es miembro dedicado de la congregación se interesa en una joven cristiana (o viceversa), y ella se ve presionada a pasar por alto las normas de Jehová. En tales circunstancias convendría reflexionar sobre el ejemplo de Abrahán. Conservó su buena relación con Dios al asegurarse de que su hijo Isaac se desposara con una verdadera adoradora de Jehová. Isaac obró igual en el caso de su hijo Jacob. Todos tuvieron que hacer un esfuerzo, pero agradaron a Dios y recibieron bendiciones (Génesis 28:1-4). Aunque en unos cuantos casos el incrédulo ha acabado haciéndose cristiano, por lo general las uniones con no creyentes han sido desastrosas. Quienes se han unido en yugo desigual con un incrédulo no tienen las mismas creencias, normas o metas que este (2 Corintios 6:14). Tal circunstancia puede tener un efecto perjudicial en la comunicación y la felicidad marital. Por ejemplo, una cristiana se lamenta muchísimo de que tras una fortalecedora reunión, no puede hablar de asuntos espirituales con su esposo incrédulo cuando regresa a casa. Por supuesto, lo más importante es que ‘casarse en el Señor’ implica lealtad a Jehová. Cuando nos guiamos por lo que dice la Palabra de Dios, no nos condena el corazón, pues hacemos lo que ‘es grato a sus ojos’ (1 Juan 3:21, 22). Una de las preocupaciones principales al contemplar el matrimonio es la virtud y la espiritualidad del posible cónyuge. De más valor que el atractivo físico es la personalidad cristiana, junto con el amor a Dios y la devoción de toda alma a él. Quienes valoran y cumplen con su obligación de ser cónyuges fuertes en sentido espiritual disfrutan de la aprobación divina. Y la mayor fortaleza de la pareja proviene de la devoción mutua al Creador y la

aceptación plena de su consejo. De este modo se honra a Jehová, y la relación marital comienza sobre una base espiritual sólida que contribuirá a tener una unión permanente....


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