Delfos EL Templo De Apolo PDF

Title Delfos EL Templo De Apolo
Author Angel Santana Garcia
Course historia antigua universal
Institution Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
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Summary

Trabajo de análisis sobre conferencia del profesor Elvira en la Fundación March, sobre Delfos y el Templo de Apolo...


Description

Conferencia del ciclo* "Historiografía, mito y arqueología, las ciudades en la antigüedad mediterránea” Fundación Juan March - Madrid *ESTE CICLO TUVO LUGAR DEL 22 DE ENERO AL 14 DE FEBRERO DE 2013 Desde Jericó hasta Pompeya… Este ciclo, desarrollado gracias al mecenazgo de la Fundación Juan March en Madrid, durante los primeros meses del año 2013 y bajo la coordinación de Enrique Baquedano, intenta trazar un recorrido por la historiografía y la arqueología de algunas de las

más importantes ciudades del Mediterráneo, ciudades que han llegado a

nosotros, vistas bajo el prisma de

incontables mitos y

variopintas recreaciones

artísticas. Durante

este conjunto de conferencias, algunos de los más reconocidos

especialistas en distintos campos, examinan los misterios de la existencia, más o menos mítica de distintas urbes. En palabras del coordinador de este ciclo: "Desde que los seres humanos entráramos en el Neolítico, la producción de alimentos favoreció el sedentarismo y con ello los primeros poblados cuya expresión máxima de la complejidad social se manifiesta en la Ciudad. En el Próximo Oriente surgen las primeras ciudades en un fenómeno que se extiende rápidamente por todo el Mediterráneo. Así veremos como muchas de estas ciudades se convierten en seres con vida propia que llegan a nosotros como lugares historiados y a veces soñados”. La arqueología es una disciplina científica claramente tributaria de la historia, lo que nos permite revisitar estos sitios convertidos ahora en yacimientos, y de esta forma intentar reconstruir las costumbres, la forma de vida y creencias de sus moradores.

Conferencias de este ciclo: 22 ENE 2013

De Jericó a Babilonia, o del poblado a la ciudad en el Oriente

Miquel Molist 24 ENE 2013

La Jerusalén terrestre

Carolina A. Aznar 29 ENE 2013

Alejandría. La puerta del mundo

José Ramón Pérez-Accino 31 ENE 2013

Troya, entre realidad y poesía

Antonio Alvar 5 FEB 2013

Delfos, la morada de Apolo

Miguel Ángel Elvira Barba 7 FEB 2013

Nvmantia o la fábula de David contra Goliat

Enrique Baquedano 12 FEB 2013

Cartago: la gran metrópolis olvidada

Manuel Bendala 14 FEB 2013

Pompeya, pasado y presente. La investigación y los problemas de

supervivencia de un yacimiento excepcional Albert Ribera

Conferencia del ciclo "Historiografía, mito y arqueología, las ciudades en la antigüedad mediterránea” Fundación Juan March - Madrid

5 FEB 2013

Delfos, la morada de Apolo Miguel Ángel Elvira Barba Datos biográficos: Miguel Ángel Elvira Barba (Madrid, 1950) ha llevado a cabo toda su carrera docente en la Universidad Complutense de Madrid, donde es Catedrático de Hª del Arte. Ha ocupado dos puestos de relevancia fuera de la universidad: entre 1997 y 1999 ha sido Jefe del Departamento de Conservación de Escultura en el Museo del Prado, y entre 2000 y 2004 ha sido Director del Museo Arqueológico Nacional. Su actividad científica y divulgadora se extiende en campos muy diversos, que abarcan las culturas de la Antigüedad Clásica (con particular incidencia en Grecia y Etruria), el arte bizantino y el coleccionismo de esculturas antiguas en los siglos XVII y XVIII. Ha comisariado diversas exposiciones, nacionales e internacionales, ha publicado más de quince libros (Arte y mito. Manual de iconografía clásica, Ed. Sílex, Madrid, 2008. Las esculturas de Cristina de Suecia. Un tesoro de la Corona de España, Real Academia de la Historia, Madrid, 2011; Manual de arte griego. Obras y artistas de la antigua Grecia, Ed. Sílex, Madrid, 2013) y ha escrito unos 150 artículos, tanto de investigación como de ensayo. Entre sus distinciones y títulos, cabe señalar que es Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Miembro Correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán de Berlín.

Reseña de la conferencia: En esta conferencia Miguel Ángel Elvira nos acerca a Delfos, una ciudad que ha conjugado un carácter urbano más bien intrascendente para la historia, la llama aldeíta el propio ponente, y un carácter religioso fundamental en la Grecia de la época. Constituyendo el auténtico epicentro u ombligo del “mundo” y probablemente el santuario de adivinación más mítico y famoso de la antigüedad, aunque compartiera con otras ciudades santuario a Apolo protagonismo en la época, como eran Claros y Dídima. En palabras del propio Elvira “desde el periodo micénico, Delfos fue a la vez una pequeña ciudad y un centro religioso. Al principio, fue su carácter urbano el que dominó, con murallas, restos de casas y necrópolis. Muy pocos restos señalan que por entonces hubiese una actividad cultual superior a la de otras ciudades; y, sin embargo, hay razones para pensar que, inmediatamente bajo los muros y junto a una fuente –la Casótide- pudo ya entonces instalarse una adivina. Más tarde, tras unos siglos de los que poco sabemos, se instaló allí un santuario de Apolo, que se apropió de ese oráculo, convirtiéndolo en una parte esencial de su culto. Desde entonces, la población quedó oscurecida por el carácter religioso del lugar: sin duda suministró los sacerdotes y la adivina –la pitia délfica-, pero el santuario tomó el carácter de panhelénico, abierto a todos los griegos, y dominó la comarca, impidiendo el desarrollo de una verdadera polis independiente junto a él. Por tanto, lo que cumple es estudiar este santuario, recorrerlo, visitar sus monumentos principales y, sobre todo, aproximarse al curioso fenómeno de la posesión divina que hacía entrar en éxtasis a la mujer que emitía los oráculos”. Está pues la conferencia encaminada a encauzarnos en una visita guiada a la Delfos santuario, bajo el prisma de un Catedrático en Historia del Arte y esto se nos hace evidente desde el minuto uno. Propone Elvira un recorrido por el ascendente camino al santuario de Apolo, bien se hubiese llegado a Delfos por tierra desde Atenas o a través de la bahía de Itea por mar. Tomamos el curso del rio Pleistos y ascendemos entre un bello paisaje rodeado por las rocas Fedriades, origen en ocasiones de importantes desgracias en forma de derrumbes que azotaron la zona, dado su carácter volcánico y que hoy nos permite distinguir varias Delfos, según su época histórica.

Desde allí se ascienda hasta la llegada al Parnaso nevado, donde residían Apolo, las musas y toda una serie de genios de la naturaleza y a cuyos pies se situaba una cueva que era visitada de forma reverencial por los griegos de la época “El Antro Coricio”. Y así llegábamos al santuario, por su única entrada. Y para su descripción utiliza el ponente a dos cicerones de lujo. Para describir la primera parte del recorrido utiliza los escritos realizados por Pausanias y con posterioridad al más detallista e “implicado” Plutarco. Comienza Pausanias describiendo muy someramente el “Santuario de Atenea Pronaia”, casi en ruinas en su época, o el “Santuario del héroe Fílaco” que ayudó a los delfios contra los persas. Luego nos hace una reseña rápida del “gimnasio”, de importancia para los griegos, que daban al deporte una preponderancia extrema “juegos píticos”. Continúa su ascenso hacia el santuario de Apolo hasta que se encuentra con la “Fuente Castalia” cuya única referencia hecha por Pausanias, es que su agua es buena para beber, obviando que fuera fuente de inspiración poética de tantos autores posteriores. O que se utilizaba como elemento purificador para los peregrinos o sacerdotes del Templo, teniendo pues una gran importancia ritual. Y así llegamos a la entrada del santuario en sí, y aquí Elvira cambia de guía y pasamos a Plutarco como cicerone. Alumno de los sofistas en Esmirna y con evidentes influencias egipcias tras pasar por Alejandría, vivencias que le llevan a obras como “Sobre Isis y Osiris”. Posteriormente visitó Roma en varias ocasiones recopilando información para la que sería o su obra capital “Las vidas paralelas”. Ya en su madurez recibe un cargo honorífico que tiene una incidencia clave en el tema tratado, y es que es nombrado hacia el año 88-89 sacerdote de Delfos, por lo que tiene un mayor y mejor conocimiento del Santuario, haciéndonos su guía más amena y precisa. De su mano pues, nos adentramos ya en la zona de acceso al templo y sus aledaños a través de la “Vía Sacra”. Evidencia toda esta zona como diría Martinsen acerca del urbanismo griego, un caos urbanístico notable. Toda la vía de acceso hasta el templo aparecía llena de exvotos en forma de estatuas de bronce, dedicadas por distintas ciudades a diferentes personajes por triunfos

militares, de entre las que destaca un conjunto de esculturas conmemorativas a la batalla de Maratón por Fídias. Desde este punto nos iremos encontrando diversas edificaciones, o pequeños santuarios, denominados tesoros, de distinta importancia histórica y con diversos grados de conservación. Así nos encontramos con “El tesoro de los Sifnios”, con un grado de conservación importante de los frisos y el frontón, donde destaca la lucha de Apolo y Hércules por el trípode de Delfos. Si continuamos camino nos encontramos al fondo con el llamado “Tesoro Ateniense”, perfectamente restaurado a día de hoy y al parecer edificado como celebración de la instauración de la democracia en Atenas. Justo tras el tesoro ateniense, las excavaciones francesas encuentran un conjunto de gran valor artístico, es el llamado “Cleobis y Bitón ”, escultura de gemelos que nos ilustran la transición del estilo dedálico al arcaico, y al que únicamente había hecho referencia Heródoto (siglo V a.C.), y que en época de Pausanias y Plutarco se encontraba enterrado y éstos jamás pudieron ver. Desde ahí nos encontramos con una extensión despoblada donde se celebraba cada año la representación de la muerte de La Pitón a manos de un joven local y desde aquí podemos entrever lo que será uno de los puntos principales de nuestra peregrinación por Delfos, “La roca de la Sibila”. Sobre esta piedra, es según la tradición local, sobre la que la sibila comenzó en época indeterminada a emitir oráculos. Este término “sibila” asociado a la adivinación, proviene de muy antiguo y se basa en la existencia de una mujer llamada Sibila y que deambulaba por las ciudades griegas, entrando a las Ágoras donde comenzaba a bailar desenfrenadamente, gesticulando y entrando en un extraño éxtasis y cuyas palabras comenzaron a creerse predicciones. En esta misma zona y tras los muros del tesoro de los atenienses, los arqueólogos franceses encontraron con posterioridad, una pieza de gran importancia artística y que no se encontraba a la vista en época romana, “La Esfinge de Naxos”. También quedan restos, aunque muy deteriorados, de un pequeño edificio, pero de gran fama en la antigüedad edificado por los Cnideos, por contener dos cuadros de

Polignoto de Tasos. Y en cuya parte trasera aparecen nuevamente un gran grupo de exvotos, donde se encontró una importante obra como es “Las bailarinas de la columna de Acanto” atribuida a Praxíteles y hoy en el museo de Delfos. “El Auriga de Delfos” una escultura griega del denominado estilo severo (transición entre la escultura arcaica y la clásica). Se realizó, en bronce, en el año 474 a. C. para conmemorar la victoria del tirano Polizalo de Gela y que fue encontrado tras la caída de un muro de la parte trasera del templo. Si continuamos la ascensión por la parte trasera del templo terminamos topándonos con el “Teatro” y el “Estadio”, financiada su culminación por Herodes Ático, un retórico y político griego al servicio del Imperio romano y famoso por su fortuna y mecenazgo público. No podemos terminar este recorrido sin detenernos a apreciar la presencia de l “Ónfalos de Delfos”. El ónfalos es el ombligo del mundo. La leyenda cuenta que el dios Zeus mandó volar a dos águilas desde dos puntos opuestos del Universo. Las águilas llegaron a encontrarse aquí, en Delfos, donde una piedra cónica llamada ónfalos muestra el lugar. La piedra, en forma de medio huevo, fue encontrada durante las excavaciones cerca del templo de Apolo. Estas piedras representando el ombligo del mundo eran un símbolo del centro, del lugar donde empezaría la creación del mundo. Al colocarlas en un determinado espacio, lo sacralizaba y lo convertía en el centro religioso. En el caso del ónfalos de Delfos, así fue y es por lo que este santuario se convirtió en el ombligo o centro religioso de toda Grecia. Y finalmente nos adentramos ahora si, en el “Templo de Apolo”,

que se

remonta al siglo IV a. C. es un templo de estilo dórico períptero y fue construido sobre los restos de un templo anterior, fechado en el siglo VI a. C., que a su vez fue erigido en el emplazamiento de otro del siglo VII a. C. De planta rectangular y con doble columnata lateral, destacan en su pronaos tres inscripciones que traducidas vienen a decir: “Conócete a ti mismo” “Nada en exceso” y la “ε” letra épsilon. Aparecían después una estatua de Homero otra de Dionisos y al fondo albergaba un foso, que era donde se situaba la Pitia o adivina.

El proceso de solicitar oráculo era el siguiente. Se presentaba una cabra en sacrificio, como reseña detalladamente Plutarco, a la que se mojaba con agua hasta que el animal comenzase a temblar, era entonces sacrificada en el altar del templo “Altar de Quios”. Fueron muchos los importantes personajes históricos que acudieron a solicitar el oráculo, desde reyes como Creso o Alejandro Magno hasta héroes mitológicos como el rey de Atenas Erecteo. Los oráculos eran dictados por la pitia a los sacerdotes y estos a su vez los interpretaban y transmitían en verso a los solicitantes. Ésta se situaba dentro del foso, junto a una estatuilla de Apolo en oro, sentada en un trípode y sosteniendo una rama de laurel en la mano y tras beber del agua de la fuente castalia e inspirar unos extraños vahos que le hacían entrar en trance, adivinaba, profetizaba el futuro o daba respuesta a las preguntas del solicitante, todo ello tras una cortina que le separaba del visitante. Del origen de los famosos vahos o emanaciones existen dos teorías. Una que los relaciona con emanaciones de gases de origen volcánico procedentes de dos fallas en el subsuelo del templo y la escuela francesa que niega la existencia de tales fallas reduciendo las emanaciones a mero mito. En cualquier caso la denominada “Pax romana” supuso la entrada en decadencia de Delfos como santuario. Ya no hay batallas sobre las que preguntar, ni guerras sobre las que pronosticar. Y de este modo y un par de siglos después de Plutarco, en época del Juliano (último Emperador pagano), se mandó un emisario en busca de consejo y la pitia de entonces le dio, el que sería conocido como último oráculo. “Decid al emperador que el vestíbulo decorado se ha caído por tierra, Apolo ya no tiene morada, ni laurel profético, ni fuente que hable, el agua parlante se ha callado”.

Opinión personal: Interesante ponencia del Profesor Elvira, en la que como es normal deja patente su condición de historiador del arte, relegando a segundo plano, el aspecto estrictamente histórico, arqueológico o incluso el antropológico, del que hubiese resultado interesante tener mayor información. Hacemos un recorrido “turístico-cultural” por el Delfos del siglo I, con algunas referencias a épocas anteriores, pero sin hacer más que una arqueología de museo, como el mismo Elvira reconoce, y que es a lo que estamos avocados a día de hoy.

Bibliografía: https://www.youtube.com/watch?v=QPLDWWzvYvc https://es.wikipedia.org/wiki/Or%C3%A1culo_de_Delfos https://www.march.es/actos/22930/...


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