Histo de la educación medieval cristiana 1 PDF

Title Histo de la educación medieval cristiana 1
Author Virginia SUÁREZ
Course Historia de la Educación
Institution Universidad del Salvador
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El doctor Daniel Casado Rigalt (UDIMA) dedica la siguiente lección a la educación medieval cristiana. Los educadores y pedagogos medievales sistematizaron una antropología cristiana que tenía el alma como principal objeto de estudio y a San Agustín y Aristóteles como referentes básicos. El entendimi...


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HISTORIA DE LA EDUCACIÓN MEDIEVAL CRISTIANA 1 Se conoce como Edad Media al periodo comprendido entre la Antigüedad y el Renacimiento, entre los siglos V y XV. Pero sobre el Medievo siempre ha recaído un cierto juicio peyorativo que ha condicionado su consideración frente a otros periodos históricos. Tradicionalmente se ha identificado a la Edad Media con la oscuridad y con un teocentrismo anulador capaz de negar cualquier viso de iniciativa constructiva. La realidad es que el Medievo fue mucho más que un periodo sombrío. Durante estos siglos se reguló el ejercicio de las libertades, se codificaron cuerpos legales, se fraguaron nacionalidades y se orquestaron transformaciones sociales y culturales que alejan al Medievo de su condición de período histórico proscrito. EL MEDIEVO – RASGOS GENERALES Edad Media siglos V-XV Alta Edad Media V-XII Baja Edad Media XII-XV - Feudalismo, contexto derivado de la desintegración del Imperio Romano - Sociedad estratificada: Rey, nobleza; clero (oratores) y pueblo (laboratores) - Sociedad de marcado carácter comunitario - Nueva clase social (burguesía): auge de entornos urbanos - Iglesia, papel rector en dos ámbitos: cultura y la educación - Pedagogía medieval cimentada en tres vías: entendimiento, virtud, y gracia divina - Escolástica: corriente dominante del pensamiento medieval (fe + razón + disciplina) Entre los siglos V y XV Europa estuvo precedida por un contexto de sociedad cerrada, rural y feudal. Era la herencia que había dejado la desintegración del Imperio Romano, es decir, una sociedad mayoritariamente desprotegida que quedó al amparo de una minoría. Lo que provocó que los lazos de fidelidad articularan las relaciones sociopolíticas entre la emergente nobleza (la casta militar y los terratenientes) y los vasallos, grupo social que les debía obediencia y fidelidad a cambio de su tutela. En lo alto de la pirámide social se hallaba el rey, por debajo la nobleza, los caballeros o estrato rector sobre el que recaía la defensa de la comunidad. A continuación, el clero, los oratores, encargado de la orientación espiritual de la sociedad, además de la creación y difusión de la cultura, la educación y la ciencia. Y en la base de la pirámide, el pueblo o los laboratores. En líneas generales, la sociedad medieval tuvo un marcado carácter comunitario. Todos pertenecían a una familia, a un señor feudal, a una iglesia, una cofradía, un gremio, una cuadrilla. La individualidad, tan presente en culturas antiguas, no tenía cabida en la Europa medieval. Uno de los fenómenos que caracterizó la Edad Media fue la revitalización de la vida urbana en la Baja Edad Media, período comprendido entre los siglos XII y XV, que trajo consigo la aparición de un nuevo grupo social, la burguesía, que se identifica con la actividad económica y gremial y que alienta la creación de escuelas urbanas al frente de las cuales casi siempre había un obispo. Destacaron las francesas de Chartres o Rheims, las alemanas de Colonia y Treveris, la italiana de Ravenna o la belga de Lieja. Este nuevo grupo logró romper los vínculos de vasallaje con la nobleza que además de ver recortado su poder y protagonismo fue testigo de un cierto aperturismo social que repercutió en un nuevo clima cultural y una progresiva secularización del saber. Cabe destacar que la iglesia en época medieval tuvo una singular trascendencia para la educación y que era la principal depositaria y transmisora de la cultura con el latín como idioma oficial de la iglesia. Los intelectuales medievales heredaron de la Antigüedad el afán de ordenar sistemáticamente el saber. Pero ahora bajo una inspiración mayoritariamente religiosa. Por eso, la cultura medieval fue esencialmente teocéntrica y la búsqueda de la santidad se convirtió en la aspiración última. Eso explica la preeminencia de la teología frente a otras disciplinas o saberes. Gran parte de los pensadores medievales que tuvieron en San Agustín y Santo Tomás a sus principales referentes intelectuales creían que la pedagogía tenía su punto de arranque en la restauración de los bienes sobrenaturales y prenaturales debilitados por el pecado original. Esta afirmación contiene un principio insoslayable de la educación cristiana. Sin el pecado original, la educación o pedagogía no habrían sido necesarias. La pedagogía medieval confiaba en la reparación humana a través de tres vías: entendimiento, virtud y gracia divina. La ciencia y el conocimiento fueron contemplados como el camino más excelso para alcanzar la sabiduría. En ese sentido, cabe mencionar a la escolástica, la corriente teológica filosófica dominante del pensamiento medieval basada en la coordinación entre fe y razón, con una clara subordinación de la razón a la fe.

Prevaleció en cierto modo una visión santificadora del conocimiento. Se pretendía acercar al hombre al conocimiento de Dios mediante el conocimiento de todo lo producido por la naturaleza y el hombre, con la Biblia como principal fuente de conocimiento. Los referentes morales del escolasticismo, Aristóteles, Cicerón, Virgilio, Ovidio, Séneca. Pero también autores árabes y judaicos contribuyeron a configurar una filosofía moral. En lo que respecta al ámbito educativo medieval, fue la paideia paleocristiana la fuente de inspiración. Es decir, una mezcla de elementos griegos, latinos y hebreos que confluían en un rasgo básico: carácter esencialmente religioso en el que la sabiduría humana era un medio de trascendencia espiritual y no un fin. Al emplearse la lengua latina, la de los llamados Padres de la Iglesia, fueron muchos los términos latinos heredados: eruditio, studium, schola. Dos verbos resumen la educación medieval cristiana: docere y discere. O lo que es lo mismo, enseñar y aprender, doctrina y disciplina. Se concede una importancia esencial a la transmisión de la sabiduría, pero también al fomento de un estilo de vida derivado hacia la docilidad del discípulo. Los educadores y pedagogos medievales sistematizaron una antropología cristiana que tenía el alma como principal objeto de estudio y a San Agustín y Aristóteles como referentes básicos. El entendimiento y la memoria eran considerados como las dos facultades determinantes del conocimiento medieval. Ambos caracterizaron el aprendizaje escolástico dotándolo de un cierto misticismo racionalista. Como recursos habituales y herramientas mnemotécnicas del aprendizaje, se emplearon los exempla, florilegios, máximas y epílogos. Conviene aclarar que los escolásticos consideraban la memoria un medio y no un fin. “No te alegres demasiado”, reza un pasaje del Didascalicón de Hugo de San Víctor, “de haber leído mucho sino de haberlo entendido”. La disciplina, eso sí, era una de las bases pedagógicas para los escolásticos que la concebían como la adquisición cuidada de costumbres para reconducir las facultades del alma, los afectos y las emociones hacia la práctica de la virtud. Creían que la infancia y la adolescencia eran las únicas etapas aptas para consolidar los principios del ejercicio disciplinar, los momentos dúctiles y maleables de la existencia. El propio San Agustín confiaba en las amenazas, los azotes, las varas y la represión como medios óptimos para una correcta educación que aleje de la ignorancia y calme los deseos desordenados. En De Civitate Dei decía “Corrígele porque es pecador, más compadécele porque es hombre”. También es cierto que otros, como Vicente de Beauvais, siguiendo el discurso del pedagogo de época romana Quintiliano de Calahorra, abogaban por una serenidad acompañada de una dulce mansedumbre y una mesura prudente. En términos globales, el hombre medieval recibió dos clases de formación: una cristiana, como miembro de la iglesia y otra ligada a la sociedad civil, a la dimensión humana. La formación de los laicos no era igual que la recibida por los clérigos. Y a su vez la de estos últimos era distinta según se tratara de clérigos seculares o clérigos regulares, los que vivían en régimen de celibato. Los regulares podían ser monjes, dedicados a la oración y el trabajo (ora et labora) o frailes, cuya actividad se decantaba hacia la predicación o la asistencia espiritual. Además, cada tipo de educación se impartía en un ámbito social concreto o una institución escolar determinada. Los clérigos seculares se preparaban en las escuelas parroquiales, episcopales o catedralicias y en las universidades. Los monjes se formaban en escuelas monacales, monasterios. Y los frailes recibían formación en estudios, escuelas conventuales o universidades. En cuanto al estamento de más alto rango, los nobles, se educaban en la corte conducidos por un preceptor. Igual que el futuro monarca, que contaba con preceptores o ayos sobre todo a partir de la Baja Edad Media, entre los siglos XII y XV. En lo que respecta a los intelectuales laicos, estos se formaban en las escuelas, estudios municipales o en las universidades. Los comerciantes lo hacían en las escuelas de ábaco, los artesanos en los gremios y los siervos recibían una educación informal en el seno de la familia, o en la parroquia o en la comunidad. Por su parte las mujeres, que se instruían en la familia, recibían una educación en sintonía con el estamento del que procedían. En general, la educación medieval tiene un carácter totalizador y es el resultado del ideal más genérico de la santidad. Se busca la salvación eterna. La asimilación de conocimientos ocupaba un lugar secundario, era más bien instrumental.

EDUCACIÓN MEDIEVAL – FORMACIÓN - Dos tipos de formación eclesiástica secular o civil: nobiliaria o caballeresca popular - Educación medieval, inspirada en tradición grecorromana y judeocristiana - Siete Artes Liberales (Trivium + Cuadrivium). Latín: idioma universal - Escuela medieval: 3 niveles elemental -rudimentos de lengua latina media -gramática e interpretación de textos sagrados superior -teología, derecho, medicina Cabe distinguir dos modelos principales: la formación eclesiástica y la secular o civil, dividida a su vez en nobiliaria o caballeresca y popular. Pero todas ellas tenían en común el trasfondo ético-religioso de la formación recibida. En cuanto a las inspiradoras de la educación medieval deben citarse la tradición cultural y pedagógica grecoromana y judeocristiana. Especialmente las llamadas Siete Artes Liberales, consideradas como las siete columnas de la sabiduría o las siete virtudes. Y contenidas en dos grandes bloques: Trivium (o artes similares a lo que hoy conocemos como cultura general-gramática, retórica y dialéctica-) y Cuadrivium o disciplinas de carácter más especializado, como aritmética, geometría, astronomía y música. A partir de estas disciplinas se elaboraron varios compendios, entre los que destacan los atribuidos a Marciano Capella, del siglo V, Boecio, Casiodoro y el renombrado San Isidoro de los siglos VI, VII. Dentro del plan de formación, con el latín como idioma universal hasta el nacimiento de las llamadas lenguas romances, hubo cierta tendencia a relegar las ciencias naturales. La asimilación de cultura y erudición, además, no se consideraba prioritaria per se sino por su capacidad para facilitar el asentamiento de virtudes morales y religiosas. En las escuelas medievales, cabe distinguir tres etapas o niveles: escuela elemental (donde se aprendían los rudimentos de la lengua latina), nivel medio (en el que se abordaba la enseñanza de la gramática y de técnicas encaminadas a la interpretación de los textos sagrados) y el nivel superior, consagrado al estudio de cuestiones teológicas y otras disciplinas como Derecho o Medicina. Si atendemos a criterios cronológicos, la cultura y por tanto la educación se vio afectada por la crisis política y social de la cristiandad en el siglo VIII. Entonces, sufrió un cierto repliegue y la cultura quedó recluida en monasterios ingleses e irlandeses que ejercieron de custodios del saber adquirido en siglos previos. EDUCACIÓN MEDIEVAL – AUTORES Y TRATADISTAS - San Agustín (Agustín de Hipona), máximo pensador del cristianismo - Siglos V a VII San Gregorio de Tours, Boecio, Casiodoro San Isidoro de Sevilla, San Gregorio Magno - Siglos VII a XI Beda el Venerable, Alcuino, Rabano Mauro, Thierry de Chartres Hugo de San Víctor, Juan Scotto, Pedro Lombardo - Efervescencia cultural: monasterios anglo-irlandeses e imperio carolingio (s. VII-VIII) - Pérdida de protagonismo de España e Italia respecto a época tardorromana A la época comprendida entre los siglos VII y XI pertenecen autores y tratadistas de la talla de Beda el Venerable, Alcuino, Rabano Mauro, Juan Scotto, Thierry de Chartres, Hugo de San Víctor, San Anselmo, Pedro Lombardo. Con ellos, fueron especialmente potenciadas disciplinas como la gramática, la teología escolástica o la dialéctica. Circunstancia que favoreció el posterior auge a partir del siglo XII de la filosofía y la teología. Eso implicó una cierta pérdida de protagonismo de las llamadas artes liberales en favor de disciplinas de la llamada enseñanza superior. El capítulo de personalidades ligadas a la función pedagógica en época medieval lo preside sin duda el nombre de San Agustín. La aportación de San Agustín no se entendería sin conocer los antecedentes. Debe tenerse en cuenta que a la caída del Imperio Romano sobrevino un periodo marcado por la desescolarización y la extinción de la red escolar romana. El recuerdo de Roma apenas sobrevivió en zonas como Germania o la Galia septentrional. Pero en otras zonas como Italia, Hispania, el sur de la Galia o Cartago, pervivieron escuelas de cuño romano hasta el siglo VII. A aquellos tiempos de transición pertenecen nombres como San Gregorio de Tours, Boecio, Casiodoro, San Isidoro de Sevilla o San Gregorio Magno que llegó a ser Papa. En líneas generales el núcleo cultural dejó de ubicarse en España o Italia y las Islas Británicas cogieron en testigo como foco de irradiación cultural.

Monjes irlandeses como Beda el venerable e ingleses imprimieron un nuevo aire a las artes liberales y al estudio de la Biblia y poco a poco difundieron conocimiento en la Europa continental. Especialmente Francia, Alemania e Italia. También, durante el imperio carolingio, en los siglos VIII y IX, se vivió un periodo de efervescencia cultural que repercutió positivamente en la preparación moral e intelectual del clero y en la que se produjo un cierto redescubrimiento de las excelencias culturales de época clásica. Además, la intensa labor evangelizadora favoreció la creación de escuelas elementales para niños. La corte de Aquisgrán, epicentro del renacimiento carolingio, congregó a lo más granado del panorama intelectual de la época. Hablo de Scoto Eriugena, Alcuino, Strabo o Rabano Mauro. A partir del siglo VII la iglesia cristiana se erigió entonces en depositaria y rectora de los principios doctrinales, morales y sociales. Lo que supuso la entrada en escena de una cultura teocrática, fundamentada en la búsqueda de la salvación y en la que Cristo ejercía de guía y maestro. San Agustín dotó a Cristo en su discurso de una dimensión magisterial y pedagógica que caló hondo en su época, el siglo V. Eso explica que con San Agustín naciera una literatura pedagógica cuya máxima aspiración era la imitación de Cristo. De sus enseñanzas se desprende la creencia en dos maestros: el maestro interior y el exterior. En la Alta Edad Media ambos convergían en la figura de Cristo. Pero con el paso del tiempo se aceptó la figura del maestro exterior, sobre todo en la etapa infantil, como un conductor del aprendizaje que evoca el conocimiento de la verdad, que suscita la ciencia. Este maestro debía cumplir cinco requisitos: mente hábil, vida honesta, ciencia humilde, elocuencia sencilla y pericia en la enseñanza....


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