Ejercicios DE LA Narracion (Autoguardado) PDF

Title Ejercicios DE LA Narracion (Autoguardado)
Author Brahyan Lopez
Course Lengua Española III
Institution Universidad Autónoma de Santo Domingo
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UNIDAD VI TEMA 1: LA NARRACIÓN

1. Investiga en diferentes fuentes y responde a las siguientes preguntas:

1. Explica que es un texto es narrativo: El texto narrativo es aquel en el que un narrador cuenta unos hechos que les suceden a unos personajes en un tiempo y un lugar determinados. Tambien puede ser un escrito que relata o narra como su nombre lo indica, historia, cuento, hechos o mitos, en lo que intervienen personajes reales o ficticios. 2. Señala las partes de los textos narrativos: Las partes de la narración son 3: planteamiento o principio. Nudo o conflicto. Desenlace, resolución o conclusión.

3. Menciona los elementos que contiene un texto narrativo y define cada uno: Los elementos principales de un texto narrativo son: Estructura: La forma en la que está armado un texto narrativo se inicia con una introducción donde se presenta al lector uno o más hechos relevantes que le permitan hacerse una idea concisa del contenido principal del texto. Narrador: Es quien nos introduce a los hechos y nos introduce a través del texto. Existen varios tipos de narrador con diferentes características capaces de modificar la forma en la que el lector entiende el texto. Personajes: Son quienes dan vida a la historia a través de sus acciones. Los textos narrativos se basan en la interacción de un personaje con el mundo o con otros personajes. Contexto: Diálogos, ambientes, escenarios y épocas conforman el contexto necesario para dar sentido a la historia y a los personajes que la conforman.

4. Clasificación de los textos narrativos. Explica cada uno: Los textos narrativos se clasifican en:

Cuento: Relatos cortos, sencillo sobre hechos reales o imaginarios, en los cuales participan pocos personajes. La fabula: Es un relato ficticio donde los personaje son animales o seres inanimados, los que tienen características humanas. Al final del relato este deja una enseñanza o moraleja. Leyenda: Son relatos que tratan de explicar hechos que pueden ser inexplicables. También pueden hablar de sucesos paranormales explicando la existencia de fantasmas o espíritus. Mitos: Es un relato fantásticos donde los personajes principalmente son dioses o héroes. Sus relatos hablan acerca de la creación del hombre y mundo.

5. Traer un ejemplo de un texto narrativo y señala sus elementos, además de las partes que lo componen. EL KOALA PERDIDO

Erase una vez un Koala muy chiquito que se perdió en el bosque y estaba muy triste porque extrañaba a su mamá. Un día amaneció junto a una gallina y la gallina le preguntó: ¿Quién eres tú? Yo soy Roberto, dijo el Koala. Entonces la gallina lo corrió de su casa. El Koala se fue muy triste a buscar a su mamá y en la noche tenía mucho miedo. Al día siguiente amaneció con un búho. ¿Quién eres tú? —le preguntó el señor búho. Yo soy Roberto, dijo el Koala y el búho lo corrió de su casa. El Koala se fue muy triste a seguir buscando a su mamá. Llegó otra vez la noche y Roberto buscó un lugar para dormir. Al día siguiente amaneció con una mariposa. ¿Quién eres tú? —le preguntó la mariposa. Yo soy Roberto — respondió el Koala. ¿Y qué haces aquí, por qué no estás en tu casa? —preguntó la mariposa. Me perdí y no sé cómo llegar a mi casa, no sé cómo encontrar a mi mamá —respondió Roberto.

No te preocupes —dijo la mariposa— yo te voy a ayudar a encontrar a tu mamá; ven, vamos a buscarla. La mariposa sabía en qué parte del bosque vivían todos los koalas, así que no tardaron mucho tiempo para encontrar la casa de la señora Koala. ¡Por fin llegaba a su casa! Roberto y su mamá se pusieron muy felices. Ahora sí, pensó Roberto, puedo dormir tranquilo porque gracias a mi amiga la mariposa, ya nadie me va a correr de esta casa.

El cuento es narrativo Narrador: es quien nos introduce en el cuento Personajes: Roberto (koala), gallina, búho, mariposa Escenario: bosque

2. Lee con atención este cuento de Abelardo Castillo que se titula: “El hacha pequeña de los indios” Después, ella hizo un alocado paso de baile y una reverencia y agregó que por eso ésta era una noche especial, mientras él, incrédulo, la miraba con los ojos llenos de perplejidad (o de algo parecido a la perplejidad, que también se parecía un poco a la locura), pero la muchacha sólo reparó en su asombro porque él había sonreído de inmediato y cuando ella le preguntó qué era lo que había estado a punto de decirle, el hombre alcanzó a murmurar nada amor mío, nada, y se rió, y siguió riéndose como si aquello ya no tuviese importancia puesto que estaba loco de alegría, como si realmente se hubiera vuelto loco de alegría. Por eso, cuando ella fue hacia el dormitorio y agregó no tardes, el hombre dijo que no. Voy en seguida, dijo. Pero se quedó mirando el hacha que colgaba junto al aparador de cedro, nueva todavía, sin usar, porque esas cosas son en realidad adornos o poco menos que se regalan en los casamientos pero que nadie utiliza y quedan colgadas ahí, como ésta, en el mismo sitio desde hace un año, haciéndole recordar cada vez que la miraba (de un lado el filo; del otro, una especie de maza, con puntas, para macerar carne) viejas historias de indios cuando él era Ojo de Halcón y mataba al traidor o al lobo empuñando un hacha parecida a ésta. Sólo que aquélla era de palo y ésa estaba ahí, de metal brillante, frente al hombre que ahora, al levantarse y cruzar la habitación, evocó la primera noche que cruzó esta habitación igual que ahora, el día que se casaron pese al gesto ambiguo de los amigos, pese a las palabras del médico, la noche un poco casual en que se encontraron casados y mirándose con sorpresa, riéndose de sus propias caras, después de aquel noviazgo o juego junto al mar en el que hasta hubo una gitana y fuegos artificiales y un viejo napolitano que cantaba romanzas, fin de semana o sueño que él recordaba desde el fondo de un país de agua como una sola y larga madrugada verde, como estar desnudo y algo ebrio sobre una arena lunar,

de tan limpia, como un gusto a ola o a piel mojada pero sobre todo como un jirón de música de acordeón y la voz del viejito napolitano en alguna cantina junto a los malecones, vértigo que se consumó en dos días porque la muchacha era hermosa –linda como una estampa de la Virgen, dijo mamá al verla, te hará feliz, y también lo había dicho la gitana, que sin embargo bajó los ojos y no aceptó el dinero, y de pronto estaban riéndose y casados, pese al gesto cortado de algún amigo al saludarla, pese a que ella quería tener un hijo y a la gitana que decía la buenaventura entre los fuegos artificiales, pese al espermograma y al dictamen médico y a que cada vez que la veía mirar a un chico, cada vez que la veía acariciarles la cabeza y jugar atolondradamente con ellos como una pequeña hermana mayor de ojos alocados y manos como pájaros, pensaba estoy haciendo una porquería y sentía vergüenza, y asco, un asco parecido al que lo mareaba ahora, en el momento de descolgar el hacha pequeña, mientras la sopesaba lo mismo que sopesó durante un año entero la idea de contárselo todo, de contarle que al casarse con ella él le había matado de algún modo y para siempre un muchachito rubio, un chiquilín tropezante que jamás podría andar cayéndose, levantándose, dejando sus juguetes por la casa: hasta que al fin esta misma tarde él decidió contárselo todo porque supo secretamente que ella, la muchacha de ojos alocados y manos como pájaros, la perra, entendería. Y llegó a la casa pensando en el tono con que pronunciaría sus primeras palabras esa noche (tengo que decirte algo), el tono intrascendente o ingenuo que tienen siempre las grandes revelaciones. Por eso el hombre estaba cruzando ahora la habitación y empuñaba el hacha pequeña de los indios que le recordaba historias de matar al cacique o al lobo, o a la grandísima perra que esta noche, antes de que él hablara, dijo que tenía algo que decirle: algo que ella había dicho con el tono intrascendente e ingenuo de las grandes revelaciones. “Vamos a tener un hijo”, había dicho. Simplemente. Después, hizo un paso de baile y una reverencia. (Castillo, 1997 P. 239-240)

En los siguientes recuadros delimita el inicio, desarrollo, clímax y final del cuento Inicio Después, ella hizo un alocado paso de baile y una reverencia y agregó que por eso ésta era una noche especial, mientras él, incrédulo, la miraba con los ojos llenos de perplejidad (o de algo parecido a la perplejidad, que también se parecía un poco a la locura), pero la muchacha sólo reparó en su asombro porque él había sonreído de inmediato y cuando ella le preguntó qué era lo que había estado a punto de decirle, el hombre alcanzó a murmurar nada amor mío, nada, y se rió, y siguió riéndose como si aquello ya no tuviese importancia puesto que estaba loco de alegría, como si realmente se hubiera vuelto loco de alegría. Por eso, cuando ella fue hacia el dormitorio y agregó no tardes, el hombre dijo que no.

Desarrollo

Voy en seguida, dijo. Pero se quedó mirando el hacha que colgaba junto al aparador de cedro, nueva todavía, sin usar, porque esas cosas son en realidad adornos o poco menos que se regalan en los casamientos pero que nadie utiliza y quedan colgadas ahí, como ésta, en el mismo sitio desde hace un año, haciéndole recordar cada vez que la miraba (de un lado el filo; del otro, una especie de maza, con puntas, para macerar carne) viejas historias de indios cuando él era Ojo de Halcón y mataba al traidor o al lobo empuñando un hacha parecida a ésta. Sólo que aquélla era de palo y ésa estaba ahí, de metal brillante, frente al hombre que ahora, al levantarse y cruzar la habitación, evocó la primera noche que cruzó esta habitación igual que ahora, el día que se casaron pese al gesto ambiguo de los amigos, pese a las palabras del médico, la noche un poco casual en que se encontraron casados y mirándose con sorpresa, riéndose de sus propias caras, después de aquel noviazgo o juego junto al mar en el que hasta hubo una gitana y fuegos artificiales y un viejo napolitano que cantaba romanzas, fin de semana o sueño que él recordaba desde el fondo de un país de agua como una sola y larga madrugada verde, como estar desnudo y algo ebrio sobre una arena lunar, de tan limpia, como un gusto a ola o a piel mojada pero sobre todo como un jirón de música de acordeón y la voz del viejito napolitano en alguna cantina junto a los malecones, vértigo que se consumó en dos días porque la muchacha era hermosa –linda como una estampa de la Virgen, dijo mamá al verla, te hará feliz, y también lo había dicho la gitana, que sin embargo bajó los ojos y no aceptó el dinero, y de pronto estaban riéndose y casados, pese al gesto cortado de algún amigo al saludarla, pese a que ella quería tener un hijo y a la gitana que decía la buenaventura entre los fuegos artificiales, pese al espermograma y al dictamen médico y a que cada vez que la veía mirar a un chico. Clímax

cada vez que la veía acariciarles la cabeza y jugar atolondradamente con ellos como una pequeña hermana mayor de ojos alocados y manos como pájaros, pensaba estoy haciendo una porquería y sentía vergüenza, y asco, un asco parecido al que lo mareaba ahora, en el momento de descolgar el hacha pequeña, mientras la sopesaba lo mismo que sopesó durante un año entero la idea de contárselo todo, de contarle que al casarse con ella él le había matado de algún modo y para siempre un muchachito rubio, un chiquilín tropezante que jamás podría andar cayéndose, levantándose, dejando sus juguetes por la casa: hasta que al fin esta misma tarde él decidió contárselo todo porque supo secretamente que ella, la muchacha de ojos alocados y manos como pájaros, la perra, entendería.

Cierre Y llegó a la casa pensando en el tono con que pronunciaría sus primeras palabras esa noche (tengo que decirte algo), el tono intrascendente o ingenuo que tienen siempre las grandes revelaciones. Por eso el hombre estaba cruzando ahora la habitación y

empuñaba el hacha pequeña de los indios que le recordaba historias de matar al cacique o al lobo, o a la grandísima perra que esta noche, antes de que él hablara, dijo que tenía algo que decirle: algo que ella había dicho con el tono intrascendente e ingenuo de las grandes revelaciones. “Vamos a tener un hijo”, había dicho. Simplemente. Después, hizo un paso de baile y una reverencia.

3. Inventa una historia a partir de la siguiente idea: Carla, Marie y Luisy se fueron para Ocoa a visitar a un familiar de Carla, al salir de sus casas se montaron en un taxi que las trasladaría a la parada, donde tomarían la guagua que las llevaría a su destino, pero resulta que no fue así. Ellas habían sido secuestradas por una banda de delincuentes, porque luisy y marie eran muy reconocidas por su padre que era un personaje público muy importante, cuando Marie llamo a la casa de sus padres, uno de los delincuentes le dijo a Marie, que querían una recompensa para liberarlas y que solo tenían 24 horas, los padres de Marie se dirigieron a la casa de sus vecinos el cual eran los padres de Carla se armaron en quejas contra los padres de Carla, porque Carla había invitado a Marie a ese viaje por que no quería ir sola en el cual Marie dijo que si pero con la condición de llevar a su hermana luisy por que se quedaría en casa ese día con ella y no podía dejarla sola el cual Carla termino aceptando. Los padres de Marie y luisy se sentían muy agobiados llamaron al detective Jack malejo este tenía sus reconocimientos de rastreo de personas en la academia de Manchester california resolviendo 123 casos de secuestro en 1 año, jack se dirige rápidamente a la casa de los padres de Carla al llegar a la casa se encuentra con ambos padres de las chicas les dice: Jack - ¿está haciendo frio acá afuera? Padre de carla – si quiere podemos pasar dentro de mi casa Padre de marie y luisy – no voy a entrar a su casa usted es culpable de todo lo ocurrido. Jack – nadie es culpable de nada solo son errores que ocurren ahora ¿entramos a la casa? Ambos padres se calman, el padre de carla, jack y el padre de merie y luisy entran a la casa, el padre de merie y luisy le explica la situación a jack, jack de inmediato se pone a penzar y les dice a ambos padres que tengan calma y este se pone a investigar jack investiga con cual ropas las chicas estaban vestidas pero el padre de merie no supo describir la vestimentas de sus hijas pero el padre de carla si por que el estaba en casa el padre de carla dice que ella tenía gorro negro y camiseta blanca con la cara chayanne jack se dirige a la parada donde estas chicas fueron

secuestradas, al llegar a la parada jack observa un viejo vago que estaba tirado junto a la parada jack le dice. Jack -¿cuánto tiempo tienes en este lugar. El vago se ríe sarcásticamente y le contesta Vago- el mismo tiempo que llevas usando traje de cuero pareces detective Jack se enoja también suspira y le hace otra pregunta Jack - ¿Cómo sabes que soy detective: Este contesta Vago- lo sé todo y a la misma vez no sé nada así que lárgate. Jack sin más que decir le regala una moneda muy antigua le dice que esa es su moneda de la suerte el vago sujeta la moneda y se queda observando a jack pero jack se está retirando de ese lugar a paso lento. El vago sílbatea a Jack y este se devuelve donde el vago y el vago le pregunta Vago- ¿Dónde conseguiste esta moneda? Jack – un viejo amigo me la regalo algún día cuando vivía por este lugar Vago – sintió nostalgia y susurro en vos baja amigo mío cuanto tiempo sin verte Jack – ¿Qué dijiste? Vago _ nada compañero solo quería decirte que se lo que buscas Vago- ¿Estás aquí por el secuestro de hoy verdad? Jack se emociona y le pregunta ¿sabes cómo era la vestimenta de las chicas? Este le dice por desgracia no pero si conozco un amigo que si, rápidamente se dirigen a la casa del amigo del vago. Al llegar a la casa el vago le pide a jack que se quedara en el auto y el vago se dirige a la casa de su amigo. Cuando el vago entra a la casa no hay nadie se habían llevado todo solo encontró una carta que decía “me vez ahora no me vez” Este le da la carta, jack inmediatamente observa que la carta tiene algo escrito el cual a simple vista no puede ser visto jack busca un lápiz y hace el trazo cuando lo pasa por la hoja sale una dirección de una casa, este y el vago se dirigen inmediatamente a la dirección de esta casa.

Al llegar a la casa el vago se sorprende y le dice a Jack que no entre a la casa que el entraría el vago se desmonta del auto y se dirige a la casa jack se queda observando desde el auto al entrar el vago a la casa jack observa que lo observan desde la casa y empieza a escuchar gritos de chicas este se desmonta rápidamente del auto toma su arma, escucha 3 disparos y un forcejeo dentro de la casa jack se coloca del lado de la puerta al entrar observa muchas cosas rotas. Jack sube la escalera y esta todo en silencio escucha gritos en el sotano de la casa y al bajar la escalera observa a el vago peleando con uno de los secuestradores y este resibe un disparo jack baja rápidamente disparándole al secuestrador en la cabeza. El vago le dice a Jack Vago- tus chicas están a salvo Jack- ¿Por qué entraste solo a la casa? El vago desangrándose por la herida le dice Vago – los buenos motivos son de gran caridad Jack empieza a llorar Vago- De qué lloras amigo mío Jack se queda callado el vago le sujeta la mano a jack y este le da una carta a jack y la moneda hasta quedarse tirado sin respiración. Jack busca a las chicas dentro del sótano llama a la policía, a los padres de las niñas y a la atención medica. Jack se sienta en su patrulla y toma la carta ensangrentada la abre y esta carta decía (la misma moneda que nos separo fue la misma que nos unió, viejo amigo mío).

FIN...


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