Guerras España Siglo XIX PDF

Title Guerras España Siglo XIX
Author Álvaro Sánchez Serrano
Course Historia Contemporánea de España I: 1808-1923
Institution UNED
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GUERRAS ESPAÑA SIGLO XIX – INDEPENDENCIA, CARLISTAS, CUBA, 1898

GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1813) Los franceses han entrado en la península a través del pacto de Napoleón con Godoy de Fontainebleau, mediante el cual se permitía cruzar el territorio nacional para invadir Portugal. Ante la debilidad visible en el reino, Napoleón ordena a su general Muret ocupar militarmente el país y Madrid, habiendo llevado a Carlos IV y Fernando VII a Bayona y obligados a abdicar en favor de José I Bonaparte, hermano de Napoleón. El 2 de mayo los franceses acuden al palacio Real para llevarse a los últimos miembros de la familia real, pero los madrileños se alzan en armas contra el ejército francés. Sin embargo, los rebeldes son castigados el día después. Lejos de amedrentar a la población española, la cual ve que está siendo invadida, se alzan en armas y para la semana del 22 al 30 de mayo prácticamente toda la península se alza contra los franceses. Es en este contexto, ante el vacío de poder dejado por el rey y la invasión francesa, es en el que nacen las Juntas, formadas por miembros de la jerarquía social de cada zona. Se declara la guerra a Napoleón y se forma un ejército, además de plantear ciertas reformas económicas y fiscales, pidiendo ayuda económica y militar a Gran Bretaña. Se compone entonces una Junta Central que ha de contar con miembros de las demás Juntas (tan solo de las Juntas formadas por las capitales de los antiguos reinos), organizando el país en un consejo central que se reúne en Aranjuez. El 25 de septiembre los diputados juran sus cargos en Aranjuez y queda instaurada la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, formando un gobierno legítimo ante la ausencia del rey Fernando. 1ª Fase (junio a noviembre de 1808): El primer enfrentamiento se dio en el camino de Burgos a Madrid, por un contingente de tropas españolas sin apenas preparación que se enfrentaron a los franceses de Lasalle. Los españoles fueron derrotados fácilmente y se ocuparon ciudades como Valladolid y Santander. En el marco del Ebro los franceses empezaron ocupando Logroño y venciendo a los rebeldes en Tudela, pero se les hizo imposible someter a la población de Zaragoza, que resistía con una feroz resistencia. Ante peores noticias desde el sur, se optó por retirarse a Vitoria con el nuevo rey José Bonaparte. En el sur, los franceses formaron dos columnas capitaneadas por Dupont y Moncey, con miras en Andalucía y Levante. En Valencia la población resistió mediante barricadas, y al no poder recibir refuerzos desde Cataluña, los franceses optaron por retirarse a Madrid. Mientras que desde Toledo el general Dupont planeaba la invasión de Andalucía, dirigiéndose hasta Córdoba y sin defender su retaguardia. Logró saquear Córdoba, pero los españoles de territorios cercanos se alzaron y lograron cortar las comunicaciones del general francés con Madrid. En ese contexto de retirada francesa tuvo lugar la batalla de Bailén, el 19 de julio de 1808, en la que los franceses fueron derrotados por el general Castaños, capitulando las tropas francesas tres días después de la derrota. Bailén significó la primera derrota del ejército napoleónico y la esperanza para los españoles, dando el impulso necesario para la creación de la Junta Suprema que gobernaría en nombre de Fernando VII. Incluso el rey impuesto por Napoleón tuvo que abandonar la Corte de Madrid y replegarse a Vitoria. Sin embargo, esto enfureció al emperador, que descalificó al general Dupont y ser él mismo el que tomase la iniciativa en España.

2ª Fase (noviembre de 1808-enero de1810): Tras Bailén los españoles pensaban que realmente podían ganar la guerra, aunque en realidad su ejército no estaba preparado para enfrentarse al poder de Napoleón, ni tenía la coordinación y disciplina necesaria. Napoleón llegó a la península con nuevos refuerzos y los españoles pensaron que podían vencerlo mediante emboscadas en la costa y los pasos de las montañas, pero el resultado fue nefasto y los españoles o pudieron resistir. El emperador había logrado dispersar a lo mejor del ejército enemigo y para principios de diciembre entraba en Madrid. Napoleón reinstauró a su hermano en la Corte y desde su base en Chamartín decretó cuatro decretos: abolir los derechos feudales; suprimir el Tribunal de Inquisición; disminuir los conventos de monjes y nacionalizar sus bienes; trasladar las aduanas internas. Decretos propios de una mentalidad ilustrada que pretendía imponer en España, en la llamada regeneración napoleónica de España. Pero con esto no consiguió que aumentasen los adeptos a su hermano rey, y obligó a los madrileños a jurar lealtad a José I para dar ejemplo; también provocó la ira de la Iglesia y de la nobleza. En ese tiempo, un ejército inglés entraba en el territorio desde Portugal, país que se convertiría en la base de operaciones de los ingleses. El ejército había llegado hasta Salamanca, con intenciones de dirigirse a Valladolid, pero que por las condiciones tuvo que dirigirse a Galicia. La ayuda inglesa se sumó a la marcha de Napoleón, ya que tenía problemas en Europa, dejando a los generales Soult y Ney en la península. A partir de 1809 comienza en el bando nacional la denominada guerra de guerrillas, ya que se contaba con un ejército inferior en número y desorganizado. Esta forma de combate estaba compuesta por pequeños grupos que atacaban a los ejércitos y se retiraban rápidamente, intentando causar las mayores bajas posibles. Estaban compuestas por hombres de diversa índole y origen: contrabandistas y bandoleros, grupos de soldados u oficiales dislocados del ejército regular, o gente normal que abandonaba sus quehaceres para defender su patria. Estas consiguieron importantes resultados, como obstaculizar las comunicaciones entre los ejércitos franceses, haciendo que lar órdenes centrales tardaran demasiado en llegar; fueron una valiosa fuente de información para los militares aliados; y obligaron a destinar un número más elevado de tropas francesas para la protección de comunicaciones y ciudades. 3ª Fase (18011-1813): Las tropas francesas durante su estancia se apoderaron de la mayor parte de las provincias y dejaron un elevado número de víctimas. Fueron tres sus líneas de penetración en la península: Levante, Andalucía y Portugal, llegando a controlar todo el territorio en mayor o menor medida a excepción de Cádiz. La ciudad estaba abastecida por los ingleses desde el mar. Cádiz había sido el bastión de los ilustrados españoles y representantes del gobierno en nombre del rey Fernando, tras que se disolviese la Junta Central tras el alto número de derrotas sufridas tras las iniciales victorias. Allí se convocaron Cortes y se redactó la Constitución de 1812. Los franceses trataron inútilmente de hacerse con Cádiz, ya que los ingleses ayudaban a los españoles que allí se guardaban del dominio napoleónico. Además, tenían como punto de conquista Portugal, bien defendido por sus aliados británicos. Los franceses trataron de penetrar en el país luso desde Galicia, el este y el sur, tratando el general Soult de llegar a la capital lisboeta sin éxito, ante la alianza de portugueses, españoles y británicos. Se produjo una batalla cerca de Talavera de británicos capitaneados por Wellesley y españoles por Cuesta, contra los franceses, retirándose unos hacia Madrid y otros hacia la zona de control de Badajoz.

En el contexto europeo, Napoleón había atacado Francia, y vio la necesidad de enviar más tropas al frente oriental que al occidental en la península. Wellington aprovechó la debilidad francesa y comenzó una conquista desde Portugal, liberando Salamanca y Madrid en agosto de 1812, aunque volvería poco después a cambiar de manos nuevamente, para volver definitivamente al bando aliado. José I, viendo el avance de británicos y españoles, se retiró, primero a Valencia y después a Vitoria. Por otro lado, Soult, encargado de sitiar Cádiz, tuvo que abandonar Andalucía. Ante el desastre de Rusia, Napoleón se vio obligado a abandonar la idea de una España bajo su dominio, abandonando a su hermano y generales en la península casi por completo, quienes fueron derrotados en Vitoria y viéndose obligado a huir el rey José I sin sus pertenencias. El 11 de diciembre de 1813, el emperador confirmó su derrota en el tratado de Valençay, en el que reconocía a Fernando VII como rey, quien llegaría a territorio nacional en marzo de 1814. La guerra, tras casi 5 años, dejaba a su paso casi un millón de muertos y una economía muy mermada.

GUERRA CARLISTA (1ª, 2ª, 3ª) En los últimos años de Fernando VII como rey, tanto los sectores más liberales como los ultras estaban descontentos con el gobierno y pedían reformas. Los ultras (partidarios del antiguo régimen, el absolutismo y religiosos) vieron en el hermano del rey, Carlos María Isidro, el hombre indicado para sucederle. Los sectores más liberales, se posicionaron por la esposa del rey, María Cristina, madre de la joven princesa Isabel, ya que el rey no había tenido hijo varón. Según la Ley Sálica de los Borbones, el trono solo podía ser heredado por un varón, pero previamente se había incluido una Pragmática Sanción en la que se permitía heredar el trono a la hija mayor en ausencia de hijo varón. Fernando enfermó de gravedad en 1832, y creyendo que su fin era inmediato, ambos sectores comenzaron a movilizarse y ya había rumores de que el hermano del rey comenzaría una guerra. Ante estos rumores generalizados, Fernando VII derogó la Sanción y Carlos pasaría a ser su heredero, sin embargo, el monarca se recuperó y reconoció finalmente a su hija Isabel II como reina. El infante Carlos tuvo que salir del país y se preparó para la guerra, al tiempo que Fernando moría en 1833 y su hija era coronada reina bajo la regencia de su madre, María Cristina. Carlos V tomó el título de rey. 1ª Guerra Carlista Fase 1 (1833-1835): Carlos V se proclamó rey y pasó al ataque, comenzando los primeros chispazos del enfrentamiento en Talavera y Valencia, sofocados por un gobierno que, desde el principio, se posicionó del bando de la reina y la regente. Las zonas de ocupación carlista estuvieron principalmente en el norte, aunque no logró calar en las grandes ciudades de Navarra, Guipúzcoa, Álava, Vizcaya y partes de Aragón, Castilla, Cataluña y Valencia. El pretendiente entró con su ejército y trató de limpiar las zonas de enemigos, estableciendo un ejército jerárquico. Esta primera fase finalizaría con el asedio carlista de Bilbao y la muerte del mejor general de Carlos V, Zumalcárregui en julio de 1835. 1ª Guerra Carlista Fase 2 (1835-1837): La guerra, ubicada en un primer momento en un ámbito más regional en torno a las Provincias Vascas y Navarra, pasa entonces a un ámbito nacional. En primer momento, el nuevo comandante de las fuerzas cristinas, Espartero, logra romper el sitio de Bilbao. Sin embargo, las partidas carlistas no eran fáciles de reducir, puesto que se habían hecho fuerte en zonas montañosas y de campo, destacando el Maestrazgo y el Bajo Aragón, territorio dominado por el general carlista Cabrera. Se comenzaron a ver partidas carlistas fuera de su zona de influencia en busca de apoyos, como la campaña del general Gómez que con 3.000 hombres atravesó el territorio nacional hasta Cádiz, entrando en algunas ciudades y haciendo miles de prisioneros, aunque no con el resultado esperado. Llegó incluso a poner en alarma a La Granja en julio del 36. También hubo una expedición dirigida por el propio Carlos V que partió en mayo del 37 desde Navarra y llegó hasta las puertas de Madrid, aunque obligado a retirarse en el mes de octubre al verse acosado por Espartero. También cabe la posibilidad de haberse retirado en base a una posible negociación del enlace entre la reina y el hijo de Carlos V, ya que se repliega sin si quiera tratar de ocupar la capital. Lo cierto es que los carlistas, aunque no contaron con la oposición de la población civil, tampoco contaron con su apoyo, a quienes parecía venir de lejos quien controlase el trono.

1ª Guerra Carlista Fase 3 (1837-1839): La guerra dio a partir de entonces un claro giro hacia el lado de la reina. El pretendiente Carlos se vio forzado a replegarse más allá del Ebro. Esto generó un mal ambiente dentro del ejército carlista, y muchos generales con fama en las partidas fueron procesados, como el caso del general Elio. Al mismo tiempo, se producen discusiones como la de no pretender restaurar la Inquisición ante los deseos de los eclesiásticos más intransigentes. También sube a la élite militar carlista el templado general Maroto, quien mandó fusilar a su predecesor, Guergué. Carlos acabó por aceptar esta corriente y expulsó de su corte a los más apostólicos, dividiendo a los carlistas y aumentando el descrédito del pretendiente ante las cortes extranjeras que le apoyaban y que poseían un carácter más tradicionalista. En ese tiempo, Muñagorri, pedía una forma de carlismo organizada en un partido político, que, si bien no cuajó de momento, acabaría siendo el futuro de los carlistas, además de verse con mejores ojos por las potencias extranjeras. Finalmente, el cansancio tras seis años de guerra se vio reflejada en el llamado Convenio de Vergara de agosto de 1839, en el que el general isabelino Espartero y el carlista Maroto sellaban el fin de las hostilidades, y obteniendo de nuevo los reconocidos fueros para los vascos y navarros. 1ª Guerra Carlista Fase 4 (1839-1840): Carlos V no había reconocido el acuerdo, así como sus generales más intransigentes como Cabrera. Espartero liquidó a lo que quedaba de ejército en Álava y Navarra, obligando a Carlos a pasar la frontera en septiembre con 6.000 soldados. Mientras tanto, Cabrera resistía en los focos de Aragón y Cataluña durante casi diez meses más, hasta que los últimos carlistas leales, unos 25.000 hombres, fueron obligados a cruzar la frontera en julio de 1840. Carlos quedaría vigilado en Francia y abdicaría sus derechos en su hijo Carlos VI en 1845.

2ª Guerra Carlista (1846-1849): Mientras que parte del Carlismo pretendía buscar una reconciliación en busca de un matrimonio entre Carlos VI e Isabel II (negociado por Mª Cristina con Carlos durante el exilio de la regente en París, aunque no llegó a buen camino), otra parte pretendía volver a las armas y había renunciado al Convenio de Vergara. Más que dinástico, se había convertido en un enfrentamiento ideológico entre tradicionalistas y liberales, y desde Madrid no veían con buenos ojos un carlista casado con la reina. Varias partidas se levantaron en 1846, creando focos de insurrección carlista en Cataluña, tratando de colocar en el trono al nuevo pretendiente Carlos VI. Se extendió a Valencia y Toledo al año siguiente, aunque tan solo resistió en Cataluña hasta el fin de los enfrentamientos en 1849, habiendo perdido mucha fuerza el movimiento.

3ª Guerra Carlista (1854-1856): Se produce una acción guerrillera en el norte, a causa de motivos como la defensa del catolicismo y la lucha contra las ideas evolucionistas impuestas tras la Vicalvarada. A causa del Manifiesto de Montemolín, el chispazo comenzó en Palencia en el 54, difundiéndose por Castilla y Santander, además de por el este en Aragón, Cataluña y Levante. Sin embargo, concluyó sin los éxitos previstos en 1856.

Conflicto de 1860: Durante el gobierno largo de O’Donnell, hubo un supuesto renacer del carlismo. Se descubrió al pretendiente Carlos VI y a su hermano Fernando en la desembocadura del Ebro, tratando de entrar en el territorio para iniciar un levantamiento. Ambos, presos, acabaron por renunciar a sus derechos, jurando fidelidad a la reina en Madrid. Quedó entonces como jefe de la casa Carlista Juan III, su hermano, que quedó sin oposición cuando Carlos y Fernando murieron por tifus. Su hijo, Carlos VII, reanudaría personalmente los enfrentamientos durante el reinado de Amadeo de Saboya.

GUERRA CUBA 10 AÑOS (1868-1878) En 1868, tras la firma y el acuerdo de los principales políticos y militares españoles en Ostende, se planea la Revolución Gloriosa que tendría lugar en 1868 para derrocar a Isabel II. Esto daría paso a un gobierno provisional, una nueva Constitución y la elección de un nuevo monarca. Sin embargo, en Cuba y el resto de las colonias llegaría un sentimiento de decepción al ver que las esperadas reformas no llegan. Al mismo tiempo, comienza un sentimiento de independencia en sintonía con los Estados Unidos, que ven con buenos ojos la independencia de las colonias españolas de las Antillas para el libre comercio. Desde Nueva York se proclama el grito “Viva Cuba y Puerto Rico libres, y muera España en América para siempre”. En Puerto Rico, guiados por Rojas, se atacaron las fincas de los negreros españoles y se proclama una república con un gobierno provisional liderado por Francisco Ramírez. Mientras que, en Cuba, Céspedes se reunía con los principales líderes del movimiento oriental que juraron vencer o morir por la patria cubana. Se realizó un Manifiesto en la isla que formaba una Junta revolucionaria que se impondría al gobierno español al que acusaban de privar a los cubanos de los derechos ciudadanos de libertades, política, civil y religiosa. Su único gran objetivo eran ser libres e iguales. El capitán general de Cuba Lersundi ahogaba con sangre las primeras revueltas, pero Céspedes, con 5.000 hombres, se apoderaba de Camagüey. El nuevo capitán general fue el unionista Dulce, que intentó negociar con Céspedes, mientras su segundo en la isla, Balmaseda, iniciaba un acoso a quienes hondeaban la bandera cubana. Céspedes intensificó los ataques al bando español, realizando actos de pillaje contra los elementos españoles como el ferrocarril o el telégrafo, y proclamando libres a todos los esclavos que se uniesen a la revolución. Al mismo tiempo, el partido español con lideres negreros, y financiados por el Banco de la Habana, organizaba los batallones de voluntarios del orden y ejerciendo un gran castigo contra los sospechosos de pertenecer o ayudar al bando rebelde. Se desterraron algunos independentistas a la isla de Fernando Poo. También llegarían refuerzos desde la península, financiados en parte por los comerciantes catalanes, produciéndose el desembarco de un total de 18.000 soldados entre finales del 68 y mediados del 69, reclutados por el sistema de quintas. Estos lograron cambiar e rumbo de la guerra hacia uno más favorable, pero los independentistas lograron evitar el enfrentamiento directo y estaban financiados por los Estados Unidos. Dulce dio por terminada la guerra de forma precoz, y los esclavistas crearon el Casino Español de la Habana. Caballero de Rodas desembarcaría en La Habana en el 69 al mando de las tropas. Con Amadeo en el trono y Zorrilla de presidente, partidario de la abolición de la esclavitud, se trasladó el debate de la esclavitud al congreso. Zorrilla comienza con las reformas de Ultramar para lograr la paz y abolir las odiadas quintas. Hubo sectores descontentos englobados en el Centro Hispano Ultramarino, que incluso presionaron desde los ricos terratenientes al rey, que acabó dimitiendo meses después. Se trató de encontrar una formula en la que previamente a Cuba, se aboliese la esclavitud en Puerto Rico, con una población menor y un menor peso de la mano esclava que en Cuba, que era del 26% frente al 6% de Puerto Rico, anunciándose el 21 de diciembre de 1872. A pesar de las muchas presiones, se siguió en adelante en 1873 para tratar de abolir la esclavitud en Cuba. Al mismo tiempo, la guerra tenía un saldo de 25.000 bajas en Cuba de españoles y 74.000 soldados desplazados a la isla, todo sumado a la guerra contra el pretendiente Carlos en el norte, lo que minó las esperanzas de Ruiz Zorrilla, además de la abdicación del rey. Los problemas sumados a la República y al gobierno posterior, así como las guerras carlistas, dejó apartado el conflicto en Cuba hasta 1876, cuando finalizó la guerra contra los carlistas. El nuevo gobierno de restauración de Cánovas pretendió entonces acabar con la guerra

de Cuba que venía ya alargándose demasiado. Para ello fue necesario pedir un préstamo al Banco Hispano Colonial, donde el hermano de Cánovas tenía influencias al haber sido nombrado ordenador de pagos y director general de la Hacienda en Cuba. Martínez Campos, nombrado capitán general de Cuba, desembarcaba en la isla para sustituir a Jovellar en septiembre de 1876. Este ofreci...


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