Historia DEL Trabajo Social EN Colombia PDF

Title Historia DEL Trabajo Social EN Colombia
Author Diana Carolina
Course trabajo social
Institution Fundación Universitaria Claretiana
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Historia del trabajo social en latinoamerica...


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HISTORIA DEL TRABAJO SOCIAL EN COLOMBIA: DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA AL PENSAMIENTO COMPLEJO* Por: Profesora Gloria Leal L. y Profesor Edgar Malagón B. 1. ESTADO DEL ARTE A NIVEL LATINOAMERICANO. El presente artículo se deriva de un esfuerzo por perfeccionar el proyecto de investigación “Historia del Trabajo Social en la Universidad Nacional de Colombia”, elaborado en el marco del programa de investigación sobre la historia de los saberes en la Facultad de Ciencias Humanas de esta universidad. Con tal intención y tomando en cuenta la escasez de la producción bibliográfica sobre el tema para Colombia y para la Universidad, se decidió llevar el levantamiento bibliográfico a nivel Latinoamericano lo que permitió redimensionar la formulación del problema de investigación. La conclusión más interesante de este ejercicio es que la reflexión sobre la historia del Trabajo Social en el contexto latinoamericano, tiene que replantearse pues presenta varias incongruencias importantes. La primera de tales incongruencias consiste en leer la historia de la profesión en el surgimiento de un dispositivo de ayuda inspirado en la caridad de corte cristiano católico y centrado en la atención de los pobres, llamado Asistencia Social. Tal idea hace creer que la acción filantrópica voluntaria, traída con el proceso de conquista y colonización generó las así llamadas “protoformas” del Trabajo Social. En Colombia este equívoco conduce a pensar que los inicios del Trabajo Social datan de principios del siglo XX, cuando en realidad la primera escuela se fundó solo hasta en 1936. Es posible que las organizaciones filantrópicas hubieran alcanzado una cierta presencia a principios del siglo pasado, pero esto sólo representa una de las sinergias que posteriormente condujeron a la fundación de las primeras escuelas de Trabajo Social en Latinoamérica y en el país. La segunda inconsistencia está relacionada con un encuadre sesgado que condujo a desestimar los desarrollos que tuvo el Trabajo Social antes de 1970 por considerarlos bajo la influencia del ideario católico, “asistencialistas”, funcionalistas y comprometidos con la perpetuación del sistema. Tal descalificación, ha sido una constante en la literatura existente sobre la historia del Trabajo Social Latinoamericano, lo que ha producido que este período no haya sido investigado y que las publicaciones sobre el mismo sean escasas. Una tercera incongruencia, resultado directo de la anterior, consiste en la construcción de periodizaciones mesiánicas en las cuales el pensamiento elaborado entre los setenta y los noventa se muestra como el completo y verdadero Trabajo Social. Según una de estas:…la Asistencia Social más próxima a la beneficencia, es una acción puntual tendiente a paliar las emergencias sociales. El asistente social es el protagonista de la acción que trabaja para las personas con necesidades materiales las que son receptoras pasivas, espectadoras de lo que aquel hace. La creación de asociaciones institucionalizó el Servicio Social como profesión, con una acción más

sistematizada más técnica fundada en el reconocimiento de los derechos sociales de las personas a ser atendidos por el estado en sus necesidades. Repite, en buena, medida, la acción asistencialista de atender lo inmediato. El profesional sigue siendo un dador, un mero facilitador de recursos, un solucionador de problemas...Tanto la Asistencia Social como el Servicio Social al considerar las personas como objetos reproducen la ideología dominante a través del control que llevan a cabo sobre lo cotidiano de esas personas… El Trabajo Social en la acepción que le dio la reconceptualización, en tanto trabaja con las personas más que centrarse en el problema, puso en énfasis en la realidad en donde este se produce, en el cómo los sujetos vivencian sus problemas y en el cómo interviene en la acción liberadora de sus situaciones (Kisnerman, 1998: 91). Esta visión impide identificar, interpretar y estimar las significaciones del pensamiento y de los saberes que participaron en la construcción del Trabajo Social. La descalificación del ideario católico por ejemplo, no permite valorar la importancia ética y política que tuvo la doctrina social de la Iglesia, tal vez una de las expresiones más progresistas del catolicismo, ni entender el papel que esta pudo cumplir en la formación de los trabajadores sociales y en el ejercicio de la profesión. Deriva en que la literatura existente sobre la historia del Trabajo Social Latinoamericano no alcance a leer su desarrollo disciplinar, pues se encuentra construida en una concepción que lo impide: por un lado aparece la mitificación de la llamada praxis social, dominante en las discusiones que intentaban definir el carácter del Trabajo Social, y que ocasionó el desdeño por lo que en su momento se llamó investigación “especulativa” o de “escritorio”; por otro, la destitución de lo construido antes de los setenta hizo invisible lo propio del Trabajo Social, velando la posibilidad de deslindar un campo particular de investigación. Esto derivó hacia un énfasis excesivo por lo interdisciplinario que también sirvió como estrategia elusiva frente a los interrogantes sobre el campo disciplinar, posición reforzada desde el paradigma de la totalidad marxista, tan insistido en los años de la reconceptualización. No obstante también debe reconocerse que el debate sobre lo disciplinar es de muy reciente aparición y que tal vez constituya uno de los últimos referentes para interpretar la historia del Trabajo Social latinoamericano y colombiano. Sin embargo, una vez apareció tomó la forma de una hipótesis desafortunada, según la cual esta transición implicaría una supuesta desaparición de la profesión en aras del desarrollo disciplinar, considerado como superior. En realidad lo que parece existir a partir de los ochenta es la configuración de dos líneas de desarrollo para el Trabajo Social, paralelas y relacionadas, con sus propias autonomías pero igualmente válidas: La profesión consolidada en algo más de 65 años y la disciplina que empieza a constituirse en una inquietud intelectual a partir de los años setenta del siglo pasado. Por lo anterior resulta muy razonable la posición de Nidia Alywin, trabajadora social chilena, profesora de la Universidad Católica de Chile quien afirma que:

Lo que sucede en el Trabajo Social a mi parecer, es que los elementos negativos se destacaron tanto en la literatura y la docencia en el momento de la reconceptualización, que llegaron a influir más que los positivos. Y esa situación no ha cambiando hasta hoy. Dudo que haya otra profesión que se cuestione tanto a sí misma y que presente en forma tan descalificadora el pasado profesional...Las respuestas que la reconceptualización buscó alejaron este proceso de la práctica profesional. En parte ella refleja la desvalorización de la práctica profesional que compartían los reconceptualizadores, impulsada en gran medida por los cientistas sociales que se desempeñaban como docentes en las escuelas de Trabajo Social, los que lógicamente no la conocían...Cabe preguntarse en que medida estas narrativas del pasado que se construyeron durante la recnceptualización son adecuadas a la realidad que pretenden describir y reflejan con justicia los esfuerzos profesionales del pasado...El desconocimiento de las potencialidades y logros de la práctica del Trabajo Social condujo ver solo sus carencias y limitaciones. (Alywin, 1999:14). La interpretación de la historia del Trabajo Social latinoamericano se inicia en la década de los setenta, como una de las expresiones de un movimiento académico y político que intentaba renovar los encuadres filosóficos, teóricos y metodológicos de la profesión, conocidos como “La Reconceptualización”. Este movimiento se originó en Chile y Argentina hacia mediados de los sesenta y luego se extendió por todo el continente latinoamericano. Con el auspicio de organizaciones académicas como el Centro Latinoamericano de Trabajo Social CELATS y la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social ALAETS se dio comienzo a las investigaciones y publicaciones sobre este aspecto. Sin embargo, transcurridos 34 años, el volumen bibliográfico sobre la historia del Trabajo Social no es muy extenso. En este esfuerzo se alcanzaron a identificar 35 publicaciones que se clasifican en trece libros, cuatro capítulos de libros, quince artículos en revistas y tres artículos en Internet. El análisis sobre el estado del arte de la historia del Trabajo Social Latinoamericano pone en evidencia la necesidad de releer esta en una perspectiva más interpretativa y menos ideológizante. Una investigación sobre el tema tendría que hacerse cargo de reexaminar los eventos acaecidos antes de los setenta, realizar un balance de las tensiones ocurridas en los años setenta y ochenta y mirar las perspectivas que se han ido construyendo recientemente, así como las sinergias sociales que explicarían tales desarrollos, empezando por el caso de Colombia. Este esfuerzo también permitiría comprender el contexto en el cual se inscribe la historia del Trabajo Social en la Universidad Nacional de Colombia y entender sus avances. Los resultados de tal investigación se propondrían al conjunto de los programas académicos nacionales y latinoamericanos de Trabajo Social para impulsar una mirada distinta sobre el tema. Una investigación en este sentido no es menor ni puramente académica. Podría ser vital dado que las dificultades para delimitar un campo disciplinar específico (el objeto de investigación, de estudio o de conocimiento) del Trabajo Social están relacionadas con la destitución conceptual y filosófica de lo que le es propio. Los conceptos de carencia, necesidad, altruismo, ayuda, filantropía e

intervención entre otros, fueron duramente castigados por la influencia de la reconceptualización, siendo los propios trabajadores sociales quienes por esta vía y sin notarlo hicieron invisibles las muy interesantes posibilidades de investigación disciplinar en torno de estas expresiones de la sociedad. Mientras tanto, en Estados Unidos dos prestigiosas universidades adelantan ambiciosos programas de investigación sobre la caridad: …Un estudio de la universidad Johns Hopkins estableció que durante 1999 el 49% de los norteamericanos se ofrecieron como voluntarios para actividades cívicas y el 73% donó dinero a las instituciones de caridad. Las donaciones sumaron 190 mil millones de dólares, o sea, un tercio del presupuesto federal o el 2,1% del ingreso nacional. Otro estudio de la universidad de Boston sobre donaciones mostró cómo el enorme enriquecimiento propiciado por la informática ha generado un nuevo tipo de filántropo muy generoso pero muy gerencial. Los “baby boomers” han donado 41 billones de dólares después de realizar estudios evaluativos sobre la experiencia, transparencia, eficiencia y resultados de las organizaciones caritativas. El estudio también mostró que la competencia por las gigantescas donaciones ha originado el surgimiento de consorcios filantrópicos de riesgo, es decir, empresas de mercado que hacen donaciones pero también ofrecen talento empresarial, experiencia en marketing, relaciones públicas, tecnología, administración financiera y comercial a las organizaciones caritativas que buscan benefactores. (Malagón, 2003:20) 2. UN ENCUADRE PARA PENSAR LA HISTORIA DEL TRABAJO SOCIAL Señaladas las ambigüedades que tienen las aproximaciones realizadas a la historia del Trabajo Social latinoamericano y colombiano, nacidas de una cierta dificultad para diferenciar el Trabajo Social de los entornos que lo han construido, resulta necesario proponer ahora, algunas reflexiones que ayuden a precisar el significado atribuido a la idea de historia del Trabajo Social. La discusión inicial está relacionada con el concepto de Trabajo Social. Es muy importante establecer que se va a entender por tal asunto, pues cuando se aborda su historia resulta fácil confundirlo con formas de acción social espontánea, con organizaciones caritativas de orientación religiosa o laica, o con la prestación de ciertos servicios sociales a cargo del Estado o de organizaciones no gubernamentales. Este aspecto se hace crítico cuando se tiene en cuenta que en épocas pasadas, al Trabajo Social también se le denominó asistencia social o servicio social. Hoy día el concepto de Trabajo Social plantea una doble discusión: aquello que significa como profesión y aquello que significa como disciplina. …Antes que nada, debe decirse que representan dos lógicas de pensamiento que informan prácticas diferentes y autónomas para interpretar y actuar en el contexto de las relaciones sociales carentes. Lo profesional está marcado por la intervención de tales relaciones con el propósito de materializar imperativos éticos o valores sociales sobre la vida humana digna contenidos en conceptos como calidad de vida, bienestar humano, progreso o desarrollo

social. Tales imperativos o valores sociales por lo general tiene la fuerza y el respaldo de lo jurídico. Los Derechos Humanos constituyen una muy buena ilustración. No se discutirá por ahora las concepciones, teorías, estilos estrategias o metodologías para la intervención. Bastará con decir que en lo profesional la ciencia entendida como conocimiento teórico y metodológico acumulado, se encuentra subordinada a lo ético. Representa un medio, entre muchos otros, para hacer eficiente una práctica que busca afectar el sufrimiento humano porque es inmoral. Dentro de tales medios se encuentra la investigación social de vocación diagnostica o evaluativa. Es una investigación subordinada a los fines de la intervención, no a los problemas del conocimiento, que indaga sobre lo particular de la carencia o sobre el impacto de la intervención, cuyos resultados son abandonados tan pronto se han definido los objetivos de la intervención o se han ajustado los proyectos sometidos intervención. Lo disciplinar se define en la práctica de la investigación básica. Es decir una investigación autónoma en cuanto que surge de una confrontación, continua, paciente, meditada con el acumulado teórico, con el propósito de identificar en el mismo vacíos, inconsistencias o divergencias, es decir, problemas de investigación válidos. La actividad disciplinar busca resolverlos, para lo cual se sirve de los métodos y procedimientos cuantitativos o cualitativos de indagación social. (Malagón 2001: 13-14) La importancia de esta precisión para la discusión sobre la historia del Trabajo Social es doble. En primera instancia, significa que el Trabajo Social como profesión y disciplina se ha construido desde siempre en espacios académicos consciente y especialmente concebidos para tal propósito. Es decir que el Trabajo Social “no se da silvestre”. No brota espontáneamente en escenarios de extrema pobreza o de sufrimiento humano como sucede en ocasiones, con la acción social voluntaria caritativa o solidaria. Su aparición demanda un esfuerzo social académico complejo orientado por la finalidad de producirla. Debe concebirse un programa de formación invocado por una concepción, así sea incipiente, del Trabajo Social. Tiene que contarse con un grupo de académicos identificados con tal aspiración. Debe proveerse toda la base material y organizativa necesaria, es decir una sede, aulas, personal de apoyo, etc. Así, pensar la historia del Trabajo Social conduce en primer lugar a mirar los escenarios académicos que han hecho posible su aparición y consolidación. Sin este criterio, se estaría inclinado a leer la historia del Trabajo Social en cualquier evento relacionado con la pobreza, el sufrimiento o las acciones altruistas que la sociedad emprende para reducir tales condiciones. Por ejemplo, podría pensarse que la historia del Trabajo Social en Inglaterra surge en la figura del inspector de pobres que desde principios del siglo XVII se encargaba de aplicar en su respectiva parroquia, las leyes isabelinas de pobres, esto es, recibir la solicitud del pobre que demandaba socorro; investigar sus condiciones; decidir si era merecedor o no de ayuda, si debía ser colocado en el hospicio o en el asilo, ofrecido al mejor postor o recibir ayuda en su propia casa; recaudar el impuesto para los pobres fijado sobre las tierras y las casas, así como los diezmos de todos los habitantes, y

llevar un registro de lo que recibía y pagaba. (Friedlander, 1979: 19) O bien podía creerse, que Trabajo Social derivó de la tradición construida por la gran cantidad de organizaciones caritativas laicas o religiosas que fueron surgiendo en Inglaterra y que terminaron agrupándose en 1868, por recomendación del reverendo Henry Solly, en la Sociedad para la organización del socorro caritativo y la represión de la mendicidad y que un año después cambió su nombre al más conocido de Sociedad para la Organización de la Caridad (Charity Organization Society ó COS) (Friedlander, 1979: 44). También se podría pensar que el Trabajo Social inglés surgió de las diversas expresiones que tuvo el ideario reformista británico, como el movimiento cartista que en 1844 abrió en Rochdale la primera tienda cooperativa de la cual eran dueños los propios trabajadores; o de la acción de los sindicatos (trade unions) que por la misma época organizaron planes de ayuda mutua en casos de enfermedad, accidente, desempleo, invalidez y ancianidad (Friedlander, 1979: 40); o del socialismo cristiano que patrocinó asociaciones cooperativas entre trabajadores de diversas industrias e impulsó la educación de adultos fundando entre otros “el Colegio para Trabajadores” en 1854 en la parte oriental de Londres (Friedlander, 1979: 41); o de las ideas socializantes de Robert Owen, quien patrocinó una comunidad industrial modelo que proporcionaba casas con jardines, buenas condiciones sanitarias, campos de juego a bajo precio, tiendas cooperativas que vendían al costo, una biblioteca y servicios recreativos para los trabajadores y sus familias (Friedlander 1979: 40); o la sociedad Fabiana que desde 1883 defendió el sufragio femenino, la legislación laboral, y mejoras en la vivienda y en la educación. Sin el criterio aludido, también podría creerse que el Trabajo Social inglés se originó en las investigaciones sociales sobre las formas de ayuda que existían en Inglaterra, emprendidas desde mediados del siglo XIX, como la realizada por Edwin Chadwick, entonces secretario de la comisión de la ley de pobres, que versaban sobre la salud y las condiciones sanitarias de la clase trabajadora, publicada en 1842 y punto de partida de un movimiento en favor de la salubridad pública; los artículos que Henry Mayhew escribió sobre “El trabajo en Londres y el pobre londinense” publicados en 1849 en el diario Morning Chronicle, y que despertaron la conciencia social e impulsaron la aparición de filántropos como Octavia Hill; o en la encuesta social más importante realizada por un hombre de negocios acomodado llamado Charles Booth, quien en 1886 contrató un grupo de entrevistadores y emprendió la averiguación como empresa privada. Fue esta una investigación por oficios que indagaba sobre las condiciones de vida y de trabajo, el número de horas de la jornada laboral y el salario percibido. El estudio abarco a las personas desamparadas y a miles de familias de trabajadores con empleo. Los resultados, que fueron publicados anualmente, demostraron que una tercera parte de la población londinense estaba viviendo por debajo de la línea de pobreza, desmintieron la teoría de que la pobreza era culpa del individuo, y demostraron que el sufrimiento era causado por salarios insuficientes, habitaciones inadecuadas y ambiente deprimente e insalubre y que las medidas tomadas por las leyes de pobres no eran la solución.(Friedlander, 1979: 47-48)

Todo lo anterior puede haber influido en el surgimiento del Trabajo Social inglés, pero no equivalen a su historia. Esta no se inicia con la aparición de las acciones caritativas laicas o religiosa, ni con el desarrollo de alguno de estos eventos. Si la historia del Trabajo Social tiene que interpretarse desde el surgimiento y consolidación de los espacios académicos que lo producen, puede plantearse que en el caso de Inglaterra ésta realmente se inicia con la fundación, en el año de 1884 en el distrito londinense de White Chapel de una casa universitaria de rehabilitación que fue denominada Toynbee Hall, en honor a un graduado de...


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