Definición del Abuso infantil PDF

Title Definición del Abuso infantil
Author Edgar Leon
Course Violencia infantil
Institution Université Publique du Nord au Cap-haïtien
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Resumen sobre abuso infantil y tipos...


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Maltrato infantil El abuso infantil ocurre cuando un adulto (padre, madre u otro) provoca daño físico o emocional a un niño. Los casos más graves de abuso infantil pueden terminar en la muerte. Los que sobreviven pueden sufrir heridas emocionales que pueden durar mucho tiempo después de que los golpes físicos hayan sanado. Los niños que son abusados son más propensos a tener problemas de construir y mantener relaciones a lo largo de sus vidas. También son más propensos a tener baja autoestima, depresión, pensamientos de suicidio, y otros problemas de salud mental. Tipos de Maltrato infantil Abuso físico El abuso físico es una lesión no accidental (puede ser desde moretones pequeños hasta fracturas graves o muerte) causada por puñetazos, golpizas, patadas, mordidas, sacudidas del cuerpo, tiradas, puñaladas, asfixias, golpes (con una mano, palo, cinturón u otro objeto), quemaduras o alguna otra manera de causar daño provocada por el padre, proveedor de cuidado u otra persona a cargo del niño. No se considera una forma de abuso cuando alguien recurre a la fuerza física para disciplinar a un niño (con nalgadas o el uso de la palmeta) siempre y cuando sea un castigo racional y el niño no sufra un daño corporal. Negligencia La negligencia es la falta por parte de un padre, guardián u otro proveedor de cuidado de atender las necesidades básicas de un niño. La negligencia puede ser:    

Física: (cuando no se proveen las necesidades básicas como una vivienda o alimentos, o cuando no hay supervisión adecuada) Médica (cuando no se provee el tratamiento médico o de salud mental necesario) Educacional (cuando se le niega al niño el derecho a la educación o cuando se ignoran necesidades escolares especiales) Emocional (la inatención a las necesidades emocionales del niño; cuando no se le da un cuidado psicológico adecuado; cuando se le permite usar el alcohol y las drogas)

A veces los valores culturales, los estándares de cuidado en una comunidad y la pobreza pueden contribuir al maltrato, indicando que la familia necesita información o asistencia. Cuando una familia no se beneficia de la información y los recursos disponibles, y la salud o seguridad del niño está en riesgo, entonces la intervención por parte de profesionales del bienestar de menores podría ser requerida. Además, en muchos países la definición legal de la negligencia deja exentos de culpabilidad a aquellos padres que han optado por no buscar atención médica para sus hijos por razón de creencias religiosas que prohíben estos tratamientos. Abuso sexual El abuso sexual ocurre cuando un padre, madre o proveedor de cuidado juega con o acaricia los genitales de un niño; o cuando hay penetración, incesto, violación, sodomía, exhibicionismo o explotación por medio de la prostitución o la producción de materiales pornográficos. Se define al abuso sexual como “el empleo, el uso, la persuasión, la instigación, la provocación o la coerción de cualquier niño para que participe en un acto sexual, o el asistir a otra persona para que sea partícipe de una conducta sexualmente explícita, o la simulación de dicha conducta con el propósito de producir la representación visual de dicha conducta; o la violación, y, en casos donde haya un proveedor de cuidado o una relación interfamiliar, la violación de un menor, el abuso, la prostitución o alguna otra forma de explotación sexual de los niños, o el incesto con los niños”.

Abuso emocional El abuso emocional (o abuso psicológico) es un comportamiento recurrente que impide el desarrollo emocional de un niño y perjudica su autoestima. Este comportamiento puede incluir la crítica constante, las amenazas, el rechazo, así como la falta de amor, cariño o apoyo. El abuso emocional es difícil de comprobar, y por esta razón es posible que los servicios de protección de menores no puedan intervenir sin evidencia de que existe un daño físico o mental. El abuso emocional casi siempre se manifiesta cuando se identifican otras formas de maltrato. Abandono El abandono se define en algunos lugares como una forma de negligencia o descuido. Por lo general, se considera que un niño ha sido abandonado cuando se desconoce la identidad de los padres o su paradero, cuando se deja solo al niño en circunstancias donde sufre daños graves o cuando los padres no mantienen el contacto o no proveen el apoyo necesario durante un periodo de tiempo determinado. Abuso de sustancias El abuso de sustancias es un elemento de la definición de abuso y negligencia de menores en muchos estados en los Estados Unidos. Varios estados incluyen las siguientes actividades como una forma de abuso y negligencia de menores:    

Riesgo o exposición prenatal que pone en peligro al niño debido al consumo de sustancias ilícitas u otras sustancias por parte de la madre Manufactura de metanfetaminas estando presente un niño Vender, distribuir o dar sustancias ilícitas o alcohol a un niño El uso de una sustancia controlada por parte de un cuidador que incapacita su habilidad para cuidar al niño

Dinámica del abuso sexual infantil Es el abuso sexual con personas menores de 18 años, es una forma de violencia sexual que atenta contra la integridad y la dignidad de los niños, niñas y adolescentes. Ocurre cuando ellos son estimulados sexualmente por una persona que quiere obtener placer propio (o el de otros), son abusados sexualmente y puede ser con o sin contacto físico. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el abuso sexual infantil es la utilización de un niño, niña o adolescente en una actividad sexual que no comprende, para la cual no está en capacidad de dar su consentimiento y no está preparado por su desarrollo físico, emocional y cognitivo. Claves practicas que permitan proteger a los niños de la violencia sexual infantil El permanecer activamente involucrado en la vida de un(a) niño(a) puede hacer más obvias las señales de advertencia de abuso sexual del niño y ayudar a que se sienta más cómodo(a) acudiendo a usted si algo no está bien. Si usted ve o escucha algo que le preocupa, usted puede tomar acción para proteger a su hijo(a).  



Muestre interés en su vida cotidiana. Pregúnteles qué hicieron durante el día y con quién. ¿Con quién se sentaron a la hora del almuerzo? ¿Qué juegos jugaron después de la escuela? ¿Se divirtieron? Procure conocer a las personas en la vida de su hijo(a). Sepa con quién está pasando tiempo su hijo, incluyendo otros niños y adultos. Pregúnteles a sus hijos sobre los niños con quienes van a la escuela, los padres de sus amigos, y otras personas con las que podrían entrar en contacto, como compañeros de clase o entrenadores. Hable sobre estas personas abiertamente y haga preguntas para que su hijo(a) se pueda sentir cómodo(a) haciendo lo mismo. Escoja cuidadosamente a quienes cuidan a sus hijos. Ya sea una niñera, una escuela nueva o una actividad después de la escuela, sea cuidadoso(a) en seleccionar a quienes cuidarán a su hijo(a). (Para leer más en inglés, haga clic aquí.)















Hable sobre los medios de comunicación social. Los incidentes de violencia sexual regularmente son transmitidos en las noticias y representados en programas de televisión. Hágale preguntas a su hijo(a) sobre esta cobertura para empezar una conversación. ¿Preguntas como, “Has llegado a oír antes que esto haya sucedido?” o “¿Qué harías tú si estuvieras en esta situación?” le pueden indicar a su hijo(a) que estos son asuntos importantes sobre los cuales puede hablar con usted. (Para leer más en inglés sobre cómo hablarles a sus hijos sobre el asalto sexual, haga clic aquí.) Sepa cuáles son las señales de advertencia. Familiarícese con las señales de advertencia del abuso sexual de los niños y observe cualquier cambio con su hijo(a), sin importar lo pequeño que sea. Bien sea que le esté pasando a su hijo(a), o a un(a) niño(a) que conozca, usted podría cambiar su vida involucrándose. (Para leer más en inglés sobre las señales de advertencia del abuso sexual, clic aquí. Para leer más en inglés sobre como involucrándose, clic aquí.) Enséñeles a sus hijos que hay límites. Hágale saber a su hijo(a) que nadie tiene derecho a tocarlo(a) o hacerlo(a) sentir incómodo(a) — esto incluye abrazos de los abuelos o inclusive cosquillas de mamá o papá. Es importante hacerle saber a su hijo(a) que su cuerpo es solamente suyo. De la misma importancia es recordarle a su hijo(a) que el (ella) no tiene derecho a tocar a otra persona si dicha persona no quiere que le toquen. Enséñele a su hijo(a) cómo hablar sobre su cuerpo. Desde una edad temprana, enséñele a su hijo(a) los nombres de las partes de su cuerpo. El enseñarles estas palabras les da la habilidad de venir a usted cuando algo no está bien. Permanezca disponible. Aparte un período de tiempo para pasar con su hijo(a) sin distracciones. Hágale saber a su hijo(a) que él (ella) puede acudir a usted si tiene preguntas o si alguien le está hablando en una forma que lo (la) hace sentirse incómodo(a). Si ellos vienen a usted con preguntas o preocupaciones, mantenga su palabra y aparte tiempo para hablar. Dígales que esto no los meterá en problemas. Muchos perpetradores usan amenazas o les dicen que mantengan el secreto como una forma de mantener a los niños callados sobre el abuso. Recuérdele a su hijo(a) regularmente que no se meterán en problemas por hablar con usted, sin importar lo que tengan que decir. Si ellos vienen a usted, mantenga su promesa y evite castigarlos por haber hablado. Deles la oportunidad de plantear nuevos temas. Algunas veces el hacer preguntas directas como, “¿te divertiste?” y “¿Lo pasaste bien?” no le dará las respuestas que necesita. Dele la oportunidad a su hijo(a) de hablar sobre sus propias preocupaciones o ideas haciendo preguntas abiertas como “¿Hay algo más sobre lo que quieras hablar?”

Factores que ponen en riesgo de abuso a niños      

Pobre desarrollo en destrezas relacionadas con la seguridad personal, Sufran maltrato ya sea físico o psicológico, Tengan una vida familiar temprana caótica y disfuncional, Sufran negligencia en el cuidado, escasa supervisión de las figuras parentales, Modelos parentales próximos poco desarrollados, presenten problemas emocionales, con necesidades de afecto y atención. Con pobre información acerca de la sexualidad normal del niño y del adulto, Presenten discapacidad física o mental en una o ambas figuras parentales o que sean alcohólicos.

Proceso de abuso sexual El proceso judicial también es duro para la víctima, sobre todo por dos motivos: el reencuentro con el acusado y la confrontación con el delito, es decir, tener que revivir los hechos. Ahora se puede solicitar no estar en presencia del agresor, por ejemplo a través de videoconferencia, pero es algo que decide el tribunal. “Hay salas que lo rechazan si el niño tiene ya 12 o 13 años y les hacen declarar detrás de un biombo”. “Es muy duro”, afirma el letrado.

A esto se une la desesperación por la lentitud del proceso, que puede alargarse varios años, casi siempre por una estrategia de la defensa del presunto agresor. “La mayoría intenta retrasarlo lo máximo posible, sobre todo porque cuanto más tiempo pase entre los hechos y la declaración del menor, esta se hace menos creíble”. Esto es determinante, porque el juez resuelve el caso a través de su percepción subjetiva, algo que los agresores saben y aprovechan. Las trabas para un adulto Denunciar un abuso sexual infantil siendo adulto tiene la misma validez. La prescripción del delito empezará a contar a partir de que la víctima cumpla los 18 años, independientemente de cuándo se haya cometido. Esto es así desde 1999 tras una reforma en la ley. En este caso conseguir pruebas es muy difícil, y muchas veces solo existe la declaración de la víctima. Como la ley considera que los adultos tienen más fundamentos lingüísticos que los niños, el testimonio deberá reunir tres requisitos para tener validez. Por un lado, no pueden existir conflictos entre la víctima y el supuesto agresor, además deberá haber verosimilitud en el relato a través de hechos objetivos y por último, debe persistir la incriminación a través del tiempo. Leyes y penas vigentes Los delitos contra la libertad e intimidación sexual están reconocidos en el Título VIII del Código Penal español. A la hora de valorar un caso hay que distinguir entre agresión sexual (Art. 178) y abuso sexual (Art. 181). La diferencia es que en el primero hay violencia o intimidación, lo que es un agravante. Lo segundo a considerar es si ha existido penetración o no. Las penas que se contemplan van desde uno hasta 15 años de cárcel, aunque un agresor condenado a dos años o menos, no ingresaría en prisión si no tiene antecedentes penales. Además, en España se promulgó en 1996 una ley orgánica recogida en el Código Civil de la protección jurídica del menor, que acoge a los niños en situación de desamparo. Implicaciones del abuso sexual Consecuencias a corto plazo La investigación acerca de las consecuencias del abuso sexual en la etapa preescolar es escasa. Además, al contrario de lo que ocurre con los estudios de adultos, que se han realizado tanto con muestras clínicas como no clínicas, la información sobre los niños, con unas pocas excepciones, se ha obtenido a partir de muestras clínicas, todas ellas en contacto con servicios de protección del menor y con las autoridades judiciales (Myers et al., 2002). En general, a lo largo del ciclo vital se produce un tránsito de la sintomatología hacia formas de manifestación típicas de cada etapa evolutiva (Lameiras, 2002). De este modo, durante la infancia los principales efectos parecen ser los problemas somáticos (enuresis, encopresis, dolores de cabeza y dolores estomacales), retrasos en el desarrollo, problemas internalizantes (especialmente ansiedad y retraimiento), y especialmente, trastorno de estrés post-traumático y conducta sexualizada (por ejemplo, masturbación excesiva o en público) (Mellon, Whiteside y Friedrich, 2006). Todos los autores de revisiones (p.e., Pereda, 2009) coinciden en que el síntoma más característico en las víctimas de este grupo de edad es la expresión de algún tipo de conducta sexualizada. Este comportamiento sexual inapropiado de los preescolares objeto de abuso sexual se ha encontrado utilizando toda una variedad de instrumentos de evaluación que van desde las valoraciones realizadas por los padres en el CBCL, la observación de juego libre con muñecos anatómicos y la evaluación de los dibujos de figuras humanas (Cortés y Cantón, 2008). La investigación sobre las consecuencias del abuso es considerablemente más numerosa entre los niños en edad escolar. En este grupo de edad aparecen algunos nuevos síntomas, mientras que otros son consistentes con la investigación en

niños más pequeños. En el dominio físico/motor, la enuresis todavía aparece como un problema, habiendo encontrado algunos autores otros problemas físicos tales como dolores de estómago y de cabeza en niñas abusadas sexualmente (Trickett, Noll, Reifman y Putnam, 2001). En el campo socio-emocional, al igual que ocurría con los niños más pequeños, todavía se pueden encontrar las conductas sexuales inapropiadas y los problemas internalizantes como la ansiedad, depresión y retraimiento (p.e., Hébert, Tremblay, Parent, Daignault y Piché, 2006). Pero durante esta etapa pueden aparecer también una serie de problemas nuevos. Los problemas externalizantes (p.e., agresiones y problemas conductuales), trastornos disociativos, problemas en las relaciones con los iguales, bajo rendimiento escolar y desregulaciones en los niveles de cortisol y otros trastornos psicobiológicos debidos a una desregulación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (lo que podría explicar los problemas emocionales de las víctimas) son más frecuentes entre niños víctimas de abuso sexual que entre niños no víctimas (Trickett et al., 2001; Trickett, Noll, Susman, Shenk y Putnam, 2010). Finalmente, en el caso de los adolescentes, la mayoría de los resultados encontrados son similares a los de niños en edad escolar. Los estudios han encontrado desregulaciones en los niveles de cortisol y otros trastornos psicobiológicos, problemas internalizantes y externalizantes, trastornos disociativos, síntomas de Trastorno de Estrés Post-traumático (TEP) y problemas en el rendimiento escolar y cognitivo (Muela, Balluerka y Torres, 2013; Noll, Trickett, Susman y Putnam, 2006; Trickett et al., 2001). También, es más probable que los adolescentes abusados sexualmente, comparados con los niños, realicen actividades delictivas, sufran trastornos de la alimentación, problemas físicos de salud, consuman drogas, lleven a cabo más conductas suicidas y auto-lesivas y conductas sexuales tempranas y de riesgo (Feiring, MillerJohnson y Cleland, 2007). Consecuencias a largo plazo En general, los estudios en los que se evalúan los efectos a largo plazo de los abusos sexuales en la infancia muestran una disminución de la sintomatología con el paso del tiempo. En su estudio meta-analítico, Rind, Tomovich y Bauserman (1998) concluyeron en relación con la nocividad de estas conductas que alrededor de 2/3 de los hombres y 1/3 de las mujeres que habían mantenido actividad sexual con otros adolescentes y/o adultos durante la infancia no mostraban sintomatología clínica en la edad adulta. Sin embargo, hay que precisar que si bien hay alguna sintomatología que remite claramente para algunas personas, especialmente aquella que tiene que ver con las manifestaciones de ansiedad (e. g., miedo, problemas para dormir), en otros casos las sintomatologías parecen agravarse, especialmente si no son tratadas inicialmente, como las que tienen que ver con las manifestaciones de agresividad o las cuestiones sexuales. Otro aspecto a tener en cuenta es la aparición de efectos durmientes ("sleeper effects") en algunas víctimas. Los efectos durmientes hacen referencia a la situación en la que el niño no muestra problemas significativos inmediatamente después del abuso. Sin embargo, al transcurrir el tiempo, la víctima empieza a manifestar problemas emocionales o conductuales de una etiología no clara. Los estudios iniciales identificaron la aparición de "efectos durmientes" un año después del abuso (Mannarino, Cohen, Smith y Moore-Motily, 1991). Sin embargo los estudios más recientes indican que este tipo de efectos pueden aparecer mucho más tarde de lo que inicialmente se creía. De hecho, en ocasiones la sintomatología puede surgir durante la edad adulta (Cantón-Cortés, 2013), debido a una revictimización o incluso en ausencia de ésta. Incluso un suceso estresante o que recuerde al abuso sufrido puede hacer aparecer la sintomatología. Las víctimas adultas de abuso sexual infantil presentan una mayor probabilidad de padecer trastornos emocionales como depresión, ansiedad, baja autoestima o problemas en las relaciones sexuales (Berliner y Elliot, 2002; Guerricae-chevarría y Eheburúa, 2005). De acuerdo con autores como Berliner y Elliot (2002), la depresión es uno de los síntomas más frecuentes en adultos abusados sexualmente durante la infancia. Ferguson, Boden y Horwood (2008), por ejemplo, llevaron a cabo un estudio longitudinal durante 25 años con más de 1000 niños, evaluando los efectos del ASI y del maltrato físico sobre el ajuste psicológico. Estos autores encontraron un efecto muy superior del ASI al del maltrato físico, siendo una de las principales consecuencias del abuso sexual la mayor tasa del trastorno depresivo entre las víctimas. El historial de ASI se suele relacionar también con síntomas de ansiedad en la etapa adulta, tanto en muestras clínicas como comunitarias (Guerricaechevarria y Eheburua, 2005; López-Soler, et al. 2012). Las víctimas de abuso sexual presentan una probabilidad hasta 5 veces mayor que el resto de la población de ser diagnosticada de al menos un

trastorno de ansiedad como trastorno de ansiedad generalizada, fobias, trastorno de pánico o trastorno obsesivo compulsivo (Berliner y Elliott, 2002). Otro síntoma común entre los adultos que fueron víctimas de ASI es la baja autoestima. Cantón y Justicia (2008) llevaron a cabo un estudio con una muestra de 83 estudiantes universitarios víctimas de ASI, encontrando que el historial de ASI...


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