Las crisis de fin del siglo XIX PDF

Title Las crisis de fin del siglo XIX
Course Civilisation espagnole
Institution Université d'Orléans
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Cours de Madame Saupin...


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Las crisis del fin del siglo La Guerra de Cuba es también conocida como la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878) fue la primera de las tres guerras de independencia ocurridas en Cuba en la segunda mitad del siglo XIX con el objetivo de lograr la independencia de la colonia sobre la metrópoli española. La guerra comenzó con el Grito de Yara, en la noche del 9 al 10 de octubre de 1868. Esta guerra tuvo un carácter anticolonialista, antiesclavista y liberación nacional. Es una guerra entre los criollos (descendientes de los españoles que habían emigrados en Cuba) y el Ejército español. Acabó diez años más tarde con la Paz de Zanjón o Pacto de Zanjón. Este acuerdo no garantizaba ninguno de los dos objetivos fundamentales de dicha guerra: la independencia de Cuba, y la abolición de la esclavitud. La segunda Guerra es la Guerra Chiquita (1879 – 1880) y la tercera Guerra es la Guerra de la Independencia Cubana (1895 – 1898) es llamada también la Guerra Hispano-cubana. En 1892, José Martí había creado el Partido Revolucionario Cubano con la intención de expulsar de la isla a los españoles. En 1895, la organización cree que ha llegado el momento de iniciar un alzamiento. En Santo Domingo firma el Manifiesto de Montecristi en el cual aboga por la independencia, en ese momento, tropas infiltradas en diversos puntos de la isla se sublevan. El 24 de febrero de 1895 comienza la Guerra de Independencia, una guerra muy irregular. José Martí muera en combate al poco de empezar las ofensivas. El 15 de febrero de 1898, los Estados Unidos tienen la oportunidad cuando estalla en el puerto de la Habana el acorazado norteamericano “Maine”. Rápidamente, el gobierno de Washington culpa de la explosión a el ejército español y le declara la guerra. Comienza aquí una segunda parte de la Guerra de Independencia cubana, la de la Guerra entre España y Estados Unidos. El 10 de diciembre de 1898, el Tratado de París es firmado dio por finalizada la Guerra hispano-estadounidense y por él España abandonó sus demandas sobre Cuba, que declaró su independencia. Se considera como el punto final del Imperio español y el principio del periodo de poder colonial de los Estados Unidos (Filipinas, Guam y Puerto Rico). Es el Desastre para España, es la victoria política del intervencionismo norteamericano. España se encuentra debilitado, es una crisis de consciencia del pueblo sobre el cuestionamiento sobre el porvenir del país. El 98 y sus repercusiones Aunque desde una perspectiva económica, no se puede hablar de desastre:  El fin de la guerra permitió al ministro Fernández Villaverde abordar algunas reformas necesarias en el sistema de impuestos y en la emisión de deuda, lo que supuso un saneamiento de la situación de la Hacienda. Por primera vez en mucho tiempo, el estado español tuvo superávit a principios del siglo XX.  La pérdida de las colonias supuso una importante repatriación de capitales que fueron invertidos en la economía peninsular.  España no perdió la escasa presencia que ya se tenía en los mercados latinoamericanos. Sin embargo, la apabullante (scandaleuse) derrota ante EE.UU. y la pérdida de más de 50.000 combatientes provocó una intensa conmoción en la sociedad española en todos los ámbitos. Políticos del régimen canovista como Francisco Silvela, que escribió "España sin

pulso"; opositores socialistas o republicanos; intelectuales como Joaquín Costa; todos sintieron la pérdida de las colonias como el Desastre del 98.  Esta conmoción nacional provocó una profunda crisis de la conciencia nacional que marcó la obra crítica de los diversos autores que componen la generación del 98 (Unamuno, Baroja, Maeztu...)  Propuestas de reforma y modernización política como el Regeneracionismo, con una doble vertiente de reforma política y de reforma educativa  Mayor empuje y presencia de los nacionalismos periféricos, ante una evidente crisis de "la idea de España". La derrota de 1898 había puesto de relieve de forma trágica y súbita todas las limitaciones del régimen de la Restauración y su parálisis a la hora de afrontar los problemas sociales y la modernización del país. El Regeneracionismo de Joaquín Costa fue la principal expresión de una renovada conciencia nacional que aspiraba a la reforma del país. El pensamiento de Costa se basó en una crítica radical al sistema caciquil que había impedido la implantación de una verdadera democracia basada en las clases medias y la modernización económica y social del país. José Costa es un ensayista que critica el peso del caciquismo “Escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid.” El nacimiento de los nacionalismos periféricos La división en provincias de 1833 no tuvo en cuenta las realidades comunitarias existentes. Así que se ha señalada que la España del siglo XIX fue “un país de centralismo legal, pero de localismo y comarcalismo real”, una red de comarcas mal comunicadas y poco integradas entre sí. La confluencia de estos particularismos y el renacimiento cultural que los acompañó permitieron la manifestación espontánea de una diversidad regional o nacional que se hizo especialmente evidente en Cataluña y el País Vasco, precisamente las regiones con más independencia económica. Los regionalismos periféricos, fueron en principio manifestaciones de las pequeñas y medianas burguesías, más que las altas que intentaban recuperar su identidad nacional a través de la defensa de sus peculiaridades históricas.  El catalanismo En Cataluña fue surgiendo un movimiento cultural “La Renaixença” que abarcaba diversos campos de la actividad intelectual (historia, literatura, artes…) que tuvieran relación con Cataluña, utilizando como instrumento cada vez más la lengua propia. Más tarde, ya en la Restauración, surgió el catalanismo político, cuyas guías eran Lo Catalanisme, publicado por Valentí Almirall en 1886, y La Tradición Catalana. De la síntesis de ambas obras surgió en 1896 el Comprendi de la doctrina nacionalista, de Enric Prat de la Riba, como la forma catalana de regeneracionismo de fin de siglo. En 1887 fundaron la Lliga de Catalunya y, con motivo de los Juegos Florales celebrados por la Exposicion Universal de Barcelona, presentaron a la reina regente Maria Cristina (Alfonso XII había muerto en noviembre de 1885) un programa regionalista. Este programa mantenía al mismo tiempo la fidelidad a la monarquía y la búsqueda de una amplia autonomía. En 1891 volvieron a encontrarse el Centre y la Lliga gracias al esfuerzo conciliador de Enric Prat de

la Riba, y el resultado fue una organización, la Unió Catalanista. En su primera reunión celebrada en Manresa en 1892, se suscribieron las bases para una “Constitución regional catalana”, una síntesis de la concepción federal de integración del Estado catalán en el Estado Español y de las ideas del catalanismo conservador. En 1917 = nacen distintos partidos como el Partit Republicà Català (1917 – 1931) y la Esquerra Catalana (1921 – 1923). 1922 = Partido Estat Català con un nacionalismo separatista. 1931 = El nacionalismo separatista gana frente al corriente conservador con el partido Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) que no es separatista.  El nacionalismo vasco El nacionalismo del País Vasco surgió en un clima de defensa de los fueros y no fue obra de una moderna burguesía. La ley que abolió sus fueros históricos en 1876 provocó dos reacciones diferentes: la de los que, transigiendo, supieron rentabilizar la situación para transformar la perdida en conciertos económicos con Madrid en provecho propio desarrollando una industria ligada al mercado español, y de los que, apelando al tradicionalismo, defendían la íntegra recuperación de los fueros. Estos eran los perdedores de la guerra carlista y la aprobación de la Restauración. Se aferraban a un País Vasco tradicionalmente agrario, contrario al fenómeno urbano y su industria; para quienes la defensa de los fueros totales equivalía a defender la esencia de “lo vasco”, de forma que la Ley de 1876 se convirtió en “el agravio” por antonomasia del Gobierno central. El propulsor del nacionalismo vasco, Sabino Arana, recogió estas ideas que flotaban en la sociedad: para un pueblo diferente (de una raza y, sobre todo, lenguas distintas) recuperar los fueros totales era recuperar la plena soberanía, lo cual significaba independencia. El lema nacionalista vasco era “Dios y Ley Vieja”, es decir fueros y tradiciones. En 1895 se fundó el Partido Nacionalista Vasco con una solemne declaración antiespañola. Pero el partido no fue capaz de conseguir nada mientras estuvo integrado por la pequeña burguesía bilbaína tradicionalista. Se extendió su influencia cuando se aproximó a la burguesía más moderna e industrial. Entonces apareció la división interna entre los defensores de la independencia y los que buscaban la autonomía dentro del Estado español. El éxodo rural desde el sur que amenaza la “raza” vasca que excluyen los “maketos” que ponen en peligro la puridad de la raza vasca. Estos últimos, urbanos, industriales, y con dinero imprescindible para el partido, se impusieron con el control del PNV y entraron en una línea parecida a la de Cataluña, copiando la idea de “rehacer España”, desde el País Vasco, en este caso. También, reivindican la independencia de Euskadi y Euskalerría con una zona vasca de 7 provincias de España y francesas y la reivindicación de la Navarra + desarrollo de la clase obrero que contribuyen a la industrialización por el nacionalismo vasco.  El regionalismo en Galicia El surgimiento de movimientos nacionalistas en Galicia se remota a la España isabelina. En 1843 se celebró en Lugo una Asamblea Federal en la que Antolín Faraldo propuso la independencia del reino de Galicia. En 1846 tuvo lugar un levantamiento progresista y

autonomista bajo la dirección de la Junta Superior de Galicia, que fue ahogado en sangre (mártires de Carral). En 1873 tuvo lugar una Asamblea Federal en Santiago, dentro de los movimientos federales republicanos. La Lliga Regionalista gallega fue creada en 1890 y dirigida por Alfredo Brañas. En 1916 se fundó “Irmandade da Fala” en cuyo programa se habla de conquistar una amplia autonomía para Galicia. El nacionalismo gallego muestra diferencias claras con respeto al catalán o al vasco. Por una parte, fracasó en su intento de construir una fuerza política galleguista homogénea, pero, por otra, edificó una ideología diferenciadora basada en el territorio, raza, lengua, historia y consciencia nacional. Con todo, este galleguismo no pretendía alcanzar un Estado independiente, ni siquiera un federalismo, sino un modelo jurídico-político de descentralización designado con el término de autonomía....


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