MIAU. Benito Pérez Galdós PDF

Title MIAU. Benito Pérez Galdós
Course LITERATURA EN LENGUA ESPAñOLA: LOS TEXTOS DEL CANON
Institution Universidad de León España
Pages 14
File Size 341.7 KB
File Type PDF
Total Downloads 30
Total Views 136

Summary

Son ideas generales extraídas de la lectura y de las anotaciones tomadas en clase sobre la obra de Galdós....


Description

Miau, Benito Pérez Galdós

1 Autor: Jose G.ª Jiménez

1 PERSONAJES: 1. Ramón Villaamil: es un hombre mayor que se halla en avanzada edad, casado con doña Pura. Se siente frustrado y agobiado con tantas deudas y gastos. Ha dedicado su vida a la Administración. Muestra una personalidad muy entristecida y atacada por la vida. Finalmente acaba quitándose la vida por la desesperación. 2. Doña Pura: Es una mujer más o menos de la edad de don Ramón, y es su mujer. A pesar de la delicada posición económica de su marido, se mantiene anclada en su opulento pasado, y lleva un alto nivel de vida mediante los empeños, los préstamos y los pagarés continuos. Acude a la ópera regularmente, para seguir estando bien considerada en la sociedad y aparentar, que es su único objetivo. Conservar sus exclusivas cortinas es más importante que su honor, y por ello acepta las aportaciones de Víctor, a pesar de sospechar de su origen. 3. Don Víctor: Es un joven valenciano que se introdujo en la familia tras casarse con una de las hijas (ya fallecida) del matrimonio Villaamil. Su llegada no trae más que problemas y complicaciones excepto por su aportación económica, que saca de más de un apuro a la familia. Es el contrapeso a la moralidad de don Ramón y la religiosidad de Abelarda: prefiere buscar su propio beneficio sin reparar demasiado en los procedimientos, no cree que nadie le vaya a castigar por ello, al no creer en Dios. Tiene la capacidad de convencer a los demás con su cuidado aspecto y dialéctica, que aprovecha para engañar y engatusar a la menor ocasión. 4. Doña Abelarda: Es una hija del matrimonio Villaamil. Representa el conflicto entre la moralidad cristiana y la pasión, la reacción de los padres y una vida feliz, con la historia de amor ficticia con Víctor. Cuando observa el engaño de éste decide seguir con su novio anterior, una farsa sin amor pero en la que se asegura un futuro acomodado, pero su frustración se acumula y explota en el episodio de violencia contra su sobrino. 5. Luis Cadalso: Es el cándido nieto de los Villaamil, él es tímido, introspectivo y con muy pocas agallas. Representa un rol importante, ya que es como la conciencia de los personajes. Recibe continuamente infinidad de información, pero sólo la analiza en sueños, cuando dice que ve a Dios. Ese Dios es en realidad el propio niño, que aporta quizá la versión más racional de las aportadas por los personajes en diversas ocasiones.

2 Autor: Jose G.ª Jiménez

6. Milagros: Es la hermana de doña Pura. En el pasado, tuvo una carrera prometedora como cantante, pero tras fracasar, se resigna a un presente mediocre, que vive sin pensar en el mañana, o al menos sin pensar que ese mañana pueda ser peor. Se refugia en la cocina y en la ópera para ocultar su frustración ante la vida.

7. Silvestre Murillo: es amigo de Luis Cadalso, un alumno ejemplar, el cual le comenta a su amigo que su familia es conocida por medio de la mamá del Posturitas y otros más, entre ellos, ciertos miembros del Teatro Real como la de familia de los Miaus, porque presentaban una fisionomía similar a la de un gato.

2 RESUMEN POR CAPÍTULOS CAPÍTULO I El primer capítulo comienza con la salida del colegio del inocente Luisito Cadalso, un joven que no tenía amigos. Salía del colegio con una panda de jóvenes que no se caracterizaban por ser precisamente tranquilos. Los jovencitos le insultaban llamándolo “miau”, y este se sentía atemorizado debido al acoso que recibía. Pero, antes de llegar a su casa, en la esquina de Quiñones, coincidió con su único amigo, un superdotado e inteligente, llamado Silvestre Murillo, hijo del sacristán de la iglesia de Monserrat. Posteriormente se fue a casa y, allí, se hallaba la portera quien era de gran tamaño y fortísima, con actitud afable… Ella era la señora de Mendizábal que (ella) tenía mucho cariño al muchacho y le daba siempre algún aperitivo que convertía al muchacho en un gran filántropo. Cuando ya subía arriba, fue recibido por su abuela doña Pura que pensaba que quien subía por las escaleras era Ponce con los billetes. La señora Pura era una gran aficionada por todo lo monetario aunque las circunstancias económicas que ella predominaba no eran las más satisfechas de la ciudad, pero ella aparentaba justamente lo contrario. Allí también se encontraban la hermana de doña Pura, Milagros; el abuelo de Luisito y la hija, doña Abelarda. En cuanto a los padres de Luis, la madre falleció tan solo cuando él tenía dos años. Sin embargo, su padre se hablará posteriormente de él a lo largo del relato. Ellas, Milagros y compañía, se estaban preparando para ir al teatro. Doña Pura manda al muchacho que suba porque el abuelo le tiene preparado un recado. El abuelo se hallaba en su recámara reflexionando sobre todos aquellos sinsabores de la vida que tanto le 3 Autor: Jose G.ª Jiménez

martirizaban. Él estaba escribiendo y le pidió a su mujer que le trajera una luz porque no veía nada. El abuelo estaba escribiendo una carta al señor Pez y a todos aquellos que estuviesen dispuestos a apoyarlo para recibir ayuda de tipo económico con el fin de salir de ese bache que tanto le comía la cabeza1. Por ello, la señora Pura, conociendo a su marido y estando acostumbrada a este tipo de jeremiadas, se entregó la carta a su nieto para que se la enviara a Cucúrbitas, un gran amigo cristiano del señor Ramón. CAPÍTULO II. El joven Cadalsito ya se disponía a ir en busca de ayuda económica para su familia, lo que le había encomendado su abuela Pura. Mientras bajaba, se topó con la fortísima Paca, la cual le preguntó que dónde iría. Este le respondió que tenía que ir a la casa del ministro Cucúrbitas para hacer un recado. La mujer, muy preocupada como siempre, le dijo que se abrigase que hacía frío y que tomase a su perrito Canelo para que lo acompañase y, sobre todo, que tuviese mucho cuidado. Paca junto con su marido en la portería se tiraron un ratito criticando a la familia de las Miau y tratándolas de irresponsables y de lambionas (golosas). Paca aseguraba que eran unas grandes hipócritas que eran peor que la “filoxera” (pulgón). El joven inocente prosiguió su camino por las calles de Madrid. Aunque fuese un muchacho, parecía ser un topógrafo, se conocía a la perfección las calles del Madrid del entonces al dedillo. Al fin llegó a la casa del ministro, la calle por el Amor de Dios, pero, sin embargo, este fue recibido por el criado de Cucúrbitas, un señor desagradable y arisco que tajantemente respondió al muchacho que no se hallaba allí el ministro, por lo que el joven dijo que lo esperaba. El criado con un rostro demoniaco no mentó palabra. El muchacho esperó en la zona de visitas de la casa mientras Cucúrbitas llegaba. En el ambiente se respiraba tensión, ya que las hijas del ministro anhelaban la llegada de su padre para cenar e irse al teatro. Pero, de repente, sonó un golpe en la puerta y era el señor Cucúrbitas. Cadalsito lo saludó según su abuelo Ramón le había enseñado. Así, el joven no fue respondido porque Cucúrbitas se olía el porqué de su visita. Por ello, tras pasar unos minutos en la casa, el ministro invitó al muchacho a entrar en un lugar para atenderlo. Le entregó la carta que su abuelo le había dicho que debía dar. Entonces, en ese preciso momento, el ministro le entrega otra carta pero sin devolver nada (algo poco común en Cucúrbitas ya que normalmente metía algo de dinero en los sobres), pero esta vez 1 Lo que le perturbaba a don Villaamil, así se llamaba el abuelo de Luisito, es estar sin trabajo y sin disposición de una retribución económica. Se muestra optimista autoengañándose y pensando que pronto le recolocarán en algún puesto de trabajo.

4 Autor: Jose G.ª Jiménez

simplemente dio “dos perras” para el joven con los que pudo comprarse dos bollos: uno para Canelo y otro para él. CAPÍTULO 3 Se centra en la vuelta de Cadalsito a casa de los abuelos. Ya venía con Canelo para entregar la supuesta carta vacía que Cucúrbitas le había dado. Pero, debido al cansancio, se vio obligado a sentarse y descansar un poquito cerca del convento de Don Juan de Alarcón. En esos momentos, le empezó a entrar un desvanecimiento (propio en él) que lo dejó muy relajado. A Cadalsito le pareció ver al pobre hombre que se sentaba cerca del convento normalmente para pedir limosna. Sin embargo, a medida que se iba acercando el hombre, pudo darse cuenta de que no era él, ya que quien pensaba que era el mendigo del convento vestía «con unos ropajes preciosos, tenía unas manos bellas y blanquecinas similares a las de una mujer, con una barba asombrosa…». Cadalso, al principio algo asustado, le preguntó que quién era. Él le respondió que era el mismo Dios, él le empezó a dar una serie de argumentos para demostrarle que lo que estaba afirmando era cierto, le dijo: “Sé que el impertinente de Posturitas no hace otra cosa que molestarte llamándote «Miau», pero no te preocupes porque no lo volverá a hacer. Sé que no te esfuerzas lo suficiente en clase, que el señor Cucúrbitas no os ha entregado nada en ese sobre, pero recuérdale a tu abuelo que estamos en muy malos tiempos, etcétera” 2. Esto le sorprendió al jovencito Cadalsito que no se esperaba que el mismo Dios, que es omnipresente, omnisciente y omnipotente, le estuviese hablando a él. Instantáneamente, el rostro de ese ser tan bello se desvaneció como una sombra mágica. El muchacho, muy sorprendido por lo acontecido, prosiguió el camino a casa. Allí, se hallaban sus familiares. El jovencito le entregó la carta a su abuelo, este subió al despacho palpándola antes de abrirla. En ese preciso momento, apareció doña Pura quien avisó al anciano para que fuese a comer porque la cena ya estaba preparada. Abelarda, Milagros y doña Pura continuaban preparándose para acudir al teatro 3, como siempre solían hacer. Después, el pobre anciano volvió al salón, pero su esposa comenzó a echar una gran charla en la que los insultos y falta de respeto eran las bases primordiales de su discurso. Lo trataba como un inútil, un cobarde, un ñoño, que no servía para nada; le decía que si ella estuviese en su pellejo, lo primero que haría es ir al PERIÓDICO para publicar todo lo que sabe de los entresijos de la Administración. El pobre

2 El estilo directo de lo expresado por el personaje está adaptado, no son palabras textuales. 3 Es allí donde les sacaron el mote de las “miau”, porque presentan una fisonomía similar a la de un gato.

5 Autor: Jose G.ª Jiménez

Villamil, que ya se hallaba sumido en la angustia, la mujer con ese carácter atosigador, terminó por rematarlo. Las últimas palabras de la mujer arpía fueron: “Que estudie o que haga lo que quiera (Cadalsito), cuídalo”. Villaamil sintió un gran alivio cuando vio a las Miau abandonar las estancias de su casa para dirigirse al teatro. El anciano prefería quedarse solo y que la pena lo consolara antes que estar con su mujer. CAPÍTULO 4 En la casa solo se encontraban el señor Villamill y su nieto Luisito. El jovencito solo se encontraba con una gran cantidad de libros pertenecientes a distintas asignaturas sobre la mesa. Se decidió a elegir uno, en concreto, le tocó “el de Gramática”. Empezó a estudiar lo que era un adverbio. Pero el muchacho trataba de leer de una manera comprensiva (no lo lograba y se quedaba dormido). Por otro lado, el abuelo salía de su despacho porque se había quedado sin “petróleo” y no podía escribir. Salía de su alcoba hablando él solo y dándose más que otro golpe. Ramón recordaba toda su trayectoria profesional había sido una carrera dura y estrepitosa: desde que era un joven que entró a trabajar a la edad de 24 años. En definitiva, tenía 60 años y treinta y cuatro años de profesión y le faltaban dos para jubilarse con tan solo “cuatro quintos”. Dentro del soliloquio del abuelo, este comenzó a darse un buen golpe contra la puerta. El ruido del golpe despertó a Luisito. El abuelo continuaba hablando solo y dándose más de un golpe debido a la carencia de iluminación. El joven, preocupado, le preguntó a su abuelos si encontraba bien, Ramón se dirigió a su nieto diciéndole que no merecía la pena estudiar, porque realmente mientras “más burro sea el hombre, mientras más pillo, mejor carrera hace...”. El abuelo encontró una palmatoria donde pudo establecer la vela encendida para dar iluminación al hogar. Ramón se disponía a desnudar a su nieto para que este ya se durmiera. Mientras desvestía al joven, Ramón relataba a su nieto las distintas batallitas de su vida lúgubre e infausta. Le daba consejos, tales como: “De la vida de los débiles nadie se acuerda; mira, yo debería de ser jefe ministro de segunda y podría haber participado en las Leyes de Canóvas del 76; y aquí me tienes estremeciéndome”. Pero, tras contar distintas historietas en las que lamentaba de su mala suerte, el abuelo consiguió que el nieto se durmiera. El abuelo se fue a revisar la correspondencia que acababan de pasar por debajo de la puerta; en cuya correspondencia se establecían los distintos nombramientos de los jefes (de Impuestos, de Administración…). Este decía que era un gran escándalo lo que

6 Autor: Jose G.ª Jiménez

estaban haciendo los distintos organismos de la época. Pensaba que con el gobierno de los distintos representantes públicos España decaería y se vendría a la ruina. CAPÍTULO 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 11 Este capítulo quinto, se centra en el tiempo en el que tanto don Ramón Villaamil como doña Pura pasan una noche de sufrimiento debido a la falta de dinero. Se veían obligados a empeñar los distintos objetos domésticos que había por la casa con el fin de obtener algo de dinero. Por el contrario, doña Pura se negaba a vender las “cortinas” y nada que hubiese en “la cocina”, porque esto era lo único que daba “ glamour” al hogar (debido a que no eran considerados como una estirpe de alta clase social, por lo menos, querían cultivar algo de envidia en las otras gentes que los visitaban por medio de las cortinas y otros elementos ornamentales del salón). En definitiva, el matrimonio estuvo haciendo cálculos para salir valerosos de esa batalla que se les iría a presentar al día siguiente. Al final, doña Pura logró conciliar el sueño. Aunque, muy a su pesar, les esperaba una dura jornada. El primero que se despertó fue el señor Ramón Villaamil, quien tenía que ir al Ministerio. Después se despertó su cuñada Milagros, quien se dedicaba a las labores culinarias. Villamil se dirigió secamente a su cuñada preguntándole si había chocolate. Ella respondió que sí, que se lo prepararía; sin embargo, ese chocolate no era para él, sino para su nieto. Él le dijo que solo desayunaría “pan duro, con algo de agua”. Posteriormente, se despertó Abelarda, la sobrina de Milagros. La casa estaba sumida en la ruina económica. Milagros era una mujer que ahora se hallaba en un hogar desestructurado en cuanto a lo económico se refiere, al contrario de lo que sucedía en su pasado: pudo tener un gran futuro como artista, ya que era una gran soprano y era muy admirada por muchos hombres que la adulaban y elogiaban; a pesar de ello, se encontraba preparando el desayuno a Cadalsito (otro gran fracaso en la familia; el otro es don Ramón). A su vez, la dueña del cortijo, se despertó y riñó a su hermana y a su hija por inútiles. Estas, sin rechistar, prosiguieron con las tareas del hogar. Abelarda vistió a Luisito. Poco después, entró don Ramón, quien se hallaba partiendo leña; subió a su despacho y tenía que escribir cartas, pero no tenía “tinta”, así que le pidió a Cadalsito que solicitase a Mendizábal (“el portero”) un poco de tinta. Abelarda se ofreció voluntaria. Mientras tanto Pura y Abelarda cuchicheaban sobre qué podrían comer ese día. Estas fueron interrumpidas por don Ramón, quien necesitaba una camisa limpia para visitar el Ministerio. Abelarda también se hizo cargo. Pura, sin decir nada, se le ocurrió una idea. Abandonó la conversación y se fue a la calle. Milagros sabía 7 Autor: Jose G.ª Jiménez

que Pura, casi siempre, solía traer soluciones cuando peor lo pasaban, se relajó y se puso a cantar. Cuando doña Pura volvió, apareció en el hogar con una gran cesta de comida. Esto alegró mucho a las otras dos Miaus que la esperaban en casa. Doña Pura, muy avergonzada, comentaba lo mal que lo había pasado pidiendo ayuda a Carolina Lantigua, se sintió muy desdichada; pero, al menos por ese día, ya tenían alimento que llevarse a la boca. A su vez, don Ramón, como siempre tan depresivo, se dirigía a su nieto para que este se dedicara a repartir todas las cartas que le había preparado (cartas en las que se pedía ayuda). Doña Pura fue a darle la gran noticia que había conseguido alimentos para pasar durante el día. Él que siempre se hallaba impregnado de negativismo (su lema era: “Mejor esperarse lo peor de las cosas; así cuando te vienen, no te asombras”: «Ya sabes que siempre me pongo en lo peor»). Algo también debieron hablar sobre la “Providencia”, porque don Ramón decía: “No empieces con tus palabras para engañabobos, que sé perfectamente que no participaré en la combinación”. Toda la vestimenta que este llevaría había sido preparada por Abelarda. Las mujeres del hogar se mostrabaN alegres y excelsas en el ánimo, porque habían tenido buena suerte. Doña Pura y doña Milagros se dedicaban a la cocina, mientras que la hija, doña Abelarda, se dedicaba a coser. Doña Pura dejó de cocinar, se retocó el cabello, se maquilló y se dirigió al salón. Allí se encontraban doña Pepita Ballester y su marido don Federico Ruiz. Este era un gran idealista que escribía artículos de distinta temática (agricultura, literatura…); se ayudaba muchísimo de lo que su mujer le aportaba, ella era una gran buscavidas y se las apañaba siempre como podía. Él afirmaba que los ricos no pueden disfrutar de lo que es “vivir las emociones y pasiones que pasa un pobre para poder vender un artículo a un periódico luctuoso y cochambroso”. La característica fundamental de este era su carácter para sacar el mejor partido de las cosas malas y buscar siempre el lado positivo de las cosas. A pesar de su idealismo, este no se rendía para ser de nuevo llamado a algún cargo político. Tras una visita de un amigo de Villaamil, tomaron “más que una copa” junto con los otros invitados. A continuación, entró “don Ramón” quien al entrar mostró su misantropía al ver tanto jolgorio y alboroto… En la conversación que ellos trataban, doña Pura se dirigía a los amigos hablándoles sobre el estómago delicado que tenía su marido y que, en breves, iba a entrar en el proceso de admisión, que el último lo rechazó debido a que él no lo deseaba ese puesto de Ministro (decía más de una mentirijilla con el fin de aparentar…). Al día siguiente, la historia se centra en “Luisito/Cadalsito”, quien no daba “pie con bola” en las lecciones de Gramática, además tuvo una excelsa trifulca con Posturitas, quien no paraba de insultarle. Asimismo, el profesor también llamó a Cadalsito “MIAU”. Este prometió no volver al colegio, porque eran unos maleducados. Luisito se sintió muy 8 Autor: Jose G.ª Jiménez

ofendido, estaba lleno de ira. Después se fue a pasar con Paca, la mujer de Mendizábal, mientras pasaban por una de las calles Cadalsito se quedó atisbado con una banda que marchaba al paso unísono: uno, dos, tres, cuatro… Sin previo aviso, le empezó a entrar esos mareos propios en él y volvió a tener la visión con Dios. Se le apareció confirmándole que no se preocupara por el profesor, pues este aprendería de no ser tan vehemente con unos pobres niños; también le decía que si quería éxito en su casa debía ser más autoexigente consigo mismo y estudiar más, ya que ese mismo día estaba muy despistado en las clases. Si quería que al abuelo lo ascendieran en el cargo, debía esforzarse para así obtener resultados positivos. Pero una mano le golpeó, era la mano de Paca que lo despertó de la visión que estaba teniendo. Después mientras Luisito subía a casa, se topó con alguien. Esa persona lo persiguió y le cerró los ojos (¡era su padre, Víctor!). Víctor no era bienvenido en el hogar de las Miau, había recibido durísimas críticas por su parte. Cuando las Miaus lo vieron aparecer en el hogar junto con Luisito se quedaron anonadadas. Por el contrario, él se mostraba alegre y dicharachero. Intentaba transmitir buena sensación para que la acogida en el hogar fuese más afable. Todos miembros de la casa, enf...


Similar Free PDFs