Las Guerras de Italia (1494-1544) PDF

Title Las Guerras de Italia (1494-1544)
Author J. Cano Arjona
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Las Guerras de Italia (1494-1544) Italian Wars (1494-1544) José Antonio Cano Arjona1 RESUMEN En este trabajo hacemos una revisión bibliográfica sobre las guerras que tuvieron lugar en Italia desde finales del S. XV hasta mediados del S. XVI. Atenderemos a los principales protagonistas de los hechos,...


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Las Guerras de Italia (1494-1544) Italian Wars (1494-1544) José Antonio Cano Arjona1 RESUMEN En este trabajo hacemos una revisión bibliográfica sobre las guerras que tuvieron lugar en Italia desde finales del S. XV hasta mediados del S. XVI. Atenderemos a los principales protagonistas de los hechos, analizando los motivos que llevaron al conflicto armado, los objetivos y las consecuencias de los sucesivos enfrentamientos. Palabras clave: Reyes Católicos, Carlos V, Francia, Guerras de Italia, Revolución Militar.

ABSTRACT In this essay we do a bibliographic review of the wars that took place in Italy from the XV Th Century to the middle of the XVITh century. We are going to be focused on the main protagonists of the facts, analyzing the causes that lead to the armed conflict, the objectives and the consequences of the confrontations. Keywords: Catholic Monarchs, Charles V, France, Italian Wars, Military Revolution.

INTRODUCCIÓN La península itálica ha sido un gran foco de acontecimientos a lo largo de toda su historia. Unos que sin duda serían trascendentales en el devenir histórico, no solo de la misma si no de gran parte de Europa, serían el conjunto de conflictos bélicos que vinieron produciéndose en ella entre 1494 y 1544. En estos cincuenta años no solo asistimos en Italia a una serie de campañas militares, es en este tiempo y en este espacio donde se comienza a gestar el papel que jugarán las distintas monarquías participantes en el conflicto a lo largo de la modernidad. Del mismo modo, asistimos al comienzo de lo que será una nueva manera de plantear la guerra, poniéndose en práctica toda una serie de teorías tanto defensivas como ofensivas en distintas batallas a campo abierto o asedios. También podremos observar cambios en las relaciones diplomáticas, con una serie de bandos formados por una gran cantidad de potencias que, en breves periodos de tiempo, cambian de un bando a otro dependiendo de sus intereses.

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Universidad de Granada. [email protected]

Trabajo realizado en el marco de la asignatura “Historia Moderna Universal II,” durante el curso académico 2014-2015. Grado en Historia en la Universidad de Granada.

Esta serie de sucesos vino en gran parte producida por las características singulares de Italia en este período. No se trataba de un estado unificado bajo una persona, en este territorio encontramos una serie de estados independientes que, desde la paz de Lodi de 1454, habían basado su existencia en una teórica igualdad entre los distintos estados. Esta paz se traducía en que ninguno sobresaliese más que el resto, evitando que por ello pudiese atentar contra la independencia de estados menores. Aunque en la teoría era así, en la práctica encontramos que sí hay estados que juegan un papel más importante en la diplomacia italiana, como la Florencia de Lorenzo “el magnífico”, Milán, o Nápoles. Los Estados Pontificios jugaban un papel complejo. A su cabeza estaba el Papa, alguien que tenía poder tanto en lo terrenal como en lo espiritual. Debía comportarse como un príncipe, puesto que contaba con posesiones y feudos propios. Podemos destacar territorios como Nápoles, cuya única frontera terrestre la marcaban los Apeninos con los mismos Estados Pontificios y jugaría una gran importancia. Además el Papa actuaba como un servidor de Cristo y de la fe católica, ya que para la religión católica era el representante de Cristo en la tierra. Para tener una visión crítica de lo que en este periodo está ocurriendo en la península itálica tendremos que analizar el comportamiento de las potencias extranjeras que se adentran en ella, será muy importante tanto la legitimación que argumenten a su favor para poder ocupar el territorio, como para poder permanecer en él. Todo lo anterior nos permitirá tener una buena base para análisis posteriores sobre el desarrollo de la economía, la sociedad y la cultura italiana, aspectos que hasta hace pocos años se daban por supuestos pero que en las últimas décadas están siendo sometidos a revisión.2

EL INICIO DEL CONFLICTO. INVASIÓN FRANCESA El desencadenante de las hostilidades en territorio italiano estaría producido por el caso napolitano, un reino con unas características muy particulares. Antes de centrarnos en los hechos de 1494 debemos repasar la historia napolitana, y es que en 1442, Alfonso V de Aragón resultó vencedor de su conflicto con el entonces rey de Nápoles, Renato I de Anjou. En 1443 obtendría la aprobación del Papa y sería reconocido oficialmente como rey de Nápoles. 2

Este aspecto será tratado en las conclusiones, primando en el desarrollo del trabajo la diplomacia y el desarrollo de las campañas militares.

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A la muerte de Alfonso V, este territorio no sería heredado por su hermano, el futuro Juan II, si no que pasaría a estar en posesión de su hijo Ferrante. Por lo tanto, aunque ambas coronas estuviesen ligadas a una misma familia no formaban una sola, de hecho, no faltarían quienes considerasen a Ferrante un gobernante ilegítimo, ya que era un hijo bastardo. El gobierno de Ferrante no estaría exento de complicaciones. Tras un primer intento de reconquista por parte de la casa de Anjou, del que se alzó vencedor Ferrante gracias a su diplomacia con el Milán de los Sforza y los Estados Pontificios, tendría que hacer frente a la toma por parte de los otomanos en una pugna por la ciudad de Otranto, que finalmente sería reconquistada por el hijo de Ferrante. Este conflicto se detendría por la muerte del sultán turco, cuyo heredero tendría una política bastante menos belicosa. Ferrante se enfrentó a problemas de mayor embergadura cuando el Papa Sixto IV instó a la república de Venecia a expandirse a costa de Ferrara, gobernada por un pariente de Ferrante. En añadidura, el mismo Papa incitaría a Luis XI de Francia a intervenir militarmente en Nápoles para después conceder la corona al duque de Lorena, resucitando así las viejas disputas angevino-aragonesas. Un nuevo conflicto surgiría en 1485 con una insurrección de barones al sur del reino, que como alternativa a Ferrante, pensaron de nuevo en la casa de Anjou. Ante estos conflictos, el primo de Ferrante, Fernando II de Aragón, prestaría su ayuda, más que por lazos de parentesco, para evitar que un posible dominio francés en Nápoles desestabilizase el equilibrio italiano.3 La ambición francesa por el terreno italiano no pasó desapercibida para Fernando II de Aragón, que intentó organizar una coalición para frenar un peligro que no solo ocuparía Italia, sino que podría llegar a desestabilizar Europa. Para formar parte de esta coalición intentaría convencer a los Tudor y al emperador Maximiliano. Tanto Fernando como los demás, tenían en sus dominios varios problemas que atender, por lo que desde un primer momento no estaba muy claro el potencial real que podría llegar a tener la coalición. La coalición sería finalmente disuelta, y Carlos VIII de Francia se decidiría finalmente a acometer su invasión del reino de Nápoles esgrimiendo su parentesco con

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Visión apuntada en Belenguer, E., Fernando el Católico, Barcelona, 1999, p. 208, donde vemos que la opinión de Fernando II de Aragón de Ferrante es la de un bastardo y un gobernante ilegítimo.

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la casa de Anjou.4 Procedería a establecer distintos pactos con las potencias más cercanas para asegurarse de que sus pretensiones napolitanas no sufrirían ningún impedimento. Con Enrique VII en 1492 firmó el tratado de Étaples-sur-mer, en el que el rey Inglés detenía sus ataques a Guyena y Normandía a cambio de una fuerte indemnización.5 Un año después conseguiría la paz con el emperador Maximiliano, no a un bajo precio, ya que el francés concedió a Maximiliano El Franco Condado y Artois, conquistas logradas tras el esfuerzo de todo el reinado de su padre y predecesor, Luis XI. Ante esta tesitura, Fernando II de Aragón aceptaría firmar el tratado de Barcelona con Carlos VIII, un tratado por el cual obtenía los condados del Rosellón y la Cerdaña, tomados por Francia en el reinado anterior, y que eran de suma importancia para el aragonés. Sobre este tratado, debemos tener en cuenta dos cláusulas principales, ya que serán imprescindibles para comprender los hechos que tendrán lugar en los futuros años. En este tratado Fernando II se comprometía a mantenerse al margen de cualquier iniciativa de Carlos VIII en Italia, siempre y cuando, estas no atentasen contra el Sumo Pontífice.6 En este contexto, Carlos VIII de Francia inicia su avance hacia el territorio napolitano, y un paso obligado para el monarca sería Milán. Este problema sería resuelto con facilidad, las rencillas y rencores existentes entre Ludovico Sforza, apodado “el moro”, y Nápoles, tendrían como consecuencia la preferencia milanesa por el francés, permitiéndole pasar por su territorio para tomar la Nápoles. El siguiente paso sería la Toscana y Florencia. Tras la muerte de Lorenzo de Médici, la ciudad de Florencia no gozaba de la importancia que había llegado a conocer, Lorenzo se erigió en Italia como un garante de la paz entre los distintos estados, un diplomático que supo desenvolverse bien en las distintas intrigas italianas. Su sucesor, Piero di Lorenzo de Médici, llegó a ser apodado “il fatuo” dada su gestión, su carácter era muy distinto al de su padre, tenía un carácter rudo y no llegaba a ser tan carismático 4

Decisión que no se produjo sin meditación, pues los consejeros del mismo monarca, como podemos ver en Ady, C.M. Las invasiones de Italia, en Geoffrey Rudolph, E. “Historia del mundo moderno”, tomo 12, Cambridge, 1980. O bien le incitaban a ello o le intentaban hacer desistir, lo que producía en el monarca varios cambios de opinión respecto a dicha empresa. 5 En prácticamente todo este periodo, las arcas inglesas estarán en una situación bastante precaria, lo que hace entender que se aceptase tal acuerdo. 6 En este punto tenemos un interesante debate, mientras algunos autores como Luis Suárez Fernández sostienen un cierto maquivelismo en Fernando II, autores más recientes como Ernest Belenguer postulan que se trata de una cláusula bastante habitual en este tipo de pactos, y que ello no implica ese maquiavelismo en la figura de Fernando.

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como su predecesor. Ante la invasión de Carlos VIII se mostró muy dubitativo, y sin saber muy bien de qué lado posicionarse, no tenía mucha simpatía por Carlos VIII, tenía una amistad que le unía a Ferrante en Nápoles, y tampoco se fiaba de Ludovico en Milán. Su carácter neutral acabó por desesperar al rey francés, ya que la tradición marcada por Lorenzo indicaba que el apoyo a Nápoles era probable, finalmente el gobierno de Piero cayó, y se produjo un enojo general del pueblo florentino, cuya consecuencia fue un gran desprestigio para la casa de Médici, tanto que tras lo sucedido, Piero se vio obligado a salir de la ciudad por su propia seguridad. Cuando Carlos VIII conoció la noticia de la caída de Piero se dirigió hacia Florencia, con ánimos más calmados y disipando los rumores sobre un posible saqueo a la ciudad.7 El 22 de febrero de 1495, Carlos VIII entraría triunfante en Nápoles. Sin duda su rápido avance se vio beneficiado en gran medida por la artillería y los cañones,8 este avance no pasaría desapercibido en la época, donde encontramos fuentes que se muestran impresionadas por la velocidad de movimiento de los franceses por el territorio italiano y por la rapidez con la que consiguió tomar Nápoles. 9

CARLOS VIII EN NÁPOLES. CAMBIOS EN LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS

Una vez tomada Nápoles, el monarca francés emprendía su regreso a Francia, mientras una coalición estaba formándose para ponerle freno. Es importante el papel de Venecia y de Milán. Venecia, que hasta ahora se había mantenido en una posición estrictamente neutral, entraría a formar parte del conflicto contra Francia. Por otro lado Milán, que hasta entonces se había mostrado favorable a las pretensiones francesas, temerosa de que los franceses consiguiesen aglutinar demasiado poder, y procediesen en un segundo paso a la conquista del Milanesado para establecer un puente entre sus territorios, decidieron presentar batalla junto a los venecianos en Fornovo para cortar la retirada de los ejércitos de Carlos hacia el norte.

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Guicciardini, F. Historia de Florencia 1378-1509, México, 1990, pp. 203 y ss. Hale, J.R. Guerra y sociedad en la Europa del renacimiento (1450-1620), Madrid, 1990. 9 Guicciardini, F., Historia de Florencia 1378-1509, México, 1990, p. 228. 8

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El resultado de esta batalla fue incierto, lo que sabemos es que finalmente los franceses conseguirían pasar a territorio francés, previo pago de una compensación económica y un buen botín de guerra.10 Por otro lado tenemos la entrada en acción de las monarquías hispánicas. Aquí Fernando II de Aragón se mostró bastante prudente, aguardando hasta el final para responder a la petición de ayuda de su familiar napolitano y del mismo Papa Alejandro VI. Se aseguró de que fuese Carlos VIII el que rompiese lo establecido en Barcelona, para así tener plena legitimidad para actuar. Una vez Alfonso II de Nápoles abdica en Carlos VIII, Ferrante accedió a concederle a Fernando II de Aragón una serie de plazas fuertes que este solicitó para entrar como beligerante en la contienda. Esto se sumaría al hecho de que Carlos había faltado a lo acordado en Granada, por lo que ahora el aragonés batallaría por defender un territorio que le pertenecía a él directamente sin romper ningún acuerdo. El despliegue militar de Fernando no consistió únicamente en el envío de tropas a Italia, sino que también, previsor de una posible entrada francesa en el Rosellón o la Cerdaña, procedió a aumentar las defensas en estos condados fronterizos. Los preparativos no quedaron ahí, al igual que Carlos VIII realizó una serie de pactos con las distintas potencias europeas antes de emprender su avance hacia Italia, Fernando II de Aragón actuó de igual modo cubriéndose las espaldas pactando con Génova. A esto además debemos sumarle la gran flota que preparó para el envío de tropas y suministros, sostenida en su mayoría por Sicilia, Mallorca, Valencia, Barcelona y Cerdeña.11 Además se llevó a cabo toda una serie de propuestas matrimoniales con el fin de aislar a la monarquía francesa, toda esta serie de relaciones matrimoniales permitirían entablar relación con Portugal, Inglaterra, Maximiliano, y su hijo Felipe. La ayuda de las monarquías hispánicas consistió en el envío de Gonzalo Fernández de Córdoba como capitán de un pequeño contingente en Sicilia,12 las órdenes a Gonzalo eran muy claras, debía usar su pequeño ejército para prevenir cualquier acción ofensiva por parte de Francia y prestar apoyo a Ferrante II.13

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Vidal, J.J., la rivalidad hispano-francesa y la amenaza otomana (1494-1559), en Floristán A. (coord.) Historia Moderna Universal, Barcelona, 2013, p. 180. 11 Belenguer, E. Fernando el Católico, Barcelona, 1999, p. 236. 12 Sobre su figura hablaremos más detenidamente en el epígrafe dedicado a la revolución militar. 13 Jiménez Estrella, A. Don Gonzalo de Córdoba: el genio militar y el nuevo arte de la guerra al sevicio de los Reyes Católicos, en Chronica Nova, n. 30, 2003-2004, pp. 191-211.

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Los primeros compases de la guerra en este nuevo contexto se mostraron de nuevo favorables a Francia. Tras pasar el bloqueo de Fornovo, en Seminara los ejércitos franceses capitaneados por Montsepiller consiguieron derrotar a la coalición formada por Gonzalo Fernández de Córdoba, capitán de los ejércitos enviados por las monarquías hispánicas y Ferrante II. En esta batalla Gonzalo tuvo que supeditarse a la voluntad de su superior, Ferrante II, pues aunque él fuese consciente de la capacidad real de actuación de su ejército aconsejó mantenerse al margen de una batalla en campo abierto contra los franceses, pero Ferrante II sucumbió a las provocaciones francesas y acabó aceptando una batalla en la que sufrieron una gran derrota, y tras la cual Ferrante se retiró a Nápoles y Gonzalo a Calabria. A partir de ahora Gonzalo cambiaría su manera de actuar, adoptando una estrategia más al estilo de la guerra de guerrillas, experimentada en sus carnes en la guerra de Granada escasos años atrás, junto con otras implantaciones en el seno de su ejército.14 Esta serie de cambios permitieron, junto con un nuevo recibimiento de tropas, el repliegue francés a la fortaleza de Atella. El asedio a esta fortaleza se saldó de manera muy ventajosa para Gonzalo, ya que consiguió rendir la plaza sin apenas bajas entre sus tropas. Para conseguirlo cortó las líneas de abastecimiento de agua y grano, esperando a que la moral de los sitiados se redujese con el paso del tiempo.15 A la buena estrategia a la hora de sitiar la plaza hay que sumarle la ayuda que Fernando II aportó desde la península, reforzando la frontera del Rosellón y haciendo que Carlos tuviese que concentrar una gran parte de sus tropas en este punto, impidiendo así el envío de refuerzos al sitiado Montsepiller. Esta victoria permitiría asegurar Gaeta y Tarento, plazas estratégicas de gran importancia.16 El próximo gran logro de Gonzalo Fernández de Córdoba sería conseguir levantar el asedio a Ostia, principal puerto de la ciudad de Roma, que estaba siendo asediado por unos corsarios contratados por el monarca francés. En un primer momento optaría por usar la fuerza de los cañones, pero tras unos días vería la ineficacia de esta táctica, así que optó por concentrar todo el fuego de cañón en un mismo punto para abrir una grieta y forzar a las defensas a cubrir ese flanco. Una vez estas se concentraron allí, atacó con el grueso de su ejército por el otro ala de la fortaleza, valiéndose así de un desprevenido enemigo para derrotarlos y conseguir expulsar a los corsarios. 14

Detalladas por extenso en el punto de la revolución militar. Jiménez Estrella, A. Don Gonzalo de Córdoba: el genio militar y el nuevo arte de la guerra al sevicio de los Reyes Católicos, en Chronica Nova, n. 30, 2003-2004, pp. 191-211. 16 Belenguer, E., Fernando el Católico, Barcelona, 1999, p.248. 15

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La toma de Tarento, última plaza francesa, en 1497, sería prácticamente el inicio de un paréntesis en la guerra que se prolongaría hasta 1499. Tanto las monarquías hispánicas como la francesa pasarían por momentos complejos. Por el lado hispano tenemos la muerte Juan, hijo de los Reyes Católicos, que estaba destinado a concentrar en su persona la corona de Castilla y de Aragón. El infante Miguel, hijo de Juan, fallecería también a la temprana edad de cinco meses. Por el lado francés, Carlos VIII no podría cumplir su voluntad de volver a Italia, la muerte también sorprendió al monarca en 1498, y heredaría el duque de Orleans como Luis XII. Como vemos, aunque probablemente ambas potencias estuviesen deseosas de reanudar el conflicto, las condiciones no eran las más idóneas para ninguna. Finalmente en el tratado de Marcoussis, Fernando II de Aragón y Luis XII de Francia, firmarían una paz en la que pondrían fin al conflicto.

LA OCUPACIÓN DE MILÁN. TRATADO DE GRANADA Y CONSECUENCIAS (1504)

La subida al trono francés de Luis XII conllevará una nueva serie de relaciones diplomáticas por parte de la monarquía francesa. Hay que tener en cuenta desde un primer momento las conocidas aspiraciones que este monarca tenía con el milanesado, que además de ser uno de los territorios más relevantes del panorama italiano, se trataba de una cabeza de puente perfecta para atacar en un futuro el también deseado reino de Nápoles. Las ideas de Luis XII estaban muy claras en el ámbito europeo, el monarca no vaciló, y se dispuso a entrevistarse con varios embajadores y a firmar una serie de tratados con sus vecinos. Florencia se mostraría favorable al igual que prácticamente toda Italia, a excepción de Nápoles y algunos condados de la Romaña, temerosos de César Borgia.17 Entre Luis XII y Venecia se formaría una alianza común, pues los intereses del monarca y del dux eran contrarios a Milán. Ludovico Sforza no se enfrentó al inminente problema con la celeridad que cabría esperar, conllevando una marcha lenta y tardía en los preparativos, así como una elección de ...


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