Historia de la educación romana 2 PDF

Title Historia de la educación romana 2
Author Virginia SUÁREZ
Course Historia de la Educación
Institution Universidad del Salvador
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Summary

En el siguiente capítulo, el doctor Daniel Casado Rigalt (UDIMA) trata el tema de la educatio romana, que bebió de la paideia griega. Cicerón ideó el término humanitas para referirse a la versión latina de la paideia griega. En términos organizativos, los tipos o niveles de escuela romana reprodujer...


Description

Historia de la educación romana 2 LA EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE ROMA - Educatio romana: doctrina, disciplina, eruditio, institutio - Humanitas romana: saber, decir y vivir - Los ancianos y los padres, como referentes - Catón, el “Demóstenes” romano En líneas generales la paideia griega, de la que bebió la educatio romana, es un concepto más amplio y más equívoco que la educatio romana, desglosada en términos más específicos. Bajo el término educatio, se englobaba la doctrina, la disciplina, la eruditio y la institutio. El escritor Barrón resumió la educatio en una frase: “Partea la comadrona, cría la nodriza, aconseja el pedagogo y enseña el maestro”. Otro escritor, Cicerón, consciente del solapamiento de términos, ideó un término, el de humanitas, para referirse a la versión latina de la paideia griega. Es decir, un concepto similar pero con mayor carga práctica, descriptiva y cosmopolita. Otra manera de definir la humanitas se la debemos a la siguiente frase de Cicerón: “Artes at humanitatem atque virtutem”. O lo que es lo mismo, las artes, la cultura, al servicio de la virtud moral, al servicio del gobierno. Llama la atención que el elemento propiamente intelectual no ocupara un lugar relevante en la primitiva educación romana. Al joven romano se le inculcaban otros valores. Se le preparaba para ser un bonus agricola o un bonus colonus. Es decir, un óptimo propietario rural entregado a la agricultura y la ganadería. O también para ser un bonus miles, un buen militar. Pero por encima de todo, el joven romano debía convertirse en un vir bonus, un hombre íntegro en el plano personal o colectivo, tanto para su familia como para la república o bien el imperio. Para ello, el alumno debía asimilar contenidos en varias materias, cuyo aprendizaje le proporcionaría productividad, arte militar y derecho. Los romanos no contemplaban como los griegos esa rígida separación entre ocupaciones serviles y artes liberales. En Roma prevalecía un concepto de educación en sintonía con la transmisión de valores de generación en generación. Autores como por ejemplo Plinio el joven apelaban a un tipo de educación, un tipo de humanitas, en la que cada uno tuviera por maestro a su propio padre o a un anciano distinguido y prudente. De esa forma aprendían cuál era el poder de los relatores, el derecho de los que se oponían, la autoridad de los magistrados, la libertad de los demás, dónde era oportuno ceder, dónde convenía resistir, cuándo había que callar, cuándo procedía hablar. El antecedente más temprano del concepto humanitas puede detectarse en la figura del escritor Catón, que vivió entre los siglos III y II a.C. y al cual llamaban por sus dotes de orador el “Demóstenes” romano. Catón trazó una primera síntesis de la tradición romana con las letras griegas. Es decir, alcanzó fama por su elocuencia, pero también por su frugalidad, su austeridad en el comer y en el vestir, su practicidad. Con Catón se estiló un vir bonus en el que confluían los rasgos ideales de la paideia griega, la intelectualidad entre otros, en conjunción con los valores ponderados por la tradición romana: moral, derecho y milicia. Los escritores Catón y Tácito apuntaron a un ideal de humanitas cimentado en tres objetivos: el saber, es decir, intelectualidad, conocimientos filosóficos, morales y políticos. El decir, cualidad que necesita de dotes retóricas y filológicas. Y el vivir, encauzada con una vida éticamente valiosa y una dedicación profesional de carácter técnico. Como vemos, en la educación romana hubo espacio para un nuevo ideal de perfección: el orator bonus y el vir bonus dicendi peritus. El buen orador cuyas dotes serían empleadas en la política y en el terreno público. Hablamos de un perfil similar al del sabio romano que sabía aplicar la cultura y la filosofía de procedencia griega a su actividad política y profesional. EDUCACIÓN ROMANA: CONTENIDOS FILOLOGÍA (lengua, gramática, retórica) ÁREA ERUDITA (sentencias pitagóricas, obras clásicas, conferencias y declamaciones) CIENTÍFICO-FILOSÓFICA (astronomía, agricultura, arquitectura, historia, derecho, medicina, arte militar, música, filosofía) - Repudio romano por la gimnasia y la música En términos temáticos, los contenidos de la educación romana se bifurcaban en las siguientes áreas de conocimiento: La filológica, que comprendía lengua griega y latina, gramática griega y latina, retórica griega y latina.

La opción erudita inspirada en sentencias pitagóricas, en las obras de Horacio y Virgilio, en la versión de la Odisea homérica, compuesta por el escritor latino de origen griego Livio Andrónico o en las Conferencias y declamaciones pronunciadas en lugares públicos de Roma. Otra gran área temática era la científico-filosófica, que abarcaba entre otras materias astronomía, agricultura, arquitectura, historia, derecho, medicina, arte militar, música o filosofía. Si bien música y filosofía no contaron con la misma aceptación que en Grecia, por aquello de que se alejaban de la practicidad romana. También fue objeto de repudio por parte de los romanos la gimnástica. Por una parte, contravenía el pudor romano por el desnudo griego. Y además se la consideraba una actividad inútil, carente de sentido práctico excepto eso sí por motivos de higiene en las termas. O por motivos militares. Los romanos no solo despreciaban la gimnasia, sino que la vinculaban a la pederastia, una práctica habitual entre los griegos que para los romanos era motivo de vergüenza. Aclaremos que la pederastia no tiene las mismas connotaciones execrables que tiene en la actualidad, sino que era una relación entre un joven y un adulto que surgió como una tradición aristocrática educativa y de educación moral. No tenía el exclusivo componente sexual de la actualidad, era totalmente distinta. Parecida animadversión tuvieron los romanos hacia la música. Son muy reveladores los calificativos del famoso militar romano Publio Cornelio Escipión para quien la música era un arte impúdico y deshonesto, más propio decía él de histriones (histriones eran esos actores grecolatinos que iban disfrazados en las comedias clásicas) que de gente bien nacida. El estudio de la música fue permitido eso sí entre las mujeres como parte del arte de agradar. Como un artificio propio del lujo y el refinamiento. INSTITUCIONES EDUCATIVAS EN ROMA LA FAMILIA  (costumbres ancestrales – mos maiorum) Pater Familias – La Madre INFANCIA  (0-17 años) bulla + toga pretexta ADOLESCENCIA  Tirocinium fori (aprendizaje de vida pública) EDAD ADULTA  (17-30 años) toga viril Ejército Ya en el capítulo de las instituciones educativas romanas la familia se reveló como el núcleo, el semillero de la educación romana. Dentro del seno familiar se iniciaba el niño en el estilo y modo de vida tradicionales. Una etapa en la que procesaba las costumbres ancestrales. Lo que dijimos antes, el mos maiorum, sobre los que se asentaba de alguna manera, la tradición educativa latina. En esta etapa era esencial la autoridad y el respeto reverencial por la figura del Pater Familias y su ostentación sobre los hijos de la llamada patria potestas. Debe aclararse que ni siquiera la madre tenía patria potestas, era privativa del padre. Sobre el padre gravitaba toda la estructura gentilicia familiar. Él no solo ejercía el poder que incluía tener la propiedad exclusiva del patrimonio familiar, sino que además ofrecía protección a los miembros de la familia incluidos esclavos ligados a la familia y también incluidos esos hijos adoptados por la familia. Hablamos por tanto no solo de un vínculo natural sino también de un vínculo jurídico. Como dijimos antes, la madre no estaba investida de patria potestad. Sin embargo, tenía una posición relevante en la familia y desempeñaba una destacada función educadora tal como ha quedado reflejado en las fuentes clásicas acerca de Cornelia, la madre de los Graco de época republicana o de Aurelia, la progenitora de Julio César, o Atia, la madre del primer emperador de Roma, hablo de Octavio Augusto. Respecto al ritual estilado en la antigua Roma cuando nacía un niño, se procedía de la siguiente forma. El recién nacido era depositado a los pies del padre que debía alzarlo para reconocerlo como suyo. El reconocimiento implicaba la legitimidad del niño, sobre el que recaía en adelante la patria potestas y el compromiso por parte del padre de criarle, de educarle y de dotarle de todo lo necesario para subsistir. A los 8 años recibía el nombre y la llamada bulla, es decir una pequeña cápsula metálica colgada del cuello con ciertas sustancias en su interior a las que se atribuía propiedades protectoras. El niño la llevaría hasta los 17 años, la misma edad con la que se procedía al ritual iniciático consistente en cambiar la toga pretexta la vestimenta de gala de los niños bordada de púrpura por la toga viril. Es un acto simbólico que representaba el paso de la infancia a la adolescencia y además el momento en el que el muchacho debía decantar su futuro académico o su futuro profesional. En términos educativos, la crianza del niño en los siete primeros años de vida dependía de la madre. Podía darse el caso de que una institutriz o nodriza ejerciera de madre ante la ausencia de la madre. Pero lo cierto es que la madre fue durante siglos quien alimentó a sus hijos e incluso a sus esclavos.

Aunque ya en la recta final del imperio romano, el llamado Bajo Imperio, los siglos III al V o al VI y en un contexto de filohelenismo se incorporaron a la familia ayas y pedagogos de origen griego que colaboraban activamente en las tareas educativas. Una vez cumplidos los 7 años, recaía ya de forma específica sobre la figura paterna que le enseñaba a leer, a escribir y a contar. También a cultivar el campo y a consolidar las virtudes morales y cívicas. Poco a poco el padre encauzaba al niño hacia un oficio, labor en la que podían llegar a intervenir maestros profesionales. Como apuntamos antes, la infancia culminaba entre los 16, 17 años, momento solemnizado con la imposición de la toga viril en sustitución de la toga pretexta y de otras insignias asociadas a la infancia. Pero dejando a un lado el simbolismo ¿qué implicaba este tránsito? Sobre todo, la incorporación del adolescente o ya del adulto a la vida pública. Su presentación en el foro, su recién estrenada condición de ciudadano romano. Dentro todavía del período de formación, había un año, el tirocinium fori, dedicado al aprendizaje de la vida pública y conducido no por el padre sino por alguien cercano al entorno familiar con la suficiente experiencia en materia pública. Una vez cubierto el año de tirocinium fori y aunque siguieran las enseñanzas relacionadas con la vida pública, llegaba el momento de enrolarse en el ejército y de acumular méritos tanto castrenses como políticos. Una vez abordada la evolución del alumno romano, tratemos ahora cuestiones eminentemente pedagógicas. Como apuntamos antes, el entorno familiar fue el contexto inicial de formación romana antes de que los padres o preceptores privados asumieran la función educadora en años posteriores. En época republicana, la enseñanza era privada y libre en sintonía con el discurso de Cicerón cuando afirmaba que la república debe procurar a los hombres a través de la educación y de las leyes la instrucción de los niños que fueran libres. EDUCACIÓN ROMANA: NIVELES ELEMENTAL (6-12 años) LUDUS – SCHOLA Primus magister – Ludimagister – Litterator Magister institutor litterarum MEDIA (12-16 años) Grammaticus – Litteratus SUPERIOR (16-20 años) Rhetor En términos organizativos, los tipos o niveles de escuela romana reprodujeron la fórmula de la enkiklios paideia griega, la de corte helenístico. Es decir, un proceso educativo que constaba de tres niveles, el elemental, el medio y el superior y en el que el maestro elemental, el gramático y el retórico asumían respectivamente los tres niveles citados. Desglosemos ahora estas tres fases. La escuela elemental, desde los 6 a los 12 años, que se desarrollaba en el ludus, conocido más adelante como schola y su máximo responsable era el Primus magister, también llamado Ludi Magister o Litterator. Este maestro era una réplica del gramatista griego y se caracterizaba por su esforzada labor, su escasa consideración y sus modestos emolumentos. Existía en este mismo escalafón pedagógico la figura del preceptor particular, el Magister Institutor Litterarum, que solían desempeñar además personas de extracción humilde como pueden ser esclavos o libertos. La enseñanza media entre los 11 y los 12 años y los 16 contaba con el grammaticus también llamado Litteratus. Él era el docente, se ocupada de la formación literaria y su reputación, además de su retribución, era considerablemente más alta que el Ludimagister. Materias como la Gramática, la lectura, y el comentario de autores clásicos eran las impartidas por el grammaticus. La docencia del escalafón más alto, la enseñanza superior, que abarcaba una edad comprendida entre los 16, 17 y los 20 años estaba en manos del rhetor. El rhetor, habitualmente de procedencia griega, se encargaba de materias como la Retórica, la dialéctica y la historia. Pero en la enseñanza superior intervenían también otros profesionales especializados en Derecho y en filosofía, aunque estas dos últimas no eran propiamente materias del nivel superior sino más bien ocasiones especiales. En cuanto a las técnicas docentes, llaman la atención algunos recursos empleados por lo rethores romanos consistentes en memorizar textos para ejercitar la memoria de los futuros oradores. Especialmente genuina fue la oratoria romana encauzada hacia el ejercicio del derecho o los discursos pronunciados en el foro. Una cualidad muy valorada, muy apreciada en la carrera política de la antigua Roma, tanto en época republicana como en época imperial. En definitiva y a modo de valoración global la educación romana se inspiró en los sistemas pedagógicos estilados en Grecia, pero supo imprimirle un carácter propio, definido y genuino. Tanto es así que muchos de los rasgos de su sistema educativo pueden detectarse hoy en buena parte del mundo occidental como una de las herencias más valiosas legadas por Roma....


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