Los templos de egipto PDF

Title Los templos de egipto
Course Historia del Arte Antiguo en Egipto y Próximo Oriente
Institution UNED
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El templo en Egipto Los antiguos egipcios construían en piedra sus templos, pues entendían que ésta podría durar hasta la eternidad, como los dioses. Casas y palacios, en cambio, se erigían en materiales perecederos como el adobe, cañas y madera. Cuando hablamos de los templos egipcios no debemos imaginar que en ellos se reunían los feligreses de igual modo que sucede en las iglesias o mezquitas. Todo lo contrario. En los templos egipcios la entrada era muy restringida, de modo que en ellos sólo podían entrar los sacerdotes o personas que trabajaran allí. Y en algunos ámbitos del templo, como el sancta sanctorum donde reposaba la imagen del dios, muy pocos eran los que tenían acceso. Únicamente el faraón, el sumo sacerdote o el sacerdote lector encargado de realizar los ritos más complejos tenían potestad para visitar al dios. Podemos encontrar dos tipos de templos, principalmente:

Templo del dios Un tipo de templo es el dedicado a uno o varios dioses, es la “casa del dios” (per netjer), donde los egipcios creían que la divinidad vivía. Dado que es la casa del dios y los dioses son sus “habitantes”, podemos apreciar como en los relieves estos siempre se orientan mirando hacia la salida del templo, al contrario que las figuras de los faraones, dioses acompañantes y sacerdotes que, como “visitantes”, se orientan siempre en sentido contrario a los dioses. Los templos solían estar situados en la orilla este del Nilo, pues es por ese lado por donde nace el Sol y, por tanto, el lugar en el que habitan los vivientes. Este tipo de templos sufrían restauraciones, ampliaciones y modificaciones a lo largo de cientos e incluso miles de años, pues, al menos en los principales, todo faraón quería aportar dejar constancia de su obra durante su reinado. Por eso, en los grandes templos podemos leer nombres de faraones de muy diversas épocas. La estructura del templo representa, en realidad, el origen del orden respecto al caos, y la cosmovisión egipcia. Un punto en común que tienen la mayoría de las cosmogonías egipcias es la creencia de que el primer elemento visible de la creación fue la colina primordial que emergió de las oscuras e inertes aguas del nun u océano primordial, que representaba el caos. En un momento el halcón sagrado apareció volando y se posó sobre un junco que había en la colina. La sacralidad del lugar fue entonces definida por medio de un muro, con lo que de ese modo se dispuso el primer templo de Egipto según la mitología. Por ello, la colina primordial era simbólicamente elevada en los templos egipcios más antiguos. Así ocurre en el arcaico templo de Nekhen, donde un enorme acopio de tierra y arena dentro del témenos o espacio sagrado debía simular la colina primigenia. Del mismo modo, la arquitectura de los templos reflejaba en la decoración de sus columnas plantiformes, lotiformes o papiriformes y en los zócalos de las paredes en las que los relieves representaban el ambiente propio de un cañaveral o de las marismas, la naturaleza pantanosa de la colina primordial, tal y como la decoración estrellada del techo quería simular el ámbito celeste. Así mismo, tampoco es una casualidad que según se avanza por el eje principal del templo en dirección a la parte más sagrada nos encontremos con que el nivel del suelo vaya ascendiendo progresivamente, del mismo modo que el techo es cada vez más bajo, pues simbólicamente esta característica arquitectónica representa el ascenso desde los bordes de la colina primordial hasta su cumbre que, realmente, se halla más cercana al cielo. Esta cumbre es la naos del sancta sanctorum, el lugar donde reposa el dios. El períbolos o muro que rodea todo el templo y define su témenos

representa, de manera más evidente a partir de la época ptolemaica, las aguas del nun. En esa época dicho muro se construye con ladrillos de adobe, en hiladas cóncavas y convexas, que otorgan al muro el aspecto de las ondas de las aguas. Simbólicamente esto quiere demostrar que hasta dicho muro llega el caos del nun, pero que a partir de ahí ya viene el orden del cosmos, el orden y pureza del templo. Una vez pasado este recinto, las dos torres del pilono de entrada, que recuerdan la forma del jeroglífico akhet “horizonte”, simulan el horizonte por el que el disco solar amanece cada día, rejuveneciendo y confirmando la permanencia del orden creado sobre el caos. De igual modo, el par de obeliscos que preceden al primer pilono, como en el caso del templo de Luxor, pueden hacer referencia a los dos horizontes, pues en ocasiones eran dedicados al dios solar matutino o vespertino. En la fachada de los pilonos se suele representar, incluso en la época meroítica, el exterminio de los enemigos por parte del faraón. Ésto simboliza la lucha del orden contra el caos, pues tiene un claro sentido apotropaico, dejando claro que esta lucha debe tener lugar fuera y no dentro del templo. Además de la fachada de los pilonos, también en los muros exteriores del templo propiamente dicho también solían representarse escenas de carácter bélico, para mostrar al faraón como el gran benefactor que elimina a los enemigos del país, es decir, el que impone el orden sobre el caos. Un último detalle, dentro de esta simbología, son las gárgolas con forma de león. El agua de lluvia podía interpretarse como el agua del caos, por lo que el león protector la expulsa al exterior del templo. Así pues, en la estructura del templo egipcio encontramos principalmente cuatro partes que debemos vincular directamente a la forma del cosmos. El muro del templo, representativo de las aguas caóticas del nun; las dos torres del pilono de entrada como equivalente al horizonte por donde nace el Sol; las salas columnadas del templo con columnas palmiformes, lotiformes o papiriformes, que recrean el ambiente de la marisma y cañaveral de la colina primigenia y, finalmente, la naos del sancta sanctorum, el lugar más sagrado del templo que recreaba la propia colina. El templo más antiguo que se conoce en Egipto es el que se descubrió en Hieracónpolis, una antiquísima ciudad situada al sur de Tebas. Éste se ha fechado en el período Naqada II, es decir, hacia 3300 a.C., pero fue construido con materiales perecederos. Las primeras construcciones en piedra se remontan al Imperio Antiguo, y en lugares como Heliópolis y Menfis, debía haber en esta época grandes templos que hoy ya no existen. De hecho, los templos más imponentes que han llegado a nuestros días son los del Imperio Nuevo y los de la Época Ptolemaica, de los que podemos ver algunos ejemplos.

Templo protodinástico de Hieracónpolis Este templo es conocido por los egiptólogos como localidad Hk 29A. Podría tratarse de un recinto ceremonial. En el centro hay un patio oval pavimentado, alrededor del cual se alzó un muro para proteger ese espacio sagrado. Los agujeros de poste que se han hallado durante las excavaciones han servido para determinar la posición de algunas construcciones situadas en la parte exterior del muro, la puerta de entrada y el templo. En el lado oeste del patio, por ejemplo, se han encontrado grandes agujeros de poste que por sus dimensiones hacen suponer que allí se insertaron troncos enteros de árboles, es decir, en el lugar se erigió una construcción de gran tamaño, el templo propiamente dicho. Todas las estructuras fueron construidas con madera y esteras.

Durante el período anterior al advenimiento de la dinastía I (hacia 3100 a.C.), Hieracónpolis (Nekhen, en egipcio) había sido la capital de un pujante reino independiente que poco a poco se fue haciendo con el control de todo el Alto Egipto. El templo se fecha precisamente en esa época, en el período Naqada II.

Templo de Karnak El templo de Karnak, en la antigua Tebas, es en realidad un complejo de templos relacionados entre sí. El mayor desarrollo de este complejo se dio durante el Imperio Nuevo, pues el dios Amón tebano se convirtió entonces en el más importante de Egipto. Sin embargo, la historia arquitectónica de Karnak se desarrolló durante más de dos mil años, por lo que en este lugar podemos encontrar los nombres de faraones desde el Imperio Medio hasta la época romana. En la antigua Tebas era adorada, principalmente, una tríada de dioses: el dios Amón, su esposa la diosa Mut, y el hijo de ambos, el dios Khonsu. Estas divinidades tenían templos propios en Karnak. Desde el muelle que unía el Nilo con este espacio sagrado a través de un canal, se seguía por un camino flanqueado de esfinges, hasta llegar al primer gran portal del templo, el del primer pilono. A continuación, se abría un amplio patio en el que se erigieron en época de Seti II (din. XIX) y Ramsés III (din. XX) templos construidos para las barcas sagradas de la tríada tebana (Amón, Mut y Khonsu). Tras el segundo pilono del templo, de cien metros de anchura, se abre una de las salas hipóstilas (de columnas) más grandes del mundo, la gran sala hipóstila de Karnak . Fue comenzada a construir por Seti I y acabada por su hijo Ramsés II entre 1290 y 1260 a.C. En la parte central tiene un pasillo de doce columnas de casi 22 metros de altura, flanqueado a ambos lados por un total 122 columnas de 13 metros de altura, dispuestas en hileras de nueve columnas, contabilizando 134 columnas toda la sala, creando un auténtico bosque de papiros de piedra en una superficie de 5.500m2 . Las columnas grandes representan en su capitel papiros abiertos, y los pequeños papiros cerrados. Esto forma parte de la simbología del templo, pues debido a la diferencia de altura los laterales de las columnas grandes se flanquearon con ventanales de piedra calada , de modo que estas columnas eran iluminadas y, por lo tanto, el papiro debía abrirse como en la naturaleza. En cambio, el resto de las columnas, por hallarse en un ambiente más sombrío, no podían sino representar papiros cerrados. Grandes arquitrabes descansaban sobre los ábacos cuadrados de las columnas, de modo que se creaba así un sólido soporte sobre el que poner las vigas que cerraban toda la techumbre. Siguiendo el eje principal, se pasan una sucesión de pilonos erigidos durante los reinados de Amenhetep III (el tercero), Tutmosis I (cuarto y quinto) y Tutmosis III, algunos precedidos por imponentes obeliscos monolíticos de Tutmosis I y Hatshepsut, de 22 y 30 metros de altura, respectivamente. La parte más antigua del templo, del Imperio Medio, es la que viene más allá del quinto pilono, pero de ella apenas se han conservado restos. Aún más hacia el este, Tutmosis III inició otra serie de construcciones, como la sala de ceremonias y el llamado “jardín botánico”. Este eje Este-Oeste, es el que conformó la parte principal del templo de Amón en Karnak, insertado en un espacio sagrado conformado por multitud de templos y recintos sacros ampliados y modificados durante siglos de historia. A finales del siglo XVIII, la expedición napoleónica que recorrió Egipto realizó numerosos dibujos y planos de Karnak de gran calidad. En ellas podemos ver en qué condiciones se encontraba el templo hace ya más de dos siglos.

Templo de Luxor El de Luxor es otro de los templos más conocidos de la antigua Tebas. Fue comenzado a construir por Amenhetep III en la dinastía XVIII, hacia 1370 a.C., y a él se deben las partes más interiores y sagradas, así como un patio porticado y una avenida columnada. Posteriormente, Tutankhamón y Horemheb terminaron esta avenida, y ya en la dinastía XIX, Ramsés II añadió un primer patio porticado en el que se integró un pequeño tamplo para las barcas, de Tutmosis III y Hatshepsut, y el pilono de entrada. La fachada del templo, el pilono obra de Ramsés II hacia 1250 a.C., estaba precedida por dos estatuas colosales sedentes del faraón y otras cuatro estantes, así como por dos obeliscos. En el siglo XIX, cuando aún no se habían efectuado excavaciones en el lugar y Luxor se hallaba semisepultado en la arena, uno de estos obeliscos fue arrancado del lugar y transportado a París, donde ahora se sitúa cerca de la torre Eiffel. El primer patio porticado, obra de Ramsés II, está rodeado de cierto número de estatuas estantes en los intercolumnios, algunas de las cuales fueron usurpadas por Ramsés de Amenhetep III. El patio tiene una longitud de 57 metros y una anchura de 51 metros. También aquí, precediendo la avenida columnada podemos hallar dos estatuas colosales de Ramsés II. En la avenida columnada, de dos hileras de siete columnas, iniciada por Amenhetep III podemos ver preciosas columnas papiriformes talladas en piedra arenisca y de 21 metros de altura, y en los muros laterales escanas de la fiesta de Opet realizadas durante el reinado de Tutankhamón. hacia 1330 a.C. Tras la avenida columnada, se llega a un gran patio rodeado de columnas fasciculadas de capiteles papiriformes cerrados. En el patio porticado de Amenhetep III fueron halladas en 1989 un conjunto de 26 estatuas de excelente factura en una favissa o fosa, lo cual ha permitido conocer más datos sobre cómo era el templo en tiempos antiguos. Pasado el patio se transcurre por una serie de estancias hipóstilas cada vez más oscuras, hasta llegar, dejando atrás el santuario de la barca construido por Alejandro Magno, al sancta sanctorum, el lugar donde se custodiaba la sagrada imagen del dios. La longitud total del templo, desde el pilono de Ramsés II, hasta el muro posterior es de 254 metros. En la parte más sagrada del templo de Luxor, obra de Amenhetep III, también quiso dejar constancia de su presencia el joven Alejandro Magno, y también por esta zona el emperador romano Diocleciano mandó estucar y decorar algunas paredes con escenas romanas. En aquella época el lugar se convirtió en una fortaleza militar, y de ahí viene el nombre de Luxor, pues en árabe fue conocido como El-Uqsor, es decir, “la fortaleza”.

Templo de Atón en Amarna Así como los templos de Luxor y Karnak, y la mayoría de los templos egipcios, son fruto de una serie de construcciones y reformas llevadas a cabo por numerosos faraones a lo largo de distintas épocas, el templo de Atón en Amarna (y el resto de las construcciones de este lugar) pertenece a una época muy concreta, el reinado de Akhenaton, a mediados de la dinastía XVIII. Durante sus primeros años de reinado Akhenatón (1348-1335 a.C.) levantó algunos templos solares en Karnak. Pero, posteriormente, Akhenaton, llevó a cabo una serie de drásticas reformas, que

llevaron al cierre de los principales templos egipcios, entre ellos el de Amón en Karnak. El dios principal y único de Akhenaton era ahora Atón, el disco solar. Sus nuevas ideas religiosas llevaron también a construir un tipo de templo sin paralelos hasta entonces. Se trata de templos abiertos al cielo, de modo que la luz del Sol, el dios por excelencia inunde con su benefactora luz cada uno de los rincones del templo. El gran templo de Atón medía casi 200 metros de longitud, pero sólo unos 30 metros de anchura.

Templo de Edfú Los templos de época ptolemaica y romana son, sin duda, los mejor conservados de Egipto. Fueron construidos en una época muy tardía, cuando hacía casi tres mil años que se había construido la primera pirámide. Sin embargo, a pesar de haber sido erigidos durante el dominio de la dinastía de origen macedonio o bajo los emperadores romanos, estos templos siguen el esquema oficial de la arquitectura templaria egipcia, por lo que nos sirven también como modelos de estudio. El templo de Horus de Edfú fue construido entre 237 y 71 a.C., durante la época ptolomaica. Este templo estaba dedicado al dios halcón Horus y resulta ser el mejor conservado de todo Egipto. El que dicho templo haya llegado hasta la actualidad en tan buen estado de conservación se debe a que desde su abandono fue colmatándose progresivamente de sedimentos que, al fín, resultaron ser sus mejores protectores. En dibujos del templo realizados antes de mediados del siglo XIX por el dibujante David Roberts se observa perfectamente cuál era su estado en aquellas fechas En 1860 el arqueólogo francés Mariette libró al templo de las arenas y edificaciones posteriores que lo cubrían. El plano del templo muestra las características esenciales que definen el templo egipcio. Sus 137 metros de largo son precedidos por un pilono con una anchura de 79 metros y una altura de 36 (equivalente a un edificio de 12 pisos). Antes de llegar al pilono de entrada, existe otra construcción digna de mención. Se trata del llamado “mamisi¨, construido durante el reinado de Ptolomeo IX Soter II. En este lugar es donde cada año se renovaba el misterio del nacimiento de Horus. Según una inscripción hallada en el templo de Edfú, éste fue construido siguiendo las instrucciones de Imhotep, el arquitecto de la pirámide escalonada de Djeser, que había vivido 2500 años antes. Con esto, lo que los arquitectos del templo de Edú quisieron indicar era que este nuevo templo iba a constituir una obra perfecta. Pasado el pilono nos encontramos con un amplio patio porticado en cuyo fondo se halla la fachada del pronaos, que da paso a la parte cubierta del templo. A partir de aquí, siguiendo el arquetipo egipcio, nos encontramos con estancias cada vez más pequeñas, hasta llegar a la sala más sagrada, la que contenía el naos donde reposaba la imagen del dios. Alrededor de la parte cubierta del templo se abría un pasillo de ronda a cielo descubierto, que como en el resto del templo tiene sus paredes completamente cubiertas de inscripciones jeroglíficas e iconografía.

Templo de Filae El de Filae, dedicado a la diosa Isis (madre de Horus), es uno de los templos más famosos de Egipto. Originalmente estaba situado en la isla de Filae, una de las numerosas islitas de la primera catarata del Nilo, a la altura de la ciudad de Asuán. Y en este lugar los sacerdotes egipcios permanecieron hasta el año 535, hasta el reinado del emperador bizantino Justiniano. En ese año los últimos sacerdotes egipcios, que no eran sino las últimas personas capaces de leer los jeroglíficos

fueron asesinados por un grupo de cristianos radicales. De esta manera se cerró, precisamente en Filae, la última página de la cultura antigua egipcia, que desde hacía siglos ya sólo sobrevivía a duras penas gracias a la labor de unos pocos sacerdotes. Entre 1972 y 1980 el templo de Filae fue desmontado, dado que, con la construcción de la gran presa de Asuán, iba a permanecer sumergido. El templo fue reconstruido nuevamente en la isla de Agilkia, distante unos 500 metros del emplazamiento original. El templo de Filae no presenta una estructura simétrica, probablemente debido a las condiciones topográficas de la isla donde se erigió y a las numerosas fases constructivas, pues fue erigido durante la dinastía XXX, la época ptolemaica y la época romana. Antes de acceder al templo propiamente dicho encontramos un pabellón de época de Nectanebo I, un templo del dios meroitico Aresnufi, Mandulis y un amplio pórtico. El templo de Filae presenta un primer pilono de 18 metros de alto por 45 de anchura, decorado por el faraón Ptolomeo XII Neo Dionisio. A este pilono le sigue otro, el segundo, de 22 metros de alto y 32 de anchura. Este también fue decorado por Ptolomeo XII. Tras el segundo pilono se abre el pronaos o primera sala hipóstila, con diez columnas con capiteles florales polícromos. Aquí, en el siglo VI, en época del obispo Teodoro este espacio fue transformado en una iglesia cristiana copta.

Templo de Denderah El templo de Denderah está dedicado a la diosa Hathor y es la última de las grandes construcciones templarias realizadas en Egipto, habiendo sido construido parcialmente por los monarcas ptolemaicos y los emperadores romanos. En realidad, el complejo del templo contiene otros templos y pequeñas capillas, abarcando una superficie de 40000 metros cuadrados, es decir, el equivalente a unos ocho campos de fútbol. El complejo posee un lago sagrado perfectamente conservado, así como el períbolo (muro que rodea el complejo de un templo y que define el témenos o espacio sagrado). El templo de Hathor se situaba en el centro del complejo, y en durante se construcción, tal y como fue norma en muchos templos egipcios, se buscó que quedara alineado con alguna estrella o constelación importante. El templo propiamente dicho está compuesto por un recinto en el que se incluyen un patio abierto, una primera sala hipóstila de 18 columnas, una segunda sala hipóstila de 8 columnas rodeada de pequeñas estancias para alma...


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