Islam - Apuntes Lectura PDF

Title Islam - Apuntes Lectura
Author el Homa Samsons
Course Historia Social de la Cultura Escrita
Institution Universidad de Alcalá
Pages 2
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Lectura obligatoria...


Description

Bibliotecas y manuscritos árabes en córdoba La Córdoba andalusí era un emporio de manuscritos y bibliotecas, llegando a copiar entre sesenta a ochenta mil ejemplares al año. La Córdoba andalusí comenzaría a tener sus primeras colecciones y bibliotecas árabes en el siglo IX, cuando empezó a predominar lo escrito sobre lo oral en la cultura árabe islámica. Durante la primera mitad del siglo IX, Abderramán II permitió la entrada de todo tipo de traducciones de las obras del griego que se hacían en oriente. Pero incluso durante el siglo IX, en Córdoba pervivieron libros y bibliotecas de herencia visigoda con contenidos latinos y cristianos. Del trasvase libresco durante la conquista islámica no hay muchos datos, pero se sabe que los conquistadores como Tariq contaban entre el botín libros preciosos no solo de los evangelios, sino de tratados de botánica, talismanes y alquimia. Los libros de los mozárabes siguieron un proceso de arabización, que en la segunda mitad del siglo era ya tan significativa que algunos se lamentaban del desuso del latín entre sus correligionarios y del uso y alabanzas que estos hacían del os libros árabes. Esto indica la existencia de bibliotecas árabes cordobesas y del alcance de la circulación de estos libros, los cuales llegaban a la población cristiana local y a su vez estos traducían su tradición literaria al árabe1. Esta transición de los libros autóctonos del latín al árabe permitió la integración de la rica cultura andalusí, así como la llegada de textos cristianos orientales. En la Córdoba Omeya se fueron acumulando copias manuscritas de obras árabes de los andalusíes musulmanes y de los más valorados textos árabes de oriente, existiendo una intensa labor de copia y colección de obras. La composición y transmisión de obras por escrito comenzó primero con las obras de religión y jurisprudencia, y sobre todo de la poesía. Los temas de los libros se amplió durante el siglo siguiente, durante el Califato de Córdoba, que incentivó la crónica dinástica, el panegírico, la prosa adornada y las ciencias en medicina, farmacología, astronomía y matemáticas, así como registros biográficos y gramáticos. La producción andalusí, de raíces y modelos orientales, dependió del mecenazgo de los gobernantes, como Al Hakim II, que reunió en Córdoba una gran biblioteca adquiriendo y mandando a copiar todo tipo de códices en pergamino y papel. La primera biblioteca islámica fue realizada durante el gobierno del omeya Jalid Yazid en el siglo VIII, pero fue Al-Mamun quien ordenó la creación de una magna biblioteca en Bagdad. La competencia bibliófila entres los soberanos musulmanes fue muy beneficiosa para la constitución de bibliotecas palatinas, consideradas como uno de los tesoros regios. Esta competencia y concepción de los libros se plasmó también en Al-Andalus, llegando a reunir Al Hakim II unos 400.000 volúmenes, trayendo de Bagdad, Egipto y oriente las obras más brillantes y prestigiosas del mundo árabe. Esta fastuosa colección acabó en su mayor parte en las llamas por orden de Almanzor, aunque la biblioteca sobrevivió a esta purga ya que en Córdoba siguieron existiendo todo tipo de libros y saberes. Otra parte de la colección real fue vendida durante el siglo XI para hacer frente al sitio de los bereberes, siendo el resto saqueado tras la irrupción de estos en la ciudad. Estos hechos propiciaron una dispersión de los libros sobre el resto del 1

El libro de las cruces se tradujo al árabe en el siglo IX

territorio andalusí, rivalizando los reyes de taifas como mecenas cultos, y después de estos los almorávides que ocuparon Córdoba a partir del 1091. Tanto en esta ciudad como en otras, los almorávides trataron de adquirir por varios medios los manuscritos presentes para enviarlos al Magreb. Los almohades, que heredaron el imperio y los tesoros de los almorávides, reunieron una gran cantidad de libros, llegando a los 200.000 volúmenes. El coleccionismo bibliófilo no solo era propio de los monarcas islámicos, también se extendió a gran parte de la sociedad al ser un medio de ostentación y prestigio. Munchos individuos procuraron poseer una gran cantidad de libros, algunos incluso para usarlos de adorno. En tiempo almohade, la capital andalusí era Sevilla, pero Córdoba mantuvo su solidez bibliófila, tal y como se muestra en la disputa entre Averroes y Avenzóar, en el que se mostraba que Sevilla tenía una mayor sensibilidad artística mientras que Córdoba tenía un carácter más bibliotecario. El poder político, del que dependía en gran medida estas colecciones librarías, podía llegar a destruirlos por diversos intereses. Un caso paradigmático es la quema de libros en la Córdoba de Almanzor, el cual ordenó quemar todas las obras relacionadas con las ciencias que versaban sobre lógica, astronomía y salvando solo los de gramática, poesía, historia, medicina y derecho islámico. Almanzor estuvo motivado por su interés en ganarse el apoyo de los ulemas y alfaquíes, pues también mantuvo mecenazgo sobre sabios y literatos. Tras la conquista cristiana en el 1236, Córdoba no era más que la sombra de lo que era en su cultura libresca. Esto se debía a que el proceso de las guerras, con sus avances y retrocesos sobre Al-Andalus provocaron la emigración de la población pudiente y culta, y la tradición libraría cordobesa se perdió tras las revueltas de los mudéjares durante la segunda mitad del siglo XIII, huyendo muchos de ellos al reino nazarí de Granada. En el siglo XVI fueron instalados en Córdoba moriscos procedentes de Granada que mantenían su fe y prácticas islámicas, así como sus libros árabes. La inquisición requisó muchos manuscritos árabes, y algunos fueron guardados en el Escorial. De los manuscritos andalusíes poco o nada parece quedar hoy en día en Córdoba, en el siglo XX se formaron dos colecciones nuevas sobre manuscritos árabes en la Biblioteca municipal y en la Real Academia de Córdoba....


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