Futurismo: contexto histórico y bases principales PDF

Title Futurismo: contexto histórico y bases principales
Course Historia del Arte Contemporáneo
Institution Universidad Complutense de Madrid
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El futurismoCuando la provocación y el escándalose convierten en vanguardiaJesús María López González Claudia – Theodora Costin Joel Emiliano Beltrán Alcivar Fernando José García AbadHistoria del Arte – Edad ContemporáneaÍndice de contenidoPágina 1 – Portada Página 2 – ÍndicePrimera parte (Jesús Mar...


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El futurismo Cuando la provocación y el escándalo se convierten en vanguardia Jesús María López González Claudia – Theodora Costin Joel Emiliano Beltrán Alcivar Fernando José García Abad Historia del Arte – Edad Contemporánea

Índice de contenido Página 1 – Portada Página 2 – Índice Primera parte (Jesús María López González) Página 3 – Introducción al futurismo Páginas 4 y 5 – Contexto histórico del futurismo Página 6 – Principios básicos y ejes vertebradores del futurismo Página 7 – Marinetti y el Manifiesto Futurista Segunda parte (Claudia – Theodora Costin) Página 8 – Breve Historia del futurismo Página 9 – Arquitectura futurista Página 10 – Escultura futurista Página 11 – Pintura futurista Tercera parte (Joel Emiliano Beltrán Alcivar) Página 12 – Literatura futurista Página 13 – Música futurista Página 14 – Fotografía futurista Página 15 – Teatro y cine futuristas Cuarta parte (Fernando José García Abad) Página 16 – Danza futurista Página 17 – Influencia y trascendencia del futurismo Página 18 – ¿Un coche de carreras es más bello que La Victoria de Samotracia? Página 19 – Conclusión general Página 20 – Bibliografía Página 21 – Apéndice documental

Introducción al futurismo ¿Cómo pudo el arte contemporáneo europeo evolucionar desde Mujeres de Argel en su apartamento, de Eugène Delacroix, hasta llegar al cuadro homónimo de Pablo Picasso? ¿Qué cambios se produjeron? ¿Cuándo ocurrieron y cuáles fueron sus razones? ¿Qué consecuencias tuvieron los movimientos vanguardistas sobre la concepción artística de la sociedad del siglo XX? Dar una respuesta a estas preguntas no es una tarea sencilla en absoluto. Podríamos presentar una serie de consideraciones previas que pueden servirnos para entender el contexto y las causas de la aparición de los estilos que revolucionaron el panorama artístico global a finales del siglo XIX. Las vanguardias europeas surgieron en el marco de un nuevo paradigma histórico plagado de tensiones sociales (crisis económicas, inflación y paro), guerras internacionales (la Primera y la Segunda Guerra Mundial, principalmente) y enfrentamientos ideológicos (la Revolución y posterior conflicto civil ruso, así como el auge del fascismo y el nacional – socialismo alemán). En estas circunstancias, el arte basculó hacia la elaboración de una respuesta social frente al mundo de la razón. El caldo de cultivo que propició estos hechos fue el dominio académico del racionalismo positivista, una tendencia filosófica que daba validez a todo aquello que fuese perceptible a través de los sentidos humanos. Todos estos factores dieron lugar al contexto cultural adecuado para la aparición y posterior desarrollo del movimiento vanguardista 1. De esta manera, se rompía definitivamente con los modelos clásicos adoptados por la tradición artística europea mientras nacía una nueva manera de interpretar y comprender el mundo de finales y principios de siglo. El orden y la contención en las formas daba paso la exaltación plena de las pasiones humanas, el culto a la libertad individual, el pensamiento propio y el individualismo, así como la apuesta por la intuición y la acción en detrimento de la razón. Una de estas vanguardias (o "ismo", entendido en sentido general) fue el futurismo, una de las corrientes artísticas del primer cuarto del siglo XX más conocidas e influyentes en el continente europeo. La génesis de este movimiento puede encontrarse de forma precisa en la redacción del Manifiesto Futurista por parte de Filippo Tommaso Marinetti en 1908, publicado y ampliamente difundido un año después en el periódico francés Le Figaro 2. No obstante, resulta evidente que todo el conglomerado artístico e ideológico que se configuró en torno al futurismo no pudo venir dado exclusivamente por el pensamiento de este autor, sino que existieron una serie de factores previos que sentaron las bases de lo que posteriormente desembocó en la creación y progresivo desarrollo de este movimiento, como observaremos más adelante. Por ahora, simplemente diremos que el futurismo fue y sigue siendo un estilo artístico altamente controvertido y polémico, no solo por sus formas o los cánones artísticos que proponía, sino por las atrevidas afirmaciones, planteamientos y acciones que caracterizaron a sus cultivadores3. 1

RAMÍREZ DOMÍNGUEZ, Juan Antonio y BRIHUEGA SIERRA, Jaime (2018): Historia del arte. El mundo contemporáneo. Alianza Editorial. Madrid.

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DE MICHELI, Mario (2002): Las vanguardias artísticas del siglo XX (2º Edición). Alianza Editorial. Madrid.

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Sobresalieron especialmente las declaraciones militaristas y abiertamente belicistas, así como los ataques frontales contra el movimiento feminista, los insultos dirigidos hacia las mujeres y el desprecio por el pasado clásico y humanista, lo que ha llevado a numerosos autores a relacionar este movimiento artístico con la ideología fascista.

Sin más dilación, procedamos a saber más sobre este movimiento vanguardista. Contexto histórico del futurismo Desde la perspectiva actual, puede afirmarse que el desarrollo del movimiento futurista se produjo primordialmente en territorio italiano4. Para entender por qué nació allí y las razones de su éxito entre semejante número de artistas y obras, debemos tener en cuenta una serie de consideraciones previas sobre el contexto histórico de este país mediterráneo a principios del siglo XX. En aquellos momentos, Italia no era una nación fuertemente unida ni cohesionada como sí lo eran algunos países europeos como Francia o Inglaterra, por ejemplo. El estado italiano era todavía un ente político abstracto en cierta manera a finales del siglo XIX, una nación muy joven que se encontraba en pleno proceso de formación y reconocimiento, tanto interno como externo5. Si bien es cierto que la proclamación de Italia como un estado unificado había llegado en 1861, las bases sociales y culturales necesarias para afianzar el proyecto de integración nacionalista no estaban todavía definidas ni asimiladas por completo cuando Europa cambió de siglo. Al fin y al cabo, Italia se había configurado a partir de una serie de territorios que, aunque compartían lengua, formas de gobierno y numerosas costumbres, eran muy diferentes entre sí. Económicamente hablando, existía un contraste evidente entre las zonas del Norte (salpicadas de ciudades industriales como Milán o Turín que experimentaron un crecimiento exponencial, administradas bajo sistemas políticos liberales) y las áreas del sur, mucho más rurales donde la escasez de recursos y la falta de trabajo eran las causas de constantes condiciones de pobreza 6. En cuanto a la política exterior, Italia se encontraba en pleno proceso de reafirmación de su identidad nacional (pronto se sumarían a la carrera imperialista en el continente africano) y búsqueda de contactos o alianzas con otros estados, una cuestión delicada para asegurar su posición geográfica y seguridad militar en caso de conflicto bélico. 1896 fue un año decisivo para la evolución posterior de Italia. A la derrota infligida en Adua por parte del Imperio etíope debió añadirse la llegada de Giovanni Giolitti al gobierno nacional, después de una década con Francesco Crispi a la cabeza, cuyos métodos de gestión estuvieron frecuentemente marcados por la corrupción, la persecución ejercida contra el movimiento socialista y las inestables relaciones diplomáticas con otros estados, especialmente Francia 7. 4

También fue especialmente relevante en Rusia, mientras que en el resto de países tuvo una influencia mucho menos significativa sobre el panorama artístico preponderante. DE MICHELI, Mario (2002): Las vanguardias artísticas del siglo XX (2º Edición). Alianza Editorial. Madrid.

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Datos históricos en adelante obtenidos a partir de: BLANNING, Timothy C. W. (Ed.). (2002): Historia de Europa. El siglo XIX: Europa (1789 – 1914). Editorial Crítica. Barcelona.

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Estas diferencias económicas marcaron el desarrollo histórico del estado italiano hasta el momento actual.

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Este contexto de enfrentamiento y rivalidad respecto a Francia empujó a Italia a firmar pactos y alianzas con las potencias centrales europeas (los imperios alemán y austro – húngaro), a quienes traicionó durante la Primera Guerra Mundial para unirse eventualmente al bando victorioso. BLANNING, Timothy C. W. (Ed.). (2002): Historia de Europa. El siglo XIX: Europa (1789 – 1914). Editorial Crítica. Barcelona.

Giolitti, a diferencia de su predecesor, trató de buscar el consenso social entre todas las fuerzas políticas y los elementos de poder, incluyendo a los sindicatos en la ecuación. Además, promovió numerosos programas políticos con la intención de eliminar las principales desigualdades sociales del país, consiguiendo ampliar el derecho a voto hasta hacerlo universal en 1913. Sin embargo, gran parte de la población italiana seguía teniendo una concepción política eminentemente tradicionalista, fuertemente influida por los dogmas de la Iglesia católica y la postura de los grandes propietarios de fábricas y latifundios, quienes veían en las nuevas medidas de carácter progresista la posibilidad de generar una inestabilidad social capaz de amenazar sus privilegios y el statu quo del estado italiano tal y como había existido hasta la fecha 8. A estas teorías orientadas hacia el desprecio por la ideología marxista y el movimiento obrero también debía sumarse una lacerante misoginia dirigida contra la mitad de la población, considerada inferior hasta el punto de ser frecuentemente reprimida dentro de la esfera familiar, forzada a permanecer en el hogar y al margen de participar en la vida pública del país9. Por otra parte, cabe mencionar la importancia del irredentismo italiano en el desarrollo social y político del estado, una corriente surgida a finales del siglo XIX que proponía la incorporación nacional de varias regiones de población y lengua italianas que se encontraban en aquellos momentos bajo control extranjero. Para entender esto debemos recordar que la formación del país había tenido lugar después de un proceso muy reciente y la agresividad nacionalista tenía todavía un papel preponderante y exacerbado en la cohesión territorial de Italia. Los continuos fracasos militares en África contribuyeron a agravar el problema de forma irreparable. En 1918, al término de la Primera Guerra Mundial, Italia quedó como uno de los estados vencedores después de cambiar de bando durante el desarrollo de la contienda, pero personalidades como el "poeta – soldado" contemporáneo Gabriele D'Annunzio no paraban de hablar de una "victoria mutilada": el descontento político y social italiano con los resultados de los acuerdos celebrados después del conflicto bélico era evidente, ya que el país nunca recibió todos los territorios que se le aseguraron, ni vio cumplidas todas las promesas que se le hicieron. La ausencia de una buena posición en el reparto territorial que acaeció con el fin de la guerra y la exclusión italiana de los beneficios económicos que se dirimieron a través de los tratados de paz vinieron seguidas por un fuerte sentimiento militarista y vengativo entre los soldados que habían combatido por un futuro que no les había sido entregado, dando así lugar a una oleada de violencia revanchista y discursos belicistas dirigidos contra las naciones vecinas. Todos estos hechos, incluyendo la influencia del futurismo en el contexto artístico y cultural de la sociedad italiana10, sentaron las bases para la posterior articulación de la ideología y el movimiento 8

Algunos sectores acomodados temían la perspectiva de una revolución obrera. BLANNING, Timothy C. W. (Ed.). (2002): Historia de Europa. El siglo XIX: Europa (1789 – 1914). Editorial Crítica. Barcelona.

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Datos históricos en adelante obtenidos a partir de: MAZOWER, Mark (2001): La Europa negra: desde la Gran Guerra hasta la caída del comunismo. Ediciones B. Barcelona.

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Recordamos el militarismo y la misoginia que caracterizaron la ideología de los principales exponentes del futurismo italiano. DE MICHELI, Mario (2002): Las vanguardias artísticas del siglo XX (2º Edición). Alianza Editorial. Madrid.

fascista, representados en la figura de Benito Mussolini. Principios básicos y ejes vertebradores del futurismo Con el fin de comentar qué elementos estructuran la razón de ser del movimiento futurista, cabe empezar explicando los motivos por los que recibió dicho nombre. Los futuristas encontraron en las grandes transformaciones tecnológicas de finales del siglo XIX su vehículo fundamental de expresión frente a la tradición artística del pasado. Admiraban profundamente la fuerza de las máquinas y el carácter de la industrialización europea, así como los avances técnicos y científicos que se sucedían paulatinamente para modernizar tanto la nueva sociedad de masas como sus métodos de producción económica y cultural 11. Esta alabanza dirigida hacia el "mundo del futuro" suponía la férrea voluntad de romper con todo lo que recordaba al pasado por medio de su erradicación, lo que se tradujo en preconizar la destrucción de museos, academias y bibliotecas (Marinetti, su precursor, llegó a afirmar que "un coche de carreras es más bello que La Victoria de Samotracia"12, como veremos a continuación). Este carácter tan marcadamente antihumanista que renegaba de la Historia se vio complementado por la fascinación dirigida hacia el nacionalismo chovinista, la agresividad bélica, la potencia y la fuerza masculina, así como el valor de la intuición frente a la razón, de la acción frente a la reflexión. Todos estos elementos de carácter militarista hacen que el movimiento futurista comparta abundantes nexos de unión con la ideología fascista que se desarrollaría posteriormente. Por otro lado, esta vanguardia proponía separar el arte de la cultura de las élites sociales para conectarlo con la incipiente sociedad de masas que comenzaba a gestarse en el estado italiano, criticando la estética burguesa anterior (en consonancia con su rechazo del pasado) y revalorizando la importancia de las masas como estrato social de carácter pasional e irracional. En conclusión, podría afirmarse que el arte futurista es la consecuencia formal surgida a partir del deseo de expresar la energía, el dinamismo y la velocidad del mundo moderno a través del rechazo hacia la tradición y la ferviente deconstrucción del tiempo y el espacio. Esta es la razón por la que las formas futuristas tienden a la abstracción de tal forma que los cuerpos, representados mediante figuras geométricas, parecen vibrar en movimiento, con una furia controlada que lucha por explotar y romper las cadenas que las oprimen en un entorno indefinido. En cuanto a los principales temas abordados por el futurismo, no podríamos mencionar elementos comunes o especialmente repetitivos, ya que la importancia artística de este movimiento no radica en tratar determinadas escenas o cuestiones sociales, sino en la necesidad de representar los valores vanguardistas que abandera: energía, agresividad, fuerza y vehemencia. Sin embargo, las emociones violentas, el urbanismo, las temáticas de corte político y las 11

Los futuristas veían la belleza del mundo en el humo de las fábricas o las chispas que saltaban de las reacciones eléctricas entre objetos metálicos que entraban en contacto, por ejemplo. DE MICHELI, Mario (2002): Las vanguardias artísticas del siglo XX (2º Edición). Alianza Editorial. Madrid.

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Cita extraída del Manifiesto Futurista, publicado por Filippo Tommaso Marinetti en 1909 y expuesto en el apéndice documental de este trabajo.

deconstrucciones del movimiento físico fueron una constante habitual en las obras de arte futuristas, en las que se trata con especial atención el estudio de la velocidad y la exhibición dinámica de elementos agitados como perros, caballos o ciclistas. Marinetti y el Manifiesto Futurista Como hemos indicado anteriormente, las bases del nacimiento del movimiento futurista pueden encontrarse en el manifiesto del mismo nombre que Marinetti publicó en 1909. Tratándose de una lectura tan breve y sumamente esclarecedora, hemos decidido incluirla en el apéndice documental de este trabajo para poder presentarlo con mayor facilidad ante el resto de nuestros compañeros, por lo que dedicaremos este espacio a su comentario y posterior crítica. Marinetti especifica que el objetivo de los futuristas será "cantar al amor, al peligro, a la energía y a la temeridad", siendo "el coraje, la audacia y la rebeldía elementos esenciales de su poesía". Estas primeras líneas del manifiesto constituyen toda una declaración de intenciones previa que se vuelve más agresiva en el tercer punto, donde proclama su deseo de "exaltar el salto mortal, la bofetada y el puñetazo". No obstante, el momento más revelador llega en el cuarto punto, cuando Marinetti expone que "el mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la velocidad", antes de afirmar sin ningún tipo de vacilación que el rugido de un automóvil es más hermoso que La Victoria de Samotracia, denostando así el arte clásico humanista frente a la energía de las nuevas máquinas. En el séptimo punto, Marinetti declara que no existe la belleza al margen de la lucha, en el contexto de agresividad bélica y conflictividad que caracteriza el futurismo. Más adelante, en el noveno punto, se afirma que la voluntad de los futuristas es "glorificar la guerra como única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo y el desprecio por la mujer", haciendo más evidente que nunca su trasfondo reaccionario y misógino. El décimo punto anima a la destrucción de museos, bibliotecas y academias, como indicamos anteriormente, además de proponer el combate contra "el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias". Después de esto, encontramos que el último punto consiste en una diatriba que glorifica los elementos modernos de la nueva sociedad de masas y capitalismo económico: habla de cantar a la electricidad, a las estaciones ferroviarias, a las fábricas, a los puentes y a los barcos de vapor, comparándolos metafóricamente con animales agresivos como serpientes o herramientas peligrosas como cuchillos. Finalmente, el manifiesto termina con una breve exposición en la que Marinetti explica cómo la intención fundamental del futurismo será "liberar Italia de su fétida gangrena de profesores, arqueólogos, cicerones y anticuarios", porque "durante demasiado tiempo este país ha sido un mercado de antiguallas". El autor remató el texto con la expresión "queremos liberar Italia de los innumerables museos que la cubren toda de cementerios innumerables", dejando constancia una vez más de las intenciones futuristas de erradicar el pasado para centrarse únicamente en el futuro....


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