El adolecente y su familia PDF

Title El adolecente y su familia
Course Psicologia evolutiva II
Institution Universidad Abierta Interamericana
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El adolecente y su familia La familia es el medio en el que normalmente se produce el desarrollo del niño hasta la adolescencia. Durante la adolescencia se producen una serie de cambios físicos y psíquicos que trasforman al individuo, mientras en otros aspectos permanecen muchas de las características de la niñez. El niño ha crecido hasta la pubertad protegido dentro del ámbito familia y se enfrenta ahora a situaciones que debe resolver por sí mismo. Según como haya sido su aprendizaje durante la adolescencia, será su manera de afrontar los nuevos retos que se le avecinan. Si el niño que ha recibido una educación opresora por parte de sus padres se encontrará vacilante ante los nuevos retos ya que no ha tenido oportunidad de desarrollar su autonomía, y por tanto no ha tenido la ocasión de emanciparse mediante experiencias propias. Sin embargo, si el niño ha sido convenientemente estimulado y ha recibido la confianza debida de sus progenitores dentro de un ambiente de seguridad y protección dispondrá de las herramientas más idóneas para afrontar con solvencia las nuevas experiencias que se le presenten. Cuando el desarrollo psíquico del niño ha sido satisfactorio existe muy poco peligro de que se presente una adolescencia difícil. No obstante lo verdaderamente significativo de la adolescencia es la búsqueda de la propia personalidad, de la manera de expresarse en sociedad, de hallar su propio rol, de sentirse querido y respetado tal y como es. El adolescente ya no es un niño pero todavía no es un adulto. No deja de ser un proyecto, “un ensayo” de persona adulta, con los consiguientes errores que esto conlleva. La actitud del adolescente se vuelve más crítica hacia todo el que ejerce algún tipo de autoridad sobre él y busca el apoyo y el consejo de otros adolescentes como él. Se integra en grupos en los cuales comparte sus inquietudes y que tienen una enorme influencia sobre sus decisiones y su manera de entender la vida. Estos grupos cobrarán mayor importancia conforme la influencia familiar sea menor. De ahí la importancia de reforzar esos lazos familiares tan necesarios. La influencia de la familia en el desarrollo del adolescente es vital ya que si este se forma dentro de una estructura familiar adecuada esto facilitará sus relaciones con las personas de su edad y su posterior integración dentro de la sociedad adulta donde deberá asumir nuevas responsabilidades. Solemos pensar en el adolescente como una persona inconformista continuamente protestando por todo, por lo que se hace y por lo que no se hace, por lo que dice, por lo que se piensa, por las injusticias, etc… Todo ello es fruto del afán de perfección a la que aspira en su vida. El adolescente no admite que las cosas se hagan mal o a medias. Es muy exigente con los demás pero sobre todo lo es consigo mismo.

La familia constituye también un sistema de relaciones, es decir en su engranaje la interacción entre sus miembros le da una característica específica que va más allá de la superposición de sus características individuales. Además la familia se encuentra incluida en su entorno social con el cual está en interacción constante, lo que transmite a sus miembros los valores y creencias propias de la cultura a los cuales pertenecen. El adolescente se ubica en este sistema de relaciones el cual determina la conducta de sus miembros que es interdependiente y mutuamente regulada. Elaborándose con el tiempo ciertos patrones de interacción que rigen el funciona- miento de sus miembros. El vive la interacción con su entorno social, aquí la familia cumple un rol de modulador, permitiendo con ello que el impacto de los factores culturales, como por ejemplo la moda o socioeconómicos, no perturben su desarrollo evolutivo. La familia es, por tanto, el núcleo esencial en el que el adolescente debe encontrar por un lado el apoyo, la protección y el cariño necesarios y por otro el respeto hacia sus necesidades de independencia de perfección y de creatividad.

Existen 4 patrones de distorsión del tiempo maduracional que pueden ocurrir en una familia con adolescentes los cuales son: -Aquel que se presenta cuando los padres intentan retardar el ciclo de vida de sus hijos, mientras que el adolescente intenta acelerar su propio proceso. -Una familia donde ambos padres, hijos e hijas adolescentes consiste en retardar el proceso maduracional. -Padres e hijos intentan acelerar sus ciclos de vidas y terminan demasiado rápido con las tareas y la naturaleza de los lazo interpersonales propios de la familia nuclear. -Los padres intentan acelerar los eventos propios del ciclo de vida y los hijos muy ansiosos a cerca de la independencia y separación intentan retardar su propio crecimiento y desarrollo. El primer patrón es muy común en nuestras familias donde nos encontramos con jóvenes adolescente que se comportan como si tuvieran más edad, regresando tarde a la casa, teniendo relaciones afectivas con jóvenes de mayor edad, si analizamos la familia de estos jóvenes veremos que usan frecuentemente el recuerdo de cuando su hijo o hija eran pequeños como el más feliz de la vida y tiene expresiones como estas “que maravilloso era antes y como ha cambiado”. Las reglas que estos padres ponen a sus hijos son más adecuadas para un niño pequeño que para un adolescente. El segundo patrón en las familias ser presenta una adecuada individuación y separación del joven no es posible, ya que existe un acuerdo taxito aunque encubierto de ambas partes. Ambos se sienten muy confortables en esta relación. El tercer patrón parece ver un acuerdo de ambas partes para los hijos establecer tareas propias de la maternidad o paternidad, por un lado los padres aceleran el tiempo de maduración de sus hijos y los hijos desean dejar el hogar logrando su independencia. El cuarto caso, es cuando los padres aceleran el proceso para alcanzar ciertos roles maduracionales de parte de sus hijos y los hijos parecen estar no listos y adoptan posturas regresivas. Finalmente creemos que los padres deben recibir asistencia para clarificar su

actitud en la crisis de la vida misma para ayudarle a compartir sus dudas respecto a sus hijos y que los jóvenes puedan ser más hepáticos y compresivos con sus padres.

La adolecencia y la escuela Históricamente, el ser humano se vio atravesado con mandatos tan contradictorios como convertirse en un ser seguro, responsable, libre, crítico, audaz y exitoso, y la escuela fue el camino que solo pocos privilegiados podían transitar para lograrlos. Cuando la educación se convirtió en masiva, los padres la vieron como una oportunidad para que sus hijos se incorporen a nuevas posibilidades de crecimiento personal y social, y estimularon a sus hijos a lograr avanzar hacia el anhelado diploma que los habilitara a escalar posiciones sociales y económicas. Era una sociedad donde la autoridad paterna era férrea, y los adolescentes, aunque muñidos de rebeldía natural, en general no se atrevían a desafiarla. La escuela era un ámbito donde reinaba el orden, obtenido en base a premios y castigos como proponía el conductismo. Quienes no se adaptaban eran expulsados del sistema y sabían que estaban destinados a tareas menos reconocidas en su medio. Hoy muchas cosas han cambiado, la escuela, los padres y en general todas las instituciones pueden cuestionarse, y de hecho, eso sucede, lo que les permite a los jóvenes liberar sus ansias de libertad, expresarse con plenitud y desafiar a quienes detentan autoridad. Esto es bueno en parte, porque evita que se repriman, que se conviertan en meras máquinas repetitivas de los saberes ya construidos y los impulsa a desarrollarse como seres únicos, pensantes y creativos. Sin embargo, tiene sus riesgos y hay que estar atentos para guiar a estos jóvenes en el correcto uso de su libertad, y ahí es donde padres y maestros deben, con amor, paciencia y autoridad (no autoritarismo) reflexionar junto a ellos sobre las posibles alternativas que poseen, sus ventajas y desventajas, canalizar sus ímpetus en actividades productivas, enseñarles a defender sus ideas con argumentos sólidos, y a participar como ciudadanos para lograr un mundo mejor al que todo adolescente espiritualmente sano, aspira. El docente no debe actuar frente a los jóvenes con preconceptos, pues estamos acostumbrados a escuchar frases tales como “los jóvenes están cada vez más violentos”, “A los adolescentes no les interesa estudiar”, “Los chicos de hoy no saben lo que es el respeto” etcétera. Los jóvenes han sido rebeldes en todos los tiempos, y hoy tienen la oportunidad de manifestarse con mayor libertad, lo que es sano, pero también esperan de los adultos, ejemplos y límites, que en muchos casos no llegan. Entender su realidad, cambiar prohibiciones por explicaciones, adecuar la escuela a las nuevas tecnologías, hacer los adultos un examen de los errores propios, no temer de mostrarse como seres falibles, valorar las opiniones de los educandos, contribuye a que la escuela no sea enemiga de los adolescentes sino un lugar de remanso y claridad para los cambios profundos que su cuerpo y su psiquis atraviesa....


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